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Repensar la paz para reinventar la esperanza

Fuentes: eln-paz.org

Hoy el proceso de paz en Colombia está atravesando su fase más crítica. Una serie de acontecimientos han golpeado con mucha fuerza la coyuntura del país y han agudizado las condiciones adversas que ya venía mostrando el camino de la paz. De manera inicial, para esta reflexión es necesario mencionar tres golpes evidentes a las […]

Hoy el proceso de paz en Colombia está atravesando su fase más crítica. Una serie de acontecimientos han golpeado con mucha fuerza la coyuntura del país y han agudizado las condiciones adversas que ya venía mostrando el camino de la paz. De manera inicial, para esta reflexión es necesario mencionar tres golpes evidentes a las posibilidades de la paz en Colombia. El primer golpe se refleja en las dificultades, demoras, recortes y limitaciones a lo pactado, que han impedido llevar a buen término la implementación de los acuerdos firmados entre el Gobierno y las FARC, el principal efecto a esta situación de demoras en la materialización de los acuerdos, es que ha creado una percepción de incredibilidad e incertidumbre, cada vez más extensa en la sociedad, asumiendo una carga valorativa negativa en relación a ese proceso.

El segundo golpe tiene que ver con algunos hechos recientes que han afectado el curso de la mesa de negociaciones entre el gobierno colombiano y el ELN; en la actual coyuntura, la mesa pareciera distanciarse de la sociedad y el efecto negativo de la percepción existente sobre la implementación del proceso con las FARC está incidiendo de manera poco favorable en el avance y las expectativas en la evolución de este segundo proceso de paz.

El tercer golpe que también merma la confianza en la paz de Colombia es el hecho de que se haga cada vez más crítico el panorama social y político que vive el país ante los evidentes riesgos y miedos que hoy perciben diversos líderes y lideresas sociales y comunidades que exigen las garantías fundamentales para ejercer sus derechos políticos y civiles en la defensa de la paz. La dramática cifra de asesinatos, amenazas, detenciones arbitrarias y la ausencia de posibilidades reales en los territorios para el ejercicio público de los líderes sociales en su necesario papel para la búsqueda de alternativas de paz, define una limitación concreta a la posibilidad de que las comunidades avancen en la construcción de propuestas para una nación con inclusión y pluralidad.

En relación a lo ya mencionado presentamos algunos hechos e ideas que permiten ubicar algunas de las dimensiones de lo que se podría denominar como la «crisis de la paz en Colombia«, y planteamos algunas claves necesarias para la construcción y proyección de caminos de esperanza en Colombia. Para insistir en la búsqueda de un proyecto de país con bienestar, paz y dignidad para las mayorías, debemos desnudar la crítica realidad que vive Colombia, y quienes asumimos una postura política por la emancipación, debemos leer y comprender la realidad con franqueza, responsabilidad, compromiso y esperanza.

La crisis de la paz en Colombia

Desde nuestra reflexión crítica, ubicamos cuatro perspectivas desde las cuales es posible identificar asuntos que son neurálgicos para las posibilidades de la paz en Colombia. Dentro de la crisis encontramos dimensiones que, si bien no son antagónicas entre sí, al separarlas nos ayudan a comprender y ubicar con mayor claridad las implicaciones de cada una de ellas.

A- Crisis de legitimidad:

La construcción de la legitimidad se da con relatos y con hechos. La política de paz está cargada y construida sobre una compleja maraña de narrativas y acontecimientos. La polifonía de relatos y lo que ha ocurrido recientemente en el país está generando un ambiente confuso y poco favorable para la credibilidad del mismo, y si la gente no cree en algo no es posible que las propuestas tengan eco y materialidad: en ello radica el problema fundamental de la legitimidad de la paz en Colombia.

Algunos de los hechos y discursos que inciden en la legitimidad de la paz son los siguientes: la poca credibilidad que tiene el saliente gobierno de Santos, la precaria implementación del acuerdo con las FARC, el aumento de los cultivos de coca, la proliferación de las disidencias, la ausencia de una hoja de ruta clara sobre la cual camine la política de paz, el número de lideresas y líderes sociales asesinados, amenazados y detenidos, las distintas trabas y condicionamientos unilaterales para el avance de la mesa de negociaciones entre el ELN y el gobierno, la insuficiente apertura política de la sociedad respaldando la paz, y el creciente ambiente de polarización política que vive el país.

B- Crisis burocrática:

El Estado colombiano se ha mostrado incapaz de concretar y materializar las políticas, planes, programas y proyectos relacionados a la paz. Un elevado número de funcionarios de diversas instancias e instituciones públicas han logrado hacer muy poco para avanzar en la materialización de los acuerdos pactados. El llamado que hicieron recientemente tres importantes países cooperantes para la paz de Colombia (Noruega, Suecia y Suiza) preguntando sobre la destinación y ejecución del dinero suministrado para la implementación de la paz, puso en evidencia la dinámica estructural de un Estado corrupto, tramposo y clientelista que es incapaz de ejecutar los recursos de manera eficiente, proporcional y oportuna.

El Estado colombiano se podría asemejar a una figura multicéfala, en la que cada cabeza tiene su dinámica autónoma para moverse, donde una cabeza puede atacar una parte del cuerpo y donde queda claro que siempre las cabezas pueden estar en disputa, tensión y contingencia. La crisis burocrática se refleja en el hecho de que hay una sola cabeza que tiene algún interés en la paz, pero que se debe enfrentar a otras cabezas que la atacan, la cuestionan, le quitan parte de su vitalidad, y, de paso, la van persuadiendo para que modifique sus intereses y comportamientos.

C- Crisis política:

Dimensionar la crisis política que vive la paz es posible cuando encontramos las diferentes visiones y perspectivas que se van moviendo y ubicando en el plano de la disputa por la hegemonía. Vemos por un lado a las clases dominantes en una tensión latente entorno a los alcances, dimensiones y visiones que tendría la paz, pero esta entendida esencialmente como estrategia de rendición de las insurgencias para la dominación y control social. Por otro lado, vemos también a los sectores contra hegemónicos y populares en una búsqueda de la esperanza pero sin articulación, con escepticismo y con muchos miedos generados por los ataques directos de que han sido objeto. En este sentido, los alcances de la paz no se avizoran y se sienten lejanos.

Un claro ejemplo de la crisis política de la paz lo encontramos en la preocupante y dramática crisis interna que está viviendo el emergente proyecto político de las FARC; hay una serie de hechos que han propiciado y agudizado esa crisis: la suspensión de la candidatura de Timoleón, la compleja situación jurídica con Santrich en una operación dirigida desde Washington, la ausencia de garantías para el ejercicio público de su militancia en muchos eventos públicos, la confusión que se genera en la sociedad con la exposición de posiciones contradictorias entre militantes de este emergente partido, y los reiterados mensajes cargados de odio, polarización e intolerancia de un sector de la sociedad en contra de su proyecto político emergente, o la renuncia de Iván Márquez al senado de la Republica por falta de garantías.

D- Crisis del proceso:

Entre varios sectores sociales alternativos y democráticos de Colombia que han apoyado la paz hay una atmósfera de angustia y preocupación por una premisa básica compartida entre muchos: queda poco tiempo para los diálogos y para la paz; se está terminando el gobierno de la paz.

Esta limitación de tiempo genera una crisis al proceso, la cual es trasversal a las otras tres crisis expuestas, pero va más allá de cada una. Con ello se pone en evidencia que la política de paz pareciera responder a un interés de gobierno y no de Estado. Es una crisis que marca y define la posible continuidad, la finalización o la suspensión de una ruta por la paz, al tiempo que permitirá agudizar las confianzas, las angustias, o las salidas al problema. Hablar de la crisis del proceso implica asumir y reconocer la contingencia misma de que se imponga en el corto plazo el escenario de guerra como única alternativa. Esta no es una crisis cosmética y debemos estar alerta en tanto la balanza se está inclinando a favor de un sector político: hoy, los instigadores a la guerra están ganando la partida política en Colombia y avanzan con la fórmula electoral de más balas igual a más votos. La crisis del proceso asfixiará la posibilidad de la paz, la verdad y las transformaciones, y buscará con ello dar vida a la despreciable estrategia de la clase política tradicional para perfilar como su principal forma de legitimación política apelando a la violencia, al odio y la guerra.

Ante la crisis actual, ¿cómo reinventar la esperanza?

Una pregunta obligada para cualquier revolucionario, emancipador o demócrata radical en la Colombia actual es: ¿Cómo revertir la tristeza y la complejidad del contexto actual en propuestas que llenen a las comunidades de alegría y posibilidades de empoderamiento? Hoy estamos en la obligación de leer la realidad críticamente y procurar comprenderla con franqueza, responsabilidad y esperanza, es nuestra obligación para encontrar salidas al contexto actual.

En este contexto y para reinventar la esperanza, debemos enfocar todas nuestras fuerzas y capacidades en construir y pensar una apuesta emancipadora: a pesar del difícil contexto, no podemos olvidar que siempre es posible luchar, siempre será posible soñar y pensar nuevos mundos. El mundo siempre podrá ser reinventado, y nuestras manos, energías y capacidades, sin duda, pueden empujar y cambiar lo que se deba transformar.

La primera clave para reinventar la esperanza es apropiarse de la reflexión crítica como herramienta fundamental para comprender lo que no está bien. La crítica, entendida en su plena dimensión, es algo más que la posibilidad de leer la realidad, también es la herramienta que nos habilita la capacidad de asumir los errores, y también es el punto de inflexión entre lo que está mal y lo que puede ser. Es decir, la crítica debe asumirse en su dimensión de reflexión, pero sobre todo en su potencialidad de generar y parir nuevas realidades y alternativas.

La segunda clave para reinventar la esperanza es adicionar la creatividad a los elementos que la lectura crítica nos arroja. La creatividad es la única posibilidad para poder integrar, complementar y armonizar todos los elementos que la primera clave nos da. La esperanza no emerge y no es posible que sea inventada de la nada, debemos apropiar y ajustar sobre la base de la experiencia.

La tercera clave para caminar en la vía de la esperanza es pensar y motivar una posición ética profundamente movida por una postura política que se va perfilando luego de que nuestras ideas pasen por los filtros de la crítica y la creatividad. La ética que emerja de nuestra apuesta emancipadora tiene una serie de imperativos inamovibles, tales como la necesidad de defender la vida, de procurar generar relaciones armónicas entre la naturaleza, de pensar la ética hacia adentro… Debemos preguntarnos por nuestro ADN: saber y potenciar lo que somos como proyecto revolucionario, comprender y expresar lo que pasa con nosotros, y cómo actualizamos lo que somos en proyección de lo que queremos. Tenemos la necesidad de pensar una ética de la inconformidad, una ética movida por un imperativo emancipador, ya que toda reflexión sobre lo ético gira necesariamente entorno a la pregunta por el deber ser, por lo que hacemos; sobre todo, respecto a lo que hacemos en el esfuerzo de transformar lo que somos y nuestro entorno. Esta tercer clave le marca a nuestra propuesta el horizonte de futuro.

Finalmente, para construir nuestra apuesta esperanzadora es necesario tener la capacidad de compartir y tejer nuestra propuesta en relación a otras realidades. Debemos traducir en la realidad política nuestra consigna de que hay que ser capaces de ser con otros. El hecho de compartir y articular esa posibilidad de esperanza entre varios es lo que dará mayor potencia y materialidad a nuestra apuesta emancipadora. La paz no se puede acotar a un único actor, a un único territorio o a una única problemática, de ahí que todos los sectores interesados en que Colombia pueda avanzar en caminos y posibilidades de paz debemos propiciar y generar todas las alternativas de confluencia, articulación, complementariedad y diálogo que nos permitan encontrar propuestas y acciones que se traduzcan en posibilidades de paz, democracia, participación y dignidad para las grandes mayorías de Colombia.

Pensamos que hoy la paz, para poder reinventarse y recobrar su fuerza transformadora, debe ser más que una consigna, debe constituirse en un imperativo articulador y de unidad para el movimiento social, popular, democrático y alternativo en Colombia. Es nuestra responsabilidad llenar de contenido las políticas, propuestas y alcances de la paz en Colombia y para materializarlo debemos dejar a un lado posiciones dogmáticas, poco reflexivas y acríticas. Hoy debemos exigirnos nuestra mayor capacidad de creatividad y reflexión para encontrar las propuestas y posibilidades que nos permitan sortear este contexto incierto y difícil.

Desde la gestoría de paz del ELN ratificamos al país la voluntad de motivar y reinventar la esperanza, de construir una nueva nación con dignidad y bienestar para las mayorías, tenemos un interés genuino en que avance la dinámica de participación de la sociedad por medio de acciones concretas y prontas como hechos que alimenten la esperanza y la paz. Tenemos, como organización insurgente, una gran responsabilidad y anhelo de responder positivamente a la sociedad que participó en las audiencias preparatorias llevando sus insumos, recomendaciones y criterios para fijar los alcances y las formas cómo asumen y entienden este ejercicio autónomo y empoderador. Tengan la certeza de que el ELN seguirá colocando y exigiendo el cumplimiento y concreción de este punto de la agenda dentro de las prioridades para que avance la mesa de diálogos, porque consideramos que es la única forma posible para generar confianza y hechos de paz reales: construyendo así, en la práctica y con hechos, acciones de paz y transformación entre todas y todos, es como podremos avizorar una realidad distinta.

Fuente original: http://www.eln-paz.org/index.php/gestoria-de-paz/notas-informativas/191-repensar-la-paz-para-reinventar-la-esperanza