El final de la Guerra Civil Española, con la victoria de un bando que se caracterizó siempre por la implacable y sanguinaria represión que practicaba, obligó a muchos españoles a dejar su patria y buscar refugio en otros países. El estado convulso de Europa en aquellos momentos y la extrema solidaridad de personajes como Lázaro […]
El final de la Guerra Civil Española, con la victoria de un bando que se caracterizó siempre por la implacable y sanguinaria represión que practicaba, obligó a muchos españoles a dejar su patria y buscar refugio en otros países. El estado convulso de Europa en aquellos momentos y la extrema solidaridad de personajes como Lázaro Cárdenas, presidente de México a la sazón, hicieron que Latinoamérica fuera uno de los destinos más favorables que se encontraron, pero no fueron pocos los españoles acogidos en la URSS.
Merced al trabajo de un buen número de investigadores, existe hoy abundante información disponible sobre los que fueron a la Unión Soviética. Hubo entre ellos 2895 niños, que pasarían a ser los «niños de la guerra» o «niños de Rusia». A estos los acompañaban unos 130 maestros y auxiliares. En Rusia quedaron 156 marinos y oficiales de 9 barcos republicanos anclados en puertos rusos, así como 200 pilotos de la última promoción que se preparaba en Kirovabad (Azerbaiyán). Hay que contar además a unos 890 dirigentes y militantes del PCE y el PSUC, que por afinidad ideológica partieron hacia allí. En 1945, a los anteriores se añadieron 44 españoles que llegaron a Rusia procedentes de Berlín.
La investigación de las historias de estos hombres, atrapados en la conflagración que estaba a punto de estallar en Europa, alejados de su patria y viviendo muchas veces en condiciones extremas, tiene un interés humano e historiográfico extraordinario. La historiadora Luiza Iordache ha contribuido a este empeño con su tesis doctoral: En el Gulag. Españoles republicanos en los campos de concentración de Stalin, defendida en la Universidad Autónoma de Barcelona, que trata de investigar una faceta negativa del hecho globalmente positivo que supuso la acogida de muchos españoles en la Unión Soviética. Se trata de un estudio enormemente riguroso, pero al mismo tiempo ameno y pleno de detalles y emoción humana sobre el internamiento en el Gulag de algunos centenares de pilotos, marinos y maestros de los «niños de la guerra», sus peripecias en el universo concentracionario, los trámites para su liberación y las circunstancias en que al fin pudo conseguirse esta. El trabajo acaba de ser publicado por RBA con un prólogo de Ángel Viñas.
El primer episodio abordado, que cubre un lapso de 1937 a 1944, corresponde a la historia de los españoles que se encontraban en la URSS al final de la guerra: pilotos y marinos. Se narran sus gestiones para abandonar el país y la respuesta que tuvieron, en ocasiones positiva, en forma de permisos de salida y en otras negativa, con arrestos y deportaciones. En el contexto del régimen de terror impuesto en aquella época, no eran necesarios grandes crímenes para ser detenido y enviado al Gulag. Alguien podía pasar a ser considerado «enemigo del pueblo» por haber mostrado su desilusión con las realidades soviéticas o su desacuerdo con la línea oficial del PCE y del PCUS, por visitar alguna embajada en busca de un visado o hacer comentarios susceptibles de ser interpretados como traición. El desarrollo de la guerra mundial influyó además para que los extranjeros se convirtieran en un grupo especialmente vulnerable en este sentido.
La segunda parte de la investigación es una semblanza de las vidas y los destinos de los republicanos españoles en el Gulag entre 1940 y 1956. Se trata de un total de 350 personas, de las que 58 fallecieron en los campos. Muchos de ellos fueron detenidos en la histeria del año 1941, cuando se produjo la invasión alemana. Se describe la atmósfera cainita en el seno de los comunistas españoles exiliados, que contribuyeron a las detenciones de algunos compatriotas pilotos. Hay que señalar también que casi doscientos «niños de la guerra» pasaron por cárceles o campos de trabajo forzado, la mayoría sentenciados como delincuentes comunes.
La tercera parte trata de las negociaciones para la liberación de los republicanos recluidos en el Gulag, tanto por parte de las autoridades franquistas como del gobierno en el exilio. Estas gestiones fueron acompañadas en algún caso de tensos debates en la prensa francesa. El análisis pone de manifiesto la dualidad del PCE, que mientras en París enarbolaba un discurso propagandístico de ataque a los presos a los que acusaba torticeramente de ser fascistas, en Rusia, en colaboración con el PCUS y la policía soviética, se internaba en una espiral represiva, de coacciones y violencia, contra los españoles que querían salir de la URSS.
Respecto a las gestiones realizadas por el gobierno franquista para la liberación de los españoles presos, se han podido distinguir varias etapas: Desde el otoño de 1939 al verano de 1941, la negativa inicial de Madrid a admitir los retornos se va matizando hasta que, con la mediación de la diplomacia del III Reich en Moscú, se autorizan algunas repatriaciones y se llega a producir una decena de ellas. Con la ruptura de hostilidades entre la URSS y la Alemania nazi, todo se interrumpe, y tras la guerra, las demandas del gobierno de Madrid chocan con el silencio soviético hasta que después de la muerte de Stalin en 1953, la apertura política permite la liberación de muchos de los recluidos en los campos y se logra el regreso de gran cantidad de españoles. Por último, en 1960, las autoridades franquistas deciden cerrar las puertas a nuevos aspirantes.
La cuarta parte del libro se dedica a la dinámica del retorno masivo de la década de los 50. Tras la muerte de Stalin, en 1954 el Semíramis entra en el puerto de Barcelona con 286 españoles, ex miembros de la División Azul y republicanos. Una escala en Francia, solicitada por el gobierno en el exilio fue negada por los franquistas con la promesa de que en ningún caso habría represalias con los retornados; parece ser que así fue. Ni que decir tiene que el acontecimiento fue utilizado de forma extrema por la propaganda del régimen. Otro buque, el Krym, realiza cuatro viajes en 1956 en los que regresan a su tierra 513, 457, 287 y 264 españoles respectivamente. Otros dos viajes el año siguiente traen 284 adultos, de los que 45 eran mujeres soviéticas, y 126 niños, el primero y 272 el segundo. Otro barco repatria 67 españoles en 1959.
En el Gulag. Españoles republicanos en los campos de concentración de Stalin de Luiza Iordache es historiografía rigurosa, pletórica de documentación que evidencia largas horas escudriñando los registros de un gran número de archivos (treinta y siete contamos en las fuentes primarias citadas). Rebuscar incansablemente entre tanto papel viejo es la única forma de rescatar las historias de la gran Historia, pero también se realizaron entrevistas y se mantuvo correspondencia con los protagonistas y sus descendientes. De esta forma, marinos, pilotos, niños y maestros resucitan en las páginas del libro para contarnos sus vidas atrapadas en algunos de los escenarios más violentos del siglo XX.
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