Marx y Engels hablaron una vez de que el movimiento revolucionario quería y debía «conquistar el cielo por asalto». La humanidad oprimida lo había intentado muchas veces antes de que los dos amigos escribieran esas palabras, lo intentó también mientras que estuvieron vivos, y lo ha seguido intentando desde su muerte hasta ahora. Una de […]
Marx y Engels hablaron una vez de que el movimiento revolucionario quería y debía «conquistar el cielo por asalto». La humanidad oprimida lo había intentado muchas veces antes de que los dos amigos escribieran esas palabras, lo intentó también mientras que estuvieron vivos, y lo ha seguido intentando desde su muerte hasta ahora. Una de las lecciones de las FARC-EP es precisamente esta, que se inscribe de lleno en esa heroica y larga lucha contra todas las opresiones, explotaciones y dominaciones.
Cuando decimos que lucha contra todas las formas de injusticia nos referimos a la segunda lección que nos aporta el medio siglo de existencia de las FARC-EP: no se trata de una resistencia parcial aunque válida, ceñida a la recuperación de derechos democrático-radicales aplastados por la burguesía. Esto es cierto, pero es mucho más que esto: es una praxis global, total, que se enfrenta a todas las manifestaciones del imperialismo en su criminal forma presente. Así, vemos que en los territorios liberados se prefigura la base de una futura sociedad socialista, antipatriarcal, fusionada con la naturaleza, que tiende a la unificación del trabajo intelectual y manual, que pugna contra la opresión étnica y nacional, que elabora otra cultura basada en la producción y administración colectiva de los valores de uso, etcétera.
La prefiguración del futuro en el presente en la medida de lo posible es las peores condiciones imaginables, es una de las tareas sin las cuales nunca tomaremos el cielo por asalto. Y aquí radica la tercera lección de las FARC-EP: además de en los territorios liberados también hay que intentarlo en las grandes conurbaciones populares azotadas por la pobreza, la delincuencia, la represión y el miedo, y es aquí en donde las FARC-EP muestran un valor titánico al relacionándose con las luchas populares autoorganizadas, al proponer alternativas concretas y generales, al asumir desgarradores costos humanos –rendimos honor a los miles de personas de la UP asesinadas por la represión– como precio para conquistar la libertad en las luchas particulares y en la emancipación general.
Tamaños sacrificios éticamente impecables no fueron políticamente baldíos. La conquista del cielo por asalto, y su prefiguración en el presente, ahora mismo, es un proceso prolongado en el que la acumulación de fuerzas se va realizando frecuentemente de manera imperceptible, pero que emerge a la luz como la primavera tras un eterno e infernal invierno. Aquí radica la cuarta lección de las FARC-EP: la consciente paciencia revolucionaria, llena de activismo creativo, que sabe que resurgirán las condiciones favorables, como sucede ahora tras muchos años de aparente estancamiento.
Han fracasado muchos intentos de tomar el cielo por asalto, derrotas que han desmoralizado, debilitado y dividido bastantes veces a la humanidad explotada. Pero en esos amargos momentos, siempre han seguido luchando gloriosos grupos irreductibles que han sido decisivos para la recuperaciones ulteriores, como la actual. Una de sus virtudes ha sido y es la de la desconfianza total a las promesas del opresor dentro de una metódica y exhaustiva capacidad de estudio de las fuerzas en conflicto y de sus tendencias. Aquí radica la quinta lección de las FARC-EP como se está demostrando en las conversaciones en Cuba.
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