Retrocesos y dificultades para la clase obrera La posibilidad de la apertura de una nueva dinámica huelguística, comienza a frustrarse. Ha concluido el paro de los trabajadores públicos, pues la mesa del sector ha aceptado el aumento de un 4,5% votado en el parlamento (dejando en el olvido la demanda central contra la precarización: […]
Retrocesos y dificultades para la clase obrera
La posibilidad de la apertura de una nueva dinámica huelguística, comienza a frustrarse. Ha concluido el paro de los trabajadores públicos, pues la mesa del sector ha aceptado el aumento de un 4,5% votado en el parlamento (dejando en el olvido la demanda central contra la precarización: el cuestionamiento del trabajo a contrata y a honorarios y la exigencia de paso a planta). El hecho de que este sector, que comenzaba a aparecer masivamente en las calles, se retire de la escena, repercute debilitando al resto de las luchas obreras en curso. El paro de los profesores ya ha revelado claros síntomas de retroceso, luego de que una comisión mixta de senadores y diputados aprobara el presupuesto fiscal para el próximo año (aunque hay algunas ciudades en las que se mantiene con más fuerza). El reciente rechazo al presupuesto de educación en la cámara, por sí sólo, sin unidad de los trabajadores en las calles, y sin instancias de coordinación como las que propusimos desde Clase contra Clase -comité unitario de trabajadores en lucha, integración de la «deuda histórica» como demanda de la mesa del sector público-, comienza a reducir sus posibilidades. Mientras redactamos estas líneas, dirigentes del Colegio de Profesores de todo el país han resuelto continuar el paro. ¡Ello plantea la exigencia de una fuerte política de unidad! ¡Hay que levantar comités de convencimiento, para volver a sumar a los colegas que han abandonado la lucha! ¡Hay que hacer asambleas de base, con apoderados y estudiantes! La política de Gajardo, que depositó confianza en algunos parlamentarios, ya ha mostrado su esterilidad. Por otra parte, el aislamiento de los trabajadores de Spence, que cumplen un mes de huelga, se incrementará producto del fin del paro de los funcionarios públicos. Por su parte, 13 mil trabajadoras de la Fundación Integra, tal cual el año pasado, comenzaron a movilizarse alentadas por el paro de los trabajadores públicos. Que se haya depuesto aquella lucha también les acarreará dificultades adicionales. Este es el costo de la política corporativa de los dirigentes oficiales de la clase obrera. En vez de apostar a la unidad de las luchas han planteado una política que consiste en que cada sector «se salve como pueda». Raúl de la Puente, dirigente de la ANEF e integrante de la mesa del sector público, apoyándose en el triunfo que su sector consiguió el año pasado, consiguiendo un aumento salarial de un 10%, podría haber planteado una política que unificara a los diversos sectores. Si no lo hizo, es porque es un dirigente del dialogo social estéril. De haber planteado la unificación de las luchas, podría haberse desarrollado un escenario complicado para los patrones y sus políticos. Su militancia en el Partido Socialista, actual partido de gobierno, demuestra su significación concreta. No está demás decir que dirigentes como Gajardo (del PC), o Martínez (PS), tampoco plantearon esta política unitaria, pese a haber estado a la cabeza de estas luchas.
La única perspectiva de apertura de una nueva dinámica huelguística reside hoy en los resultados de las negociaciones colectivas en la minería. ¿Aparecerá en la escena este sector estratégico de la clase obrera en Chile? ¿Conseguirá la patronal cerrar estas negociaciones otorgando beneficios «en frío», es decir, sin que se efectúen huelgas y movilizaciones?
De no terminar de abrirse aquella nueva dinámica, la patronal ganará tiempo y espacio para continuar sus ataques contra la clase obrera y el pueblo pobre. Querrán que los trabajadores acepten sin chistar la miseria salarial, la precarización y los despidos. Un escenario más negro y hostil, amenaza con instalarse durante un periodo, si la clase obrera no consigue ponerse de pie. ¡Hay que combatir esa amenaza!
Todavía están en juego los factores que determinarán una u otra perspectiva. La Federación Minera de Chile, recientemente declaró -a propósito de la intransigencia de BHP Billiton con los mineros de Spence– «no descartamos movilizaciones por parte de los sindicatos bases de nuestra organización, ni una histórica manifestación conjunta, si las cupríferas transnacionales mantienen su actitud y/o si los compañeros no logran un acuerdo justo con sus empleadores». Pedro Marín y las direcciones de esta Federación han desaprovechado un valioso tiempo, en intentos estériles por llegar a acuerdos con ministros y con la propia BHP Billiton. Ahora realizan estas declaraciones. Por nuestra parte, opinamos que es insuficiente plantear tales palabras: hay que llevarlas a la práctica. ¡Es necesario que la Federación Minera, la Confederación de Trabajadores del Cobre y la Federación de Trabajadores del Cobre, llamen a una paralización de toda la minería en la segunda región! La clase obrera minera puede hacer sentir todo su peso y doblegar la intransigencia patronal ante los reclamos en curso. De ese modo se puede fortalecer a la clase obrera en su conjunto, ahora que es más necesario que nunca, producto de que la crisis -más allá de tal o cual signo puntual de recuperación- se mantiene y augura nuevos ataques de la patronal.
Por otra parte, aun en este escenario de retroceso, se mantiene la necesidad de la coordinación de los trabajadores en lucha. Es necesario que los trabajadores de Spence que se encuentran en Santiago y que han recibido amenazas de despidos por parte de BHP Billiton, los trabajadores de Santa Isabel que pelean contra uno de los empresarios más millonarios de Chile, y las trabajadoras de la Fundación Integra que le exigen sus reivindicaciones al gobierno, levanten un comité unitario de lucha, con delegados mandatados por asamblea, con sindicatos, abierto al movimiento estudiantil, a la izquierda, al pueblo mapuche y al pueblo pobre, para coordinar acciones de movilización comunes, en las calles. Y preparar un Encuentro Nacional de Trabajadores, para coordinarse con los trabajadores mineros que en estos momentos negocian aumentos salariales y mejoras sociales. Por último, también es necesario que las organizaciones de izquierda, los sindicatos, las federaciones estudiantiles y las organizaciones del pueblo pobre, rodeemos de solidaridad cada una de estas luchas obreras, con acciones concretas (marchas, foros, difusión, etc.), tal como lo hizo ayer la corriente estudiantil marxista Las Armas de la Crítica, convenciendo a 150 estudiantes que se concentraban en las afueras de la Casa Central de la Universidad de Chile -exigiendo el congelamiento de aranceles-, para que marcharan hacia la CUT a solidarizar con los profesores, al comienzo contra la voluntad del presidente de la Fech y militante de las JJCC, Julio Sarmiento.
Repercusiones políticas
Los resultados de estos procesos repercutirán en el escenario político nacional en su conjunto. La encuesta CEP ha revelado que el peso de las diversas candidaturas se mantiene, con leves modificaciones. Piñera bajó un punto con respecto a la medición de agosto (de un 37% a un 36%) y Frei 2 (de un 28% a un 26%). Por otra parte, MEO ha incrementado en 2 puntos su apoyo (de un 17% a un 19%) y más significativamente con respecto a sí mismo, Arrate en 4 (de un 1% a un 5%, lo que cierra las tijeras entre su posible votación y el apoyo que ha mantenido la izquierda reformista en las últimas elecciones, de alrededor de un 5%). Otro dato relevante es el aumento del apoyo a la Bachelet (de un 73% a un 78%).
Estos resultados nos permiten sacar varias conclusiones: a) Que la derecha se ha estancado (e incluso puede comenzar a reducir sus apoyos); b) Que la Concertación mantiene su desgaste y deterioro y que eso dificulta un traspaso mecánico de la popularidad de Bachelet a la candidatura de Frei -cuestión reconocida por la propia presidenta; c) Que MEO se consolida como un fenómeno político novedoso ocupando el espacio del liberal-progresismo concertacionista (y mantiene las posibilidades de ganarle estrechamente a Frei en primera vuelta); d) Que la izquierda reformista mantiene su espacio; e) Que un escenario de balotaje, muy probablemente será entre las dos coaliciones más importantes. Sin embargo, estas conclusiones no cierran el escenario político…No está dicho quién será la figura que asumirá la presidencia de la república en marzo del próximo año.
Un factor que puede acarrear repercusiones es la actuación del gobierno ante la huelga de los profesores. Su actuar fue profundamente intransigente, al punto que negó directamente la existencia de la «deuda histórica» e implementó una serie de medidas antihuelga, como el cierre del año escolar para cuartos medios y octavos básicos en una diversidad de colegios. El ministro Velasco, que «encarna» el manejo económico del gobierno -y cuya popularidad se liga a la popularidad de la política de «protección social» de Bachelet-, encarnó en esta lucha, la intransigencia gubernamental. Así actúa la Concertación en el gobierno, el conglomerado que el PC votará en las parlamentarias y en la segunda vuelta de la presidencial.
La derecha, con astucia, consideró que la ubicación del gobierno podía ser una oportunidad para deteriorarlo, y sus parlamentarios -con un descaro propio de patrones impunes, pues ellos son responsables directos de la «deuda histórica», pues fueron parte de la dictadura- plantearon que el gobierno debe buscar las formas para reparar aunque sea parte la deuda. Esto es, evidentemente, demagogia pura, pues Evelyn Matthei, de la UDI, calificó de «espectáculo lamentable» el rechazo que acarreó primeramente en la cámara el presupuesto de educación. Aun así, la derecha podría capitalizar la intransigencia gubernamental.
Por una izquierda obrera y socialista
La Concertación, a través del gobierno, le ha abierto las puertas a la «demagogia derechista». Demuestra, una vez más, que es inútil para enfrentar a los herederos directos del pinochetismo. Por ello sostenerla, como hacen el Partido Comunista y el Juntos Podemos Más con el pacto parlamentario, es una política errónea, que no permitirá combatir hasta el final a Piñera y sus adeptos. Los militantes del PC y las JJCC que son críticos y que honestamente quieren pelear por los intereses de la clase obrera y el pueblo pobre, deben reflexionar sobre este episodio y preguntarse si para enfrentar a los empresarios y a sus agentes más decididos, los derechistas; nos tenemos que aliar con el «progresismo patronal» o, por el contrario, debemos levantar una alternativa de izquierda que no deposite confianza alguna en las variantes patronales, una izquierda obrera y socialista, como la que construye Clase contra Clase.
Los trotskistas de Clase contra Clase, sean cuales sean las dificultades que se avecinen para la clase obrera y el pueblo pobre, mantendremos en alto las banderas de la independencia de clase. A falta de una candidatura obrera independiente, llamamos a anular o a no votar en las próximas elecciones, y planteamos un programa para que la crisis la paguen los capitalistas, que considere, entre otras cuestiones, la reincorporación inmediata de todos los despedidos, la prohibición de los despidos, el reparto de las horas de trabajo sin rebaja de sueldo y la estatización bajo control obrero de toda empresa que cierre o quiebre y de los recursos naturales más importantes. Lucharemos por una Asamblea Constituyente Libre y Soberana basada en la movilización de los trabajadores y el pueblo pobre, y una República de Trabajadores basada en organismos de autogobierno de la clase obrera y el pueblo pobre. Para acabar con toda esta miseria y explotación a la que nos condenan los patrones y sus políticos.