La trayectoria de Juan Ignacio González Errázuriz, sucesor del obispo de San Bernardo, ex capitán de Carabineros, sacerdote numerario del Opus Dei y conocido por su admiración al general Pinochet y al cardenal Sodano. Además, con la tendencia obsesiva de reducir la fe cristiana solo a cuestiones de moral sexual, es un ejemplo de cómo […]
La trayectoria de Juan Ignacio González Errázuriz, sucesor del obispo de San Bernardo, ex capitán de Carabineros, sacerdote numerario del Opus Dei y conocido por su admiración al general Pinochet y al cardenal Sodano. Además, con la tendencia obsesiva de reducir la fe cristiana solo a cuestiones de moral sexual, es un ejemplo de cómo los sacerdotes de José María Escrivá de Balaguer siguen ampliando su presencia y poder en la Iglesia católica chilena.
La profecía que circulaba desde hace un tiempo en ambientes clericales resultó cierta y el «delfín» de monseñor Orozimbo Fuenzalida, se transformó por decisión del Papa Juan Pablo II en el nuevo obispo de la diócesis de San Bernardo en la Región Metropolitana. Así, Juan Ignacio González Errázuriz, sacerdote numerario y abogado especialista en Derecho Canónico, capitán de Carabineros en retiro y una de las voces más enérgicas sobre como debe ser la conducta de los fieles en materia de moral sexual, se transformó en el tercer obispo del Opus Dei en una diócesis chilena y que mantuvo vínculos con generales y el alto empresariado.
El anuncio de que ahora en 2010 sea el sucesor seguro del integrismo para la Arquidiócesis de Santiago es sin duda una muestra cierta de que el «Imperio del Opus Dei» sigue avanzando en Chile con paso decidido gracias a su «trabajo bien hecho» y al viento a favor que llega para la Obra de Dios desde Roma. En cierto modo, la noticia indica también que los prelados titulares que deben dejar la diócesis tienen también mucho que decir sobre quien será su sucesor, sobre todo, cuando su voz es escuchada en el Vaticano.
Cuando cumplió los 75 años, Orozimbo Fuenzalida y Fuenzalida -como él se firma- tuvo que renunciar a su cargo en la diócesis de la que había sido fundador. Pero su mandato fue prorrogado y logró cimentar la tarea iniciada en 1987. Pudo inaugurar en noviembre de 2000 la majestuosa catedral de tres naves que edificó con el apoyo de grupos económicos y empresarios. Además de preocuparse personalmente de la decoración y alhajamiento del imponente edificio, «don Orito», dispuso la construcción de la cripta donde serán enterrados los obispos de la diócesis. Su tumba, confeccionada con sus medidas, ocupa el lugar central.
Del obispado de San Bernardo dependen 26 parroquias distribuidas en las comunas de San Bernardo, El Bosque, La Pintana, Buin, Maipo y otras en sectores rurales. Además, tiene a su cargo el Hospital Parroquial que desde 1990 funciona en convenio con la Universidad de los Andes y el Seminario Mayor San Pedro Apóstol, donde se preparan sacerdotes.
Toda esa actividad requería de un digno heredero a ojos de don Orozimbo. Gracias a su amistad con los cardenales Angelo Sodano -ex nuncio apostólico en Chile- y Jorge Medina Estévez, Fuenzalida pudo influir en la designación de su sucesor. Hace años, poco después de presentar su renuncia, reconoció a La Nación que trabajaría por alguien «que continúe esta línea». Ese «alguien» ya tenía nombre: Juan Ignacio González Errázuriz. Este mismo sector político-eclesial quiere ver ahora a don Juan Ignacio en el sillón Arzobispal de Santiago.
ANTIGUOS AMIGOS
Hace más de 20 años, el 4 de septiembre de 1988, fue consagrado el primer obispo del Opus Dei en Chile: Juan Pablo II decidió investir como titular de la diócesis de Los Ángeles, en la Octava Región, al sacerdote español Adolfo Rodríguez, quien en 1950 llegó a instalar el Opus en este país por mandato expreso de Escrivá de Balaguer.
Encabezó en aquella oportunidad la ceremonia quien hasta ese momento era el obispo titular de Los Ángeles: el obispo Orozimbo Fuenzalida. La amistad de Fuenzalida con Rodríguez se originó en los años 50 cuando se encontraban en una casa en el fundo Alto Colorado de doña Alicia Fleishman de Silva. Ella era una de las primeras benefactoras del Opus Dei en Chile y prestaba su propiedad al sacerdote español para diversas actividades de «la Obra».
Hasta 1993 don Adolfo Rodríguez estuvo a cargo de la diócesis de Los Ángeles. Tres años después se le detectó alzheimer y dejó de decir misa en 1998. En julio de 1991 fue designado el segundo obispo del Opus Dei en el país y el primer chileno perteneciente a la Prelatura:
Luis Gleisner Wobbe, asesor de Rodríguez en Los Ángeles, fue investido obispo auxiliar de Rancagua, después de haber trabajado allí con el obispo Jorge Medina. Actualmente, Gleisner es obispo auxiliar de La Serena.
Entretanto, Orozimbo Fuenzalida, durante sus más de quince años de episcopado en San Bernardo, se rodeó de significativos miembros de «la Obra». Entre otros supernumerarios que le han prestado activo apoyo está el empresario Nicolás Hurtado, que integra el directorio de la Fundación Hospital de San Bernardo y cuya empresa construyó la catedral. El motor del Hospital ha sido el médico y ex director Carlos García, también supernumerario. Los sacerdotes numerarios Francisco Baeza y Juan Ignacio González Errázuriz son, a la vez, directores espirituales en el Seminario San Pedro Apóstol. Y, la madre del nuevo obispo, la supernumeraria Rosa Errázuriz Eyzaguirre, ha sido una importante ayuda para don Orozimbo en San Bernardo.
Pero la influencia de don Orozimbo por sí sola no habría «creado» al sucesor. Naturalmente se tenían que dar otras condiciones. Desde luego está la «hoja de vida» del nuevo obispo que marca a «don» Juan Ignacio González -en el Opus a los sacerdotes les dicen «don» y no «padre»- como un hombre que reunía ciertas características: sus amigos lo destacan como un hombre inteligente y estudioso, de trato directo, campechano, simpático, aunque admiten que «muy firme en sus convicciones» y «directo en sus juicios» en los que no admite transacciones. «Opus Dei ciento por ciento por dentro, aunque con un matiz de soltura un tanto atípica dentro de los sacerdotes numerarios», como indicó un amigo suyo.
Por lo que se ve, un hombre multifacético con aficiones en diversos campos. Abogado, «canonista» -esto es experto en Derecho Canónico-, afín al mundo militar, le interesa mucho la historia, la patria y los temas étnicos. Y, desde luego, es un apasionado de los asuntos valóricos (moral sexual) y familiares (no a la comunión de los divorciados) en los que defiende sus puntos de vista con la convicción de un cruzado, tal como lo hacía el Fundador.
Juan Ignacio González Errázuriz nació hace 47 años -el 5 de julio de 1956- en una tradicional familia católica ligada a la agricultura, con campos en Chada, camino a Rancagua, en Lihueimo, Santa Cruz y un fundo que fue expropiado en Graneros. Su padre, Eduardo González Echenique, también supernumerario, es hermano del historiador y actual presidente del Instituto Chileno de Historia, Javier González Echenique, discípulo de Jaime Eyzaguirre.
Otro antecedente significativo: el cardenal Jorge Medina Estévez, de reconocidas conexiones en Roma, es gran amigo de Eduardo González Echenique, el padre del nuevo obispo, al punto que desde niño Juan Ignacio le dice «tío» a Medina y mantiene hasta hoy una cordial y cercana relación con el polémico cardenal. El nuevo obispo es el cuarto de ocho hermanos -siete hombres y una mujer-. Estudió en los Padres Franceses -Sagrados Corazones- de la Alameda, entre 1961 y 1973. Ese año, se acercó al Opus Dei e ingresó como numerario.
Los hermanos mayores son abogados: Alberto trabaja en el estudio Prieto y Compañía de Patricio Prieto Sánchez, hombre de confianza del Opus y padre de tres numerarios. El segundo, Eduardo, trabaja en el estudio del empresario Ricardo Claro Valdés. El tercero, Joaquín, fue cadete militar y actualmente es miembro de la junta directiva de la Universidad Bernardo O’Higgins, cuyo directorio presidió el general ( R) Julio Canessa Robert.
Los dos hermanos menores siguieron los pasos de Juan Ignacio: José Antonio también es sacerdote del Opus Dei y Francisco Javier, es numerario e historiador de la Obra.
NUMERARIO, ABOGADO Y CAPITÁN
Como en el Opus Dei los numerarios tienen la obligación de seguir una «profesión civil», Juan Ignacio estudió Derecho en la Universidad Católica, de donde egresó a fines de los ’70. Por esa fecha llegó a Carabineros como procurador y después ingresó a la dirección de personal de la institución en la que llegó a tener el grado de capitán.
Entusiasta partidario del general Pinochet, Juan Ignacio González Errázuriz, estuvo en «comisión de servicio» en La Moneda a fines de los ’80. Participó en la oficina que dirigía Andrés Rillón y en el Ministerio Secretaría General de la Presidencia (Segpres), centro estratégico de las políticas del gobierno militar que tenía información diaria y precisa de lo que hacían los servicios de seguridad (Carabineros, Investigaciones y CNI). Colaboró con el equipo que encabezaba el general Jorge Ballerino y trabajó con el actual general Carlos Molina Johnson. En esa época también fue miembro del directorio de la empresa La Nación.
En 1990, junto con el inicio de la transición a la democracia Juan Ignacio González cambió de giro: el numerario-capitán fue llamado a Roma, elegido para ser sacerdote del Opus Dei. Se acogió a retiro en la institución policial y se fue a estudiar. Volvió en 1993 doctorado en Derecho Canónico en la Universidad de la Santa Cruz. El tema de su tesis marca su interés por los asuntos militares: «La jurisdicción eclesiástica castrense en Chile». Texto elogiado, en su momento, por varios generales y asesores directos de Augusto Pinochet.
Al momento de su designación episcopal Juan Ignacio González es capellán general de la Universidad de los Andes y capellán de la Residencia Universitaria Alborada, en la avenida Pedro de Valdivia, donde vive. A la vez, desde hace siete años es asesor de la conferencia episcopal. Y desde marzo cuando se fue a Alemania el sacerdote Joaquín Alliende, ha sido asesor de él en diversas materias relativas al Arzobispado de Santiago.
Otra de sus preocupaciones, es su libro histórico sobre su tío bisabuelo, el arzobispo de Santiago que lleva su mismo nombre: Juan Ignacio González Eyzaguirre (1908-1918). «El Obispo del Centenario» se llama la publicación que fue presentada en la Residencia Alborada. La coincidencia resulta sintomática. ¿No podría también ser Juan Ignacio González el arzobispo del bicentenario? En eso están antiguos y nuevos amigos de don Juan Ignacio!
Quizá la idea haya pasado por la cabeza de don Juan Ignacio. Si el Imperio sigue avanzando en Roma y en Chile, todo puede suceder…Más ahora que pasó por Chile el Secretario de Estado Vaticano, Cardenal Tarcisio Bertone, y tuvo una inusual recepción en la Residencia de Manuel Montt por parte del Cardenal Jorge Medina, Mons. Orozimbo Fuenzalida y un par de matrimonios supernumerarios del Opus Dei. ¿Que se comentó o acordó en esa velada a horas de que el Cardenal Bertone partiera de regreso a Roma? Pronto se sabrá…
N o t a:
Gran impacto y difusión en diferentes ambientes cristianos y periodísticos a causado la «Carta de Laicos al Cardenal Tarcisio Bertone», en la cual diferentes personalidades católicas entregan su opinión, sobre diversos aspectos de la realidad socioeconómica chilena y definen el perfil de cómo debería ser el próximo Arzobispo de Santiago. Es gratificante observar que los Laicos y Laicas asuman el rol que les corresponde en el quehacer de nuestra Iglesia, tal como lo piden tanto el Concilio Vaticano II como la Conferencia de Aparecida.
«Entre ustedes no será así, al contrario, el que aspire a ser más que los demás, se hará servidor de ustedes. Y el que quiera ser el primero, debe hacerse esclavo de los demás». (Mt. 21,26).