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Reconocimiento general de la democracia tutelada

Fuentes: Rebelión

Hasta hace poco la democracia tutelada que se estableció mediante la Constitución del 80 no había sido nunca reconocida por el liderazgo político chileno. Esto pese a lo eviden- te de tales características durante la década de los 90. Sus manifestaciones más escanda- losas fueron los denominados ejercicios de enlace de 1990; el boinazo de […]

Hasta hace poco la democracia tutelada que se estableció mediante la Constitución del

80 no había sido nunca reconocida por el liderazgo político chileno. Esto pese a lo eviden-

te de tales características durante la década de los 90. Sus manifestaciones más escanda-

losas fueron los denominados ejercicios de enlace de 1990; el boinazo de 1993 y el punta-

peucazo de 1995. Y las más humillantes fueron las repetidas defensas de los gobiernos de

Aylwin y de Frei Ruiz-Tagle (expresadas fundamentalmente por sus ministros Correa y Pé-

rez Yoma) a Pinochet frente a sus sucesivos bochornos en el exterior en sus viajes de vaca-

ciones o a comprar armas, que hacía cuando le daban ganas. Esto, por cierto, tuvo su mani-

festación más penosa cuando el liderazgo concertacionista defendió a Pinochet frente al

mundo, luego de su detención en Londres. Y lo hizo tan efectivamente que logró su libera-

ción; y posteriormente, con presiones públicas y privadas al Poder Judicial efectuadas por

el gobierno de Lagos, logró su total impunidad.

Es cierto que la propia detención de Pinochet en Londres provocó una disminución del po-

der fáctico de las Fuerzas Armadas y Carabineros. Ello, unido a las ansias de reivindicación

histórica del muy desprestigiado Poder Judicial, abrió la puerta para que se comenzara a ha-

cer justicia respecto de las más graves violaciones de derechos humanos cometidas por la

dictadura. También pudo expresarse en que las manifestaciones más evidentes de la auto-

nomía de las FF.AA., plasmadas en la propia Constitución, fuesen morigeradas por la Refor-

ma Constitucional de 2005.

Sin embargo, como lo ha señalado el diputado de RD, Jorge Brito, todavía el conjunto de la

legislación vigente respecto de las FF. AA. y Carabineros -partiendo por su Ley Orgánica- es

la que nos impuso la dictadura de Pinochet. Y que todos los esfuerzos realizados en la Comi-

sión de Defensa de la Cámara de Diputados (de la que forma parte) para suprimir los privile-

gios de que disfrutan dichas instituciones han resultado infructuosos. Privilegios que se ba-

san en disposiciones excepcionales para sus presupuestos anuales; para la compra de sus ar-

mamentos y equipos; y en el carácter de sus gastos reservados; además por cierto de sus ám-

bitos privilegiados respecto de sus sistemas de justicia y previsión.

Lo mismo han señalado desde hace mucho tiempo en diversos libros, artículos especializados,

seminarios e intervenciones en medios de comunicación los mayores expertos chilenos en el

tema: los académicos Augusto Varas, Claudio Fuentes y Felipe Agüero.

Lo notable es que en el último tiempo, numerosos líderes de la derecha o de la Concertación

-coaliciones que siempre habían negado la existencia de una democracia tutelada derivada de

la Constitución del 80- han comenzado a reconocer sin ningún tapujo la virtual autonomía de

las Fuerzas Armadas y Carabineros; autonomía evidentemente incompatible con la existencia

de un auténtico Estado de Derecho, en que las instituciones armadas tienen que estar comple-

tamente subordinadas a las autoridades políticas elegidas por el pueblo.

En este sentido han resaltado varias entrevistas concedidas por líderes políticos al Canal de

cable CNN-Chile. Así, el senador independiente de derecha y miembro de la Comisión de De-

fensa del Senado, Carlos Bianchi, le reconoció explícitamente al periodista Tomás Mosciatti

que el Gobierno actual no controla a las Fuerzas Armadas. Asimismo, el exsubsecretario ge-

neral de Gobierno de Lagos, Jorge Navarrete (entonces DC y hoy independiente), le expresó

a la periodista Mónica Rincón que el último gobierno que en Chile había controlado efectiva-

mente a Carabineros fue el de Pinochet…

Pero sin duda que el reconocimiento más significativo lo hizo ¡el propio exministro del Inte-

rior de Lagos durante más de cinco años, José Miguel Insulza!; el mismo quien previamente

como canciller de Frei había desempeñado un rol crucial en la liberación de Pinochet de Lon-

dres (evitando así su inminente extradición y segura condena en España); y que luego como

ministro de Lagos, a través de varias entrevistas en medios de comunicación, presionó públi-

ca y exitosamente a los tribunales de Justicia para lograr la impunidad de Pinochet. Así, el a-

hora senador socialista Insulza le señaló también a Mónica Rincón que las Fuerzas Armadas

«se mandaban solas» desde 1990…

Y por si faltaba algo al esclarecimiento público de la autonomía que conservan las Fuerzas

Armadas en el sistema político chileno, tenemos las expresiones del comandante en Jefe

del Ejército, Ricardo Martínez, dirigidas a cerca de 900 oficiales en el recinto de la Escuela Mi-

litar, donde señaló la disposición institucional a defender el sistema previsional que los favo-

rece, «con dientes y muelas». En ningún país normal un comandante en jefe del Ejército hu-

biese permanecido luego de expresiones públicas de esa naturaleza y frente a ese auditorio.

Evidentemente que aquellos notables reconocimientos de la elite política han sido muy alen-

tados por la enorme decadencia institucional que han sufrido las Fuerzas Armadas por sus

numerosos escándalos de corrupción y por la represión ilegal de Carabineros a los mapuches

que ha culminado en el asesinato del comunero Camilo Catrillanca. Todo esto ha generado

una profunda crisis en las bases de la democracia tutelada que los veinte años de gobiernos

de la Concertación habían consolidado exitosamente hasta hace pocos años. Esperemos que

esto se traduzca en que el liderazgo político chileno «se vea obligado» a efectuar los cambios

que conduzcan a una subordinación efectiva de las Fuerzas Armadas y Carabineros a las au-

toridades civiles y al establecimiento de una auténtica democracia y de la real vigencia del

Estado de Derecho en nuestro país.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.