Manifiesto de Derechos Humanos. Julie Wark.( Traducción de Carola Moreno) Madrid : Editorial Barataria
No hace mucho leí un libro imprescindible : «Si esto es un hombre…» de Primo Levi. Al margen de otras muchas lecciones lo que nos plantea el libro es la lucha por la dignidad cuando la necesidad y la preocupación urgente es alimentarse. El ser humano no puede plantearse otras cuestiones cuando lo más básico, que es comer, no está cubierto. Pero también aquí, nos muestra Levi en su sobrecogedor testimonio, hay que mantener la dignidad humana. Empiezo con esta reflexión porque el tema de la dignidad y el de sus condiciones materiales es el eje central de este manifiesto. El otro elemento fundamental es que la autora considera «La Declaración Universal de los Derechos Humanos» como uno de los instrumentos básicos de los que disponemos hoy en esta lucha por la dignidad. Totalmente de acuerdo. Los significantes Derechos Humanos y Democracia deben ser recuperados de la retórica ideológica que los ha transformado en un discurso vacío. ¿ Que nos queda sino ? Socialismo, comunismo me parecen términos más devaluados e incluso más inconcretos. Hay que reivindicar el sentido de las palabras, porque un mal de nuestra época, y no menor, es esta devaluación terminológica desde la que hablamos sin plantearnos la dimensión real que tiene lo que decimos. Hay un discurso ideológica y políticamente correcto que se convierte en un tópico sin efectos reales.
La Democracia es el movimiento emancipatorio radical por la igualdad política, que como dijo Castoriadis , es lo mismo que el socialismo autogestionario. «La Declaración de los Derechos Humanos» es todavía más concreta : una lista precisa de derechos, revisable, pero potente. Incompatible, como dice la autora, con el capitalismo y más todavía con su versión neoliberal. Como también lo es con la democracia real, como señala Julie Wark reivindicando la figura de Robespierre y la tradición de la que éste forma parte. Porque el conjunto de derechos contempla no solo derechos individuales sino también sociales y económicos. Porque unos no son posibles sin los otros. La lógica del capitalismo no es simplemente , como bien nos enseña Wallernstein, la del mercado sino la de la voracidad y la depredación, la lógica de la acumulación y del aumento del beneficio sin límites. Pero al poder capitalista se combina con el poder burocrático, con el poder parasitario generado en el Estado. Esto tampoco hay que olvidarlo.
Es un libro valiente, en el que dice lo hay que decir sin eufemismos. Un libro claro y con ejemplos concretos que nos permite visualizar en el mundo de los hechos aquello de lo que habla. Una denuncia del humanitarismo como la clave moralizante que oculta su dimensión política, como ya han denunciado pensadores de la izquierda tan lúcidos como Jacques Rancière. «La Declaración de los Derechos Humanos» es, sobre todo, una propuesta política orientada por la la búsqueda de la justicia. Julie Wark nos presenta toda una genealogía de la reivindicación de derechos como camino común de la humanidad en situaciones de injusticia. Quizás, como nos decía la filósofa política Judith Shklar, el sentimiento de injusticia sea previo a la misma noción de justicia , en contra de las versiones platónicas que afirman lo contrario. Hay que saber diferenciar las injusticias de las desgracias inevitables, hay que escuchar siempre a las víctimas, hay que denunciar las injusticias pasivas.
Los Derechos Humanos se basan en los tres principios que animaron la Revolución francesa : Libertad, Igualdad y Fraternidad. La Fraternidad, como nos recordaba Antoni Domènech en su excelente libro, parece la olvidada. La Igualdad se queda en una pura proclama formal de los países supuestamente civilizados. Y la Libertad, como dice la autora, se entiende de una manera totalmente egoísta, sin reciprocidad y sin denunciar la falta de condiciones materiales para ejercerla. Estoy de acuerdo, pero matizando que la libertad personal, tal como lo entendían los liberales más aprovechables como John Stuart Mill, es fundamental y no puede diluirse en formas comunitarias. La libertad de los antiguos y la libertad de los modernos, ambas son necesarias. Me gusta la centralidad que da Julie Wark a la noción de dignidad. Es valiosa su recuperación del concepto, ya que es quizás el más adecuado para esta idea del ser humano elevado a la dignidad de persona, de sujeto de derechos que debe ser reconocido y que merece un respeto. Este es el Ideal, el de ser capaces de potenciar esta dignidad posible para todos.
Hay un par de cuestiones que me parecen más polémicos y que voy a discutir, ya que creo que es la forma más interesante de enriquecer el debate. Una es la esta consideración que parece hacer la autora de unos derechos naturales anteriores al derecho positivo. Está bien cuestionar las leyes a partir de un criterio de justicia y no considerarlas buenas simplemente porque existen. Esto es, ciertamente, una barbaridad que solo sirve para legitimar las desigualdades reales. Pero éste es, para mí, el problema teórico, ya que me parece que no hay ningún derecho natural. Los derechos son construcciones simbólicas, culturales, sociales y está bien que existan pero son una invención humana. En este sentido el Derecho y la Ley son necesarios pero hemos de decidir cual es el mejor planteamiento global, para el conjunto de los humanos. Pero esta es una opción ética, moral y política. La mejor para mí, desde luego. Pero no puede ser defendida desde su naturalidad porque el derecho y las leyes son siempre convencionales. Otra cosa es si hay un sentimiento común de equidad, de justicia, que seguramente existe pero también existen los sentimientos de dominio y de explotación del otro. Pero no es esta la cuestión importante, ya que a nivel práctico no tiene consecuencias. De lo que se trata es de garantizar los derechos sociales y económicos básicos a todo el mundo: guarderías, sanidad, educación, servicios a los dependientes. Por supuesto también los derechos a la vivienda y a un trabajo en unas condiciones dignas. Que sea o no a través de una renta básica, como plantea la autora, o por otros medios ya es otra discusión.
Se trata en definitiva de un buen libro de combate que nos permite articular muy bien el tema de los derechos humanos universales con el movimiento emancipatorio.
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