Hace 10 años me lo encontré por última vez, de forma presencial, porque sigue en mi memoria y lo recuerdo en muchos momentos, así, me lo encuentro nuevamente desde mi pensamiento y en mi sentir.
El 19 de julio de 2013 se realizaba una marcha por la paz (en conmemoración del 20 de julio que sería sábado), convocada por la Marcha Patriótica. Cuando llegué al punto de encuentro de la marcha, recuerdo que me emocionó ver un grupo grande de estudiantes, y de pronto me lo encontré de frente, al profe Pacho (Francisco Javier Ocampo Cepeda), quien estaba con sus estudiantes.
Como siempre cuando nos encontrábamos, él brindaba una sonrisa, esa sonrisa alegre, abierta, sincera; yo me emocioné aún más y lo saludé con efusividad. Conversamos un rato y quedamos de encontrarnos nuevamente, para conversar sobre el movimiento obrero y la lucha de clases en Cali, en realidad para que me orientara y me diera pistas de estudio, recientemente había descubierto un artículo publicado por él al respecto.
Tengo varios recuerdos del profe Pacho, cuando lo vi por primera vez, yo tendría unos 17 años, él estaba enseñando a niños a jugar ajedrez; me alegró mucho ver un profesor enseñando lo que era en mi niñez y juventud uno de mis pasatiempos preferidos. Después me lo encontré en sala de aula, y no es poco lo que aprendí con él. Recuerdo que fue quien nos presentó Las Venas Abiertas de América Latina de Eduardo Galeano, escritor que nunca más dejé de leer y que fue central en mi posterior proceso como contador de historias; el trabajo final de esa materia fue un ensayo de ese libro, o de una parte del libro (no recuerdo exactamente), yo lo combiné con la letra de una música que cantaban Ana y Jaime, “Café y Petróleo”, el comentario de Pacho en la devolución fue “tiene madera para escribir” y me motivaba para seguirlo haciendo, y fue un estimulo importante para mi en ese momento. También fue Pacho, el primer (tal vez único) profe que nos presentó en el colegio un texto de Marx, el capítulo 01 de El Capital: La mercancía, y nos orientó a hacer un trabajo práctico para entender el valor de uso y el valor de cambio (poco habremos entendido en ese momento, pero fue una primera aproximación). Tendría otras experiencias del colegio por compartir, como sus chistes “malos” de los que se reía él mismo, y a mí a veces me daban ataques de risa de tirarme al piso, literalmente, más por su cara y la reacción del grupo, que por el propio chiste (aunque a veces también, soy de esos que le gustan chistes “malos”), tal vez, en otros momentos, tal vez de forma colectiva podamos hacer esa memoria de Pacho… Después me lo encontré varias veces, por casualidades, en la universidad, algunas de esas veces con otro de los profes que nos marcaron con sus enseñanzas y pasiones, el profe Burbano, se les notaba la alegría de encontrarse estudiantes que ahora estaban en la universidad pública, aprendiéndola, viviéndola, defendiéndola; siempre esa sonrisa, esa disposición para escuchar, y para conversar, sin prisa…
Hoy, hace ya 10 años, el 19 de julio de 2013 me lo encontré por última vez. Algunos días después, el 03 de agosto, según me contó el parcero, el profe Pacho estuvo en Salsa al Parque, pero se fue temprano, hubiera sido bonito y diferente encontrármelo en ese espacio. En la madrugada del 04 de agosto de 2013, hace casi 10 años, la policía cobardemente asesinó a Pacho.
Lo persiguieron cuando estaba corriendo, haciendo ejercicio con su hijo (al parecer por eso se había ido temprano de Salsa al Parque), absurdamente lo pretendieron pasar por paramilitar, “tacaron burro”, un hombre de esos imprescindibles (en palabras de Brecht), luchador incansable por la paz con justicia social, comprometido con la juventud y por una nueva cultura, una nueva sociabilidad.
Seguramente habrá mucha gente que conozca mucho más a Pacho y que haya tenido la oportunidad de compartir muchos más momentos, espacios, procesos… sospecho que a quienes nos tocó nos dejó bonitas huellas, así lo evidenciaron el dolor y la indignación sentida y manifestada cuando lo asesinaron, especialmente por sus estudiantes, pero también por sus compañeres de trabajo … además claro de sus amistades, familia, compañeres de luchas.
Días después, comenzaba el histórico paro agrario, campesino, étnico y popular, tal vez la expresión más importante de la lucha y la unidad, en este siglo, antes del paro de 2019 y 2021; no tengo dudas de que Pacho hubiera estado en las calles (y ahí muy posiblemente nos hubiéramos encontrado), pero también desde sus aulas, y en otros espacios, explicando, enseñando, provocando, preguntando, proponiendo, estimulando e incitando, para el estudio y para la lucha, por una nueva Colombia que todavía se está forjando.
Gracias Pacho, no nos dio el tiempo para un próximo encuentro, pero sé que estás presente y que hay un legado tuyo del cual seguimos aprendiendo, en las experiencias, escritos, poesías…
10 años no es nada, pero a la vez es mucho… aquí sigo con el mismo sentimiento de tristeza, rabia e indignación, la muerte es parte de la vida -y no lo es-, pero la muerte por el terrorismo de Estado es una vergüenza, que nos exige que haya verdad, justicia, reparación integral y garantía de no repetición… esa lucha sigue, no sólo por Pacho sino por tanta gente que nos la han arrebatado… y no sólo en Cali (ahora la capital de la resistencia), en Colombia, en Nuestra América. Como hubiera cantado Toñita (con Víctor Heredia): todavía cantamos, todavía pedimos, todavía soñamos, todavía esperamos… y todavía luchamos…
“Y he escrito esto en la pared
¡Viva la revolución!
Y he visto como el rojo de mi sangre
Se proyecta sobre la muralla
Y he observado como el verdugo siniestro
La mira, se sonríe y carga
Pero de repente trastabilla, resbala, cae
Se ha dado cuenta que esa pared con sangre roja pintada
Es más que un lamento o un grito del pueblo
Y que él también es pueblo
Pero pueblo represor y reprimido
Por lo tanto se levanta, deja a un lado su lanzagranadas
Se despoja de su uniforme y corre
Hacia la marcha
Para decir con miles de millones de gritos
¡¡Viva la revolución
Y la dignidad del pueblo!” (Fracisco Javier Ocampo Cepeda, agosto 03 de 2013)
¡Pacho vive, la lucha sigue!
¡Por nuestros muertos, ni un minuto de silencio!, toda una vida de lucha!
Mi voz, la que está gritando,
Mi sueño, el que sigue entero.
Y sepan que solo muero,
Si ustedes van aflojando.
Porque el que murió peleando,
¡Vive en cada compañero!
Venceremos.
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