«Quiero ver a mi padre antes de que muera», implora la hija del prisionero de guerra Henry Salazar Quintero, recluido en la Picota/Bogotá, quien padece de un cáncer terminal en los pulmones. «Desde hace 23 años pago cana» nos dice Henry mientras esta conectado a un tanque de oxígeno. Da lástima a la vez rabia […]
«Quiero ver a mi padre antes de que muera», implora la hija del prisionero de guerra Henry Salazar Quintero, recluido en la Picota/Bogotá, quien padece de un cáncer terminal en los pulmones.
«Desde hace 23 años pago cana» nos dice Henry mientras esta conectado a un tanque de oxígeno. Da lástima a la vez rabia ver cómo un Estado habilita las cárceles, no para la «resocialización» en condiciones dignas y humanas, sino para el castigo hasta la muerte de colombianos que expresan su descontento en armas por no existir otra opción menos cruenta para reclamar sus derechos.
Igual sucede con los presos sociales, pero con los Prisioneros Políticos, de conciencia y de guerra su saña no tiene limites.
Internos consultados por ANNCOL apoyan una reforma de fondo y estructural al Código Penitenciario y Carcelario que hoy rige el país.