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Reseña de «También la lluvia» y las guerras del agua

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Estas tardes del duro invierno pamplonés, paseando, decidimos entrar a ver la película de Iciar Bollain «También la lluvia». Esta me gustó mucho y la recomiendo ver. Plantea de forma cinematográfica el tema del agua. Como verán, el agua es uno de mis temas preferidos, al cual he dedicado muchas horas de estudio y comprensión […]

Estas tardes del duro invierno pamplonés, paseando, decidimos entrar a ver la película de Iciar Bollain «También la lluvia». Esta me gustó mucho y la recomiendo ver.

Plantea de forma cinematográfica el tema del agua. Como verán, el agua es uno de mis temas preferidos, al cual he dedicado muchas horas de estudio y comprensión de su problemática y fruto de esto han salido muchos artículos con la finalidad de que se tome conciencia de la importancia del agua para nuestras vidas.

En el mundo desarrollado no tenemos mucha conciencia del tema. Para nosotros todo se resuelve en abrir el grifo y el agua mana para nuestro disfrute. Esto que es así de sencillo para más de 2.000 millones de habitantes no lo es para el resto del mundo. A mis alumnos del instituto les digo: Imaginar que de repente deja de manar agua por el grifo ¿Qué haríais? El shok es inmediato, silencio ¿Qué pasaría con nuestros retretes, con nuestra ropa, nuestros baños y duchas, nuestros olores, con que cocinaríamos? Lo mismo que hago a mis alumnos, pueden responderse ustedes mismos.

Cuando el actor Luís Tosar pregunta al indio boliviano ¿por qué luchas por el agua? Su respuesta es clara «el agua es vida».

¿Qué relata la película? Los hechos que sucedieron en la ciudad boliviana de Cochabamba, en el año 2000, con la privatización de su sistema de agua. Les cuento lo que sucedió para que sirva de reflexión.

Cochabamba es una ciudad del altiplano boliviano con unos 500.000 habitantes. Bolivia país pobre dirigido por una casta gobernante, criolla y corrupta al servicio de los intereses norteamericanos, se encontraba en aquellos momentos en plena crisis económica. Era la época del llamado «consenso de Washington», donde tanto el Fondo Monetario Internacional como el Banco Mundial controlado y dirigido por los neoliberales, igual que ahora, obligaban a los países latinoamericanos a la privatización de sus riquezas y estas debían ser entregadas y controladas por multinacionales norteamericanas y europeas

En 1999, el Banco Mundial pone como condición inapelable a Bolivia para la renovación de un crédito de 25 millones de dólares, que este país no podía cancelar, la privatización de los servicios públicos de agua del país

A raíz de este acuerdo, se transfiere la empresa nacional de agua de Cochabamba a la empresa Aguas de Yumari, mayoritariamente controlada por la multinacional norteamericana Betchel, dirigida por el exvicepresidente norteamericano Dick Cheeney, y es la misma empresa que ha participado en el saqueo de Iraq.

Lo primero que hacen es subir la tarifa del agua en más de un 300%, en febrero del 2000, porque la nueva empresa concesionaria considera que el agua está muy barata. Antes de esta concesión, la factura media de una familia es de cinco dólares mensuales, y la nueva factura pasa a entre 15 y 20 dólares mensuales, cuando el salario medio de un obrero de Cochabamba era de unos 100 dólares mensuales.

Esta medida provocó una revuelta popular, que causa una gran represión de las autoridades utilizando a la policía y al ejército. Se ocasionaron cientos de heridos e incluso algún muerto, aumentando el malestar social. Esta revuelta consigue rescindir el contrato a la multinacional norteamericana, cuando sólo llevaba seis meses de concesión y se le obliga a devolver la empresa al municipio.

Si el ejemplo de Cochabamba no es suficiente, veamos otro más. La ciudad de El Alto, próxima a La Paz, con un millón de habitantes y el más alto índice de pobreza urbana también sufre el proceso de privatización de su sistema público de agua. Se constituye la empresa Aguas de Illimani, en 1997, dominada por la multinacional francesa Suez, que obtiene la concesión de agua potable y alcantarillado.

Aguas de de Illimani tenía el compromiso de incrementar anualmente el número de concesiones para la población que no tuviera agua en sus domicilios, lo cual no se cumple. En su contrato de concesión tenía cláusulas abusivas, como que se le debía garantizar un beneficio anual del 12%, con lo que puede aumentar sus tarifas con la finalidad de obtener tal beneficio. Otra cláusula de salvaguardia le asegura que el pago sea en dólares y no en moneda local. Todas estas cláusulas provocan numerosos conflictos sociales

La población reclama la salida de la multinacional Suez, pero esta se niega a irse si no es debidamente indemnizada por el llamado lucro cesante ¿Hace falta tener cara?

La política económica de los neoliberales pasa por dos conceptos básicos: privatización de todo lo público y que los Estados no regulen sus actividades con lo cual su beneficio es escandaloso.

Lo vemos en todos los procesos de privatización del agua, pero también en otros sectores como la privatización de los ferrocarriles ingleses que después del desastre que provocó tuvieron que volver a manos del Estado británico. Se ve diariamente en la gestión privada de la sanidad pública madrileña impulsada por la extremista neoliberal Esperanza Aguirre.

La propia Esperanza Aguirre está planteando la privatización del canal Isabel II que surte de agua a Madrid. Esto sería la mayor aberración que se podría dar. Espero que los madrileños tomen conciencia y lo impidan. El argumento que utiliza la Aguirre es que así estaría en manos de los madrileños, Sra Aguirre, el canal Isabel II ya es de los madrileños, lo que pretende es que deje de serlo, para que esté al servicio de unos pocos

Sres del Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, OCDE, Banco de España, políticos y otros especimenes depredadores, dejen el agua, la educación, la sanidad, las pensiones, exclusivamente en el ámbito de lo público, pues es la única forma de que los seres humanos tengamos garantizados nuestros derechos humanos básicos. Sus políticas neoliberales solo nos llevan a la desigualdad social y a la crispación. Eso sí favoreciendo a la minoría de los ricos y perjudicando a la mayoría.

El agua es un bien exclusivamente público y nunca debe ser considerada una mercancía. Gracias Iciar Bollain por esta película de denuncia. Esperemos que sirva para que la población tome conciencia y reclame la presencia de lo público y deje los cantos de sirena de lo privado que solo sirve para empeorar las condiciones de vida de la población