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Reformas políticas en Chile, ¿llave o candado?

Fuentes: Punto Final

Durante estos años se consagrarán reformas políticas de gran relevancia que incluyen demandas centrales como el fin al sistema electoral binominal o una nueva Constitución. Estos cambios pueden ser profundas transformaciones que nos pongan en un camino de democratización, o un candado que cambie algunos elementos para mantener lo sustancial alejado de la deliberación popular. […]

Durante estos años se consagrarán reformas políticas de gran relevancia que incluyen demandas centrales como el fin al sistema electoral binominal o una nueva Constitución. Estos cambios pueden ser profundas transformaciones que nos pongan en un camino de democratización, o un candado que cambie algunos elementos para mantener lo sustancial alejado de la deliberación popular. Lo que hagan el gobierno y el movimiento social será determinante.

La Nueva Mayoría ha optado como estrategia por concentrar toda la «etapa reformista» en 2014 y 2015, buscando dedicarse luego a la proyección y continuidad electoral del conglomerado. En ese marco han decidido dejar para el próximo año el trabajo legislativo en relación a la nueva Constitución, ya que entre otras cosas -principalmente falta de consenso interno- se entiende que ésta puede ser una salida para enfrentar cualquier conflicto social en 2015.

Para la Nueva Mayoría, como para cualquier proyecto político que busca «destensionar» los conflictos de clase y recuperar el consenso social y la confianza en las instituciones y la democracia -elementos que hemos escuchado como premisas a los más antiguos concertacionistas como a los nuevos integrantes del conglomerado-, las reformas políticas son de gran preocupación, y quieren realizarlas en ese anhelado equilibrio entre cambio y continuidad.

La propuesta de reforma al sistema binominal es claro ejemplo de ello. Más que avanzar a una representatividad real, que no implique cuotas de poder concentradas en el duopolio político, se opta por una reforma a medias. Continúa manteniendo a los independientes con menores posibilidades, no cuenta con un sistema proporcional total y, al no tocar la ley de partidos y de elecciones, mantiene los resultados electorales sujetos a la cantidad de recursos con que cada candidatura cuente. Se abren opciones para que fuerzas hoy marginadas del Parlamento lleguen a él, pero no para que el duopolio pongan en riesgo su hegemonía.

Estos cálculos cruzan todas las áreas. Dispuestos a abrir una agenda laboral, no hay intención de asegurar mayor poder a los sindicatos poniendo fin al privilegio de los empresarios de reemplazar trabajadores en huelga. Tampoco instala la posibilidad de negociar por rama o con empresas mandantes y no subcontratistas. En el plano educacional, la participación deliberativa de todos los sectores integrantes de los planteles educacionales no es parte de la agenda -y no quiere serlo-.

La nueva Constitución puede que sea el corolario de estas reformas políticas con tinte de candado. Lo que parece buscar es «despinochetizar » la institucionalidad, sin avanzar a un sistema democrático participativo y deliberante desde las bases populares, manteniendo la separación abrupta entre Estado y pueblo.

Hasta aquí lo dicho podrían ser meras quejas y constataciones de quienes estamos fuera del gobierno en la vereda de la Izquierda. Pero no… hay que saber qué hacer en este escenario.

Una cosa es clara, no podemos permitir más candados. Al contrario, debemos asegurar aperturas democráticas que, ligadas a un programa político y social enraizado en un movimiento popular robusto, permita avanzar hacia cambios profundos. Es clave que articulemos nuestras demandas en relación a un programa de reformas políticas que sirvan como llaves, que nos permitan ganar espacios de organización y decisión, que refunden Chile con la participación de un pueblo que es capaz de decidir los destinos del país.

Nuestra agenda debe contemplar la discusión de la nueva Constitución y la reforma educacional como momentos clave, que deben encontrarnos organizados y con propuestas enraizadas en el movimiento social. Si 2015 es para la Nueva Mayoría el cierre del proceso reformista, nosotros debemos tratar que sea sólo el comienzo.

 

Publicado en «Punto Final», edición Nº 806, 13 de junio, 2014

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www.puntofinal.cl

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