El Movimiento Patriótico Manuel Rodríguez lamenta profundamente el fallecimiento de 44 conscriptos y un sargento en las inmediaciones del volcán Antuco, acaecidos recientemente y se solidariza con el dolor de los familiares. Sin embargo, no podemos expresar lo mismo respecto al Ejército, al comandante del regimiento, al alto mando institucional y a las autoridades políticas […]
El Movimiento Patriótico Manuel Rodríguez lamenta profundamente el fallecimiento de 44 conscriptos y un sargento en las inmediaciones del volcán Antuco, acaecidos recientemente y se solidariza con el dolor de los familiares.
Sin embargo, no podemos expresar lo mismo respecto al Ejército, al comandante del regimiento, al alto mando institucional y a las autoridades políticas de la nación.
Ese lamentable suceso no tiene disculpa alguna y de él son responsables en primer lugar, el ex comandante del 17 Regimiento Reforzado «Los Ángeles» y el comandante de la compañía de morteros.
Lo decimos con la experiencia de militares del pueblo que combatimos en otras tierras y lo hicimos aquí, contra la dictadura.
Es inaceptable que quienes se dicen militares de profesión, no hayan adoptado todos los resguardos propios de los aseguramientos multilaterales para la realización de un ejercicio militar, en este caso específico, movilizar al contingente desprovisto de vestuario y calzado adecuados para las montañas del sur del país en la época invernal; sin equipos de comunicaciones adecuados, sin carpas auxiliares para refugiarse frente a cualquier evento que modifique la planificación, como pueden ser los cambios climáticos bruscos, entre otros imprevistos; sin raciones de marcha para consumir durante los desplazamientos superiores a ocho kilómetros. Es evidente que la presencia de estos elementos, hubiera evitado el fatal desenlace.
Pero tampoco hubo una adecuada apreciación de la situación para ordenar la marcha de los conscriptos de regreso a la ciudad, porque no se consideró los pronósticos del tiempo que advirtió del arribo de un sistema frontal a la zona, que azotaba el lugar antes de emprender la caminata, como relatan algunos de los sobrevivientes.
Este conjunto de factores refleja el fondo de esta crisis.
Contamos con un Ejército que desde 1879 sólo ha cumplido con el rol interno de proteger los intereses de un sólo sector de la sociedad y que ha reprimido a los sectores populares cada vez que sus intentos por cambiar el injusto orden imperante, lo han acercado a sus metas. Función que tuvo su más alta expresión con el golpe de Estado de 1973 y los 17 años de dictadura que le siguieron.
Hasta hoy, tanto el Ejército, como las restantes ramas de las FF.AA., poco o nada han cambiado. La bullada modernización ha sido un proceso cosmético que ha retocado en parte las formas, pero nada en el fondo.
El mismo desprecio por la vida de sus compatriotas que mostraron para reprimir durante la dictadura, lo ejercieron en el volcán Antuco, lo mismo que en el caso de otros tres conscriptos fallecidos en el presente mes, como es el caso del conscripto muerto por una bala durante ejercicios en Lo Aguirre y dos en el sur del país.
Por todo lo señalado demandamos:
Que la justicia civil designe un ministro en visita investigue los hechos y procese a quienes resulten responsables del fallecimiento de los 45 soldados.
El comandante en Jefe del Ejército debe renunciar y lo mismo debe hacer el ministro de Defensa, Jaime Ravinet.
Proponemos:
Se debe iniciar de inmediato un debate nacional que aborde el diseño de una nueva fuerza pública y la elaboración de una nueva doctrina de defensa, pues la Doctrina de Seguridad Nacional, actualizada bajo la nueva realidad mundial, nos arrastra al desarrollo de FF.AA. que no sólo acentuarán su papel interno dentro del propio territorio, sino que lo aplican como en Haití, a otros pueblos.
Este proceso debe culminar en un plebiscito que refunde a la fuerza pública por completo y dé paso a una nueva doctrina de defensa.