Como todos sabemos, la reforma emblemática del programa de gobierno de la presidenta Bachelet es la reforma educacional. Michelle Bachelet y la Nueva Mayoría, se vieron en la obligación de darle esa categoría a consecuencia de las protestas y marchas del movimiento estudiantil de 2011. Fue una estrategia electoral para conseguir el apoyo del movimiento […]
Como todos sabemos, la reforma emblemática del programa de gobierno de la presidenta Bachelet es la reforma educacional. Michelle Bachelet y la Nueva Mayoría, se vieron en la obligación de darle esa categoría a consecuencia de las protestas y marchas del movimiento estudiantil de 2011. Fue una estrategia electoral para conseguir el apoyo del movimiento social y los votos suficientes para volver al gobierno. Había que presentar un programa más «radical» y, obviamente, la manera de hacerlo era tomando en cuenta las consideraciones de la calle. Total, ya estando en el poder, podían hacer todo lo contrario pero pareciendo que hacían lo prometido. A fin de cuentas, la estrategia del «gato por liebre» es una estrategia probada desde tiempos ancestrales y da resultado en un noventa por ciento. El otro cinco por ciento queda aislado pataleando y no implica mayor peligro. Es la triste realidad chilena.
La estrategia del ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre, como queda confirmado en su entrevista del domingo 20 de julio en El Mercurio y el reportaje de La Tercera, del mismo día, es engatusar y desgastar al movimiento estudiantil: dilata, dilata, mira que agota. La entrevista dada por el ministro a El Mercurio, curiosamente la hace el rector de la UDP, que realiza sólo preguntas para lucimiento de Eyzaguirre. Otra estrategia del ministro es lanzar ácidas frases contra la derecha y el poder ¿Su intención? Tomar el pulso a la evolución del movimiento estudiantil y perfilar los próximos pasos. Para ello hace aparecer los proyectos enviados al Parlamento (fin al lucro, al copago y a la selección) como si fueran la panacea para lograr una educación justa y democrática, aduciendo que por eso la derecha los rechaza y que necesita el apoyo de todos para llevarlos a cabo, incluidos los estudiantes y su «bancada parlamentaria». El ministro sabe que sus ex colegas Yasna Provoste y Felipe Bulnes ya han hecho pisar el palito a los estudiantes. Además, Eyzaguirre cuenta hoy con el apoyo del Partido Comunista que, sin pudor alguno, ha accedido a ser coadministrador del sistema neoliberal que impera en Chile.
En la entrevista citada, el ministro ha dicho: «Nuestro deber es atender al movimiento estudiantil en aquello que coincide con el programa y siempre que cuente con el apoyo del Congreso». A buen entendedor pocas palabras, reza el refrán. Poco a poco, y en la medida que baja la temperatura, que se extenúan los gladiadores y el poder continúa infiltrándose con su reguero de prebendas, el ministro va desatando sus verdades. La moraleja es evidente: si el movimiento social y estudiantil no pasa a un estadio superior de la lucha social, jamás habrá reforma de verdad en nada. Si la oruga no da mariposa, no hay negocio.
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