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Que no panda el cúnico

Fuentes: Rebelión

Si por la lucha intestina (e intestinal) entre fracciones, la mezquina oligarquía trasnacional de Colombia comete la burrada (no hay otra palabra talvez ¿estupidez?) de romper el proceso de paz de la Habana; «pagará un costo político enorme» según lo dijera Granda, uno de los voceros de las Farc en la Habana. Enorme es una […]


Si por la lucha intestina (e intestinal) entre fracciones, la mezquina oligarquía trasnacional de Colombia comete la burrada (no hay otra palabra talvez ¿estupidez?) de romper el proceso de paz de la Habana; «pagará un costo político enorme» según lo dijera Granda, uno de los voceros de las Farc en la Habana.

Enorme es una palabra internacional que tiene el mismo significado del castellano y en las 3 lenguas más importantes de Occidente; el inglés, el francés y el alemán. Además supongo (no lo sé) que se entiende igual en portugués y en italiano. Por lo tanto está claro para la llamada comunidad internacional occidental, el inmenso destrozo político que significaría para ella la ruptura del proceso de paz de la Habana, máxime después de haberse pactado (no negociado ) un importante acuerdo sobre el narcotráfico y los cultivos ilícitos, tercer punto de la agenda, lo que ha sido reconocido por la ONU y por la mayoría de países de la comunidad internacional mundial como un verdadero paso histórico y trascendental, no solo para Colombia sino para el mundo.

Tercer punto que, al leerlo con detenimiento aclara de una vez por todas, cómo la «drugs war» gringa usada como mampara imperialista para la guerra contrainsurgente de dominación, fracasó en su empeño militar y debe pactar con su adversario una solución muy amplia que abarca lo jurídico, lo político, lo diplomático, lo económico, lo financiero, lo social y hasta lo médico, para poderlo solucionar.

Además, muestra cómo si es posible reversar la lógica que traía la toma fáctica del Estado realizada por el narco-paramilitarismo durante 40 años y concluyó en el 2002, con el ascenso de Uribe Vélez a la presidencia de Colombia. También deja en claro por qué Uribe Vélez estaba tan cerrilmente opuesto a que este acuerdo se llevara a cabo, y por qué ya pactado hará lo posible para romperlo.

Pero también, y esto es lo fundamental para el campo popular antimperialista y antioligarquico, lo acordado en este tercer punto, ha permitido a las Farc hacer una «histórica» rectificación político-militar en lo inmediato y hacia el futuro (es decir en lo táctico y en lo estratégico) sobre su desvinculación definitiva y total con el narcotráfico en cualquiera de sus fases. Esto debe ser irreversible.

Colombia está a una semana de unas elecciones presidenciales, donde después de una «campaña política de cloaca», las encuestas del mismo régimen dan por ganador a Zuluaga, el pelele de Uribe, enemigo declarado del proceso de paz de la Habana y encarnizado rival del el candidato- presidente Juan Manuel Santos, dejando a los otros candidatos en medio de la polarización planeada como dentro de un trapiche, que los va a moler, con el cuento del voto útil como ya se empezó a ver: ¡No vote su voto! Vote por Zuluaga o por Santos que aquí y ahora se va a definir el futuro de Colombia.

Si como parece gana Zuluaga y muy consciente, asume «los costos políticos enormes» y rompe el proceso de la Habana, las Farc tendrán que hacer valer ante la comunidad internacional mundial y sobre todo ante el pueblo comunero en Marcha; los tres puntos ya acordados con el Estado colombiano. Separarse definitivamente, como lo acaba de pactar, del narcotráfico en cualquiera de sus fases, volcar todas sus energías a combatir el fascismo descarado e impune que se apoderó una vez más de la presidencia de la república y, ayudar a conformar en la práctica sobre la movilización social y el «proceso constituyente Étnico y Popular Amplio», un gran frente antifascista para dentro de 4 años que termina el periodo presidencial (sino hay dictadura) se imponga desde abajo, una Paz Democrática con Justicia Social y Soberanía.

Esto es lo histórico. No quien gane estas elecciones presidenciales, porque si por cualquier caso (no se sabe) llegase a ganar Santos, el panorama solo cambia en que el acuerdo se finalizará y se legalizará, pero quedando pendientes los 8 años con reeleción y todo que le tienen planeado, los trasnacionales, al vicepresidente Vargas Lleras.

Así que como dijo un amigo en el Caguán la noche que comenzó el siglo 21: «si el presente es de lucha el futuro sí que más».

(*) Alberto Pinzón Sánchez es médico y antropólogo colombiano

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.