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Que La Habana mire a La Paz

Fuentes: Agencia Prensa Rural

Pasado el «receso» de las negociaciones de paz, el primer comunicado que viene de La Habana es la convocatoria al foro sobre cultivos ilícitos PNUD+UNAL, para los días 24, 25 y 26 de septiembre en Bogotá, el que después tendrá réplica al inicio de octubre en el Guaviare. Analicemos las posiciones que se dan sobre […]

Pasado el «receso» de las negociaciones de paz, el primer comunicado que viene de La Habana es la convocatoria al foro sobre cultivos ilícitos PNUD+UNAL, para los días 24, 25 y 26 de septiembre en Bogotá, el que después tendrá réplica al inicio de octubre en el Guaviare. Analicemos las posiciones que se dan sobre el punto en las negociaciones de La Habana. A ambos lados de la mesa se encuentran dos escenarios de negociación, y por tanto habría dos posibles alternativas de solución: sustitución o regulación. El asunto no será si en este punto se ponen de acuerdo: por cualquiera de las dos vías pueden hacerlo, esperemos que lo hagan por la correcta para el país, y sobre todo para el tercio de millón de colombianas y colombianas, que hoy reciben su sustento del cultivo de la hoja de coca.

El titulo de este artículo, parte de la convicción de creer que las alternativas para negociar el punto de los cultivos hoy ilícitos, en la mesa de La Habana, se deben buscar no en Washington sino en La Paz, en la política publica del Estado Plurinacional de Bolivia y el reciente IV Foro Internacional de la Hoja de Coca, realizado en La Paz, entre el 14 y el 16 de agosto del 2013[i]. El artículo primero aborda las alternativas de negociación tanto del lado del gobierno como de la guerrilla; luego describe los gastados trucos de la guerra antidrogas; y finaliza con las posibilidades que brinda La Paz para la paz en Colombia.

Entre Ronald Reagan y Cartagena de Indias

A un lado de la mesa, hasta ahora el gobierno colombiano ha sido un disciplinado soldado en la «guerra contra las drogas» comandada por EEUU, que está dirigida a reducir la oferta del producto ilegal, lo que en el país se traduce en focalización contra los campesinos cultivadores de la hoja de coca. Si bien esto se mantiene como inercia, en el presente gobierno se ha coqueteado con la legalización del consumo, específicamente en la cumbre de Cartagena del 2012.

Washington vende como exitoso su modelo de guerra antidroga, lanzado por Nixon y relanzado por Reagan, concentrado en combatir la oferta, mientras ignora o es laxo con su demanda interna. Pero hay suficiente evidencia de su fracaso: es ineficaz en su meta de eliminar la oferta, pero exitoso en la que podría ser su verdadera misión, reducir la oferta para incrementar el precio terminal: la cocaína -a pesar o gracias, a toda la erradicación y toda la fumigación- se paga muy bien en los mercados al detal de Wall Street o Silicón Valley; también puede verse como fracaso, porque esta cruzada de prohibición es prolífica en consecuencias adversas, entre otras la prolongación at infinitum de la guerra en Colombia.

La tarea real de reducir la oferta, a escala del cultivador de la hoja de coca, consiste en disminuir el área sembrada. Existen tres caminos para conseguirlo: la fumigación, la erradicación manual forzada, y la erradicación consensuada con los campesinos cultivadores de la coca, a cambio de programas de sustitución de cultivos, con o sin complementos de desarrollo integral.

El rol asignado a Colombia en esta guerra, ha estado circunscrito: en primer lugar al instrumento de la fumigación aérea, ejecutado por contratistas del norte, que resulta nefasto al afectar no solo a las siembras de uso proscrito, sino también la salud de embarazadas y niños, las parcelas aledañas de comida y los animales de cría, mientras toda la cuenca hidrográfica involucrada que termina dañada; el área fumigada equivale al 1,8% del territorio nacional (Arenas, 2013); en segundo lugar la erradicación manual a la fuerza, que gira en torno a un pulposo contrato ejecutado por clientelas de Pensilvania Caldas (léase de los alfiles uribistas: Zuluaga y Hoyos), al que en los 2 últimos años se le han opuesto las acciones de resistencia campesina (Ibíd.); finalmente en tercer lugar en la minoría de los casos, una erradicación consensuada o voluntaria, ejemplos aislados donde son los propios cultivadores quienes erradican a cambio de proyectos de sustitución de cultivos, financiados por la cooperación europea en sus Laboratorios de Paz, o incluso de manera simbólica por la USAID, así como por partes de empréstitos del BID o el Banco Mundial.

En los últimos tiempos, influenciado por el planteo de los expresidentes Cardozo, Zedillo y Gaviria, el presidente Juan Manuel Santos ha coqueteado con quienes abogan por la legalización, lo dijo por primera vez en una entrevista a la revista Semana en febrero del 2011, donde contestó la pregunta sobre la despenalización de la droga: «Es una alternativa que podemos discutir. No estoy contra ninguna fórmula que sea efectiva. Y si el mundo decide legalizar y cree que así se reducen la violencia y la criminalidad, yo podría acompañar eso» (Semana, 2011:26). Pero el punto culmine de este esbozo alternativo, se dio en la cumbre de Cartagena de Indias del 2012, cuando Santos expresó: «llegó el momento de analizar si lo que hacemos -en materia de lucha antidrogas- es lo mejor o buscamos una alternativa más efectiva y menos costosa en general» (El Universal, 2012). Sin embargo este intento de lucidez no prosperó, cuando cual dueño del circo Barack Obama, bajó el telón sentenciando: «legalizar las drogas no es la respuesta» (Ibíd.), bloqueando así la discusión.

Sin embargo, este criterio de solución alternativa al asunto de las drogas, ha continuado latente, y se manifiesta, por ejemplo, en el apoyo del gobierno Santos al reingreso de Bolivia a la Convención de Estupefacientes, después que el Estado Plurinacional denuncio la inaplicabilidad de sus erráticos incisos sobre la abolición del masticado de coca, y la erradicación de los cultivos de hoja, hito conseguido por el gobierno de Evo Morales el 10 de enero pasado.

Entre Cartagena del Chairá y Simón Trinidad

Al otro lado de la mesa, la guerrilla de las FARC también nos muestra dos alternativas en la busca de solución del asunto de las drogas hoy ilícitas. La primera coincidente con la que he llamado arriba de erradicación voluntaria o consensuada, y la segunda en pro de la legalización o regulación.

Al final de junio del 2000, se realizó en Los Pozos -zona de distención- la conferencia internacional sobre «cultivos ilícitos y medio ambiente», que en la práctica giró en torno a la propuesta de «Planificación de mecanismos para la sustitución de cultivos ilícitos», hecha por las FARC meses antes. Un Plan piloto, en el municipio de Cartagena del Chairá, planeado a 5 años para probar la viabilidad de la sustitución de cultivos controlada por la propia población del municipio, apoyados por la guerrilla y el gobierno, y por «los inversionistas»: Estados Unidos, Francia, España, Alemania y las Naciones Unidas (FARC, 1999).

Se proponía en un equipo de profesionales del agro, quienes a partir de estudios detallados del suelo de las 8.765 hectáreas cultivadas en coca, y toda el área del municipio, deberían identificar cultivos y crías idóneas para sustituir las plantaciones de coca. Esto, en complemento con un plan de desarrollo para incrementar la presencia del Estado en el área, con operación de políticas públicas educativos y de salud, más la construcción de ferrocarriles, canales, carreteras, puertos y aeropuertos (Ibíd.), todo un collar de huellas de cemento.

Hasta ahí un plan de desarrollo clásico, digno de Raúl Prebich, que al definirse como de «sustitución de cultivos ilícitos», lo haría aceptable para el fantasma de Reagan, o para la política de erradicación de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes JIFE (aquella del inciso que acaba de defenestrar Bolivia). Este había sido el punto central de las conversaciones clandestinas que en 1998, se dieron en México y Costa Rica, entre el jefe de exteriores de las FARC comandante Raúl Reyes, y el entonces director de Asuntos Andinos de la diplomacia de EEUU Philip T. Chicola (Venezuela Debate, 2008). Para Washington y Bogotá, el único problema del Plan del Chairá, era ser largo: urgidos de resultados rápidos, 5 años les parecía una eternidad.

Pero el problema era otro, los campesinos colombianos no llegaron a cultivar la coca -para cocaína- porque tuvieran pacto con el diablo, sino cuando fracasaron en el intento de aplicar la agricultura que conocían -de los valles andinos- en las tierras adonde los expulsó la guerra, o los trasteó la reforma agraria, es decir afuera de la frontera agrícola. Llegaron a la coca, porque la escaza capa vegetal del bosque húmedo de los baldíos donde se asentaron, casi no les dejaba cultivar otra cosa, y con las excepciones -por ejemplo: maíz, plátano o yuca- el excedente no había como sacarlo al mercado por las pésimas vías. Por esto solo una parte del área del municipio piloto, se podría volver productiva con el desarrollismo vial. El plan conllevaba gran riesgo para sus autores, porque en el ítem 6 incluía una sentencia: «los que se resistan al cambio deben ser expulsados de la región por un tiempo, previo acuerdo en asambleas comunitarias y el Estado Mayor del Frente encargado de ejecutar los planes como autoridad» (FARC, 1999), es decir, como la agrología no iba a encontrar alternativas para toda el área cocalera del Chairá, y de seguir este ítem, la guerrilla hubiera terminado expulsando a su base social.

Por esto es de suponer, que en paralelo las FARC manejaban lo que podemos llamar un plan B, diferente al comprometido entre Reyes y Chicola, así en marzo del 2000 enviaron una carta abierta al Congreso de Estados Unidos, proponiendo legalizar las drogas. Luego, hace 12 años, en junio y septiembre del 2001, el comandante Simón Trinidad afirmaba «Nosotros hemos dado a conocer a la opinión nacional, al pueblo norteamericano y al Congreso de los Estados Unidos nuestra propuesta de legalizar el consumo de la droga para acabar con el negocio del narcotráfico en el mundo» (Caracol Radio, 2001) calificando al sistema financiero global como el principal beneficiario del narcotráfico, mientras no lo son los productores de los países andinos, que en cambio «sufren los rigores de la represión» (Ibíd.); al tiempo que proponía «que estos miles de millones de dólares que hoy en día se destinan a la represión a los cultivadores se dediquen más bien a mejorar la salud de las personas que ya están afectadas de enfermedades producto del consumo de estas sustancias» (citado en Svetonio, 2001)[ii]. Resalta la claridad con que formula Trinidad, por lo que vale la sospecha, que esta fue la causa real del proceso inventado por Uribe -según wikileaks- para extraditarlo.

En febrero la delegación de las FARC en La Habana dentro de las «Ocho propuestas mínimas para el ordenamiento social y ambiental «, en referencia al tema proponía: «Hay que… considerar planes de legalización de algunos cultivos de marihuana, amapola y hoja de coca con fines terapéuticos y medicinales, de uso industrial, o por razones culturales» (El País, 2013). Una propuesta que debe verse, como la recuperación del argumento de Simón Trinidad.

Desde los cocales hasta Wall Street

En la cumbre de Cartagena, Obama argumentó que su país en la historia ha invertido «30 mil millones de dólares en programas de prevención y tratamiento» (El Universal, 2012), una cifra le permitió mostrarse responsable con sus problemas de demanda interna. Vale la pena comparar esto con las híper-ganancias de la cocaína; trabajemos con cifras del ex-canciller mexicano Jorge Castañeda, quien filtra datos compartidos por EEUU a su colega de gabinete, el secretario de seguridad de hace 10 años. Esta fuente tazaba al kilo de cocaína pura saliendo de Colombia en 1.700 dólares; para después de recorrer Centroamérica, llegar a la frontera norte de México en 12.500, y con solo cruzarla alcanzar los 20.000, llegando al mayoreo a 30 mil en Nueva York o Seattle, y bordeando al menudeo los 100 mil (Aguilar y Castañeda, 2009).

Entonces es claro que las híper-ganancias de la cocaína aparecen en el mercadeo, en el tráfico al acercarse a EEUU y al consumo. Calculemos la utilidad que produce dentro de EEUU, esta es el diferencial del precio al detal con el costo en su frontera sur: 100 menos 20 = 80 mil dólares por cada kilo (asumiendo que los narcos norteamericanos solo tocan la mercancía ya en territorio de su país). Esta cifra hoy debe ser mucho mayor, porque como señala la misma fuente ya en el 2008, el precio detallista llegaba a 200 dólares el gramo de alta pureza (Ibíd.), y porque -como veremos mas adelante- el precio de salida desde las áreas productoras no cambia. Asumamos vigente la cifra de 80 mil, entonces los 30 mil millones gastados en prevención en toda la historia, solo equivalen al rédito que dejan 375 toneladas de cocaína traficadas dentro de EEUU, cifra muy inferior a la producción anual mundial tasada por la ONU entre 776 a 1.051 toneladas para el 2011 (UN0DC, 2013).

Así que el gasto histórico en el problema, esta entre 35% y 48% de la híper-ganancia que la cocaína le produce al narco de los países del norte solo en un año. Así que en medio siglo de guerra, el norte ha invertido el equivalente a lo ganado en 4 o 6 meses por los capitales de la cocaína en los países del norte. Si fuera un juego de póker, diríamos que por cada dólar gastado en prevenir, el tráfico le devuelve a la economía gringa entre 10,300 y 14.000 dólares.

En el otro extremo el asunto es bien distinto. En el IV congreso internacional de la hoja de coca, quienes industrializan en infusión o harina, el peruano Manuel Seminario o el colombiano David Curtidor, relatan que pagan un precio superior por la hoja a los agricultores, que aquel que estos obtienen cuando la coca se destina a pasta básica de cocaína. Esto supone una suerte de rigidez en el precio de la pasta (Curtidor, 2013), que por dos décadas ha oscilado entre 600 y 1.000 dólares por kilo. Así que la zozobra de la guerra eterna en su contra, impide que a los agricultores les llegue algo de la híper-ganancia. Pero el grueso de esos campesinos sigue dedicado al cultivo, aunque la inflación en sus zonas sea estratosférica, porque no tiene alternativas, porque coca es lo que da la tierra que poseen en los bosques húmedos.

Para la paz, mejor La Paz

Parece que en el siglo XXI, es mejor no mirar al jugador de póker: sus trucos están gastados, y at portas de una negociación de paz, sería mejor mirar a los orígenes, mirar a la planta milenaria andina y amazónica, que algo debe tener para resistir una guerra desigual de 50 años. Hay que recuperar sus saberes sobre su uso por los pueblos originarios del continente, porque ahí esta la salida para los colonos cocaleros que han llegado a ella por necesidad, expulsados de la frontera agrícola, y como vimos, para ser explotados por la cadena del capital narco.

En una entrevista reciente en El Espectador, dije que «el mejor proyecto alternativo para la coca -insumo de la cocaína, es un producto de esa misma planta -insumo de productos legales y altamente benéficos» (Molano, 2013). Esa es para mí, la conclusión más importante del reciente foro de La Paz, donde académicos, emprendedores y activistas del movimiento cocalero continental, durante tres días discutimos y aprendimos sobre el tema, teniendo un publico excepcional: las cocaleras y cocaleros dirigentes sindicales, de Los Yungas de La Paz y del Chapare de Cochabamba. A continuación hago un breve resumen de la política pública boliviana, y de las conclusiones y recomendaciones del Foro, para soportar la afirmación que titula este texto: que La Habana debe mirar a La Paz.

El psicólogo social peruano Baldomero Cáceres -condiscípulo de Camilo Torres- inició en 1977 una lucha por la reivindicación de la hoja. En su disertación en La Paz, señaló que se cumplían exactamente 100 años de la publicación del articulo «El cocainismo y la raza indígena» del psiquiatra limeño Hermilio Valdizán, quien eludiendo todas las investigaciones científicas previas, y trasladando sin rigor las primeras condenas a la cocaína, camufló como ciencia a la leyenda negra de la hoja de coca por motivos racistas. Valdizán sentó catedra, para que sus discípulos, 37 años después lograran el Informe de la Comisión de NNUU para el estudio de las Hojas de Coca (1950), trivial y negativo, después asumido por la OMS, y origen de la inclusión en 1961 de la hoja en la Convención de Estupefacientes (Cáceres, 2013). Por esto el IV Foro, le propuso al presidente Morales: «solicitar a NNUU la reclasificación de la hoja de coca y así corregir el error histórico y facilitar la exportación y comercio internacional» (Carta Abierta, 2013). La importancia de la documentación de Cáceres en sus investigaciones, es que demuestra el origen erróneo, acientífico y racista de la condena a la coca.

En la misma línea, dos museólogos nos llamaron a recordar el valor ritual de la coca. El director del Museo de Plantas Sagradas, Mágicas y Medicinales del Cuzco, Alejandro Camino, ubica a la coca dentro de las plantas «Maestras, porque enseñan a quien las usa como debe ser. Visionarias porque nos llevan a despertar nuestras sensibilidades o a conocer otros mundos que nos rodean, y que de su conocimiento uno va adquiriendo humildad y sabiduría», por eso califica a la coca como «una llave maestra en el proceso de recomposición de nuestra manera de relacionarnos, entre nosotros mismos, y entre nosotros y el mundo natural cuyos recursos nos procrean» (Camino, 2013). También la Subsecretaria de Memoria del gobierno ecuatoriano Estelina Quinatoa, un país donde el consumo de coca prácticamente ha desaparecido pero con una tradición milenaria de mambeo o acullico, los museos arqueológicos del Ecuador guardan una gran colección figuras en cerámica -específicamente de la cultura binacional de los Pastos- de «hombres y mujeres que ostentan la protuberancia facial en las mejillas indicando la masticación de estas hojas alimenticias, medicinales y sagradas» (Quinatoa, 2013).

El medico norteamericano Andrew Weil -discípulo de Richard Schultes y director del Centro de Medicina Integrativa de la Universidad de Arizona- es contundente sobre a la polémica coca/cocaína: «La única diferencia entre un medicamento y un veneno es la dosis. Cualquier droga se convierte en tóxica en dosis suficientemente altas. Algunos venenos se convierten en agentes terapéuticos útiles en dosis muy bajas». Su escuela médica no es dogmática, propone combinar los avances médicos occidentales, con los saberes de las plantas: «Si estuviera en un grave accidente automovilístico, no querría ser tomado primero por un chamán, herbolario o quiropráctico; Me gustaría recibir el mejor tratamiento convencional en una clínica de emergencia. (Más tarde usaría otros métodos para acelerar el proceso de curación.)». En consecuencia Weil reivindica el potencial de toda la medicina herbaria, con la coca a la cabeza, para el futuro del sistema de salud de EEUU, que califica en crisis porque «gasta alrededor del 18% de su PIB en salud, y tiene peores resultados que otros países desarrollados». (Weil, 2013). La importancia del aporte de Weil, es que vislumbra grandes posibilidades, para el uso médico legal de la hoja en los países desarrollados, y por tanto las posibilidades para su mercado.

En igual línea, el último informe de la OEA plantea: «la despenalización debe ser considerada en la base de cualquier estrategia de salud pública» (OEA, 2013). También en la misma dirección están los aportes de otros cuatro investigadores. Los médicos japoneses Kunihiro Seki y Yoshito Nisshi, expusieron sus experiencias recientes en Bolivia, con la coca en uso medicinal contra la obesidad, la gingivitis, la diabetes, la inhibición de células cancerígenas y la atenuación de la hipertensión, por esto califican a la hoja, como un biobanco (Seki y Nisshi, 2013). Otros dos ponentes, el antropólogo brasilero Anthony Henman y el medico boliviano Jorge Hurtado, relacionaron el uso de la harina de coca, en Londres y La Paz, precisamente en terapias para consumidores a la cocaína.

El vicepresidente de APEHCOCA Javier Trigo, realizó una exposición sobre las formas de consumir la hoja como alimento (infusión, harina, verdura y mascada), al tiempo que presentó una descripción de sus valores nutricionales (Trigo, 2013). A partir de su aporte, el IV Foro, le propuso al presidente Morales, incorporar la harina de coca en los menús de su programa institucional Desnutrición Cero, como una manera óptima «de demostrar las bondades de la coca como alimento» (Carta Abierta, 2013). Lo planteado por los industrializadores de la coca, coincide en este universo de mercado para la hoja como alimento.

Dentro de las experiencias de procesamiento, vale destacar la creación boliviana de un Viceministerio de la Coca, que encabeza el dirigente histórico de los sindicatos cocaleros de Los Yungas Dionisio Núñez, su tarea es estimular la industrialización y el desenvolvimiento del mercado legal para la hoja de coca procesada o sin procesar. La empresa más destacable es una sociedad de la asociación cocalera de La Paz, una industria que mezcla coca con stevia -curativa para la diabetes- como infusión para exportar al Ecuador. También Manuel Seminario de Perú, quien realiza actualmente una gira continental en su Coca-Móvil, una camioneta con la que recorre Suramérica, exponiendo productos benéficos de la hoja (Seminario, 2013). Nuestro representante fue David Curtidor, de la industria indígena colombiana Coca-Nasa (Curtidor, 2013), el valiente grupo del resguardo Calderas, que le ganó a Uribe la tutela por la propaganda negativa de «la mata que mata». Además en un parque aledaño al local del foro, se montó una feria exponiendo, los productos variados de las industrias que existen en Bolivia, Perú, Colombia y Argentina.

El antropólogo argentino Ricardo Abduca, expuso su investigación sobre el consumo en su país de la coca mascada con bicarbonato, específicamente en las provincias del noroeste: Jujuy, Salta, Tucumán y en menor medida Buenos Aires. Un consumo consolidado que data del siglo XIX, con una particularidad «está arraigado en todas las clases sociales» (lo que sorprende a quienes no somos del cono sur). En Argentina es legal el consumo y la tenencia, y la venta es libre y pública, pero no cultivan la hoja y no hay importación legal. El contrabando es regular con precios altos, que Abduca explica como «renta de frontera» (Abduca, 2013). Al margen de lo obvio: un necesario acuerdo comercial bilateral, el coqueo argentino es la prueba viva de un mercadeo internacional para la hoja, además demuestra lo desfasado de la estigmatización racista a la coca, porque en Argentina -como en el oriente boliviano- la coca no es solo «india».

En el foro se encontraron quienes son tal vez los dos mas importantes baquianos para entender los intríngulis jurídicos de las convenciones internacionales de droga, el holandés Martín Jelsma director técnico del más importante centro investigativo europeo en el tema, el Transnational Institute; así como su par latinoamericano, el ex-zar antidrogas del Perú Ricardo Soberón. Sus exposiciones nos demuestran que la lucha internacional para desmontar la errática condena de la coca a nivel internacional, es un camino lleno de espinas, pero transitable, en la meta de conseguir la regulación del mercado hoy ilegal (Soberón, 2013). Regulación no significa libre albedrío, en Suiza y en Holanda la droga se vende en farmacias y dispensarios regulados por el Estado, así el gasto va educación e información, y los resultados de control de daños son mejores.

Se dieron cuatro exposiciones sobre los movimientos sociales pro-coca en el continente: el exalcalde del Guaviare, Pedro Arenas, quien tiene un registro pormenorizado de las luchas de nuestros agricultores cocaleros desde 1986 a la fecha, donde sorprende la periódica repetición en tragedia durante 27 años de historia: paros cocaleros, buenas intenciones y programas de sustitución limitados que no se cumplen (Arenas, 2013). La historia de las luchas cocaleras del Perú no difiere mucho, al igual que la nuestra regularmente salpicado por su conflicto armado interno, fue expuesta por el dirigente Serafín Lujan (Lujan, 2013). El abogado indígena argentino Benito Espíndola habló de la defensa del uso originario de la coca en su país, desde el derecho internacional e indígena (Espíndola, 2013).

En cuanto a la historia de la lucha en Bolivia, tanto la exposición del viceministro Núñez, los discursos de instalación del ministro de gobierno Carlos Romero, y el canciller David Choquehuanca, como una película sobre Evo Morales desde su época de dirigente cocalero hasta su presidencia, relataron la evolución de la lucha social cocalera boliviana, hasta el triunfo en enero pasado en Viena, con la despenalización del acullico en la Convención de Estupefacientes. Vale resaltar la política pública del gobierno boliviano, titulada «Control Social», un instrumento que en alianza con los sindicatos cocaleros, ha reducido la desviación al narcotráfico de la hoja de coca, mientras estimula el procesamiento de la coca y su consumo en hoja, para el mercado legal.

Epílogo

En mi ponencia en el IV foro sostuve que «el mercado para los productos benéficos derivados de la hoja de coca, podrá consolidarse cuando se neutralice a su contrincante, lo que solo se puede lograr quitándole el carácter de híper-ganancia al rédito de la cocaína, y sabemos que lo híper no le llega por ser o no ser dañina para la salud, sino por el carácter ilegal de su tráfico» (Tascón, 2013). A la hoja de coca frente a la cocaína, le pasa lo mismo que al maíz alimenticio frente al que es desviado para combustibles, lo benéfico tiene las de perder por la esquizofrenia del mercado capitalista. Por eso no se pueden dilatar los esfuerzos por el uso legal ahora, no hay que esperar que Monsanto se invente patentar una semilla certificada de hoja de coca.

La suma de todo lo expuesto indica que hay que descolonizar cabezas, como también indica que el punto correcto de encuentro entre los dos lados de la mesa de La Habana, es la legalización o regulación de la producción y mercado de coca, no la sustitución de cultivos, sino la sustitución del uso de la hoja de coca. Y para esto, se justifica que después de 50 años, todos los colombianos nos liberemos de las orejeras, que nos obligan solo a mirar hacia Washington. En este tema para buscar la paz en nuestra guerra eterna, hay que mirar a La Paz, la del ejemplo de un pueblo y su gobierno que reivindicando a la planta milenaria, han logrado resquebrajar por sus errores a la convención de narcóticos; y también a La Paz, del reciente IV Foro Internacional de la Hoja de Coca, tan prolífico en ejemplos de sus bondades como alimento y medicina, desde los principios activos diferentes a la cocaína.

En febrero pasado, Ricardo Soberón me preguntaba, que habría en común entre un guerrillero como Trinidad y un presidente como Santos, para que ambos estuvieran a favor de la legalización o regulación de la producción y el mercado. Es probable que en la respuesta a esta incógnita, esté la solución al problema que ha signado nuestra historia de las últimas décadas, esté el cambio de paradigma que tanto necesitamos, porque tener la mayor área sembrada de coca en el planeta, debe dejar de verse como un estigma o defecto, para verse como lo que realmente es; somos ricos en el «archí-tónico del reino vegetal» (como la llamó el precursor peruano Hipólito Unanue), o dicho en términos económicos: tenemos una ventaja competitiva.

BIBLIOGRAFÍA:

Aguilar, Ruben y Castañeda, Jorge (2009), El narco: la guerra fallida, Punto de Lectura, México.

Caracol Radio, 2001, Farc reiteran propuesta de legalizar droga, disponible en http://www.caracol.com.co/noticias/… [Acceso 01/09/13]

El País, 2013, Legalización de algunos cultivos ilícitos, entre las propuestas de las FARC en el proceso de paz, disponible en http://www.elpais.com.co/elpais/jud… [Acceso 01/09/13]

El Universal, 2012, «Legalizar las drogas no es la respuesta»: Obama, disponible en http://www.eluniversal.com.co/cumbr… [Acceso 01/09/13]

FARC, 1999, Planificación de mecanismos para la sustitución de cultivos ilícitos, disponible en http://www.derechos.org/nizkor/colo… [Acceso 25/08/13]

Molano J, Alfredo, 2013, Otras caras de la coca, En el IV encuentro internacional de esta hoja, disponible en http://www.elespectador.com/noticia… [Acceso 04/09/13]

OEA, 2013, El problema de las drogas en las américas, [Acceso 04/09/13] disponible en http://www.cicad.oas.org/Main/Templ…

Seki, Kunihiro y nishi Yoshito, 2013, Coca: un biobanco, T´ika &Teko editorial, La Paz

Semana, 2011, «Preferiría no relegirme», Al cumplir 6 meses de gobierno, el presidente Juan Manuel Santos se confiesa con Semana. Revista Semana edición n° 1502, de febrero 14 a 21 de 2011, Bogotá

Svetonio, 2001, Narcotraffico e riforma agraria, en Rivista Guerre e Pace n° 85, Roma

UN0DC, 2013, Resumen Ejecutivo del Informe Mundial sobre las Drogas 2013, disponible en http://www.unodc.org/unodc/secured/… [Acceso 01/09/13]

Venezuela Debate, 2008, A brief history of Colombia Civil Conflict, disponible en http://blogvdebate.blogspot.com/sea… [Acceso 01/09/13]

Todas estas ponencias del IV Foro Internacional de la Hoja de Coca, La Paz 14 al 16 de agosto del 2013, la Carta Abierta y las Conclusiones están siendo editadas para su publicación por CONALTID de Bolivia, y CIDDH de Perú:

- Abduca, Ricardo, 2013, «Coca y bica». Las enseñanzas del caso argentino.

- Arenas, Pedro, 2013, El control social de los cultivos de coca. Colombia. ¿Un caso perdido?

- Cáceres, Baldomero, 2013, La leyenda negra de la coca y el futuro de una industria promisoria.

- Camino, Alejandro, 2013, El rol de las plantas maestras en la construcción de un nuevo paradigma para un planeta en la encrucijada.

- Choquehuanca, David, 2013, Intervención del Canciller en la instalación del IV Foro

- Curtidor, David, 2013, Coca y Propiedad Intelectual, Alternativas al negocio del tráfico de clorhidrato de cocaína.

- Espíndola, Benito, 2013, Régimen legal, usos, practicas y prejuicios de la hoja de coca en argentina

- Lujan, Serafín, 2013, La coca, Lucha desigual por su defensa

- Quinatoa, Estelina, 2013, El valor de la hoja de coca para los ancestrales y los actuales pueblos del Ecuador.

- Romero, Carlos, 2013, Intervención del Ministro de Gobierno en la instalación del IV Foro

- Seminario, Manuel, 2013, Mercados y productos de la hoja de coca y sus derivados

- Soberón, Ricardo, 2013, Los argumentos jurídicos para la industrialización y exportación de hoja de coca y sus derivados, en el marco de una nueva diplomacia para la coca.

- Tascón, Felipe, 2013, Consideraciones económicas para un mercado internacional de la Hoja de Coca.

- Weil, Andrew, 2013, Revalorización de la coca en el contexto de nuestras relaciones con las plantas y la naturaleza.

- Carta abierta del IV Foro Internacional de la Hoja de Coca al Hermano Presidente Evo Morales para promover el arbusto milenario como solución sanitaria para el mundo

- Conclusiones del IV Foro Internacional de la Hoja de Coca

i El foro fue organizado en Bolivia por Sabino Mendoza del Consejo Nacional de Lucha contra el Tráfico Ilícito de Drogas CONALTID, y Tatiana Dalence del Observatorio Nacional de Drogas; con el apoyo desde Perú de Mariel Cabezas de la Asociacion Peruana de la Hoja de Coca APEHCOCA, y Ricardo Soberón del Centro de Investigación de Drogas y Derechos Humanos CIDDH.

ii El documento original de esta cita: Trinidad, Simón, «Insurgencia colombiana quiere legalizar el consumo de drogas», estaba en http://www.anncol.com/juni_2/0615_ legalizacion.html, pero ya no se encuentra en la red, por eso cito indirectamente.

Fuente: http://prensarural.org/spip/spip.php?article12026