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Reforzar a Uribe, el gran objetivo de la gira de Bush por América Latina

Fuentes: Rebelión

El periplo que el presidente de Estados Unidos ha realizado por América Latina ha tenido cuatro objetivos: recuperar un terreno para una economía estadounidense que en los últimos años ha perdido posiciones a favor de los países europeos, China, Rusia e incluso Irán; reforzar las posiciones de la «izquierda correcta» (gobiernos pretendidamente de izquierda que […]

El periplo que el presidente de Estados Unidos ha realizado por América Latina ha tenido cuatro objetivos: recuperar un terreno para una economía estadounidense que en los últimos años ha perdido posiciones a favor de los países europeos, China, Rusia e incluso Irán; reforzar las posiciones de la «izquierda correcta» (gobiernos pretendidamente de izquierda que mantienen una políticas económicas dentro de los parámetros neoliberales y de acuerdos con el Fondo Monetario Internacional) frente a izquierda incorrecta que representa Hugo Chávez; contrarrestar la influencia que la Revolución Bolivariana está teniendo en todo el continente y, la más importante a juicio de quien escribe: una visita de sólo seis horas para reforzar a su gran aliado en la región, Álvaro Uribe, en unos momentos en los que su política y su imagen están siendo seriamente cuestionados por el escándalo de la para-política. Un dato: Bush y Uribe se han reunido en diez ocasiones desde que éste último alcanzó la presidencia de Colombia en 2002.

La constatación de las alianzas que mantenían diputados, senadores y el propio Uribe con los paramilitares se ha convertido en el gran problema para que el Tratado de Libre Comercio sea ratificado por el Congreso de los Estados Unidos e, incluso, para la ampliación del Plan Colombia puesto que los dirigentes demócratas de los EEUU han manifestado en reiteradas ocasiones serias reservas en ambos aspectos. Estos dos aspectos son cruciales en el futuro puesto que tras el anuncio del presidente de Ecuador, Rafael Correa, de no renovar el contrato de utilización de la base de Manta para las tropas de EEUU, este país necesita un lugar seguro desde el que operar y controlar una zona vital para sus intereses mientras continúe la inestabilidad en Oriente Medio.

Aunque no hay que esperar grandes cambios en la política exterior estadounidense pese a que los republicanos hayan perdido el control del Congreso y del Senado, Bush no tiene garantizada la aprobación de sus planes tal y como ahora están diseñados. Un alto porcentaje de demócratas han sido elegidos con el apoyo de los diferentes sindicatos estadounidenses y éstos son especialmente receptivos a la denuncia realizada por las centrales sindicales colombianas respecto al hecho de que Colombia es el país latinoamericano, y casi mundial, donde más dirigentes obreros y sindicales han sido asesinados en la última década.

El Centro de Solidaridad de la AFL-CIO, la central más importante de EEUU, ha elaborado un documento que cifra en «unos 4.000» los sindicalistas asesinados en Colombia en el período comprendido entre 1986 y 2002 (1). A esta cifra hay que añadir otros 72 en el año 2003, 99 en 2004, 70 en 2005 y 71 en 2006. La AFL-CIO (Federación Estadounidense de Trabajadores-Congreso de Organizaciones Industriales, por sus siglas en inglés), elaboró un documento el 4 de octubre de 2006 (2) en el que recomendaba que no se firmase el TLC con Colombia por la complicidad del gobierno de Álvaro Uribe con los asesinatos de sindicalistas y no cumplir con los estándares básicos de respeto a los derechos humanos.

Los vínculos de la AFL-CIO y el Partido Demócrata son muy estrechos, tanto que la AFL-CIO reconoció que en las elecciones de noviembre de 2006 su apoyo fue esencial para la derrota de los republicanos, por eso los cuatro principales sindicatos de Colombia (CUT, CTC, CGT y CPC) han enviado un escrito a la central estadounidense solicitando su intercesión para que se paralice la firma del TLC en el Congreso aprovechando sus vínculos con los demócratas. La presión parece que ya está dando algunos frutos puesto que significados miembros de este partido exigen cambios en el TLC especialmente en el apartado de protección de los derechos de los trabajadores que ejercen una función sindical. Así se han expresado públicamente dos pesos pesados del Partido Demócrata, James McGovern y Patrick Leahy. El primero lo ha dicho el pasado 2 de marzo y en Bogotá: «la aprobación del TLC dependerá de los logros que el gobierno del presidente Alvaro Uribe muestre en materia de derechos humanos. Un sinnúmero de sindicalistas han sido intimidados, amenazados y asesinados en Colombia. Yo le sugiero [a Uribe] como acción específica, investigar, juzgar, condenar y poner en la cárcel a los autores de esos crímenes». El segundo lo hizo en Washington el día 4: «aún es muy prematuro saber si el TLC será aprobado porque [a los legisladores de EEUU] nos preocupa la situación de los sindicalistas colombianos» (3).

El Partido Demócrata no se opone al Tratado de Libre Comercio con Colombia, consciente de que el volumen comercial entre los dos países es muy importante aunque está en retroceso. En los últimos años se ha reducido en 10 puntos (del 49’58% al 39’56% según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas) y ello se traduce en que mientras las exportaciones de Colombia hacia otros países ha crecido en el período comprendido entre los años 2000-2006 en un 15’1% las que tenían por destino al poderoso vecino del norte del continente lo hicieron en un 13’8% (4). Con su obsesión en Oriente Medio, los EEUU han descuidado su tradicional patio trasero, que se les ha estado yendo no sólo en cuestiones políticas (Venezuela, Bolivia, Argentina, Ecuador) sino también en el ámbito comercial.

Pero si la firma del TLC es importante para los EEUU lo es aún más para Colombia, que viene haciendo desesperados esfuerzos para que su aprobación se haga cuanto antes. De hecho, tras la visita de Bush, el nuevo ministro de Asuntos Exteriores, Fernando Araujo, va a visitar Washington con la finalidad de «convencer» a los demócratas «de la importancia estratégica del TLC para Colombia», un país «socio y aliado estratégico de los EEUU».

Por lo tanto, Uribe y Bush están haciendo lo imposible porque dicha aprobación se realice cuanto antes y este encuentro tiene cono finalidad dar un espaldarazo a Uribe y eliminar resquemores entre los demócratas en unos momentos en los que la debilidad de Uribe es evidente. De ahí que en la redacción del Plan Colombia II se haya añadido una denominada «Estrategia para el Fortalecimiento de la Democracia y el Desarrollo Social» que pone el énfasis en el gasto social, desarrollo alternativo, derechos humanos y atención a desplazados, en contraposición al narcotráfico y terrorismo que caracterizaban el Plan Colombia I. Es evidente que se ha redactado así para consumo de los demócratas y facilitar su aprobación. Pero, al igual que sucedió con el Plan Colombia I, la mayor parte del montante económico que se consiga irá a parar a la lucha contra la guerrilla.

Otro aspecto a reseñar es que tanto el TLC como el Plan Colombia son cruciales dentro de la estrategia de ambos para contener la expansión de la Revolución Bolivariana que encabeza el presidente de Venezuela, Hugo Chávez. De hecho, la nueva fase del Plan Colombia tiene un preocupante apartado en el que se habla de un acuerdo entre los dos países para «enfrentar las amenazas a la seguridad nacional de Colombia» (5). Esta afirmación sólo se puede entender en dos vertientes: o supone un reconocimiento expreso del éxito de la guerrilla y de que a largo plazo pueda tomar el poder o, por el contrario, lo que se está diciendo es que la Venezuela Bolivariana supone una amenaza para Colombia.

Intervención directa del Ejército de EEUU en Colombia

Mientras los medios de comunicación estadounidenses y sus ramificaciones satelitales en diferentes partes del mundo han lanzado una campaña propagandística sobre la «amenaza» que para sus vecinos representa la compra de armas a Rusia por parte de Venezuela, se ha ocultado con profusión un hecho más que notorio: el Ejército colombiano es uno de los mejores preparados de la zona y el número de sus efectivos se ha incrementado un 44% desde la llegada de Uribe a la presidencia, el año 2002. Entonces tenía 280.000 soldados y ahora está en los 405.000, que van a consumir un total de 5.200 millones de dólares tal y como está presupuestado para este año.

Sin embargo, ni el incremento de hombres ni la mejora del material ha podido con la guerrilla de las FARC-EP, que han derrotado primero al Plan Colombia I, luego al Plan Patriota y ahora van a derrotar los nuevos planes militares que se están diseñando. Luego sólo queda una opción: una mayor implicación del Ejército de los EEUU en el conflicto colombiano.

Es conocido que las Fuerzas Especiales de EEUU están instaladas en el departamento de Arauca, en la frontera con el estado de Apure (Venezuela), con una función que es, oficialmente, apoyar al Ejército y a la Policía colombianas en la protección de la infraestructura del petróleo. Aquí está el yacimiento de Caño Limón, reiteradamente saboteado por la guerrilla, especialmente el ELN y donde se vive en estos momentos un durísimo enfrentamiento entre unas FARC crecidas y un debilitado ELN. Si las FARC pasan a ser hegemónicas en este departamento, el enfrentamiento con las tropas estadounidenses está servido, máxime cuando los EEUU han entregado a Colombia diez helicópteros de combate UH-1 Huey y UH-60 Black Hawk específicamente para ser usados en este departamento. Y, por otra parte, Arauca se ha convertido en uno de los lugares desde los que se infiltran paramilitares colombianos en Venezuela, hasta el punto de que la extorsión a venezolanos y asesinatos de sindicalistas y dirigentes campesinos de este país se han venido produciendo con regularidad en los últimos dos años, tal y como viene denunciando con regularidad el Frente Nacional Campesino «Ezequiel Zamora» de Venezuela. Un hecho que ha obligado a la Fuerza Armada Nacional de Venezuela a iniciar un operativo de seguridad de gran envergadura en Apure, el estado fronterizo con Arauca (6).

Es menos conocida la presencia de militares estadounidenses en La Guajira, en la parte norte del país, fronteriza con el estado de Zulia (Venezuela), y que en Colombia hay formalmente 800 asesores militares, además de una cifra desconocida de contratistas privados. Precisamente tres de esos asesores fueron capturados por las FARC cuando su avioneta fue derribada por el fuego guerrillero el año 2003 y aún están en su poder.

Asesores y contratistas están comenzando a entrar directamente en combates y en acciones militares contra la guerrilla. Un diario poco sospechoso de crítica con el gobierno Uribe, «El Tiempo», titulaba informaba el pasado 9 de marzo que «militares de EEUU estuvieron en una operación de búsqueda de secuestrados en Caquetá», un hecho confirmado por la embajada de EEUU.

Que un hecho de estas características se produzca poco antes de la visita de Bush implica que hay una decisión de los dos países de apostar por intentar un rescate militar de los militares y policías capturados por las FARC y, de forma prioritaria, el de los tres asesores estadounidenses. Este va a ser, a buen seguro, uno de los principales asuntos que van a tratar Uribe y Bush. El diario «El Tiempo» vuelve referirse a ello: «en una carta fechada el 23 de enero y dirigida a Northrop Grumman, (compañía para la que trabajaban los tres estadounidenses), Stephen J. Hadley, asesor de Seguridad Nacional, dijo que el gobierno había incrementado los recursos dedicados a este asunto en Bogotá, es decir, respaldar a fondo todos los recursos nacionales y de inteligencia disponibles»(7). Un miembro tan alto en el escalafón de la Administración Bush no dice eso si no se ha tomado ya la decisión de intervenir directamente.

Dificultar la integración

Con la decisión del presidente ecuatoriano de no renovar el contrato de uso de la base de Manta a las tropas estadounidenses más allá del año 2009, el Comando Sur de los EEUU tiene que rediseñar sus planes de control regional. Cada vez está mas claro que el uso de Manta no tenía mucho que ver con el supuesto objetivo de control del tráfico de drogas en la zona puesto que se ha incrementado notablemente y comienza a afectar a Ecuador, lo que antes no sucedía. Nuevos focos de inestabilidad regional están a la vista en el futuro con el único objetivo de dificultar la integración regional política y económica que se ha puesto en marcha y en el que la consolidación del ALCA va a ser uno de sus más importantes factores.

Uribe, como buen alumno de Bush, ha procurado dificultar en todo lo posible la labor de sus vecinos más díscolos con la ortodoxia política de la «viabilidad» política (que practican tanto Lula en Brasil como Tabaré Vázquez en Uruguay, por citar sólo los dos países de la «izquierda correcta» que están incluidos en la gira de Bush) y económica. Si sonoro fue el secuestro del integrante de la comisión internacional de las FARC, Rodrigo Granda, en Venezuela para crear un grave conflicto diplomático a Chávez, no menos sonora ha sido la reanudación de la fumigación con glifosato nada más tomar Correa posesión como presidente de Ecuador. Uribe es consciente que también está perdiendo la lucha contra el narcotráfico y quiere presentar algún logro a su mentor. Si bien en términos porcentuales se ha producido un descenso en el número de hectáreas cultivadas, no es menos cierto que se ha pasado a un mayor ámbito territorial: la Oficina Anti Droga de la ONU estima en un informe que en 1999 se cultivaba algún tipo de droga en 12 departamentos de Colombia y en 2004 se hacía en 23 departamentos, siendo los más importantes los de Meta, Nariño y Guaviare (8).

La Colombia de Uribe es vital para los EEUU en la zona andina y amazónica. Uribe, al igual que Calderón en México, son las cuñas estadounidenses en el proceso de integración regional latinoamericano. La Administración Bush sabe que cuenta con ellos, de ahí que les visite para reforzarles. Gira anti Chávez sí, pero este factor va acompañado de los otros.

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(1) La Jornada, 16 de junio de 2006.

(2) «The U.S.-Colombia Free Trade Agreement», 4 de octubre de 2006. http://www.aflcio.org/issues/jobseconomy/globaleconomy/upload/colombia_LAC_report.pdf

(3) AFP, 7 de marzo de 2007.

(4) EFE, 8 de marzo de 2007.

(5) Alberto Cruz, «EEUU elabora el «Plan Colombia II» para su agresión contra Venezuela» http://www.rebelion.org/noticia.php?id=29071

(6) Prensa Latina, 9 de marzo de 2007.

(7) El Tiempo, 10 de marzo de 2007.

(8) UNODC, informe 2004.

Alberto Cruz es analista del Centro de Estudios Políticos para las Relaciones Internacionales y el Desarrollo

[email protected]