La violencia está presente en todas las esferas sociales y ésta se puede manifestar de manera explícita, ya sea en un golpe o en una descalificación y de manera no activa, lo que será motivo de nuestra reflexión. La educación no se encuentra ajena a este problema social, incluso muchas veces pasa desapercibida, pero está […]
La violencia está presente en todas las esferas sociales y ésta se puede manifestar de manera explícita, ya sea en un golpe o en una descalificación y de manera no activa, lo que será motivo de nuestra reflexión.
La educación no se encuentra ajena a este problema social, incluso muchas veces pasa desapercibida, pero está más presente de lo que uno piensa. Nuestro propósito, en este escrito, es develar algunas prácticas del sistema educativo en las que se pueden constatar un tipo de violencia inactiva, dejándolas en el tapete para que cada quien las cuestione de acuerdo a sus experiencias, pues la educación no es ajena a nadie, puesto todos nosotros provenimos de ellas y estamos relacionados con las nuevas generaciones; además, en la educación converge todo la sociedad y la socialización (primaria y secundaria). Junto a esta reflexión queremos brindar una alternativa al sistema formal de educación, siendo ésta la educación popular.
Como uno de los aspectos más evidentes de una violencia no activa al interior del sistema educativo, podemos presenciar el cambio de propósito de la educación que en su origen era la ascensión cultural y por ende social, permitiendo una emancipación que conlleva a un desarrollo íntegro humano. En oposición a ella, podemos percibir desde algún tiempo atrás, el desligamiento del Estado con la educación, dando pie a la municipalización y privatización de los establecimientos. Este suceso produjo una modificación del objetivo central de la educación, pues éste no calzaba con las nuevas necesidades y políticas mercantiles, implementadas por el Gobierno militar -y avaladas por la Concertación- y a nivel mundial, por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), concretizados en la educación por la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (LOCE).
Desde la Dictadura se puede evidenciar el nuevo propósito de la educación que consiste en lucrar con este «derecho» constitucional, en donde todo se compra y se vende, rigiéndose la instrucción por las normas y políticas neoliberales del mercado (oferta y demanda). El ingreso a un establecimiento está estrechamente ligado al pago de una prueba de admisión -que no asegura la entrada- y por ende, la postergación de la equidad en el acceso. Además, los pagos de matrícula, mensualidad, uniformes, útiles, centro de padres y cuotas de curso, condicionan la permanencia en el establecimiento, prevaleciendo lo económico por sobre la competencia, aptitudes y habilidades académicas. Esto se puede apreciar también, en el acceso a la educación superior que exige un «adiestramiento» en un Preuniversitario, rendir la Prueba de Selección Universitaria (P.S.U), y pagar la permanencia en una carrera de educación superior. Violentando así, a las personas que si bien poseen condiciones no tienen los recursos económicos para financiar su educación.
La homogenización de los y las estudiantes, quienes a partir de una cultura globalizada, que establece con anterioridad las herramientas que se entregarán en un contenido, delimita cual será su futuro laboral, puesto que es el Estado quien maneja los contenidos y programas a través de políticas educacionales, las cuales responden a las necesidades particulares de éste, construyendo así la sociedad capaz de avalar y sustentar las políticas del Gobierno.
Es así como surge la mano de obra calificada y barata, a través de los colegios técnicos profesionales, de los Centro de Formación Técnica (CFT)e Institutos Profesionales (IP). De igual manera se origina la problemática de la escasa regulación del Estado con respecto a las «carreras en boga», que es consecuencia de la ley Marco de las Universidades Estatales (Junio1999) que promueve la autonomía de las casas de estudio, entregándole al país profesionales a la merced del mercado. Desde el año 2002 se trabaja para la promulgación de la «Acreditación Universitaria», con la que se pretende regularizar la calidad de la educación superior, pero dicho proceso lo único que busca es construir un ranking, una vez más, de las Casas de Estudio con el propósito de lucrar con la educación.
Esta situación conlleva al sentimiento de desesperanza y frustración en los jóvenes, al constatar, mediante hechos, que la educación no está permitiendo liberarse, surgir en el desarrollo familiar y social, y por ende, en la construcción de un sujeto crítico y transformador de la sociedad, el cual apuesta a la justicia y democracia de ésta. Es así como se pierde la fe en la educación formal, refugiándose en el trabajo, quien está dispuesto a recibir y explotar.
La educación es la única vía en que el hombre y la mujer se encuentran asimismo, pues mediante ella se es consciente de sí y para sí, permitiéndonos ser y llegar a ser, venciendo el determinismo y el estancamiento social.
Otro mecanismo en que el sistema educacional ejerce una violencia implícita es mediante la Verticalidad, cuando un docente se impone ante los y las estudiantes concibiéndolos como alumnos o alumnas -hombres y mujeres «sin luz», que requieren de un maestro «dueño de la verdad» que los conduzca al conocimiento y la razón-. Este ejercicio es frecuente en la práctica docente, puesto que el profesor o profesora establece de antemano los roles y sitios que les corresponden a cada cual, situándose él o ella por sobre los y las jóvenes, olvidando la humanidad de éstos, viéndolos y haciéndolos sentir como objetos, recipientes de contenidos, testigos de instrucción y no agentes ni constructores de su aprendizaje.
La docencia debiera ser la práctica más humanizada y humanizadora, pero en la práctica se extingue dicha esencia, convirtiendo al pedagogo y la pedagoga en un «albañil o constructor de escolares» y no en el guía que debiera ser. El o la profesora debiera dar alas a sus estudiantes y no cortarlas, ayudar a concretar los sueños y proyectos y no destruirlos por la simple falta de vocación o por cansancio del ejercicio profesional.
Frases que demuestran la verticalidad son «Yo soy el o la profesora», «Ustedes deben obedecer»,»Soy la autoridad», siendo esto último lo que enceguece al docente.El abuso de poder que hace doblegar a su estudiante, llevándolo a la sumisión y a caducar su autoestima. Por ello, la falta de opinión, los escasos proyectos de vida, el nulo interés social de los y las jóvenes… ¿Cuánto de ello es culpa de los y las profesoras, «asesinos y asesinas de sueños»?. Cuánta violencia podemos ver en ello, cuánta postergación y esclavitud establecida mediante la educación, la misma que se pensó para liberar al pueblo.
Mientras el o la joven no sea vista como hombre y como mujer pensantes, será imposible ejercer la educación, puesto que son ellos mismos quienes deben construir su aprendizaje, siendo los actores de ello, pues lo que se promueve es «aprender a aprehender», siendo el y la profesora un facilitador de herramientas y un guía, debiendo comprender que no sólo de él o ella proviene la educación, sino de cualquier persona, lugar y situación se puede extraer y no sólo de una vía formal.
Necesario es que la educación se mire, realice una introspección y tome conciencia de sí, para poder mejorar, volviendo al objetivo primario, cumpliendo su propia visión y misión autónoma, no estando al servicio de las políticas ni la economía del momento, sino estando por sobre ellas, pues es más amplia y noble que las otras.
Con respecto a la Calidad podemos apreciar la desigualdad, puesto que ésta se entrega a cambio de dinero, convirtiéndose en la moneda de cambio en diversos aspectos, ya sea con respecto a que la educación en establecimientos particulares y subvencionados está por sobre la municipal. Además, en la enseñanza superior la calidad está estrechamente ligada al aporte económico mediante el Asignación de Fondo Indirecto (AFI). En las universidades que cooptan a los estudiantes de mayores puntajes, ya que ellos traen a la casa de estudio dinero y se evaden de los que teniendo capacidades no pueden ingresar debido al sistema de selección elitista como lo es la P.S.U. manteniéndolos en su escalafón social e impidiéndoles su desarrollo integral.
Los indicadores de calidad de la educación como los resultados del SIMCE y la P.S.U se han tornado en ser una competencia explícita, ya que los sostenedores buscan buenos puntajes no pensando en una mejora educacional, sino más bien, en el posicionamiento social de sus colegios, prueba de esto, es la perdida del sentido del SIMCE, el cual, pasa a ser un indicador de calidad cuasi-económica, puesto que en mejor ranking es sinónimo de un mayor cobro a los y las estudiantes.
Los padres y apoderados ya no escogen el establecimiento para sus hijos e hijas de acuerdo a su proyecto educativo, sino lo hacen en relación al lugar que ocupa en la tabla de ranking que los distintos medios de comunicación difunden, resumiendo el concepto de calidad a un sólo adiestramiento encasillado en los contenidos a evaluar, dejando atrás la integralidad del y la estudiante. Por lo anterior, podemos señalar que la educación se delimita en tanto estos dos indicadores, olvidando una vez más el objetivo primario de la ecuación, violentándola a ella y a su vez, a tantos jóvenes que esperan más y requieren más de su formación
Comprendemos que la educación es un fin en sí misma y no un medio para la «realización como persona» (ser alguien en la vida), sino es mucho más, es un derecho que debe tener objetivos colectivos y una finalidad social. Por ello, podemos señalar que la educación es un proceso individual que se trabaja colectivamente, puesto que es una herramienta de construcción social, de identidades, valores y conciencia. Por lo tanto, cabe mencionar que la educación es un mecanismo para someter al pueblo o liberarlo y su liberación, consideramos, que emana de la Educación Popular.
La educación popular es la que nos interesa destacar, pues se relacionar con el construir herramientas dentro de los sectores populares que vean la liberación como nuestro objetivo final. La educación entonces la consideramos como una herramienta dialéctica mediante la cual los sujetos sociales nos formamos, comprendemos nuestra realidad y la transformamos.
Para comenzar a trabajar el concepto de educación popular es necesario abordar sus orígenes que apuntan a las primeras organizaciones obreras, a mediados del siglo XIX, donde los mineros del norte, los obreros carrilanos, los estibadores de los puertos y otros grupos del emergente proletariado y de sectores campesinos hacían esfuerzos sobre humanos; primero por aprender a leer y luego, por ir generando conciencia dentro de las masas de trabajadores llamando a la organización y la sindicalización.
La teorización del concepto Educación Popular es acuñado y trabajado por Paulo Freire, dejando de manifiesto que él no es el padre de la educación popular, sino es quien la recoge de la práctica llevándola a la teoría, siendo posteriormente, quien pregona una educación liberadora, reivindicadora y popular.
Pero entonces, ¿Qué es la educación popular? Frente a esta interrogante convergen muchas respuestas que provienen de diversos grupos y personas, que las construyen de acuerdo a su posicionamiento ideológico y práctico. Por ello, podemos señalar, que este concepto se encuentra en constante evolución, pues se adapta a las formas particulares de cada individuo o colectividad, de acuerdo a la sociedad en la que se encuentra y al momento histórico determinado.
Si bien el concepto aún no se puede definir, mediante la práctica podemos esclarecer su objetivo que es la comprensión de la realidad de los sujetos, como clase social explotada, y del papel que a todos nos toca ejercer en y para la transformación social.
Por lo mismo, comprendemos a la Educación como: a) la herramienta fundamental, dentro del proceso de construcción de un movimiento generador de una nueva sociedad, b) como un elemento trascendental en la capacidad, que como Pueblo tenemos de reconstruir nuestra memoria histórica, c) como eje transversal en torno al cual, podemos complementarnos, apuntando a revertir la fragmentación y con ello, construir un movimiento que se encamine a la revolución social.
La Educación es un proceso por el cual se logra el aprendizaje, pero, que a la vez, es posible ejercer la dominación. Sin embargo, ésta no es algo propio de la Educación, al contrario, es mediante la enseñanza que podemos generar procesos de liberación del ser humano. Dentro de los procesos revolucionarios ha sido de gran importancia la educación, puesto que a través de ella se han multiplicado las experiencias y herramientas que nos sirven para pensar un mundo distinto, herramientas que nos permiten ver un más allá, aprendizaje que llegan a estar al servicio nuestro, ya que nos entregan conocimientos para lograr el objetivo.
Los procesos educativos se pueden dar en diversos espacios, mucho más allá de lo que comprende la educación formal. Estos espacios pueden ser tan diversos como la vida misma, en donde los valores, la historia (como experiencia), la técnica de día a día y las formas de organizar nuestras vidas nos enseñan métodos y formas de comprender el mundo, de sentarnos a mirar lo que ocurre y pensar en otras soluciones que nos permitan avanzar como Pueblo. Es por ello, que existen muchas experiencias de las cuales nos podemos hacer parte, y aprehender también. Así, los procesos de liberación del Pueblo se han pensado, cuestionado y planificado en donde la educación y la formación de los «más» ha estado presente.
La concepción de educación necesariamente debe romper con el esquema tradicional y plantearse nuevos objetivos y nuevos medios para alcanzar la liberación del Pueblo. No basta participar de un proceso de transferencia de conocimiento, cuyo objetivo primordial es la conservación de un orden pre-establecido y vigente. La educación debe pensarse y pensar en construir una nueva sociedad, comenzando desde la Educación Popular que se dota con la idea de dar y recibir formación individual y colectiva – proceso que busca la revolución y el cambio social -, aprendiendo desde la práctica y teorizando a partir de ella.
El principal papel de la educación en este proyecto político es concedernos, formarnos de capacidades y cualidades para despertarnos, comprender el entorno y transformarlo. Seguidamente, es el eje transversal que articula las demandas de nuestro pueblo. Es una herramienta constructora de nuevas luchas, para lo cual, se deben estipular transversalmente los siguientes objetivos: a) la construcción de capacidad crítica, analítica, transformadora y revolucionaria, b) la transformación social, c) la valoración del sujeto, d) la liberación a través de la enseñanza-aprendizaje y el ejercicio de nuestros derechos, e) la construcción de resistencia y conciencia ideológica, y f) ser la herramienta de construcción del movimiento popular.
Nuestra educación para el proyecto popular se desarrolla principalmente en la familia, espacio colectivo donde se delinean las conciencias y se definen valores básicos que las nutren. Es por ello, que debemos retomarlo y considerarlo como uno de los espacios de nuestra construcción. Sin embargo, la base para nuestra formación es que la educación popular la sentimos como una herramienta de construcción política, en las organizaciones populares y sociales en las que trabajamos, es allí, donde practicamos nuestros valores e ideales de transformación social. Son ellas, una manifestación del pueblo organizado, donde debe declararse verdaderamente la educación liberadora que necesita nuestra sociedad.
Los contenidos de la educación popular deben ser cercanos y deben ayudar a entender y a transformar nuestra realidad. Si sólo asumimos los contenidos como habilidades o competencias en el mundo, estamos actuando como replicadores del orden. Para no reproducirlo se debe contener las siguientes herramientas como ejes centrales: considerar valores, conciencia de clase, los elementos del medio donde esta se realiza, respeto a la dignidad y la diversidad, justicia y solidaridad; conocimientos teóricos y prácticos en forma dialéctica.
Las metodologías y las técnicas generalmente se confunden como conceptos. Sin embargo, debemos dejar en claro que la metodología es un concepto mucho más global que la técnica y que implica objetivos y un sentido político dentro de la labor educativa que realizamos. La técnica simplemente se relaciona con procedimientos para facilitar que ocurra el aprendizaje de determinados contenidos. No obstante, la metodología atraviesa todo el proceso de aprendizaje, y está compuesto de una serie de técnicas. Así una metodología de educación popular no sólo es «entretenida», más bien «Entrete-educativa» y no sólo se caracteriza por sus técnicas, sino que por sobre todo se relaciona con los objetivos liberadores y dialogales que se busca obtener. Por lo mismo la metodología no sólo tiene que ver con el método sino que por sobre todo tiene que ver con lo que queremos hacer.
La metodología de nuestra educación debe romper con la idea que las técnicas son métodos y reforzamientos, tal como se ha planteado antes, la importancia de la forma y el contenido. Por lo tanto, en su metodología deben ser considerado los siguientes aspectos: a) el proceso de intercambio de experiencias y opiniones, b) relación teórica-práctica como proceso de construcción de conocimiento, c) herramienta para la toma de decisiones colectivas, d) sujetos como protagonistas de los procesos educativos, e) énfasis en la formación como interacción, participación y horizontalidad, f) aprendizajes colectivos de acuerdo a necesidades y experiencias comunes, g) Negar el poder individual, h) poseer un sistema que organice los procesos de aprendizaje de nuestro proyecto y de una comunidad, i) una herramienta para desarrollar los objetivos políticos.
Un elemento a considerar, es que no podemos separar las prácticas educativas transformadoras, no podemos hablar en abstracto, ni conceptuarlas sin las y los sujetos sociales que las construyen. No podemos entender una educación «emancipadora» sin prácticas liberadoras, desarrolladas por sujetos en un tiempo y espacio determinado. En otras palabras, la educación en sí misma, como un elemento institucionalizado, no tiene valor, es una falsedad creada, por que tiene la intención política de perpetuar la dominación. No porque se diga que tal o cual acción es educativa, ésta tiene valor.
La Educación popular actualmente consiste desarrollar acciones de formación política de las personas envueltas en las luchas. No quiere decir «cursitos de formación» aislados y teóricos, sino acciones. En general talleres o cursos, que toman lo que las personas saben, piensan y hacen. Es teorizar a partir de la práctica, siguiendo el modelo dialéctico de tomar la realidad y sus prácticas transformadoras como fuentes de conocimientos, como punto de partida y llegada permanente, realizando un proceso de comprensión sistemática, histórica y global de la realidad para, de esta manera, poder comprenderla y transformarla, a partir de las capacidades colectivas de otros sujetos envueltos en luchas complementarias.
Con eso se hace la formación, con el protagonismo de las personas. Las acciones toman la forma del proceso, es decir, se encadenan en función de objetivos. También se llama educación popular a las acciones y sucesos que se desarrollan en medio de los procesos de lucha, que tienen como objetivo que las personas aprendan. Se hace de muchas maneras, pero siempre con mucha participación, diálogo entre todos, con alegría, esfuerzo y respeto entre las personas. De esta manera, el que coordina la actividad propone al grupo que piense cosas que no está pensando, que reflexione, se autocritique, informe y que desarrolle la capacidad de proponer. En conclusión, lo desafía para que comprenda y luche más.
Hablar de la educación en el Movimiento Popular, es ver a la educación como herramienta de construcción política y transversal a todas las luchas, una verdadera arma para fundar pensamiento y capacidades propias. Por tanto, la disputa es ahora estructural e ideológica, es decir, se pretende eliminar el sistema imperante, reemplazando con ello, valores y culturas que no se sustenten el nuevo proyecto de sociedad.
Asimismo, buscar la creación de un nuevo ser humano, que además sea, un sujeto o actor social, el cual respete al medio ambiente y a la vida, el priorizar los procesos por sobre los resultados, plantearse desde y para la Libertad, compartiendo sus experiencias, la unidad en la organización y en los resultados, el rescate de la Identidad como protagonistas sociales y políticos, la intención de plantearse constantemente nuevas interrogantes. El desafío, el punto de encuentro de nuestro proyecto de cambio, es lograr que la educación ligue el pasado, presente y futuro, inste a luchar con ganas, no discriminar, incentivando la participación y la integración todos los días y en cada momento, expresando la solidaridad con contenido de clase, siendo heterogénea y respetuosa de la diversidad, reforzando las contradicciones, buscando el diálogo; pues éstas son algunas de las características más importantes que debe rescatar esta nueva educación popular.
Además, esta educación debe buscar como objetivo final la revolución social. Debe buscar una nueva sociedad, planteándose la lucha por un nuevo poder, más horizontal, democrático y humano. Finalmente, podemos decir que nuestra búsqueda hoy se expresa en la construcción de microespacios, en donde podamos – nuevamente – encontrarnos, re-encontrarnos y avanzar en la construcción o re-construcción del movimiento popular.