Si la persona que se encuentra al otro lado de la pantalla tiene las siguientes características, podremos seguir hablando. Éstas son: reflexiva, crítica con la realidad, analítica, y que tenga, por qué no decirlo, un poco de mala leche. Si esos requisitos no se cumplen, me temo que el libro que traigo hoy pasará sin […]
Si la persona que se encuentra al otro lado de la pantalla tiene las siguientes características, podremos seguir hablando. Éstas son: reflexiva, crítica con la realidad, analítica, y que tenga, por qué no decirlo, un poco de mala leche. Si esos requisitos no se cumplen, me temo que el libro que traigo hoy pasará sin pena ni gloria por sus manos. Pero como yo siempre he presupuesto que aquellos que, al otro lado de la pantalla de un ordenador, nos leen y debaten con ellos mismos sobre lo cierto o no de las reseñas que se atesoran en este espacio, traigo La culpa es de los libros porque me parece de obligada lectura para aquellos que sepan – por mucho que aquellos que nos gobiernan quieran negarlo – que en este avance tan pernicioso que está siendo nuestro sistema democrático, hay algo más ahí fuera que lo que nos están vendiendo. No soy quien – por mucho que, de vez en cuando, salga de dentro de mí la arenga más exacerbada posible – para decir lo que en este país se debe hacer, a sabiendas de que, además, poca capacidad tengo yo de suplir los huecos que otros nos han dejado en nuestros bolsillos, pero de lo que sí puedo hablar es de lo que escriben otros, los que sí saben, los que mantienen a los lectores – y espectadores de mundo – informados donde la desinformación hace acto de presencia y quiere dejarnos con la boca callada por aquello de que en boca cerrada no entran moscas. Sea como sea, es este un libro imprescindible para conocer, entre otras cosas, por qué el capitalismo es lo que es y nadie está dispuesto a cambiarlo.
Pascual Serrano sabe de lo que habla. Y lo sabe, como siempre lo ha hecho, con todas las publicaciones que lleva a sus espaldas y que son, en ocasiones, manuales de lectura para aquellos que están estudiando la carrera de periodismo – y lo digo con conocimiento de causa ya que en la librería me los han pedido más de una vez para alguna asignatura -. Si partimos de esa base, nos daremos cuenta que La culpa es de los libros ya implica desde su inicio que son los libros, esa herramienta – y ved que no los llamo simples objetos, sino herramientas – que nos ayudan a contemplar la vida desde otra perspectiva y analizar las situaciones que se nos plantean con la mirada contaminada – buena contaminación, se entiende – de información que nos resultará útil para no ser víctimas del engaño más absoluto. Por eso es tan importante este libro que hoy os traigo, para comprender nuestra realidad hacer falta que leamos, que nos llevemos a las manos textos como estos para después poder reflexionar(nos) a nosotros mismos sobre aquello que los medios de comunicación, la política o cualquier otro dirigente con pocas luces, pero mucho poder, nos intentan hacer comprar a pesar de lo caro que nos saldrá, evidentemente.
Sorprende, por tanto – o quizá no tanto, vete tú a saber – que yo me haya visto en la tesitura de conocer este libro de Pascual Serrano casi de sorpresa, navegando un día entre las novedades de la librería, y ante ese título que ya auguraba algo lo suficientemente bueno, pero no había pensado yo que iba a superar tanto las expectativas. La culpa es de los libros es eso que yo, lector crítico y que le da mucho a la cabeza a lo largo del día, llevaba esperando mucho tiempo. Puede que desde que leí otro libro que aparece mencionado en este mismo y que ya supuso un acicate para mi convencimiento de que las cosas debían cambiar y hacerse de otra manera (para aquellos que queráis saber de qué libro se trata, es Curso urgente de política para gente decente, de Juan Carlos Monedero, reseñado aquí) Lo que quiero decir con esto es que este libro es necesario, y lo es porque cada vez observamos que las políticas están alejadas del pueblo, de nosotros, y que precisamente somos nosotros los que tenemos que movernos, que intentar luchar por aquello que, como bien dice el autor, no son derechos, sólo permisos, y que tenemos que buscar aquello que sea un derecho propio de todos, no supeditado a las decisiones económicas de unos pocos que influyen en todos nosotros. Hace falta un cambio, quizás al leer los textos que aquí aparecen, alguien decida cuál es el siguiente paso que hay que dar. Yo, si me permitís, me pongo a ello.
Fuente: http://www.librosyliteratura.es/la-culpa-es-de-los-libros.html
Si la persona que se encuentra al otro lado de la pantalla tiene las siguientes características, podremos seguir hablando. Éstas son: reflexiva, crítica con la realidad, analítica, y que tenga, por qué no decirlo, un poco de mala leche. Si esos requisitos no se cumplen, me temo que el libro que traigo hoy pasará sin pena ni gloria por sus manos. Pero como yo siempre he presupuesto que aquellos que, al otro lado de la pantalla de un ordenador, nos leen y debaten con ellos mismos sobre lo cierto o no de las reseñas que se atesoran en este espacio, traigo La culpa es de los libros porque me parece de obligada lectura para aquellos que sepan – por mucho que aquellos que nos gobiernan quieran negarlo – que en este avance tan pernicioso que está siendo nuestro sistema democrático, hay algo más ahí fuera que lo que nos están vendiendo. No soy quien – por mucho que, de vez en cuando, salga de dentro de mí la arenga más exacerbada posible – para decir lo que en este país se debe hacer, a sabiendas de que, además, poca capacidad tengo yo de suplir los huecos que otros nos han dejado en nuestros bolsillos, pero de lo que sí puedo hablar es de lo que escriben otros, los que sí saben, los que mantienen a los lectores – y espectadores de mundo – informados donde la desinformación hace acto de presencia y quiere dejarnos con la boca callada por aquello de que en boca cerrada no entran moscas. Sea como sea, es este un libro imprescindible para conocer, entre otras cosas, por qué el capitalismo es lo que es y nadie está dispuesto a cambiarlo.
Pascual Serrano sabe de lo que habla. Y lo sabe, como siempre lo ha hecho, con todas las publicaciones que lleva a sus espaldas y que son, en ocasiones, manuales de lectura para aquellos que están estudiando la carrera de periodismo – y lo digo con conocimiento de causa ya que en la librería me los han pedido más de una vez para alguna asignatura -. Si partimos de esa base, nos daremos cuenta que La culpa es de los libros ya implica desde su inicio que son los libros, esa herramienta – y ved que no los llamo simples objetos, sino herramientas – que nos ayudan a contemplar la vida desde otra perspectiva y analizar las situaciones que se nos plantean con la mirada contaminada – buena contaminación, se entiende – de información que nos resultará útil para no ser víctimas del engaño más absoluto. Por eso es tan importante este libro que hoy os traigo, para comprender nuestra realidad hacer falta que leamos, que nos llevemos a las manos textos como estos para después poder reflexionar(nos) a nosotros mismos sobre aquello que los medios de comunicación, la política o cualquier otro dirigente con pocas luces, pero mucho poder, nos intentan hacer comprar a pesar de lo caro que nos saldrá, evidentemente.
Sorprende, por tanto – o quizá no tanta, vete tú a saber – que yo me haya visto en la tesitura de conocer este libro de Pascual Serrano casi de sorpresa, navegando un día entre las novedades de la librería, y ante ese título que ya auguraba algo lo suficientemente bueno, pero no había pensado yo que iba a superar tanto las expectativas. La culpa es de los libros es eso que yo, lector crítico y que le da mucho a la cabeza a lo largo del día, llevaba esperando mucho tiempo. Puede que desde que leí otro libro que aparece mencionado en este mismo y que ya supuso un acicate para mi convencimiento de que las cosas debían cambiar y hacerse de otra manera (para aquellos que queráis saber de qué libro se trata, es Curso urgente de política para gente decente, de Juan Carlos Monedero, reseñado aquí) Lo que quiero decir con esto es que este libro es necesario, y lo es porque cada vez observamos que las políticas están alejadas del pueblo, de nosotros, y que precisamente somos nosotros los que tenemos que movernos, que intentar luchar por aquello que, como bien dice el autor, no son derechos, sólo permisos, y que tenemos que buscar aquello que sea un derecho propio de todos, no supeditado a las decisiones económicas de unos pocos que influyen en todos nosotros. Hace falta un cambio, quizás al leer los textos que aquí aparecen, alguien decida cuál es el siguiente paso que hay que dar. Yo, si me permitís, me pongo a ello.
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Si la persona que se encuentra al otro lado de la pantalla tiene las siguientes características, podremos seguir hablando. Éstas son: reflexiva, crítica con la realidad, analítica, y que tenga, por qué no decirlo, un poco de mala leche. Si esos requisitos no se cumplen, me temo que el libro que traigo hoy pasará sin pena ni gloria por sus manos. Pero como yo siempre he presupuesto que aquellos que, al otro lado de la pantalla de un ordenador, nos leen y debaten con ellos mismos sobre lo cierto o no de las reseñas que se atesoran en este espacio, traigo La culpa es de los libros porque me parece de obligada lectura para aquellos que sepan – por mucho que aquellos que nos gobiernan quieran negarlo – que en este avance tan pernicioso que está siendo nuestro sistema democrático, hay algo más ahí fuera que lo que nos están vendiendo. No soy quien – por mucho que, de vez en cuando, salga de dentro de mí la arenga más exacerbada posible – para decir lo que en este país se debe hacer, a sabiendas de que, además, poca capacidad tengo yo de suplir los huecos que otros nos han dejado en nuestros bolsillos, pero de lo que sí puedo hablar es de lo que escriben otros, los que sí saben, los que mantienen a los lectores – y espectadores de mundo – informados donde la desinformación hace acto de presencia y quiere dejarnos con la boca callada por aquello de que en boca cerrada no entran moscas. Sea como sea, es este un libro imprescindible para conocer, entre otras cosas, por qué el capitalismo es lo que es y nadie está dispuesto a cambiarlo.
Pascual Serrano sabe de lo que habla. Y lo sabe, como siempre lo ha hecho, con todas las publicaciones que lleva a sus espaldas y que son, en ocasiones, manuales de lectura para aquellos que están estudiando la carrera de periodismo – y lo digo con conocimiento de causa ya que en la librería me los han pedido más de una vez para alguna asignatura -. Si partimos de esa base, nos daremos cuenta que La culpa es de los libros ya implica desde su inicio que son los libros, esa herramienta – y ved que no los llamo simples objetos, sino herramientas – que nos ayudan a contemplar la vida desde otra perspectiva y analizar las situaciones que se nos plantean con la mirada contaminada – buena contaminación, se entiende – de información que nos resultará útil para no ser víctimas del engaño más absoluto. Por eso es tan importante este libro que hoy os traigo, para comprender nuestra realidad hacer falta que leamos, que nos llevemos a las manos textos como estos para después poder reflexionar(nos) a nosotros mismos sobre aquello que los medios de comunicación, la política o cualquier otro dirigente con pocas luces, pero mucho poder, nos intentan hacer comprar a pesar de lo caro que nos saldrá, evidentemente.
Sorprende, por tanto – o quizá no tanta, vete tú a saber – que yo me haya visto en la tesitura de conocer este libro de Pascual Serrano casi de sorpresa, navegando un día entre las novedades de la librería, y ante ese título que ya auguraba algo lo suficientemente bueno, pero no había pensado yo que iba a superar tanto las expectativas. La culpa es de los libros es eso que yo, lector crítico y que le da mucho a la cabeza a lo largo del día, llevaba esperando mucho tiempo. Puede que desde que leí otro libro que aparece mencionado en este mismo y que ya supuso un acicate para mi convencimiento de que las cosas debían cambiar y hacerse de otra manera (para aquellos que queráis saber de qué libro se trata, es Curso urgente de política para gente decente, de Juan Carlos Monedero, reseñado aquí) Lo que quiero decir con esto es que este libro es necesario, y lo es porque cada vez observamos que las políticas están alejadas del pueblo, de nosotros, y que precisamente somos nosotros los que tenemos que movernos, que intentar luchar por aquello que, como bien dice el autor, no son derechos, sólo permisos, y que tenemos que buscar aquello que sea un derecho propio de todos, no supeditado a las decisiones económicas de unos pocos que influyen en todos nosotros. Hace falta un cambio, quizás al leer los textos que aquí aparecen, alguien decida cuál es el siguiente paso que hay que dar. Yo, si me permitís, me pongo a ello.
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