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A propósito de una experiencia investigativa sobre los trabajadores petroleros

(Re) Pensando la historia obrera

Fuentes: Rebelión

  «La derrota de la clase obrera en la década del 80 y el descubrimiento de sus limitaciones y contradicciones tuvieron un efecto mucho menos traumático en nosotros que en la mayoría de la gente del movimiento. Ya sabíamos todo eso, no se nos cayó ningún ídolo. Hemos conseguido quedarnos del mismo lado del conflicto […]

 

«La derrota de la clase obrera en la década del 80 y el descubrimiento de sus limitaciones y contradicciones tuvieron un efecto mucho menos traumático en nosotros que en la mayoría de la gente del movimiento. Ya sabíamos todo eso, no se nos cayó ningún ídolo. Hemos conseguido quedarnos del mismo lado del conflicto social, seguir leyendo la cultura como un terreno de lucha de clases sin tener que imaginar una clase obrera monolítica, una identidad garantizada o una cultura solidificada. Hemos conseguido seguir enfureciéndonos con la injusticia y la opresión sin tener que atribuirle al oprimido virtudes que nosotros no tenemos: al contrario, pudimos reconocer que sus debilidades eran muchas veces, consecuencias de la opresión misma».

Alessandro Portelli, «Memoria y resistencia. Una historia (y celebración) del Circolo Gianni Bosio», en Taller. Revista de sociedad y cultura política, Vol 4, No. 10 (Buenos Aires), 1999, p. 103.

 

Este artículo busca plantear la discusión sobre algunos aspectos de la historia obrera, retomando una experiencia de investigación que intentó reconstruir parte de la rica historia de los trabajadores petroleros, un importante sector de la clase obrera colombiana y fue publicada en el año 2009 bajo el título Petróleo y protesta obrera. La USO y los trabajadores petroleros en Colombia. Básicamente se reflexiona sobre algunos problemas teóricos (escala temporal, particularidades de la historia obrera, la noción de totalidad, el uso de la teoría), fuentes y uso de los archivos, y la función social de la investigación

1. El problema de la escala temporal

La Unión Sindical Obrera, organización sindical que agrupa a los trabajadores de la industria del petróleo, surgió formalmente el 10 de febrero de 1923 y desde entonces se ha mantenido como una de las organizaciones sindicales más importantes del país. En nuestra investigación reconstruimos la historia de la USO y de una parte significativa de los trabajadores petroleros, y a la luz de ese proceso establecimos una mirada de larga duración que atraviesa todo el siglo XX y que se remite al origen mismo de la explotación de los hidrocarburos en el país y a la formación de ese tipo de trabajadores. Esta reconstrucción se ha movido, entonces, en una amplia escala temporal en la que se cruzan diversas temporalidades: las de la explotación petrolera, las de los trabajadores, las del movimiento obrero colombiano, las de la izquierda, todas las cuales en sí mismas tienen su propia dinámica, ritmos, rupturas y discontinuidades, pero que en nuestro caso se han subordinado a la temporalidad específica de los trabajadores petroleros.

Para entender los procesos históricos es indispensable pensarlos en términos de largo plazo. Esto no quiere decir que se dejen de considerar las coyunturas y los acontecimientos, sino que estos dos se subordinan y se explican en estrecha relación con aspectos estructurales que permanecen a lo largo de cierto tiempo. En concreto, «Fernand Braudel justificaba la pertinencia de los análisis de larga duración aludiendo como metáfora y como ejemplo a los enceguecedores pero fugaces destellos de las luciérnagas del Bahía brasileño, las que, luego de su breve paso, dejaban de nuevo a su entorno sumergido en sombras y tinieblas, como lo hacen las insistentes opiniones sobre los acontecimientos de la coyuntura corta» [1] .

De manera particular, para el caso que nos interesa, la explotación del petróleo ocupa una franja temporal que determina un momento crucial en la historia del capitalismo que cubre el período que se extiende desde finales del siglo XIX hasta el momento actual, y unas décadas más de aquí en adelante cuando el petróleo se acabará, lo cual es indefectible. Esta fase histórica que nos parece larga en términos del capitalismo -sin embargo, ínfima en lo referente a la historia de las sociedades- ha estado condicionada por la explotación del petróleo, lo cual ha generado condiciones que, a pesar de obvias variaciones históricas, mantienen rasgos de una impresionante similitud a lo largo de más de un siglo: apropiación de fuentes de energía fósil por parte de los centros imperialistas y sus empresas; industrialización capitalista relacionada con la explotación de energías fósiles; transformaciones sociales, demográficas, ambientales, políticas, militares que no se hubieran producido en la forma en que se han dado de no haber existido el petróleo (por ejemplo, el predominio del automóvil en la vida cotidiana del siglo XX, las megaciudades y sus gigantescas redes de carreteras y de elevados edificios; las masivas migraciones del campo a las ciudades; formas de producción y de consumo intensivas en el uso de materiales y energía; guerras entre potencias por el control del petróleo; ocupaciones, invasiones y guerras de agresión contra el mundo periférico y dependiente…), constitución de un tipo específico de trabajadores que giran alrededor de la industria de los hidrocarburos; implantación de enclaves imperialistas para explotar el recurso; resistencias y organización de los trabajadores contra la explotación que soportan en los enclaves; nacionalismo petrolero… y muchas cosas más. Estos elementos, por supuesto, forman parte de la historia mundial de los últimos cien años, y se manifiestan en diversos lugares del mundo de distintas maneras, en concordancia con historias particulares que allí discurren, tal y como ha sucedido en Colombia.

Los ritmos temporales de la extracción, procesamiento y refinamiento del petróleo se caracterizan por la aceleración, la velocidad, el cambio constante, rasgos inherentes al capitalismo, que no se hubieran podido generalizar en el mundo si no se hubiera descubierto el petróleo. Esos ritmos temporales destruyen a otros tipos de organización social con otras formas temporales, como la de indígenas, campesinos y pescadores, en diversas zonas de Colombia.

La explotación del petróleo configura diversos momentos, que están relacionados con la acción de sujetos concretos (las empresas petroleras, los indígenas, los colonos y los trabajadores y sus organizaciones), lo cual nos ha permitido dibujar varias fases de esa historia, a partir de tres magnitudes temporales: una primera magnitud temporal de análisis está determinada por el predominio de la Tropical Oil Company (de 1916 a 1951) en un primer momento y por la configuración de ECOPETROL en un segundo momento (1951-hoy); una segunda magnitud temporal se refiere a los diversos períodos que se pueden bosquejar en cada uno de estos grandes momentos y que nosotros establecimos de esta manera, ajustándolos a los momentos políticos más importantes de la historia contemporánea de Colombia: el establecimiento del enclave petrolero, la formación de los trabajadores petroleros y la fundación de la USO (1916-1930), La República Liberal y los trabajadores petroleros (1930-1945), Nacionalismo petrolero y acción obrera en la transición de la República Liberal a la Conservadora (1945-1948), La reversión de la Concesión de Mares, el nacimiento de ECOPETROL y la destrucción de la USO (1948-1957), la USO durante el Frente Nacional (1958-1970), ciclo de huelgas y represión (1971-1977); y la USO en tiempos de guerra sucia (1977-2008); una tercera magnitud temporal está determinada por la existencia de procesos particulares de explotación petrolera en concesiones de otras regiones del país (Catatumbo, Putumayo, Yondó, Cantagallo, Puerto Boyacá) que tienen sus propias dinámicas que ameritan un tratamiento especial.

Nuestro propósito de estudiar a los trabajadores petroleros y a la USO a lo largo de un siglo nos ha permitido establecer algunas conclusiones en términos de permanencias y rupturas. En cuanto a las permanencias señalamos: el predominio de una política antinacional en materia de hidrocarburos por parte de las clases dominantes y el Estado colombiano, que sirven al capital imperialista y sus empresas; la consolidación de un «imaginario de enclave» que ha rondado desde el comienzo la explotación de petróleo y que se reproduce con y sin la presencia de compañías extranjeras (como se percibe en cualquier zona petrolera del país en términos de dependencia casi absoluta de las regalías petroleras y de constitución de economías que giran alrededor de ese recurso energético); la constante lucha de los trabajadores petroleros por conseguir el mejoramiento de sus condiciones laborales y por impulsar la nacionalización efectiva de los hidrocarburos; la constante represión ha que han sido sometidos los trabajadores petroleros desde la década de 1920, algo que se mantiene en la actualidad.

En cuanto a las rupturas podemos destacar: la destrucción y reconstrucción de la USO en diversas coyunturas, como a finales de la República Conservadora y comienzos de la República Liberal o en la época de la primera Violencia; la constitución de una cultura específicamente obrera en las décadas de 1930 y 1940, pero que hoy está seriamente diluida; la huelga como el principal mecanismo de lucha de los trabajadores petroleros en el período 1924 a 1977, pero que desapareció en ese año casi en forma definitiva, para reaparecer de manera aislada en el 2004; los vínculos entre la USO y los pobladores locales de Barrancabermeja, que se mantuvieron fuertes hasta la década de 1980, pero que luego se debilitaron, tanto por transformaciones demográficas y sociales de esa ciudad, como por la represión a que ha sido sometido el sindicato de petroleros; la fuerte influencia de organizaciones y sectores de izquierda entre los trabajadores petroleros que tiene sus propios ritmos en consonancia con la fortaleza o crisis de esas organizaciones.

 

2. Particularidad del campo de investigación

Los trabajadores petroleros en su proceso práctico de lucha se convierten en sujetos sociales de su propio devenir que han logrado configurar un movimiento social, que forma parte integral del movimiento sindical y del movimiento obrero, pero también, y es una afirmación casi tautológica, de la clase obrera. Vale la pena hacer una clarificación sobre lo que queremos decir cuando usamos estos términos. Aunque el término movimiento social se use de manera laxa y generalizado en la actualidad y en el mismo se incluyan los más diversos sectores de la sociedad, desde mediados del siglo XIX algunos autores, como Carlos Marx y Federico Engels, utilizaron la palabra movimiento para referirse a los obreros organizados y al proyecto comunista (movimiento obrero y movimiento comunista respectivamente) [2] . El vocablo movimiento lo que quería poner de presente era la dinámica y la fuerza colectiva de un grupo de personas, pertenecientes a una clases social en un caso, o a una tendencia ideológica en el otro caso. Ese movimiento de trabajadores organizados se fue convirtiendo en un baluarte de la lucha gremial en el capitalismo, que adoptó incluso diferentes programas, metas y objetivos y era influido por diversas tendencias ideológicas -desde el marxismo y el anarquismo, hasta la iglesia católica- que configuraron el movimiento sindical. La fuerza central del movimiento sindical son los trabajadores, pero sus orientaciones divergen en concordancia con las ideas dominantes que los orientan, bien desde la derecha o bien desde la izquierda, con todas las variantes que existen en estos dos campos. Eso lo observamos de manera concreta en la historia colombiana en general y en la historia de los trabajadores petroleros en particular, porque en diversos momentos se ha visto el surgimiento de un movimiento sindical de tinte liberal, comunista o clerical, que ha tenido presencia activa en las zonas petroleras y han dejado su impronta sobre los trabajadores.

La cuestión se complica cuando se piensa que un tipo particular de movimiento sindical es el portador de los intereses de la clase trabajadora en su conjunto, en nuestro caso de los trabajadores petroleros, lo que supone en términos metodológicos que se toma al sindicalismo por la clase, a un tipo particular de organización gremial por la clase obrera misma. En ese mismo sentido, existe una confusión analítica que trae muchas contradicciones prácticas, cuando no sólo se identifica al movimiento sindical con el movimiento obrero, sino que además se considera que una determinada orientación política y partidista que influye en el sindicalismo es ya la expresión de todo el movimiento obrero y de la clase obrera, que estaría conducido por una fuerza política determinada que se atribuye a sí misma el carácter de vanguardia de los trabajadores.

En el caso particular de los trabajadores petroleros esto lo hemos visto con la publicación de sendas historias en las que se resalta o el papel del Partido Comunista, o del MOIR, o de otras organizaciones políticas. En este caso parece confundirse la historia de las izquierdas con la historia del movimiento obrero, visto como sinónimo de movimiento sindical, lo que lleva a dejar de lado a un amplio espectro de expresiones reales de los trabajadores que no se subordinan a las orientaciones partidistas de uno u otro grupo político. Como lo ha dicho Eric Hobsbawm este tipo de enfoque «descuidaba la historia de las clases trabajadoras propiamente dichas, toda vez que era imposibles subsumirlas en la historia de sus organizaciones; e incluso prestaba poca atención a la masa y se ocupaba preferentemente de sus líderes». En contraposición este mismo autor nos recuerda las propuestas de diversos historiadores de la clase obrera, que en la práctica «muestran un interés creciente por los militantes de base además de por los lideres, por los no organizados además de por los organizados, por el ‘trabajador conservador’ además de por el radical o revolucionario. En pocas palabras, se interesan por la clase más que por el movimiento o el partido» [3]

Al decir esto no estamos desconociendo el papel que han desempeñado a lo largo de la historia de los trabajadores petroleros diversas organizaciones de izquierda, que han proporcionado cuadros y dirigentes políticos o que han nutrido su militancia partidista con líderes y luchadores obreros, y de eso damos varios ejemplos en el libro. Llamamos la atención en cuanto no se deben confundir los dos procesos, cada uno de los cuales tiene su propia dinámica, la historia de la izquierda y la historia del movimiento obrero.

Por esto último entendemos a algo más amplio que el movimiento sindical, aunque se exprese tarde o temprano en el ámbito sindical, con lo que queremos hacer alusión a que los trabajadores tienen formas y canales de organización y expresión que no necesaria exclusivamente se materializan en lo sindical. Se debe considerar no solamente el ámbito laboral sino también la vida cotidiana y otros espacios de sociabilidad donde se forjan distintos mecanismos y acción de los trabajadores, que forman parte de sus características como clase, atravesadas e influidas de manera directa por las contradicciones generales del capitalismo y por sus procesos de reestructuración. A pesar de que se hable de los nuevos movimientos sociales, un vocablo cada vez menos adecuado para comprender lo que pasa en el mundo contemporáneo por las falsas dicotomías que plantea (viejos y nuevos, económicos y culturales, reivindicativos y políticos…) en alusión a la desaparición del movimiento obrero y de la clase de los trabajadores, éstos siguen existiendo aunque sometidos a un proceso brutal de reestructuración, que ha dado como resultado diversas formas de lucha y resistencia en algunos países de América Latina.

Aunque el tema de esta investigación versa sobre un movimiento sindical, hemos establecido relaciones, cuando ha sido posible, con la clase obrera petrolera, para destacar otros aspectos de su vida cotidiana, cultural y política en diversos lugares de Colombia, y entre los cuales la USO ha sido un referente central, que no exclusivo, en varios momentos de su historia.

Se plantea, entonces, el asunto de la identidad obrera, como un componente diferenciador por parte de los trabajadores, que en nuestro caso particular ha sido examinado cuando hablamos de la formación de comunidades obreras cosmopolitas a mediados de la década de 1940 y de la configuración de un ideario antiimperialista por parte de los trabajadores petroleros. Esa identidad forja a un tipo de trabajador petrolero que forma un movimiento colectivo que, entre otras cosas, tiene una expresión en la USO, una organización que no siempre se puede catalogar como una institución exclusivamente sindical, porque en sus comienzos fue denominada Sociedad Unión Obrera o la Unión (de) Obreros, con lo cual se enfatizaba que la lucha de los trabajadores iba más allá de una reivindicación puramente gremial y sindical y que ellos encarnaban un proyecto laboral y vital propio, que los diferenciaba de otros sectores sociales.

Con respecto al tema del trabajo y de los trabajadores debemos decir que, a pesar de que en el libro no se de cuenta de la extensa polémica referida a las mutaciones del mundo del trabajo, si hemos considerado ese asunto, aunque aparezca entre líneas. Hemos considerado algunos de esos grandes debates sobre el presente y el futuro del trabajo, que desde luego influye en la forma cómo se interpretan desde el presente los procesos históricos relativos a los trabajadores y a la clase obrera, un tema historiográfico que hoy se considera superado.

En efecto, hemos revisado la literatura más representativa sobre el trabajo, en la que se encuentran posturas antagónicas, que van desde los planteamientos del fin del trabajo (Jeremy Rifkin) y de la clase obrera (André Gorz), la consolidación de un capitalismo sin trabajadores (Ulrich Beck), la afirmación del predominio del trabajo inmaterial (Tony Negri y Michael Hardt), o la emergencia de un proletariado cognitivo (Andrea Fumagalli y Franco Berardo Bifo), hasta los que analizan las nuevas configuraciones del trabajo y su generalización en el mundo de hoy (Ricardo Antunes, Robert Castell, Beverly Silver). De este debate recalcamos que de las transformaciones experimentadas por el trabajo en el capitalismo de hoy no puede deducirse de manera apresurada el fin del trabajo asalariado ni, por supuesto de los trabajadores, sino más bien considerar la combinación de viejas y nuevas formas de explotación y subordinación de los trabajadores o, lo que en términos del sociólogo brasileño Ricardo Antunes, podemos denominar la nueva morfología del trabajo, que se caracteriza por una abigarrada polisemia, en el que coexisten y se mezclan el trabajo material y el inmaterial, el trabajo formal y el informal, el trabajo asalariado y el doméstico, el trabajo flexible y el inflexible, el trabajo vivo y el trabajo muerto [4]

En cuanto al análisis histórico de este debate destacamos la necesidad de afinar nuestros instrumentos analíticos para acercarnos al entendimiento de la presencia histórica de los trabajadores en general y de los trabajadores petroleros en particular, a partir de la vieja idea, pero no por vieja menos actual, que el trabajo asalariado está inscrito en un proceso de lucha de clases en el que hay ciclos de lucha, en los cuales la iniciativa la puede tener el capital o el trabajo. En las actuales condiciones de derrota y de reflujo de las luchas de los trabajadores, en el ciclo que se inició a mediados de la década de 1970, la iniciativa la ha tenido el capital, pero esto no siempre ha sido así y nada nos indica que tenga que ser forzosamente de esa forma, a no ser que se le rinda un culto denodado al presente. En este sentido, compartimos la sugerencia de Bevery Silver, quien nos indica que para responder adecuadamente a la pregunta sobre el futuro del movimiento obrero «hay que insertar los estudios laborales en un marco histórico y geográfico de análisis más amplio que el habitual». Y eso es necesario porque «las evaluaciones sobre el futuro de los movimientos obreros se basan -explicita o implícitamente- sobre un juicio acerca de las novedades históricas del mundo contemporáneo». Para responder a la cuestión se han esbozados dos posibilidades:

«Quienes ven una crisis terminal en los movimientos obreros suelen entender la época actual como fundamentalmente nueva y sin precedentes, y creen que los procesos económicos globales han reconfigurado totalmente a la clase obrera y el terreno sobre el que deben operar los movimientos obreros. Por el contrario, quienes esperan el resurgimiento de movimientos obreros significativos suelen aludir a la dinámica cíclica del capitalismo histórico, que supone una continua recreación de contradicciones y conflictos entre capital y trabajo. Así pues, las previsiones sobre los futuros de los movimientos obreros deben basarse en una comparación entre la dinámica actual y periodos análogos en el pasado, ya que sólo mediante esa comparación podemos distinguir los fenómenos históricamente recurrentes de los verdaderamente nuevos y sin precedentes» [5] .

En conclusión, las modificaciones que ha experimentado el trabajo en la actualidad deben ser sopesadas históricamente con la finalidad de que nos proporcionen instrumentos de análisis, pero evitando caer en extrapolaciones hacia el pasado y el futuro que nos impidan estudiar y entender la riqueza de los procesos históricos en los que los trabajadores han sido indudables protagonistas, como en el caso de la industria petrolera en Colombia.

 

3. Recuperación de la categoría de totalidad

La totalidad es una de las categorías que más ha sido atacada en las últimas décadas desde diversos ángulos analíticos y políticos, entre los que sobresalen las concepciones posmodernas. En el ámbito historiográfico esto ha tenido consecuencias de gran alcance, porque ha significado el abandono de estudios estructurales, para concentrarse en ámbitos sectoriales y limitados, en lo que se denominan los micro relatos fragmentarios. En contravía con esa moda intelectual y esa postura política que abjura de la noción de totalidad, en esta investigación la reivindicamos como un presupuesto metodológico que nos ha permitido organizar la información empírica que hemos recogido. Nos apoyamos en la idea de totalidad propia de la mejor tradición marxista (de autores como George Lukacs, Pierre Vilar, Eric Hobsbawm) que permite considerar diversos aspectos de la realidad social, interrelacionándolos y estableciendo jerarquías, no excluyentes ni mecánicas. En ese mismo sentido de recuperar el concepto de totalidad se hace necesario volver a plantear la importancia del análisis económico y social de los procesos, en gran medida tirado por la borda por todas las tendencias culturalistas que han impregnado a la historia y a las ciencias sociales.

Cuando se habla de totalidad, desde luego, no se está diciendo que se deba hablar de todo sin ton ni son, sino que simplemente se quiere enfatizar en la necesidad de precisar la diversidad de cuestiones que inciden en los procesos históricos reales y que ameritan ser considerados en el análisis histórico para poder acercarse a la comprensión de esos procesos. Ello obliga al historiador a traspasar las fronteras de las especializaciones restringidas y aventurarse en un terreno abierto en el cual se ve compelido a recurrir a múltiples instrumentos analíticos procedentes de diversas disciplinas del análisis social. En concreto, esto quiere decir que en la historia de los trabajadores petroleros se torna indispensable acudir al estudio de variados aspectos, (ambientales, económicos, políticos, culturales, sociales, laborales) que permitan comprender en parte la complejidad social que se configura entorno a la industria petrolera. Por ello, en nuestro libro partimos del estudio de las transformaciones de los ecosistemas en las regiones donde se implantó, desde las primeras décadas del siglo XX, la industria extractiva del petróleo a cargo de compañías extranjeras, algo en apariencia poco relacionado con el tema central de los trabajadores petroleros. Esta variable ambiental permite aproximarnos a la transformación acelerada del medio natural en un corto lapso de tiempo, como resultado de la explotación petrolera, lo que indica la manera como el tiempo económico propio de las actividades capitalistas riñe con el tiempo biológico de la naturaleza. Así mismo, se ha precisado del recuento de las sociedades indígenas, que han soportado el impacto de la extracción del petróleo, por lo cual han padecido el etnocidio y la aculturación, como lo describimos con respecto a los Yariguíes, los Bari, los Siona y los Kofan. De la misma forma, hemos recurrido al análisis económico para determinar las características fundamentales de los enclaves en los casos clásicos de las Concesiones De Mares y Barco, pero también para otros menos conocidos, como Puerto Boyacá y Orito (Putumayo).

Para abordar las cuestiones laborales consideramos necesario apartarnos del análisis tradicional de los trabajadores, que se concentra en destacar la acción de ciertas organizaciones y algunos personajes (tema que tampoco desconocemos), y hemos querido mostrar diversos aspectos de la vida laboral y cotidiana de los trabajadores, siguiendo lo mejor de la historia social generado tanto en Colombia como en otros lugares del mundo. Al respeto nos parece aleccionador el verso del poeta francés Paul Eluard: «Quiero mostrar la multitud y cada hombre en detalle, con lo que lo anima y lo desespera, y en sus estaciones de hombre, todo lo que ilumina: su esperanza y su sangre, su historia y su pena».

Con la visión de totalidad esperamos que hayamos podido presentar una imagen amplía de la rica, múltiple y compleja realidad histórica y social que gira alrededor de la explotación petrolera y en la cual se configuran los trabajadores, como uno de los sujetos principales y gestores de otro tipo de historia, que también amerita ser conocida y comprendida. La importancia de la totalidad puede ser sintetizada con las palabras de Wolfgang Goethe: «El mundo en su totalidad aparece ante nosotros como un gran bloque de piedra ante un arquitecto, que sólo se merece este nombre cuando consigue de esta masa natural que le ha presentado azarosa un diseño elaborado por su mente con la mayor de las economías y la dota de finalidad y solidez» [6] .

 

4. El problema del uso de las teorías

El conocimiento histórico se basa en dos soportes fundamentales: la teoría y las fuentes. Entre los dos se establece una interrelación constante e indispensable. Las perspectivas teóricas posibilitan la escogencia de un tema, el planteamiento de problemas y de hipótesis, la puesta en marcha de ciertos procedimientos metodológicos, la exploración y crítica de las fuentes y, en general, una explicación global y comprensiva de los procesos históricos. Pero en historia, la teoría opera de una forma particular, lo que distingue a esta disciplina de otras formas de conocimiento, que se caracteriza porque la teoría no está separada ni distanciada de las fuentes, como si se tratara de rígidos marcos teóricos al margen de la información empírica. Por el contrario, la teoría en la historia discurre y se perfecciona o revalúa con referencia a los hechos concretos que se conocen a través de determinadas fuentes.

Decir esto es importante para evitar el uso y abuso de explicaciones teóricas apriorísticas que se anteponen como pesados aparatos conceptuales a la misma realidad concreta que se investiga. A menudo, en cierta forma de escritura de la historia se observa un divorcio marcado entre complejas explicaciones teóricas, que suelen ser presentadas en rimbombantes introducciones, y la investigación propiamente dicha donde no se percibe la utilidad práctica de esos aparatos teóricos.

Hemos intentado superar ese inconveniente con un procedimiento elemental, que ha consistido en recurrir a la teoría al tiempo con la descripción de los sucesos que se están historiando, para que la teoría tenga una utilidad real y perceptible y no aparezca como un agregado artificial para mostrar la sapiencia del investigador. Eso se ha hecho a lo largo del libro, para explicar los diversos procesos relacionados con el mundo de los trabajadores petroleros, en los ámbitos ambientales, laborales, económicos, sociales, políticos y culturales, para mostrar como la teoría misma puede y debe ser enriquecida por el material empírico acumulado a partir de una experiencia concreta de investigación. Por ejemplo, con relación a la categoría de totalidad, no hemos querido atiborrar al lector con disquisiciones teóricas y filosóficas que son importantes como tales pero para otros destinatarios, sino que a través del análisis mostramos lo que supone recurrir a la noción de totalidad en el análisis histórico. Algo similar sucede cuando se emplea los conceptos de enclave y de «imaginario de enclave», con los que se busca antes que proporcionar un balance amplio y sistemático de las discusiones teóricas suscitadas al respecto, más bien es mostrar cómo se constituye en un elemento analítico que nos sirve para entender el funcionamiento de las compañías petroleras imperialistas que se implantaron en Colombia en las primeras décadas del siglo XX.

Usamos la teoría de manera más bien implícita que explicita, por lo que queremos dar a entender que no somos muy amigos de acudir a tediosas e innecesarias explicaciones teóricas al margen del material empírico que consultamos. Consideramos mejor que la realidad concreta nos obligue a plantearnos y a buscar preguntas y respuestas que, por supuesto, sólo las podremos encontrar recurriendo a la teoría de manera amplia, y no mecánica ni formal. En este sentido el modelo guía, por llamarlo de alguna forma, lo constituyen los libros de Eric Hobsbawm, el mejor ejemplo práctico de lo que hemos planteado en este parágrafo.

 

5. Fuentes y uso de los Archivos

El conocimiento histórico se caracteriza por entablar un dialogo permanente entre la teoría y las fuentes. Esto no quiere decir que se reivindique la visión positivista de la historia que condicionaba el avance del conocimiento histórica al hallazgo de nuevas fuentes y supusiera que la labor del historiador se reducía a acumular documentos, negándose a aceptar la función de las teorías para organizar, analizar y cohesionar el material empírico que proporciona toda huella del movimiento de las sociedades en el tiempo y que se convierte en fuente por la acción consciente del historiador.

Sin embargo, cabe plantear que la importancia de la teoría no debe llevar a desconocer que el acopio de nuevas fuentes ayuda a clarificar importantes cuestiones de la historia, en la medida en proporciona nuevos datos e información concreta sobre diversos procesos históricos, que incluso puede llevar a la reformulación o cuestionamiento de los mismos esquemas teóricos de interpretación. De ahí la importancia de las fuentes, algo que adquiere un mayor relieve cuando de estudiar a las clases subalternas se trata, como sucede con los trabajadores. Además, esto se hace mucho más interesante en un país como Colombia, donde no hay un mínimo respeto por la conservación de las fuentes de esas clases subalternas.

Desde su mismo origen, los trabajadores, que han heredado un gran legado cultural de los artesanos, han generado una importante cantidad de fuentes, que se constituyen en un material indispensable para reconstruir su historia. No obstante, ese material ha sido destruido, es fragmentario o de difícil localización, como lo evidenciamos al realizar esta investigación, pero nos hemos encontrado con una grata sorpresa ya que localizamos un importante acervo documental en Barrancabermeja y otros lugares donde hay sedes de la USO.

La ubicación de esa masa documental que se encontraba dispersa en varios archivos de la USO nos ha permitido avanzar respecto a investigaciones previas que se habían realizado sobre los trabajadores petroleros, las que, pese a tener en muchos casos valiosa documentación de y sobre los trabajadores, no habían hecho una consulta sistemática y global de los archivos de los mismos trabajadores. Esto nos ha dado la posibilidad de escuchar las voces de los obreros petroleros por primera vez sobre algunos temas cruciales: las huelgas, la represión, los paros cívicos, la vida cotidiana, las costumbres y formas culturales de los enclaves y de las zonas petroleras, el nacionalismo de los trabajadores. Al mismo tiempo, las fuentes orales nos han ayudado a acercarnos al sentir y percepciones de los trabajadores petroleros y de habitantes de Barrancabermeja, en la medida en que han aclarado la penumbra existente sobre tópicos y temas para los cuales no se encuentra documentación o la que existe es muy limitada y fragmentaria.

La consulta de archivos relacionados con los trabajadores, entre ellos uno fotográfico, además de enriquecer la perspectiva factual, constituye una democratización del saber histórico porque cualquier archivo histórico es como una «lámpara de Aladino de donde surgen genios que con su magia y su poder modelan el destino de lo visible y lo invisible, de lo cierto y de lo incierto». En esta perspectiva, los archivos históricos pueden considerarse como «universos en expansión porque en ellos reposan los conflictos de otros tiempos. En ellos nada está concluido; su onda expansiva sigue creando galaxias y estrellas conocidas y desconocidas. Ellos son como huellas de grandes dinosaurios, capaces de anunciar mundos perdidos para siempre» [7] .

Aparte de la satisfacción personal que puede proporcionar encontrar ciertos documentos, también se amplía el espectro de la historia, al permitir escuchar, a través de documentos desconocidos y que se daban por perdidos, a aquellos a los que nunca se quiere oír, y que siempre, aparte de que se les persigue y extermina, han sido silenciados y sus acciones han sido tergiversadas y/o calumniadas. Al respecto solamente quiero proporcionar un ejemplo. Hace más de cuarenta años, en 1971, se realizó una memorable huelga de los trabajadores petroleros en Barrancabermeja, en la que fue asesinado el joven trabajador Fermín Amaya. Las reconstrucciones de este acontecimiento se basaban de manera casi exclusiva en la prensa bipartidista y en la documentación oficial del Estado o algunas de sus dependencias, que condenaban a los trabajadores por ser «criminales» y «subversivos». Nosotros encontramos valiosos documentos escritos por los trabajadores, a veces con su puño y letra, que se fueron generando en el fragor mismo de los acontecimientos, y que nos han permitido otro acercamiento, a partir de la percepción de los dirigentes y participantes en la huelga, que muestra un panorama por completo diferente de lo que sucedió en aquellos días de agosto de 1971 que estremecieron a Colombia. Algunos de esos documentos, tristemente, habían sido devorados ya casi en su totalidad por los gorgojos y nosotros tuvimos que reconstruir con paciencia cada palabra, para mostrarla como testimonio documental en el libro, como allí aparece.

 

6. Función social de la investigación y del conocimiento histórico

Petróleo y protesta obrera fue una investigación auspiciada por la Corporación Aury Sará Marrugo, una institución vinculada a la USO. Este hecho no ha sido obstáculo para realizar una investigación independiente, crítica y rigurosa, que no ha querido convertirse en una historia oficial de la USO. Para entenderlo explicamos de forma breve el procedimiento investigativo que se realizó. En primer lugar, se propuso un plan tentativo de temas y fuentes como guía para realizar la investigación. Después se conformó un equipo de investigación para consultar y recolectar información, con el cual se leyeron diversos materiales y se efectuó un trabajo de campo en la ciudad de Barrancabermeja, el municipio petrolero más importante del país. En esta localidad se efectuaron varios talleres de formación en investigación histórica, en el que participaron trabajadores, profesores y habitantes de esa ciudad, con la esperanza de que ellos se convirtieran en sujetos activos en el proceso de investigación. Eso no se logró, aunque si se conformó un grupo, formado por profesores, que nos colaboraron en la búsqueda de materiales para la investigación. Luego de recogido el material se procedió a la redacción final, que aprovechó la rica y variada información conseguida, y como producto de la cual el plan original fue superado con amplitud. Después de redactada la obra, en la que participamos tres personas del equipo original, se planteó el proceso de devolución sistemática de los resultados a los directamente interesados y para eso se organizaron dos sesiones de discusión con personas ligadas a la USO que previamente leyeron los textos presentados. Como resultado de esa lectura, y de las críticas y recomendaciones sugeridas, se procedió a efectuar la corrección y redacción final, hasta que el libro fue publicado en dos volúmenes a comienzos de 2009.

Del libro se hizo una edición relativamente grande, de 4000 ejemplares de cada tomo, con la intención que se convirtieran en un material de consulta y reflexión para los trabajadores petroleros afiliados a la USO. Eso efectivamente se ha hecho, porque en una Asamblea General los trabajadores acordaron comprar el libro a un precio reducido, mediante una cuota de descuento programada para varios meses. Así el libro ha llegado a sus destinatarios principales, aunque eso no garantiza que haya sido leído y estudiado por todos los trabajadores, pero si sabemos que en algunos lugares el libro se ha convertido en un material de capacitación y de formación en cursillos sindicales y de discusión histórica entre algunos grupos de profesores en Barrancabermeja.

El libro ha abierto otras puertas porque ha permitido establecer una vinculación más o menos constante entre uno de sus autores y diversas actividades que desarrolla la Corporación Aury Sará Marrugo, entre las que se destacan la participación en cursos, diplomados y conferencias en Bogotá y otros lugares del país, en donde se habla tanto de la cuestión histórica abordada en la investigación, así como sobre otros temas referidas al mundo del petróleo.

En la misma dirección, se ha establecido un convenio entre la Corporación Aury Sará y la Universidad Pedagógica Nacional para que un grupo de estudiantes desarrolle su práctica investigativa y pedagógica en esa corporación y que tiene como finalidades principales las de elaborar una monografía de investigación sobre alguna cuestión relacionada con los trabajadores petroleros, participar en actividades de formación educativa no formal de acompañamiento a las labores educativas de la Corporación, y organizar el archivo de la USO, para clasificar los materiales que resultaron de la investigación Petróleo y protesta obrera.

Hemos querido resaltar que, en nuestro caso, a través de una actividad concreta -la elaboración de un trabajo de investigación- se ha producido un acercamiento práctico y real entre un grupo de investigadores y los trabajadores petroleros, en las que ambos sectores se han alimentado mutuamente y han aprendido uno del otro, en una muestra a pequeña escala del dialogo fecundo entre la academia universitaria, en la que nos movemos los realizadores de la investigación, y los saberes propios de los trabajadores, como se expresan y se materializan en los talleres, seminarios y diplomados que programa de manera permanente la Corporación Aury Sará Marrugo.

Otro elemento importante concerniente a la función social de la investigación es el de la utilidad del conocimiento histórico con relación al presente. La palabra utilidad tal y como nosotros la entendemos no tiene nada que ver ni con el pragmatismo ni con el neoliberalismo, es decir, no se pretende que esto nos proporcione réditos intelectuales o económicos. Usamos la palabra utilidad en el sentido que le da el investigador catalán Josep Fontana, cuando concibe que el saber histórico debe servir para algo, debe ayudarnos por lo menos a entender el sentido de los procesos en marcha, como se vinculan con el pasado y con el futuro, o en otros términos más escuetos, cómo hemos llegado a estar en la situación crítica en que nos encontramos [8] . O, como lo dice el geógrafo marxista David Harvey: «El colapso del futuro y del pasado dentro del presente es precisamente el momento en que la esperanza, la memoria y el deseo convergen», afirmación que rubrica con esta magistral cita de Honoré de Balzac: «Uno triplica la felicidad del presente con las aspiraciones del futuro y los recuerdos del pasado» [9] .

No se trata de incurrir en anacronismos y proyectar problemas del pasado al presente, como si los contextos y las condiciones históricas no se modificaran, sino más bien de mirar con lupa como los problemas del pasado se proyectan en nuestro presente histórico. En el caso de la explotación petrolera, para señalar un ejemplo, la nacionalización incompleta, a medias y temerosa asumida por el Estado y las clases dominantes de Colombia a comienzos de la segunda mitad del siglo XX, explica en gran medida que en la actualidad haya vuelto a cobrar fuerza una política de desnacionalización de la explotación petrolera y de apoyo irrestricto a las compañías extranjeras, que están volviendo a revivir los enclaves y las concesiones, algo que caracterizó los primeros tiempos de la industria del petróleo en el mundo, y que se creía desaparecido. Si se quiere dan ejemplos concretos, solamente basta con mencionar a la Pacific Rubiales y la explotación de los trabajadores en Puerto Gaitán, Meta, situación que puede compararse con las condiciones que soportaban los primeros trabajadores petroleros de Barrancabermeja a comienzos del siglo XX; es decir, que un siglo después la historia pareciera repetirse, siempre -en contravía de lo formulado por Marx- como tragedia y nunca como comedia.

Una última cuestión atinente a la función del conocimiento histórico se relaciona con el atreverse a plantear y proponer unas perspectivas inmediatas para los trabajadores petroleros, en concordancia con los dos posibles escenarios que genera la situación actual de la industria petrolera en Colombia, como son o la revitalización de las luchas de los trabajadores en nuevos escenarios y en otras condiciones, o la aniquilación de las comunidades petroleras ante las nuevas-viejas formas de explotación del petróleo y la inminente e irreversible desaparición del recurso a nivel mundial y nacional.

 

NOTAS:

[1] . Heraclio Bonilla, La trayectoria del desencanto. El Perú en la segunda mitad del siglo XX, Arteidea Ediciones, Lima, 2006, texto que aparece en la contra caratula de este libro.

[2] . Charles Tilly y Lesley J. Wood, Los movimientos sociales 1768-2008, Editorial Crítica, Barcelona, 2010, pp. 25 y 26.

[3] . Eric Hobsbawm, El mundo del trabajo. Estudios históricos sobre la formación y evolución de la clase obrera, Editorial Crítica, Barcelona, 1987, p. 13 y 17.

[4] . Ver Ricardo Antunes, ¿Adiós al trabajo? Ensayo sobre las metamorfosis y el rol central del mundo del trabajo, Ediciones Pensamiento Crítico, Bogotá, 2000; Ricardo Antunes, Los sentidos del trabajo. Ensayo sobre la afirmación y la negación del trabajo, Ediciones Herramienta. Buenos Aires, 2005.

[5] . Beverly J. Silver, Fuerzas de trabajo. Los movimientos obreros y la globalización desde 1870, Akal Ediciones, Madrid, 2005, p. 17 (Énfasis en el original).

[6] . J. W. Goethe, Los años de aprendizaje de Wilhem Meister, Editorial Cátedra, Madrid, 2000.

[7] . Hermes Tovar, Los fantasmas de la memoria. Poder e inhibición en la historia de América Latina, Universidad de los Andes, Bogotá, 2009, pp. 5-6.

[8] . Josep Fontana, Para qué sirve la historia en un tiempo de crisis, Ediciones Pensamiento Crítico, Bogotá, 2004.

[9] . David Harvey, París, capital de la modernidad, Ediciones Akal, Madrid, 2008, p. 67. (Énfasis nuestro).

(*) Renán Vega Cantor es historiador. Profesor titular de la Universidad Pedagógica Nacional, de Bogotá, Colombia.  Autor y compilador de los libros Marx y el siglo XXI (2 volúmenes), Editorial Pensamiento Crítico, Bogotá, 1998-1999; Gente muy Rebelde, (4 volúmenes), Editorial Pensamiento Crítico, Bogotá, 2002; Neoliberalismo: mito y realidad; El Caos Planetario, Ediciones Herramienta, 1999; entre otros. Premio Libertador, Venezuela, 2008.


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