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¿Qué significa el inicio de un «juicio» contra Uribe Vélez?

Fuentes: Rebelión

La indagatoria que ha realizado en Bogotá, este 8 de octubre Uribe Vélez en la Corte Suprema de Justicia con los cargos de manipulación de testigos y soborno no es como ha pretendido mostrar, con exuberante espectacularidad internacional, la falsimedia mediática una muestra de «la polarización política» en época preelectoral en Colombia, sino uno de […]

La indagatoria que ha realizado en Bogotá, este 8 de octubre Uribe Vélez en la Corte Suprema de Justicia con los cargos de manipulación de testigos y soborno no es como ha pretendido mostrar, con exuberante espectacularidad internacional, la falsimedia mediática una muestra de «la polarización política» en época preelectoral en Colombia, sino uno de tantos resultados de la lucha de clases a nivel supraestructural por lo que se ha dado en llamar la lucha por el relato hegemónico, o mejor, la lucha por «la versión dominante» en la sociedad, que se ha venido postergando desde hace varias décadas pero que hoy debido a las circunstancias geo-políticas se ha hecho inaplazable:

Todo el mundo conoce las biografías de Álvaro Uribe Vélez (y su hermano Santiago el apóstol) y conoce ampliamente sus «tempranas y precoces» vinculaciones con el narcoparamilitarismo «Paisa» (no solo antioqueño sino de sus áreas de influencia) y de su expansión sangrienta y terrorífica a otras regiones de Colombia y a las fronteras con Venezuela, Ecuador y Panamá, pues hay diversas biografías suyas «no autorizadas» que circulan profusamente en Internet. Además, de las ciento ochenta y seis (186) referencias bibliográficas, notas o citas que formalmente el portal Wikipedia hace de su biografía. Ver https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%81lvaro_Uribe. Y todo el mundo, significa literalmente el globo terrestre, incluido el Gobierno de los EEUU que además de saberlo tiene las pruebas completas por ser este «personaje acusado» su agente, en todos los sentidos.

Desde la antigüedad grecorromana existe la certeza de que cuando un gobierno hace girar la rueda de la historia en cualquier sentido, sea hacia adelante o hacia atrás, se trae consigo a su contrario dialectico. Bien para que lo apoye como en el caso de que la rueda gire hacia adelante o para que lo antagonice y se le oponga «de todas las maneras posibles» a una tal reversa o regresión retrógrada. Y esto es lo que estamos viviendo con el giro abierto hacia atrás que ha dado el Gobierno de los EEUU acosado peligrosamente desde hace cerca de dos décadas por una crisis amplia y profunda de pérdida de su hegemonía total sobre la economía-mundo lograda desde el fin de la Segunda Guerra Mundial (1945) y acelerada por el surgimiento a comienzos de este siglo XXI de varios grandes estados nacionales «competidores» de esta hegemonía en todo el globo. ¿Por cuál razón, divina o humana, iría Latinoamérica o el histórico «patio trasero de los EEUU» a estar excluido de esta gigantesca crisis global?

Todo lo contrario. Los hechos sociales en la gran región latinoamericana y caribeña (hasta en las colonias de Puerto Rico y Haití) corroboran y seguirán confirmando cómo esta crisis está afectando a nuestros pueblos y poniendo en evidencia los diversos procesos particulares de lucha en cada uno de ellos por resolver tal crisis. Pues también es otra certeza social que las crisis no se resuelven solas, son resultados de las acciones de los hombres y es a ellos a quienes corresponde con sus acciones resolverlas. No es el objeto de esta nota analizar en detalle los efectos de la «restauración conservadora» impulsada desde hace décadas por los gobiernos imperiales de los EEUU en Latinoamérica y el Caribe. Me basta con mencionar los fracasos terminales del neoliberalismo desalmado en México, de Macri y el FMI hambreador en Argentina, del incendiario Bolsonaro en Brasil, del cenizo y mediocre Piñera en Chile, del fujimorismo masacrador en el Perú o el reciente caso de la traición a los pueblos ecuatorianos de innominado Moreno. Casos todos que nos recuerdan aquel verso de Heine que tanto gustaba a Marx y que relata la metáfora del poeta que sembró (semillas de las flores del dragón) y cosechó pulgones (insectos parásitos de esta planta) y que la tradición marxista, desde Lenin, cita como «sembré dragones y coseché pulgas«.

En el caso que nos ocupa de Uribe Vélez, resulta ya imposible separar su ominoso nombre de la agresión narcoparaca iniciada desde su primer Gobierno 2002 contra el pueblo venezolano, la República Bolivariana de Venezuela y su presidente Hugo Chávez; primero con la infiltración narcoparamilitar a Venezuela con apoyo del ejército y la policía colombianas en toda la zona fronteriza colombo-venezolana convirtiendo esta zona en un escenario caótico de contrabandistas, bachaqueros y bandas armadas de traficantes de todo tipo de mercancías incluida claro está la cocaína y las personas, con el fin de «balcanizar» a Venezuela, y segundo, creando el «relato mediático» del CASTRO-CHAVISMO: ficción (indudablemente construida en los talleres de guerra psicológica del Pentágono) que le ha permitido a su pelele, Duque, quien funge de actual presidente de Colombia, convertirse por un lado en el principal aliado de Guaidó, ese payaso que mueve a compasión por su impotencia e ingenuidad, el autonombrado presidente sin ningún poder de una Venezuela de mentirijillas, quien resultó también ser un narcoparaco «rastrojo», y por otro lado, llegar a ser el adalid belicista de la actual escalada guerrerista que tiene al borde de una confrontación armada a dos pueblos entrañablemente hermanos en Simón Bolívar. Claro, apoyado por la una coalición de países lacayos todos en grave crisis interna llamada «cártel de Lima», conformada aceleradamente por Almagro, ese patético y feo personaje jefe de la OEA (ministerio de colonias yanqui como lo llamaba el Che Guevara)

Pues bien, en la medida que Trump tiembla «también» ante un posible juicio político, el grupo de Lima se desintegra. Guaidó cada día que pasa se vuelve más incómodo para sus creadores hasta el punto de que él mismo teme por su vida. La frontera colombo-venezolana empieza ser controlada por el ejército venezolano. Venezuela Bolivariana se cohesiona y radicaliza en su antiimperialismo antioligárquico y gana la batalla por la paz. Y la ofensiva narcoparaca liderada por Uribe Vélez es derrotada y su pelele fake Duque queda al descubierto en la ONU mostrándole al mundo fotos falsas; Uribe Vélez empieza a no ser útil y asimismo, abandonado por sus jefes en el Pentágono dejando la impresión de que su «vida política» puede estar llegando a su fin mediante este juicio en la Corte Suprema de Justicia colombiana y recordándonos aquella dura imagen de los «hombres condón» que una vez usados plenamente hay que deshacerse de ellos. ¿Acaso hay que repetir la inmensa lista de todos ellos? Bueno, les cito un caso cercano y emblemático de otro agente muy conocido en la región nuestra: el presidente de Panamá carepiña Noriega.  

Pero no es todo, en el caso de AUV que nos ocupa, hay otro elemento que pesa en su contra y es que siguen vigentes, cada vez con más evidencias probatorias ante la Justicia Universal (para algo ha de servir la globalización neoliberal) el caso de la impunidad flagrante y generalizada que generó la famosa «ley de justicia y paz del 2005» y que consagró aquel aparatoso proceso de paz con los principales capos narcoparamilitares que fue implementada por JM Santos como ministro de defensa de Uribe Vélez (2006-2009) y terminó extraditando a EEUU a estos tenebrosos genocidas, desalmados jefes de la muerte para ser condenados por narcotráfico y NO por los innumerables y pavorosos crímenes de guerra cometidos en nombre y en defensa del Estado colombiano. Crímenes que van a seguir esperando las barandas de los juzgados de esa justicia universal. Pero (siempre hay un pero) es precisamente un paramilitar el principal testigo que con su testimonio sostenido puso a Uribe Vélez ante la Corte Suprema de Justicia colombiana, recordándonos aquella frasecita vengativa del gran Comandante del terror del Estado Jorge 40 cuando iba a ser extraditado: «nos engañaron esos jijueputas» y que posiblemente sugiera la posibilidad bíblica de que la justicia divina tiene caminos que la razón no comprende.

Así las cosas, creo haber argumentado en contra de que la indagatoria a Uribe Vélez sea un caso de polarización política en Colombia, sino resultado de causas un poco más profundas, complejas y contradictorias especialmente geopolíticas que es indispensable considerar.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.