Más de 70 por ciento de quienes lideran barrios precarios de Chile son mujeres. Tienen un promedio de edad de 42 años, la mayoría no se identifican con ningún partido político y 45 por ciento creen que el sistema imperante hace que los ricos sean más ricos y los pobres más pobres. «Nuestra vida es […]
Más de 70 por ciento de quienes lideran barrios precarios de Chile son mujeres. Tienen un promedio de edad de 42 años, la mayoría no se identifican con ningún partido político y 45 por ciento creen que el sistema imperante hace que los ricos sean más ricos y los pobres más pobres.
«Nuestra vida es súper sola. Tenemos que luchar contra todo el mundo para lograr nuestros objetivos, tenemos una comunidad que depende de nosotros y tenemos una gigantesca desinformación» sobre alternativas para los más vulnerables, describió a IPS Cecilia Castro, presidenta de la Corporación Nacional de Dirigentes de Campamentos «También somos chilenos».
«No sabíamos que existían fondos concursables, que existían subsidios, por eso decidimos crear la corporación en 2006 y salir a buscar la información», acotó esta mujer de 41 años.
Castro participó este martes en la presentación de los resultados de la primera Encuesta Nacional de Dirigentes de Campamentos, realizada por el Centro de Investigación Social de la Fundación Un Techo para Chile, una institución sin fines de lucro creada en 1997 por el sacerdote jesuita Felipe Berríos, que opera con donaciones y voluntariado.
Según datos oficiales, la pobreza en este país sudamericano de más de 16 millones de habitantes bajó de 38 por ciento a 13 por ciento entre 1990 y 2006. Pero un catastro realizado por Un Techo para Chile en 2007 indica la existencia de 533 tugurios irregulares con 29.000 familias en todo el territorio. Se trata del sector de población más vulnerable del país.
Por eso la fundación inició una campaña para erradicar los tugurios en 2010, cuando se celebren los 200 años de vida republicana de Chile.
Con el fin de determinar las características y las preocupaciones y esperanzas de los líderes de esos barrios hacinados, que muchas veces no cuentan con servicios básicos, el Centro de Investigación Social entrevistó entre mayo y junio de 2007 a 289 dirigentes de todo el país.
Los principales resultados indican que 76 por ciento son mujeres, que el promedio de edad es de 42 años, que 55 por ciento están casados o casadas, que 49,5 por ciento afirman que su oficio principal es ser dueña o dueño de casa, y que la mayoría muestran un gran apego por su familia.
Asimismo, cerca de 90 por ciento de los encuestados se declararon cercanos a alguna religión, principalmente la católica, con más de 60 por ciento, seguida de la evangélica, con 34 por ciento.
Por otra parte, 25 por ciento de los dirigentes tienen educación básica completa, casi 16 por ciento terminaron la educación media y casi cinco por ciento finalizaron estudios técnicos o universitarios.
Entre las motivaciones que llevaron a estas personas a ser dirigentes, 63,8 por ciento dijeron buscar «un cambio», mientras 42 por ciento señalaron que «necesita expresarse».
Respecto de la política, 79 por ciento declararon figurar en el padrón electoral, pero 62 por ciento dijeron no identificarse con ningún partido político, cifra que supera el promedio nacional detectado en otras investigaciones.
Entre los dirigentes que sí se sienten identificados con las colectividades políticas, 67 por ciento lo hacen con la Concertación de Partidos por la Democracia, coalición de centroizquierda que gobierna el país desde 1990.
Le siguen la derechista y opositora Alianza por Chile, con 22 por ciento de las preferencias, y el Pacto Juntos Podemos Más, que agrupa al Partido Comunista y otras fuerzas extraparlamentarias, con 11 por ciento.
Individualmente, la cogobernante Democracia Cristiana es el partido con más adhesión, con 32 por ciento, seguido del Partido Socialista.
La presidenta Michelle Bachelet es considerada la autoridad que más escucha la opinión de los dirigentes sociales. En último lugar se ubicaron los senadores.
Sobre los factores que limitan la participación de la gente pobre en las decisiones del país, casi 22 por ciento acusaron la discriminación de las instituciones, más de 13 por ciento la falta de recursos y 13 por ciento responsabilizaron a su propio nivel educativo.
Ante la pregunta, ¿qué significa para usted la democracia?, 26 por ciento contestaron «tener derecho a voz y voto», casi 17 por ciento «que su opinión sea escuchada», y 13 por ciento «igualdad».
Consultados sobre la razón de que persista la pobreza, 45 por ciento señalaron que «el sistema económico hace que los ricos sean más ricos y los pobres más pobres», 17 por ciento que «no existe una voluntad política real para superarla», y 16 por ciento que «las capacidades de las personas son muy distintas unas de otras».
Además, 52 por ciento de los encuestados estimaron que el mejor camino para superar la pobreza es contar con «mejores empleos con sueldos más justos», 30 por ciento apuntaron a la educación y la capacitación, y casi siete por ciento a «un cambio en las estructuras de la sociedad».
Asimismo, 92 por ciento de los líderes y lideresas creen que la distribución de la riqueza en Chile es injusta y que los principales problemas que hoy aquejan a la sociedad son el consumo de drogas, con 41 por ciento, el desempleo, con 15 por ciento, seguido por la educación, 10 por ciento y, en último lugar, la vivienda, con siete por ciento.
La exclusión que viven las familias que habitan en campamentos también se refleja en las oportunidades de consumo tecnológico y recreación cultural, plantea el estudio.
Por ejemplo, 26 por ciento de los líderes de tugurios nunca han ido al cine, 49 por ciento nunca han visto una obra de teatro, 80 por ciento nunca usaron el correo electrónico y 74 por ciento nunca navegaron por Internet.
En otras cuestiones delicadas para la sociedad chilena, más de 55 por ciento declararon que «la mujer bajo ninguna circunstancia tiene derecho a hacerse un aborto» y 53 por ciento estimaron que «se puede aplicar la pena de muerte bajo algunas circunstancias».
«Entre las principales conclusiones del estudio está la expectativa de los dirigentes respecto a la movilidad social. Se ve que al optar por labores de dirigencia ellos buscan un cambio, buscan hacer algo por su realidad, y no solo la de ellos y su familia, sino también la de sus comunidades», dijo a IPS la directora del Centro de Investigación Social de Un Techo para Chile, Javiera Pizarro.
«Eso hace que se miren a sí mismos y piensen que en cinco años van a estar mejor que ahora y que van a obtener viviendas dignas y un Chile también más justo», acotó la socióloga.
Pero las demandas de quienes lideran comunidades de barrios marginales no solo están orientadas a conseguir viviendas dignas, añade Pizarro, sino a mejorar la calidad de la atención de salud y la educación de sus hijos y a tener un mayor acceso a servicios culturales y tecnológicos.
Las conclusiones del estudio deberían servir para que se integre a los dirigentes comunales en las políticas públicas, planteó la profesional.
Las autoridades deben darse cuenta de que «los liderazgos no sólo están establecidos en las esferas de poder tradicionales, sino también en la base misma del pueblo, que son voces que tienen que ser escuchadas porque hablan de sus propias necesidades», apuntó Pizarro.
«Estamos desarrollando consejos regionales para hacer propuestas concretas en este año de elecciones. Queremos decirles a los candidatos presidenciales: ‘señores, estas son las propuestas de las personas más vulnerables del país, a ver qué dicen sobre ellas’. No queremos que nos presenten lo mismo que nos han presentado durante 20 años», adelantó la dirigente Castro.
«Este año vamos a ser mucho más proactivos, vamos a tener muchas más demandas. Pero no vamos a ir a pararnos a la esquina a gritar contra el Ministerio de Bienes Nacionales si no tenemos una propuesta detrás», concluyó.
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