Esta semana inició curso en el Congreso de la república la anunciada reforma tributaria, presentada por el ministerio de Hacienda, que lejos de ser un alivio para los más pobres pretende incrementar el número de contribuyentes, con el fin de que las mayorías paguen más, mantener el estrangulamiento a la industria y la agricultura, y […]
Esta semana inició curso en el Congreso de la república la anunciada reforma tributaria, presentada por el ministerio de Hacienda, que lejos de ser un alivio para los más pobres pretende incrementar el número de contribuyentes, con el fin de que las mayorías paguen más, mantener el estrangulamiento a la industria y la agricultura, y que los ricos sigan ganando más y más.
Con la idea de subsanar el «hueco fiscal», la caída de la renta petrolera y supuestamente financiar el posconflicto, el gobierno de Santos siguiendo las propuestas de una comisión de tecnócratas -entre quienes se encuentran Guillermo Perry, Miguel Urrutia, Leonardo Villar, Rosario Córdoba, Alfredo Lewin, Soraya Montoya, Julio Roberto Piza, Ricardo Bonilla y Óscar Darío Morales-, se propone meterle la mano al bolsillo de la clase media y los sectores populares; incrementando la desigualdad social, al tiempo que permite a los grandes capitales nacionales y extranjeros continuar incrementando sus arcas con la evasión, el contrabando y los paraísos fiscales.
El alivio para los poderosos
El fuerte de las propuestas está en incrementar la base de declarantes de impuestos y renta liquida, que hasta ahora eran 1,5 millones de colombianos, y extenderla hasta los 3 millones. Además de subir el cobro del IVA a más productos de consumo básico.
Se busca que las personas comiencen a tributar después de recibir una renta líquida de 1,5 millones de pesos; actualmente las personas naturales pagan impuestos cuando tienen ingresos superiores a 3 millones de pesos mensuales.
Hoy quienes reciben ingresos superiores a 38 millones pagan una renta con tarifa del 19 por ciento, con la reforma se espera iniciar la tributación con quienes reciban 1,5 millones, aplicándoles una tarifa del 2,5 por ciento, que llega hasta un máximo de 35 por ciento.
Pensando en el bolsillo de los ricos la reforma propone eliminar el llamado impuesto a la riqueza y lo remplaza por cobros o impuesto a los dividendos, de manera que aumente el numero de contribuyentes y alivia la cartera de los grandes capitales.
Para las empresas se crea una tarifa única de renta entre el 30 y 35 por ciento de las utilidades, denominado impuesto a las utilidades empresariales; eliminando el impuesto CREE y la sobretasa de renta, además de esto los Parafiscales también se eliminarán; así los recursos que las empresas aportan al Bienestar Familiar, el Sena y las Cajas de Compensación pasaran a ser responsabilidad del presupuesto de la nación, osea un gasto mas al bolsillo de los colombianos.
Penalizan el consumo y el ingreso básico de las mayorías
Lo mas preocupante de esta reforma es el aumento del IVA, que se encuentra en el 16 por ciento, al que suben hasta el 19 por ciento; bajo el disfraz de ser «el impuesto de mayor igualdad», puesto que sin distinción todos los colombianos deben pagarlo; la trampa esta en que la comisión propone extender el cobro a la canasta familiar, especialmente gravar con este impuesto los alimentos básicos; un atraco más a las capas medias y bajas de la sociedad.
La propuesta mantendrá el cobro del 4×1000 a las transacciones financieras por su millonario recaudo, equiparar las sobretasas de la gasolina y el diésel con un aumento del 30 por ciento en el impuesto nacional a los combustibles, crear el impuesto a las bebidas azucaradas buscando recaudar mas de 1 billón de pesos que saldrá del consumidor, y poner a pagar a las entidades sin ánimo de lucro organizaciones sociales, ONG, fundaciones y fondos de empleados el impuesto sobre la renta.
Lo cierto es que el peso se devalúa, la inflación se dispara, aumenta la deuda externa y la balanza comercial es deficitaria. Pero con dichas medidas no se solucionan estos problemas y sí se aumenta la brecha de desigualdades, pues con medidas neoliberales y absurdas prioridades en el presupuesto el resultado sera el mismo: que la pobreza se torne incontrolable y el acceso a la canasta básica familiar sea imposible para cerca de 15 millones de colombianos y colombianas, que están bajo la línea de pobreza.
La verdad histórica es que el pueblo carga sobre sus costillas y estómagos la crisis financiera mientras que los grandes empresarios y capitalistas salen airosos de ella y cada vez con mas privilegios; ese es el fin de esta y las anteriores reformas tributarias; por tanto es urgente que las mayorías busquen soluciones con su organización y participación protagónica; pues el inicio de la democratización de nuestro país debe partir de una redistribución de las riquezas, los tributos y el gasto publico. Estas discusiones se deben darse por parte del pueblo y la nación en un gran dialogo que conduzca a un nuevo pacto social.
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