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¿Quién será el próximo Milei en Colombia?

Fuentes: Rebelión

Porque no debe caber duda:  Así como lo 12 años del llamado “progresismo” argentino (8 años de Los Kirchner más los 4 de Fernández, y la pausa de Macri) con su catastrófica demagogia por hacer sobreaguar con gigantescos empréstitos financieros trasnacionales, un capitalismo benefactor en Argentina; corroído por una crisis profunda desde finales del siglo pasado, que finalmente condujo al hartazgo del pueblo trabajador, al empeoramiento catastrófico de la situación económica y social, al deterioro político y a la despolitización de amplios sectores de la población que fue bien aprovechada por los sectores del vigoroso fascismo argentino, que en ningún momento desapareció sino se supo clandestinizar y bajar de perfil, hasta aprovechar la coyuntura ruinosa situación presentada, para llevar a la presidencia de la Argentina, a uno de sus mejores exponentes: el extravagante hombre de la motosierra económica y social.

Asimismo en Colombia, el fascismo contrainsurgente (Ci) con su fuerzas armadas colaterales del narco paramilitarismo, su asombroso poder mediático, financiero; las múltiples instituciones del Estado de las que dispone, el apoyo de la Embajada, el abrumador poder político y electoral de facto del que dispone en el centro y en las regiones del país; sus infiltrados y cooptados dentro de los llamados tres poderes de la democracia burguesa, es decir, lo que hemos denominado desde el 2.009, con la categoría sociológica de bloque de poder contrainsurgente dominante en Colombia. Después del fracaso electoral del ignorante atarván Rodolfo Hernández (maquillado bellamente por la falsimedia adicta como “outsider de centro derecha”), en el pasado debate electoral 2.022, que dejó a Petro sin rival para ganar la presidencia: Está en el empeño de encontrar el Miley, o Mileya colombiano/a, que no demorarán en aparecer.

Hay todavía quienes niegan que la contrainsurgencia fascista y narco paramilitar exista en Colombia. Eso. Si es que de verdad existió, fue tal vez en la época de las dictaduras conservadoras del medio siglo XX (incluida la de Rojas Pinilla) y la dictadura bipartidista del Frente Nacional pactada por Laureano y Lleras Camargo. Pero con el gobierno progresista e histórico de Petro, por efecto de la conmovedora oratoria se volvió nube y es una historia de ficción.

 Sin embargo, la realidad es tozuda e impactante y en Colombia, como dijo García Márquez (perdón por citarlo por enésima vez), siempre superará a la ficción:  El informe de la ONG Indepaz, especializada en información sobre los derechos humanos en el país, en su informe de fin de año 2.023 que acaba de publicar (se puede consultar en https://indepaz.org.co/wp-content/uploads/2023/12/INFORME-FINAL-2023.pdf) muestra que la matazón o mejor la carnicería con sus terroríficos matarifes contrainsurgentes,  continúa su marcha de años, imperturbable e impune. Quizás, confirmando lo que varios historiadores han confirmado: que “después de la guerra grande, viene la guerra chiquita”.

Los datos gruesos muestran que al finalizar el año pasado 2.022, hubo igual número de masacres (94) que en este año que termina 2.023. El año pasado masacraron la bicoca de 343 prójimos, y este año, simplemente 303, 40 vidas menos. Cosa semejante pasa con los llamados “firmantes de la paz” (creo se refieren a “insurgentes” o ex guerrilleros de las Farc- EP, que se acogieron al oscilante y pérfido Acuerdo de Santos-Timochenko 2.016), que el año pasado fueron ejecutados gota a gota 50 de ellos, y este año, solamente 44 firmantes. Y, con los líderes sociales y defensores de DDHH igual: en el 2.022, ejecutaron gota a gota a 187. En el año que termina 2.023, fueron ejecutados 188 líderes sociales y defensores de DDHH. Uno más que el año pasado.        

Bueno, definitivamente la conclusión que arrojan estas cifras no puede ser positiva con la acción “histórica” de la coalición política gobernante. Si no, confirmar la persistencia (como ley tendencial) ojo, como ley tendencial; de la acción (no está claro si encubierta o cubierta) de la contrainsurgencia colombiana a lo largo de los 7 años comparativos analizados en el Gráfico 1 del informe citado.  Además, datos demostrativos una vez más, que la sentida oratoria de balcón, o la demagogia, no ha podido evaporar un fenómeno de dominación Imperial, ese sí histórico y con profundas raíces, llamado con todas letras de la ciencia política como contrainsurgencia.  

Datos tendenciales que, invitan a trasladarnos de Colombia, a una sabana africana, puede ser la de Serengueti, en donde en medio de unos pajonales amarillentos y resecos por el sol, escondido y acechando, solo dejando ver su hocico y sus pupilas midriáticas, un leopardo otea una gacela imprudente alejada de su rebaño que engorda feliz ignorando lo que le espera; un movimiento erróneo para caerle al cuello.

Tal vez un presentimiento, o una intuición del peligro, lo que le hizo decir al presidente Petro en un sentido discurso en Ibagué, el pasado 22 de diciembre 2.023:” No va a venir un gobierno de ultraderecha a borrar todo lo que ha hecho Petro en el Gobierno. ¡Mamola, mamola! ¡El pueblo no se rinde, carajo!”

Así las cosas. No queda más que recordar al poeta: 

¡Oh bella y dolorida Colombia! Di: ¿Te despertarías?

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.