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¿Qué hay, tras la píldora del día después?

Fuentes: Rebelión

«Y en la medida en que la sexualidad se encuentra en el origen de las enfermedades individuales y constituye el núcleo de la degeneración, representará el punto de articulación de lo disciplinario y lo regulador, del cuerpo y de la población». Michel Foucault, Genealogía del Racismo, Undécima lección. El debate político que tiene como centro, […]

«Y en la medida en que la sexualidad se encuentra en el origen de las enfermedades individuales y constituye el núcleo de la degeneración, representará el punto de articulación de lo disciplinario y lo regulador, del cuerpo y de la población».

Michel Foucault, Genealogía del Racismo, Undécima lección.

El debate político que tiene como centro, el cuerpo femenino, instalado por un grupo de parlamentarios de la alianza derechista, al utilizar el recurso del tribunal constitucional para que se pronuncie sobre la legitimidad del estado en distribuir la píldora del día después, es un hecho relevante que permite entender los mecanismos de control, tanto del aparato político como del discurso cultural de un sector de la población.

Re-construyendo los hechos

Desde el momento en que el ministerio de salud, decidió autorizar la distribución del fármaco conocido como «píldora del día después» los sectores conservadores levantaron una campaña sólo igualable a la que en los años sesenta provocó la discusión sobre las pastillas anticonceptivas.

Ya en el año 2006 la presidenta Bachelet, respondió con firmeza tanto a la iglesia católica como a los críticos de la política pública de salud «En el país hay personas que piensan distinto, que tienen distintos valores y principios y lo que un gobierno tiene que hacer es no imponerle a nadie una determinada manera de ver las cosas o una determinada opción. Lo que un gobierno tiene que hacer es entregarle a sus ciudadanos alternativas posibles». (La Nación, 25 de marzo de 2006)

La imagen de un grupo de congresistas, apelando a un tribunal supuestamente imparcial para dirimir una dificultad de derecho público -a primera vista no debiera extrañar a nadie- sin embargo, las implicancias de una resolución coercitiva y su aplicación a la cotidianidad de las chilenas y chilenos ha desatado un huracán de críticas y manifestaciones, tanto a favor como en contra del mentado fallo.

¿Integrismo religioso?

¿Qué razones se esconden detrás de esta avanzada moral que tiene como objetivo el cuerpo femenino? Una posible respuesta puede explicarse en el integrismo religioso de un sector de elite nacional, uniendo incluso a sectores progresistas en lo social pero conservadores cuando se trata de los comportamientos genitales.

Una segunda explicación es que estamos detrás de una operación política de mayor envergadura, donde una de sus patas es la defensa irrestricta de ciertos valores como conservar la familia, la abstinencia sexual para los jóvenes etc.

Ciertamente, los discursos de los actores comprometidos nos permiten dilucidar estas u otras variantes, Rodrigo Castro director del área social del Centro de Estudios Libertad y Desarrollo, elabora una crítica que desenmascara a mi parecer la principal razón, para oponerse al uso de la pastilla «Estamos nuevamente ante una decisión del Estado que necesariamente incide en el cambio de comportamiento sexual de la población, y cuyo efecto no puede ser neutro. Aún cuando la utilización de la píldora es restringida, ello contribuye a incitar a un uso más irresponsable de la sexualidad, lo cual sería la causa principal de los embarazos no deseados». («Medidas como la Píldora del Día Después Debilitan Responsabilidades Personales», Rodrigo Castro, LyD.)

En el mismo tenor Cristián Larroulet, supone las consecuencias de la repartición gratuita de la píldora, llevando el tema central una vez más a las costumbres sexuales de los chilenos, es decir, el tema no es si la píldora tiene características abortivas o no, cuestión que por lo demás la comunidad científica está lejos de llegar a un acuerdo, lo que se pone en tela de juicio es el riesgo liberalizador que el uso de la pastilla pueda tener.

«por cada relación sexual se producirán menos embarazos. Si ese fuera la única consecuencia la píldora lograría el propósito del Ministerio de Salud. Sin embargo, no hay que equivocarse, habrán otros efectos: la disponibilidad de la píldora estimulará y promoverá la actividad sexual. Además, relajará las prevenciones y cuidados en esas relaciones». (Píldora del día después ¿Logra sus objetivos?, Cristian Larroulet, LyD)

Nos encontramos entonces con un grupo social, que se atribuye la autoridad suficiente para intervenir el cuerpo femenino, en razón de una serie de principios morales que necesitan reproducir, no sólo en los círculos de la elite, sino más allá de ellos mismos, obteniendo una legitimidad social y de costumbres superior incluso a la del propio dinero -y de paso- estableciendo una diferencia, con quienes comparten sus mesas y frecuentan sus hogares, pero se encuentran ubicados uno o dos peldaños más abajo, en el silencio de la oración y los ornamentos de la sacristía.

Mientras los estudios sociales afirman que el proceso de modernización, trajo consigo una crisis del fenómeno religioso tradicional, sobre todo luego de las secuelas de los años sesenta en Chile, en que la propia iglesia católica, decide romper con uno de los elementos esenciales del derecho individual como era la propiedad, téngase presente las repercusiones políticas y económicas de la reforma agraria.

Estos grupos duramente golpeados por la realidad, mantienen su fervor, con el triunfo de la dictadura y el beneplácito de esta, forman colegios, negocios de todo tipo, bajo el sustento ideológico y de comportamiento de un neo-conservadurismo, más dúctil y sesgado.

«la elite económica chilena se define a sí misma en función de una serie de virtudes e ideales que son considerados fuente de distinción y superioridad. Estos son la habilidad de dominar los instintos con el propósito de conseguir ciertos fines, o la formación del carácter; en segundo lugar, la estabilidad y coherencia del discurso moral; tercero, la distancia o indiferencia frente a los bienes materiales y su uso para el bien común y, finalmente, una alta estima de la familia como el espacio donde la persona realiza su potencial»

(María Angélica Thumala, Riqueza y Piedad, Editorial Debate, pág. 157).

La mujer como asesora

Si hubiera que pensar en un modelo cotidiano, capaz de representar la idea de mujer según la elite católica, sin duda la imagen de la asesora del hogar puertas adentro, engloba el papel que estas parcelas de la sociedad le asignan a la mujer, no se trata de un menosprecio, se trata del control y disciplina con que cumplen sus labores, producen y subsisten en el oficio de lo privado, están condenadas a vivir, convivir y asumir las costumbres de los patrones, privándose de sí mismas, a cambio de la subsistencia.

La ampliación del modelo supone mujeres de credos u orígenes distintos, respetando las reglas de convivencia genital, impuestas por el patrón, en este caso el grupo de señoras y señores representados por los parlamentarios de derecha -que miran con muy malos ojos- la posibilidad que ellas «sus asesoras» desarrollen una vida lejos de los cánones impuestos por la cultura occidental y cristiana, entendida esta, en su versión católica y bajo el ojo escrutador de un siervo del Opus Dei o de los Legionarios de Cristo.

Omar Cid (Centro de Estudios Francisco de Bilbao)