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Redoblan los ataques contra Gustavo Petro, que sigue punteando las encuestas

Fuentes: Estrategia

Cuando restan cerca de 140 días para el 13 de marzo, cuando se lleven a cabo las elecciones legislativas de 2022,  y poco más de 215 días para las presidenciales del 29 de mayo, el panorama electoral y político colombiano sigue poco claro, mientras desde el gobierno y los medios del establishment hay una feroz campaña destructiva contra la imagen del favorito candidato centroizquierdista Gustavo Petro.

Pocas expectativas quedan sobre un gobierno tan impopular como el actual del ultraderechista Iván Duque, en lo que resta de su mandato. Su prioridad parece ser encontrar los mecanismos y recursos para perpetuarse en el poder y para ello debe sacar de la puja electoral a los candidatos progresistas y a inventar y financiar alianzas de centro y de derecha que puedan competir en una segunda ronda con Petro.  

Las sucesivas encuestas que siguen mostrando a Petro (con 30-38% de las preferencias) desprendido al frente de los candidatos, prendieron las luces rojas del establishment, que hace dos meses prefiere no dar difusión de los sondeos. Tras las últimas encuestas (en setiembre)  Petro celebró que ganaría en una eventual segunda vuelta. “En todos los escenarios con Fajardo, con Gaviria, con el que ponga Uribe, ganamos la Presidencia. A redoblar esfuerzos”, aseveró en sus redes sociales.

El centrista aspirante de la Coalición de la Esperanza, Sergio Fajardo (14,5%), dijo que está «contento» con su segundo lugar: «Van 3 años seguidos de ataques, llenos de mentiras, en mi contra.  Contuvimos la caída. La cuesta final es larga y empinada, y faltan muchos premios de montaña por superar. Serenidad, disciplina, no mirar para los lados y mantener la concentración», afirmó.

Juan Manuel Galán, quien recibió la personería jurídica de su partido Nuevo Liberalismo, dijo que (con 10%) está creciendo y hay una «tendencia ascendente de nuestro propósito por construir una nueva idea de nación». Federico Gutiérrez, exalcalde de Medellín, quien aparece de quinto en intención de voto (6,4%), dijo que esto «apenas comienza» Más atrás quedaron Germán Vargas Lleras (4,2%) y Humberto de la Calle (4%).

La realidad muestra que  hay gran cantidad de aspirantes -60- a suceder a Duque, mientras los partidos no definen quienes los representarán en las listas para el Congreso. Además, un tema jurídico y legal, y siembra dudas sobre los próximos comicios, por la demora de la Corte Constitucional para revisar y emitir decisiones relacionadas con temas que afectarán estos comicios y por las modificaciones hechas por el Congreso a leyes relacionadas con el proceso electoral.

Todos los sectores de ultraderecha, derecha y centro se despachan contra el senador Gustavo Petro, líder fundador del partido político Colombia Humana. Ahora, el expresidente Álvaro Uribe lo acusó de querer convertir a Colombia en una dictadura socialista, y lo comparó con los expresidentes cubano y venezolano Fidel Castro y Hugo Chávez.

 “Mientras Chávez siempre fue el alumno comunista de Castro, Castro: profesor titular; doctor Petro: profesor asistente, monitor. Su tarea: enredar al elector para imponer una dictadura socialista por la vía de la trampa,, apuntó Uribe.

Federico Gutiérrez, uno de los candidatos presidenciales derechistas, exalcalde de Medellín, le recordó su pasado en el M-19. “Hay que recordar que Gustavo Petro perteneció a un grupo armado ilegal. Grupo que asesinaba, secuestraba y torturaba”, tuiteó.

Otra cosa es la realidad

El analista Alberto Pinzón alerta que  no es solo la situación crítica, caótica y de genocidio social que está viviendo el pueblo colombiano en su totalidad, y su reflejo en la esfera supraestructural, en donde se ha pasado de la ficción social de la paz deseada, a la ficción todavía más aparente e ilusoria de que un “eventual” presidente de izquierda la logrará, al implementar el Acuerdo de paz firmado en 2016.

La Colombia del 2016, la del pacto de paz, “incluidas todas las modificaciones, adulteraciones, trampas y perfidias hechas al escrito original, ya es muy diferente a la Colombia del 2021: la retratada en los Pandora Papers con sus más de  550 lavadores de dinero del narcotráfico a través de los bancos de Sarmiento Angulo (financiador de la campaña de la nulidad genocida que nos gobierna)”, añade.

César Jerez, Julián Cortés, y Zamora (en el portal Las 2 Orillas), entre otros analistas, dan un campanazo de alerta sobre el estado de postración, de crisis, del polo político popular o de izquierda, absorbido totalmente en el remolino alienante de las próximas elecciones, y coinciden en que este ha profundizado su inmersión en la estratagema o trampa contrainsurgente tendida por el aparataje mediático del régimen, que ha logrado introducir en la conciencia popular la idea de que el Bloque Contrainsurgente está “casi” derrotado o está muy débil y en crisis.

Ocultando la fortificación que están haciendo sin ruido de los poderes fácticos reales en las regiones, los que solo aparecerán el día histórico que sea necesario. Mientras en paralelo y por medio de encuestas piratas se “vende como pan caliente” la idea de que ahora sí el campo popular va a ganar, añaden.

Hoy, el sentimiento generalizado es el pesimismo causado por el monstruoso genocidio en curso de excombatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc-EP) y de líderes sociales, indígenas y campesinos para destruirles el poco tejido social existente; por la judicialización, por la violación de los más elementales derechos humanos, y por el terror de Estado aplicados al movimiento social.

Pero también por el aumento incontrolado del narcotráfico y el lavado de dólares como sostén principal de la economía colombiana (confirmado por los Papeles de Pandora) y por una ideología contrainsurgente fortalecida y envalentonada desde Washington y por la sensación de que ese “acuerdo de paz” fue, al fin y al cabo, una gran derrota política de todo el pueblo trabajador y el campo popular colombiano.

Aunque esto no ha sido reconocida públicamente, ni se le ha hecho ninguna autocritica, se sigue vendiendo con fines electoreros como “la posibilidad de implementar el Acuerdo de la Habana, ahora si cuando (la izquierda) ganemos las elecciones en el 2022 con unas elecciones históricas”, señala Pinzón..

Narcotráfico y circo

En tanto, era capturado en Necoclí, cerca de la frontera con Panamá,el narcotraficante más buscado de Colombia, Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel, cabecilla de grupos paramilitares y de la banda criminal más grande del país, el Clan del Golfo, por quien Estados Unidos ofrecía una recompensa de cinco millones de dólares.

Éste es el golpe más duro que se le ha propiciado al narcotráfico en este siglo en nuestro país, solamente comparable con la caída de Pablo Escobar en los años 90, celebró el Iván Duque, presidente del principal exportador de coca en el mundo, en especial para abastecer al mercado de Estados Unidos.

Para apresarlo, el ejército colombiano usó 500 hombres y 22 helicópteros. Con este golpe de la operación Osiris se marca el final del Clan del Golfo, del cual Úsuga era cabecilla, declaró Duque, quien informó que Otoniel abusó de niños, niñas y adolescentes, por lo que no solamente era de los más buscados por narcotráfico y reclutamiento, sino también por abuso de menores.

Con una vida criminal de más de tres décadas, militó en la paramilitar Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), bajo las órdenes de uno de sus jefes más conocidos, Daniel Rendón Herrera, alias «Don Mario», encargado de lavar activos y pagar extorsiones y cuando en 2009 éste fue capturado, Úsuga y su hermano Juan de Dios, alias “Giovanni”, formaron “Los Urabeños”, otro de los nombres del Clan del Golfo.

Ahora, con el circo mediático formando alrededor de la captura de Otoniel, Iván Duque y su mentor, el genocida Álvaro Uribe, tratan de hacer olvidar el estallido social del paro nacional y lavar la imagen de un presidente con 80 por ciento de desaprobación.

Iván Duque no puede encabezar ninguna movida contra Petro. De hecho, ni siquiera tiene hoy por hoy ningún candidato o precandidato presidencial que defienda su gestión: el presidente es un salvavidas de plomo para cualquiera que pretenda mantenerse a flote en la carrera presidencial hacia mayo de 2022. 

En esta operación que bien podríamos llamar “corramos lejos de Duque” hay que anotar la exploración del senado colombiano (presidido este año por el referente de un partido que apoyó a Duque en la segunda vuelta que lo llevó al Palacio de Nariño) para establecer una comisión parlamentaria binacional con Venezuela que tienda al restablecimiento de las relaciones diplomáticas, rotas desde febrero de 2019.

Ya Duque dijo que mientras él sea presidente, eso no va a suceder. ¿Logrará llegar hasta el final de su mandato?, preguntan algunos preocupados analistas.

Por ahora, la apuesta del gobierno es sobrevivir a base de cortinas de humo, como la detención estos días del capo del Clan del Golfo, Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel. Aunque el gobierno lo califica como el golpe más duro al narcotráfico desde la caída de Pablo Escobar, en 1993, los analistas coinciden en que la captura de Otoniel no cambia las cosas en el aceitado circuito de la producción cocaína y la salida de esta hacia Estados Unidos. Se trata solo de un golpe de opinión.  

Podrá la Colombia del extendido paro y protesta social de los últimos tiempos encaminarse por primera vez en mucho tiempo hacia un gobierno que no esté hegemonizado por la derecha o la ultraderecha. Hoy parecen estar dadas las condiciones, pero no es fácil, nada fácil. 

Ya sabemos que la oligarquía colombiana ha echado manos a todos los recursos para que esto no suceda, desde el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, en 1948, hay que anotar otras figuras de izquierda ascendentes, como Bernardo Jaramillo, de la Unión Patriótica, asesinado en 1990.

En un país donde año a año se bate el récord de dirigentes sociales de base asesinados y donde solo en la represión contra el movimiento del paro en 2021 ya se cuentan por más de un centenar los detenidos y desaparecidos, y por mas de un millar los heridos. 

* Economista y docente universitario colombiano, analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)