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El escritor y periodista Alfons Cervera presenta la novela “Todo lejos” en la Librería Primado de Valencia

Realidad, ficción y memoria

Fuentes: Rebelión

Alfons Cervera es un escritor al que le gusta hablar de «izquierda» y de «clases sociales». Acaba de publicar su última novela, «Todo lejos» (Piel de Zapa), en la que sin orillar uno de los motivos capitales de su literatura -la memoria («La memoria siempre es presente», suele recordar)- rescata del olvido la lucha antifranquista […]

Alfons Cervera es un escritor al que le gusta hablar de «izquierda» y de «clases sociales». Acaba de publicar su última novela, «Todo lejos» (Piel de Zapa), en la que sin orillar uno de los motivos capitales de su literatura -la memoria («La memoria siempre es presente», suele recordar)- rescata del olvido la lucha antifranquista en un pequeño pueblo de la provincia de Valencia, Vilamarxant, en el verano de 1971. El autor ha presentado la novela esta semana en la Librería Primado de Valencia. La potencia de la narrativa, de la ficción, para recuperar un pasado proscrito por los Vencedores se resume en tres líneas que encabezan el texto: «Estas páginas cuentan una historia real. Sucedió en un verano de mis veinte años. Pero ya se sabe que lo real no significa nada sin la ayuda de la ficción».

El escritor y periodista de La Serranía leyó en 2005 el primer capítulo del libro en Vilamarxant, pueblo de enraizada tradición conservadora y caciquil donde sucede la novela. Era un acto en el que presentaba otra de sus obras, «Aquel Invierno», y a pesar de que han transcurrido más de 9 años, el capítulo se ha mantenido. Pacientemente, el narrador esperó hasta encontrar la fórmula adecuada para componer este libro de 188 páginas. La literatura de Alfons Cervera delata esta paciencia. Con una prosa poética de ritmos elaborados y un estilo cuidado, bien depurado, que mezcla acertadamente sensibilidad y golpes de fuerza.

El libro versa sobre un grupo de jóvenes veinteañeros, más otras dos personas, de 30 y 40 años, enrolados todos ellos en la militancia antifranquista. Alfons Cervera era amigo de los jóvenes (vivía precisamente en Vilamarxant, donde sus padres tenían un horno). Una fatídica noche -entre el y el 6 de julio de 1971- la policía detuvo en una redada a tres de los muchachos, mientras que el resto «caerían» cuatro o cinco días después. Aquel siniestro episodio concluyó con los dos mayores del grupo brutalmente torturados y el resto, aunque permanecieron unos días-semanas en prisión, saldrían después a la calle. La trama, reconoce Alfons Cervera, «no justifica una novela de 800 páginas» (aprovecha el autor para comentar que hoy «parece que muchos escritores y lectores valoren la literatura a peso, por el número de páginas»).

Lo que realmente justifica la narración es lo que sucede entre la «batida» de la primera noche y la segunda «tanda» de detenciones. Uno de los jóvenes -Batiste, que responde al nombre de Martín en la novela- resuelve suicidarse ante la insoportable presión que se respira en el pueblo. Este hecho marcará en el futuro la biografía de los militantes aunque de manera desigual. A los dos mayores, por ejemplo, se les señalaría en el municipio como inductores del resto por razón de su edad. Pero lo decisivo, apunta Alfons Cervera, es que esta historia «casi nadie hoy la conoce en el pueblo». En la primera presentación del libro, que tuvo lugar en Vilamarxant, buena parte del numeroso auditorio desconocía de qué se estaba hablando. Por eso tiene sentido «escarbar» en el pasado reciente, explica el autor, y exhumar «la memoria que no tiene cabida en el discurso oficial».

Todos los trabajos de creación tienen una trastienda, un obrador real o ficticio, con claves que ayudan a entender mejor el resultado final, en este caso la novela. En «Todo lejos» la incógnita reside en los nueve años que pasaron entre el primer capítulo y la publicación. «No sabía escribir la novela», se sincera Alfons Cervera. Mientras, escribió tres libros de narrativa y otro de artículos sin dejar «Todo lejos», texto al que iba y venía, escribía diez páginas, o un borrador, y lo dejaba. Esperaba el momento de hallar la fórmula. Y eso que el motivo lo tenía muy claro: «Quería hacerles un homenaje a mis amigos -era algo que les debía- y darle la vuelta a esa «verdad» que circulaba por el pueblo».

La hija de uno de los protagonistas le llegó a contar al autor hace nueve años que en la plaza de Vilamarxant, durante las fiestas del pueblo, una persona le llamó por la espalda y a bocajarro le dijo: «Oye, ¿tú sabes que tu padre fue un terrorista?». Ella no sabía de qué le estaban hablando… Cuando en el pueblo se presentó la novela, uno de los protagonistas no asistió. Sí lo hicieron su mujer, hija y familiares. La razón de su ausencia, fue uno de los muchachos que más sufrió, era no reencontrarse con el doloroso pasado.

Con el argumento decidido, el motivo claro y la paciencia necesaria, el procedimiento y la inspiración finalmente llegaron. «La novela no salía porque yo quería hacer de historiador-cronista y no de escritor de ficciones; trataba de relatar el día a día, la historia de esos amigos; pero no era ese mi papel», reconoce Alfons Cervera. «La historia-crónica es una cosa y escribir ficción, otra, aunque durante un buen trecho del camino caminen juntas». «Cuando hablamos de novela y de relato la realidad no existe», concluye.

A partir del argumento perfilado, el autor tiró de inventiva y construyó la novela a partir de entrevistas realizadas a personajes que narran su versión de los hechos. Cada protagonista contaba los sucesos tal como los recordaba. Incluso los personajes afirman en muchas ocasiones: «el otro también te dirá esto o lo otro, pero seguramente de una manera diferente». La construcción del escritor y periodista no deja de ser una interesante incursión en la literatura de la memoria, para lo que hace uso de diferentes recursos y así logra hacer verosímil el relato.

Prueba de que lo ha conseguido son las palabras de uno de los protagonistas. Se las dijo al autor en el mismo pueblo. «Oye, ¿Con los demás no has hablado?» La pregunta implica que, tras la lectura del borrador que le pasó Alfons Cervera, se había creído las entrevistas a él y al resto de los personajes. Esto ocurrió pese a que parecía muy reacio a la publicación del texto. «No sé si la historia es o no verdad, pero pudo serlo», remata el escritor y periodista. Tampoco se idealizan los personajes. Incluso aparece en la novela un número de la guardia civil, por quien pasaban los detenidos. A pesar de la oportunidad, el autor no se encarniza con el agente.

Los mimbres de la novela pueden desorientar sobre la realidad del producto final. Detenciones, torturas, un suicidio, una dictadura tenebrosa, una población ultramontana… Alfons Cervera no ha querido abandonar al lector sin más en el pozo del franquismo y, por eso, descarga la tensión narrativa: «Intento que haya una cierta distancia y no agobiar al lector». Es por eso por lo que la música y las canciones de la época (de los años 60 y 70) ocupan una parte relevante de la novela. Según el autor, «formaban parte de nuestra educación sentimental». Los domingos la gente del pueblo asistía a los bailes, a la Sala Tropical, y disfrutaba de la actuación de Ginio y Los Taburos. Tal vez estos espacios «musicales» sean los más significativos de la novela.

Las presentaciones de los libros de Alfons Cervera se distinguen porque, además del motivo de la convocatoria, se habla de literatura. En la librería Primado el autor de «Todo lejos» ha revelado algunas palabras que recientemente con él ha compartido el escritor y crítico literario Rafael Chirbes. Las historias pueden ser poderosas, estremecer al lector o producirle escalofríos, pero lo que finalmente «salvará» la novela es cómo esté escrita. «Yo tardé 9 años en saber como escribiría esta historia», reitera Cervera. Y agrega: «Tan potente como la historia ha de ser la manera en que la escribes; la decencia de quien escribe ficción está en no descuidar la historia a favor de la escritura, ni al revés».

La Literatura. Recuerda Cervera que en un congreso celebrado en Sitges, dos intelectuales italianos le formularon preguntas alambicadas e insidiosas a Manuel Vázquez Montalbán. Tras muchos minutos de espera, el periodista y escritor marxista respondió: «Miren, yo sólo soy un poeta». Tampoco son necesarias 800 páginas para escribir una historia. En «Viaje a ninguna parte» uno de los actores perseguía todo el tiempo a Fernando Fernán Gómez (autor de la novela y director de la película) con la pregunta «Don Fernando, esto ¿cómo lo digo?» El gran actor termina por contestar: «Usted sabe lo que tiene que decir, dígalo». Y la mezcla justa de fondo y forma, de contenido y estilo, sin descuidar ninguno de los dos aspectos. Hace dos años en un Congreso en Montpellier sobre «Escritura y Subversión» Alfons Cervera no dudó en afirmar: «en mi país el primer acto de subversión consiste en escribir bien». Eso vale para algunos de los prohombres del cenáculo literario.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.