Iniciamos este nuevo ciclo con la convicción de que el proceso debe redoblar su marcha indefectible hacia el fin del conflicto. Tenemos razones fundadas para el optimismo. En solo 7 días, la sub comisión jurídica puesta en marcha por el Presidente Santos y el comandante Timoleón Jiménez, nos ha colocado a las puertas del acuerdo […]
Iniciamos este nuevo ciclo con la convicción de que el proceso debe redoblar su marcha indefectible hacia el fin del conflicto. Tenemos razones fundadas para el optimismo. En solo 7 días, la sub comisión jurídica puesta en marcha por el Presidente Santos y el comandante Timoleón Jiménez, nos ha colocado a las puertas del acuerdo sobre Justicia, como componente del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No repetición.
El entendimiento avanza también en el terreno del Cese al Fuego y de Hostilidades, Bilateral y Definitivo, en la subcomisión técnica integrada por cinco generales y un almirante, y por comandantes del Secretariado y del Estado Mayor Central de las FARC-EP, al tiempo que hemos comenzado el estudio sobre el esclarecimiento y desmonte del fenómeno del paramilitarismo, que no podrá quedar gravitando como amenaza de guerra sucia sobre el firmamento del post acuerdo.
Cuando las FARC hablan desde La Habana o desde la montaña, no habla la soberbia sino el realismo, que tiene siempre en cuenta que el proceso de paz no es un proceso de sometimiento, sino un diálogo entre partes iguales que tienen visiones propias de país. Estas tendremos que armonizarlas, si lo que se quiere es alcanzar el bien supremo de la paz como derecho síntesis de todos los colombianos.
No puede confundirse con soberbia la precisión necesaria de que este es un proceso de paz y no un proceso judicial contra las FARC. No hemos venido a la Habana a negociar impunidades ni a agachar la cabeza frente al Derecho Penal del Enemigo, sino a construir fórmulas consensuadas que nos conduzcan a una paz justa y duradera basada en el reconocimiento de las víctimas y que allane el camino de la reconciliación.
Por eso cuando hablamos de Dejación de las Armas, nos referimos a su no utilización en política, compromiso que debe rubricarse tanto por la guerrilla como por el Estado. Los mecanismos para hacer realidad la colocación de las armas lejos de su uso, de tal manera que se asegure la lucha política limpia y democrática, son los que estamos intentando convenir en la Mesa de Conversaciones. No se trata de imponer caprichos, sino de adoptar, apoyados en el sentido común, un convenio razonable que nos permita lograr ese objetivo.
Reiteramos que en La Habana no conocemos el contenido del proyecto de Acto Legislativo que según la prensa se estaría socializando en el Congreso. Resulta inconveniente resolver de manera unilateral uno de los asuntos que aún no aborda la Mesa de Conversaciones, como es el de la Refrendación, contenida en el punto sexto de la Agenda.
Urge para el éxito de este proceso, superar cuanto antes las desavenencias entre Colombia y Venezuela, dos repúblicas hermanas, hijas de un mismo padre, el Libertador Simón Bolívar. En nombre de los excluidos y de los sin voz en nuestro país, agradecemos a Venezuela todo lo que ha hecho por la paz y la reconciliación de Colombia
DELEGACIÓN DE PAZ DE LAS FARC EP.