«Es duro contemplar, tendida y fría, a una niña de ojos amoratados por los golpes. Es doloroso comprender, 18 años truncados de una obrera, y saberlos repletos de anhelos y proyectos». Así registró «El Siglo» en 1946, como lo hace constar la investigación de Iván Ljubetic, la muerte de Ramona Parra. El 28 de enero […]
«Es duro contemplar, tendida y fría, a una niña de ojos amoratados por los golpes. Es doloroso comprender, 18 años truncados de una obrera, y saberlos repletos de anhelos y proyectos». Así registró «El Siglo» en 1946, como lo hace constar la investigación de Iván Ljubetic, la muerte de Ramona Parra. El 28 de enero de ese año, la Confederación de Trabajadores de Chile, la CTCH, convocó a un acto de solidaridad con los obreros de la pampa que la historiografía hoy llama Masacre de la Plaza Bulnes, donde Ramona Parra fue asesinada junto a otras cinco personas. En el siguiente esbozo, Iván Ljubetic nos aproxima a los antecedentes fundamentales de una de las figuras centrales de la cultura política del movimiento popular chileno.
El mes de mayo de 1926 estaba por terminar. El pueblo chileno había vivido en el último tiempo, momentos complejos y difíciles. Un año y cinco meses atrás, el 19 de diciembre de 1924, sufrió la pérdida de su líder y maestro, Luis Emilio Recabarren Serrano. Hacía sólo once meses que, durante el gobierno de Arturo Alessandri Palma, el ejército -utilizando el fuego de artillería- había perpetrado la masacre de La Coruña, asesinando a más de dos mil obreros del salitre, mujeres y niños, en una acción iniciada el 4 de junio de 1925. Pero la represión no detuvo la acción del Partido Comunista. Con motivo de las elecciones de octubre de 1925 -apenas unos siete antes-, logró formar una amplia coalición que postuló la candidatura del médico del ejército José Santos Salas, que obtuvo una elevada votación. Pero, en base a un escandaloso fraude electoral se impuso la reacción. Fue elegido Presidente de la República Emiliano Figueroa, teniendo el poder real el coronel Carlos Ibáñez del Campo, que pronto iniciaría la represión contra los comunistas para después imponer su dictadura.
CÓMO NACE RAMONA PARRA
Pero nada de esto preocupaba esa noche del 28 de mayo de 1926 en el hogar ubicado en calle Baldomero Flores Nº 2470 de la comuna de Independencia. Allí doña Aurelia Alarcón empezó a sentir los dolores del parto, su esposo – don Manuel Parra- salió a buscar la matrona. Llovía torrencialmente y las calles eran un barrizal. La partera se negó a ir. Entonces, don Manuel -desesperado- regresó a su hogar. Le pidió a un tío que fuese a buscar un taxi. Nació la niña y el auto no llegaba. Doña Aurelia se desangraba. Entonces don Manuel hizouna manda a San Ramón. «Le pondré Ramona a la niña si el auto llega antes que la llama alcance esto», prometió, haciendo una cruz en la vela que había encendido al santo.
El taxi apareció en el preciso instante en que el fuego llegaba a la marca. Estuvieron a tiempo en el hospital para que doña Aurelia se repusiera. Cumplió su manda don Manuel. Y la niña se llamó Ramona, Ramona Aurelia Parra Alarcón.
RAMONA INICIA SU LABOR REVOLUCIONARIA
Se matriculó en el Instituto Superior de Comercio para estudiar contabilidad. El 15 de enero de 1944, a los 16 años de edad, ingresó a las Juventudes Comunistas, junto con sus hermanas Flor y Olga. Al año siguiente, entró trabajar como obrera en el Laboratorio Recalcine, que estaba ubicado en Avenida Matta esquina Vicuña Mackenna y continuó sus estudios en cursos vespertinos. Se decidió a emplearse en Recalcine con el objeto de ayudar a la mantención del hogar y, además, para estar en contacto directo con los trabajadores y participar en el sindicato.
Quienes la conocieron personalmente la describen como una muchacha hermosa, dulce, tierna, agradable, buena amiga y excelente compañera. Inquieta y audaz. Muy responsable en el cumplimiento de las tareas. Valiente, brava en la lucha.
CONTRA LOS FASCISTAS
Samuel Riquelme, entonces dirigente de las Juventudes Comunistas de Santiago, sostuvo en una entrevista: «Yo recuerdo que nuestra organización era en ese entonces, una organización pequeña numéricamente. Éramos pocos, no era una gran Juventud Comunista… sin embargo, nuestra organización movilizaba a grandes sectores juveniles contra el fascismo. Y este es un aspecto también que yo quisiera conversar con usted, sobre Ramona. Ramona era una muchacha realmente tierna, una joven hermosa, pero … a la vez… para emplear los términos de ahora… era una mujer brava… brava en la lucha contra el fascismo, de una valentía realmente extraordinaria. Con esa pequeña juventud teníamos que salir a la calle a pelear contra el fascismo… y los fascistas… bueno… como siempre… y en esa época en que ellos estaban obteniendo algunas victorias (en la segunda guerra mundial), estaban insolentes, prepotentes y yo recuerdo que nosotros examinamos este problema en la Dirección de la Juventud, ellos se habían ganado parte de la calle,. Salían a la calle a aterrorizar al pueblo y resolvimos que había que salir a enfrentar al fascismo, que ellos no podían, así no más, ganarse las calles de Santiago, ahora Ramona a pesar de sus cortos años jugó un papel importantísimo en esa lucha contra el fascismo, un gran papel. Recuerdo algunos hechos: los jóvenes fascistas organizaron un acto desde la Universidad de Chile… entonces hubo una manifestación callejera preparada por ellos y, a la vez, también todas las fuerzas antiimperialistas, antifascistas de esa época, organizamos actos de contramanifestación, de modo que hubo grandes combates en el centro de Santiago… y ahí estaba Ramona… combatiendo… siempre ella andaba con una carterista, de esas colgantes… pero nunca la andaba trayendo vacía esa carterita la Ramona, siempre la andaba trayendo con unas piedras que se usaban entonces para combatir el fascismo, puesto que ellos incluso salían armados a la calle, tenían unos cinturones con unas hebillas inmensas, con la svástica, hebillas inmensas de cobre o de bronce…»
RESPONSABLE EN EL TRABAJO Y EL ESTUDIO
Se entregó de lleno a la causa de la construcción de un mundo mejor. Su hermana Olga la recordaba diciendo: «Quizás algún me case. Pero por el momento tengo ya mi compromiso». Era encargada del Frente Femenino en el Comité Regional Santiago de las Juventudes Comunistas.
En Recalcine trabajaba envasando medicamentos. Por su fraternidad y seriedad era querida y respetada por sus compañeras de la industria, a pesar de tener sólo 18 años de edad. La mayoría de las operarias recibían y leían con atención los volantes y folletos que ella les entregaba. También concurrían a reuniones y mítines a que las invitaba.
Estela Rozas, ex presidenta del Sindicato Recalcine, cuenta: «Ramona andaba siempre con libros, con cuadernos, en el rato que nos quedaba después de la colación, ella escribía y estudiaba. Ella, sin dejar de ser alegre era muy seria en ese aspecto y no nos hacía caso cuando la invitábamos a conversar. Ramona trabajaba ayudar en su casa y estudiaba de noche para poder superarse y poder cumplir su anhelo de seguir hacia delante».
Ramona era, por entonces -relata Américo Zorrilla-, una muchacha delgada, pálida, de rostro muy agradable. Siempre con una sonrisa a flor de labios. En la prensa apareció una fotografía suya de fines de 1945. La llevaban detenida dos carabineros a raíz de su participación en una manifestación callejera. Ella va sonriendo, con su gesto habitual.
«VAMOS A LA PLAZA BULNES…»
El lunes 28 de enero de 1946 Ramona llegó, como siempre, puntual al laboratorio. Se colocó su blanco delantal. Se sentó ante un largo mesón donde estaban alineados miles de frasquitos. Sus ágiles manos los iban colocando en cajitas. Sonría. Sin dejar de trabajar conversaba con sus compañeras:
– A no olvidarse que tenemos que ir esta tarde a la concentración convocada por la CTCH . Es a las 19 horas, en la Plaza Bulnes. Hay que ir a solidarizar con los obreros de las oficinas salitreras Humberstone y Mapocho, que están en huelga contra los abusos de sus empresas. Hay que a protestar porque el gobierno del Vicepresidente Alfredo Duhalde les ha anulado sus personerías jurídicas de los sindicatos de ambas oficias, para favorecer, como siempre a los patrones».
LO QUE HABÍA OCURRIDO EN LA PAMPA
(El 17 de enero de 1946, las mujeres llegaron a la pulpería de un campamento de la oficina salitrera Mapocho a comprar los alimentos acostumbrados. Se encontraron con que la compañía había alzado los precios, violando el acuerdo adoptado con el sindicato de no subirlos. Las mujeres protestaron y ese día no compraron nada.
El sindicato apoyó los reclamos y pidió una explicación a la Compañía Salitrera de Tarapacá y Antofagasta, COSATÁN, de Osvaldo de Castro. No hubo explicación alguna. Se mantuvieron los precios y fueron expulsados varios de los que protestaban. Todos los obreros de las oficinas Mapocho y Humberstone paralizaron sus labores en solidaridad con el campamento afectado.
Gobernaba como Vicepresidente de la República el radical Alfredo Duhalde Vásquez, quien había reemplazado al Presidente Juan Antonio Ríos, que falleció antes de completar su mandato. El 22 de enero de 1946, el ministro del Trabajo de Duhalde, Mariano Bustos, firmó un decreto anulando la personalidad jurídica de los sindicatos de las oficinas Mapocho y Humberstone. Junto a ello se movilizaron tropas hacia el norte. Existía el serio peligro que se repitieran las masacres de la Escuela Santa María, San Gregorio y La Coruña. El 23 de enero pasó por La Calera un tren cargado de fuerzas represivas. A los senadores Elías Lafertte y Pablo Neruda se les negó la entrada a las oficinas en conflicto. Ante estos hechos, reaccionaron con indignación los sectores democráticos del país. En Santiago, la CTCH convocó a un acto de solidaridad con los trabajadores de la pampa para el 28 de enero de 1946).
LA MASACRE
Finalizada la jornada laboral las operarias del Laboratorio Recalcine, con el estandarte del Sindicato, marcharon hacia la Plaza Bulnes. Se integraron a la larga columna de trabajadores, que portaban banderas chilenas y rojas, estandartes sindicales, pancartas y que gritaban combativas consignas. Eran las 19,15 horas. La plaza estaba colmada. Veinte mil voces cantaron el Himno Nacional. Había comenzado el acto.
En la autorización para el mitín, la Intendencia de Santiago colocó la condición ridícula, pero sobre todo provocadora, que los manifestantes sólo podían estar en un lugar determinado de la plaza. Pero la multitud no cabía en el sitio señalado. Los carabineros daban caballazos y palos a quienes pasaban del límite fijado. Los policías, armados como para una batalla, fueron creando intencionalmente un clima de irritación, de choque, de violencia. Preparaban las condiciones para una masacre planificada con premeditación.
Un oficial dio una orden. Una hilera de carabineros puso una rodilla en tierra, apuntaron cuidadosamente y dispararon al cuerpo de los manifestantes, Fueron varias descargas. El tiroteo duró unos 5 o 7 minutos. Muchos cayeron heridos. Seis asesinados. Los sobrevivientes huyeron a la desbandada. Luego de su acción la policía se replegó, desapareció del sitio del crimen y de todas las calles de la capital. Se escondieron en sus cuarteles.
Pasado el primer momento, la gente que había arrancado, regresó. Había sangre por todos lados. Se recogió a los heridos y se hacía detenerse a los vehículos que pasan por la Alameda para que los conduzcan a la Asistencia Pública.
LOS MUERTOS DE LA PLAZA
Los seis asesinados son trabajadores. Cuatro de ellos comunistas. Sus nombres: Manuel Antonio López, Lisboa Calderón, Alejandro Gutiérrez, César Tapia, Filomeno Chávez y Ramona Parra.
Sí. La valiente y ejemplar joven comunista, obrera de Recalcine, estaba ahí, tendida en la vereda. Pálida, más pálida que de costumbre. Era la palidez de la muerte. En su sien un círculo, una perforación nítida, sin que saliera sangre de ella. A su lado, de pie, una hermana y otros jotosos. La miraban con dolorosa impotencia.
CESA DE LATIR EL CORAZÓN DE RAMONA
Ramona fue conducida a la Posta Central. Una persona que estaba allí relata: «Lo más terrible fue la llegada de la gran dirigente de las Juventudes Comunistas, compañera Ramona Parra, que venía con dos profundas heridas a bala en la cabeza. La masa encefálica la traía prácticamente deshecha, como si una tropa de caballos hubiera pasado por encima de ella. Murió a los quince minutos de haber llegado, en medio de la indignación y consternación de los médicos y practicantes».
PABLO NERUDA LE CANTA ASÍ:
«Ramona Parra, joven
estrella iluminada.
Ramona Parra, frágil heroína,
Ramona Parra, flor ensangrentada,
amiga nuestra, corazón valiente,
niña ejemplar, guerrillera dorada:
juramos en tu nombre continuar la lucha
para que así florezca tu sangre derramada».
LA LUCHA CONTINÚA
Superando el terror y la sorpresa inicial, los trabajadores reaccionaron con indignación. Muchos de ellos empaparon sus pañuelos, camisas, hojas de periódicos y las enarbolaron como banderas. Marcharon por las calles céntricas de Santiago. No se veía ni un carabinero. Las masas eran dueñas de las principales vías de la capital. Pero, a pesar de tanto odio acumulado, actuaron con enorme disciplina y responsabilidad.
El miércoles 30 de enero de 1946 «El Siglo» escribió: «Ahora están en la morgue, desnudos y serios. Están tendidos en bandejas entre las heladas paredes blancas… Está Ramona con el cuerpo nacarado y ceroso, con un tiro caminando de sien a sien y los cascos de los caballos impresos en el cráneo. Es duro contemplar, tendida y fría, a una niña de ojos amoratados por los golpes. Es doloroso comprender, 18 años truncados de una obrera, y saberlos repletos de anhelos y proyectos».
CHILE ENTERO CONTRA EL CRIMEN
Ese mismo día miércoles 30 de enero de 1946, desde tempranas horas los trabajadores chilenos, convocados por la CTCH, paralizaron sus labores en repudio a la represión del gobierno de Duhalde. También, en la tarde de ese miércoles 30, tuvieron lugar los funerales de las seis víctimas de la masacre perpetrada en la Plaza Bulnes. El velatorio se había efectuado en el local de la CTCH, ubicado en calle Santo Domingo 1887. De ahí partió el multitudinario cortejo. Marcharon las columnas con banderas rojas y estandartes sindicales. Llegaron al Cementerio General. En el Mausoleo del Sindicato de Cristalerías Chile fueron depositados los seis féretros.
Ahí descansan los restos de la heroína juvenil, Ramona Parra.
NO AL OLVIDO
La de la Plaza Bulnes es una de las 55 masacres perpetradas por la reacción en el siglo XX. No puede ser olvidada.
Como canta el poeta:
«Aunque los pasos toquen mil años este sitio,
no borrarán la sangre de los que aquí
cayeron.
Y no se extinguirá la hora en que caísteis,
aunque miles de voces crucen este silencio.
La lluvia empapará las piedras de la plaza,
pero no apagará vuestros nombres de fuego.
Mil noches caerán con sus alas oscuras,
sin destruir el día que esperan estos
muertos».
Las Juventudes Comunistas no han olvidado a su heroica militante. El Quinto Congreso Nacional, celebrado entre el 8 y 13 de febrero de 1966, acordó en su homenaje crear las Brigadas de Propaganda Ramona Parra, las combativas BRP. También le dieron el nombre de «Ramona» a la revista dedicada a la joven generación, que se publicó entre 1971 y 1973.
Ramona Parra sigue viviendo en los corazones comunistas, de los jóvenes de las Juventudes Comunistas y en los jóvenes del Partido, porque un comunista es joven hasta la muerte.
– Iván Ljubetic Vargas es historiador y escritor.