Hoy, el tal Ordoñez, y en una ofensiva de la derecha más cavernaria y feudal encabezada por el Führer Uribe y su lugarteniente Zuluaga, buscan «manipular» la profunda crisis institucional y sus síntomas más visibles e inocultables, y los de un aparato político estatal podrido, y paramilitarizado, anclado desde siempre a un bipartidismo que genera […]
Hoy, el tal Ordoñez, y en una ofensiva de la derecha más cavernaria y feudal encabezada por el Führer Uribe y su lugarteniente Zuluaga, buscan «manipular» la profunda crisis institucional y sus síntomas más visibles e inocultables, y los de un aparato político estatal podrido, y paramilitarizado, anclado desde siempre a un bipartidismo que genera crimen, pobreza y terror, colocando al bloque de poder hoy al borde del colapso, ellos; los fascistas, intentan recuperar el «tiempo perdido» nuevamente, y desde los niveles más oscuros del Estado y con los instrumentos que operan para la acumulación capitalista -que crearon con el saqueo y la violencia criminal del régimen-, y avanzar, según ellos con «el poder del Uribato».
Esos instrumentos legitimados, y encabezados por procurador y ministro de «guerra», ya no toleran la construcción popular del proceso de paz, ni a la insurgencia social, que en conjunto cuestionan de manera legítima las bases institucionales de un Estado como el Colombiano, que habla hoy de paz y democracia pero desde su clase, sus medios de comunicación, «sus tierras», sus paces, y en fin sus » valores» violentos y perpetuadores de desigualdad social, que con sus instituciones disciplinarias, «procuran» más guerra, y se niegan a que los que consideran para siempre subordinados, avancen en los caminos soberanos de la Nueva Colombia.
Entonces, y aunque el procurador y su banda no procuren la paz, o los magnates, los «pájaros», y el imperio la impidan, los sectores sociales y las fuerzas políticas revolucionarias, re-legitiman hoy su pacto para la transformación social de la mano de su pueblo, que no es un pueblo conformista, dócil, y al que la oligarquía sin embargo, hoy de nuevo, acude procurando seducirlo, reducirlo o confrontarlo en la búsqueda de su verdadera paz.
Así entonces, y fracasado el «modelo «de terror y autoritarismo de Uribe-Santos-Ordoñez, hoy re-emergen en medio de complejidades y potencialidades, innovaciones sociales y populares de transición, de mayor flexibilidad para la organización y la acción política autónoma, que reclama con dignidad- -entre otras cosas-, una justicia independiente, otros medios de comunicación, o una participación política en todos los niveles del Estado, para llenar desde sus luchas y con su propias fuerzas y en unidad.
Justicia, que el procurador no procura; pues como sirviente de Uribe, y de un poder judicial corrupto, no promoverá, ni procurará una verdadera paz social, ni paz política, con la idea deponer -eso sí-, las armas del pueblo al que no derrotará con ese Estado y sus ideólogos de la guerra, que persiste con el tal procurador, en » procurar» y defender siempre a su clase política belicista, y al alto mando militar y para-militar, quienes a diferencia del pueblo Colombiano y sus luchas, no les interesa terminar, acotar y/o humanizar la guerra, pues en sus mentes imperiales y retrógradas , expresan un repudio a la paz verdadera, a la renovación, o al pensamiento progresista, a la ciencia política y su practicidad; priorizando siempre la confrontación, y la «combinación adecuada y eventual de la guerra y la política»
¿Entonces así, que procura el procurador?
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.