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Manifiesto del "degagismo"

Revolucionarios de ayer y de hoy, dejemos el espacio libre

Fuentes: http://www.manifestement.be

» Ben Ali, degáge (lárgate)» Este grito que nació espontáneamente en Túnez y que como mancha de aceite se expande por el Medio Oriente incluso China, pasando por Grecia e Italia, marca una ruptura en la historia de las insurrecciones populares. Por primera vez – pero ¿es realmente la primera? – no se trata de […]

» Ben Ali, degáge (lárgate)» Este grito que nació espontáneamente en Túnez y que como mancha de aceite se expande por el Medio Oriente incluso China, pasando por Grecia e Italia, marca una ruptura en la historia de las insurrecciones populares.

Por primera vez – pero ¿es realmente la primera? – no se trata de tomar el poder sino «simplemente» de desalojar al que lo ocupa, de vaciar el lugar de quién lo ocupa.

Es ahí adonde el liberacionismo (degagisme) se diferencia del revolucionismo de la revolución. En esta última, en efecto, el vacío es impensable como tal: el vacío de poder no existe porque el derrocamiento del viejo poder y el establecimiento de uno nuevo constituyen un solo y único movimiento. El líder revolucionario más o menos carismático es el que derriba el poder establecido y se instala en él, ícono inconcebible en un movimiento liberacionista. El liberacionismo es la política del sillón vacío que ni anuncia ni predice quién llegará a ocuparla. Aun cuando la transitoria alternativa de ocupar el sillón, quede imprecisa, el lapso de vigilante meditación sobre ese vacío – tiempo liberacionista por excelencia, tiempo de enorme pero muy rica incertidumbre, que hace temblar a los mercados bursátiles – habrá sido suficiente como para que arraigue en las conciencias políticas, así espabiladas un saludable recelo sobre quién rondará alrededor del sillón vacío. Al idealismo a menudo ingenuo y algunas veces asesino del revolucionario le sucede el realismo desilusionado pero vacunado del liberacionista. De ahora en más no existe sillón que no sea eyectable.

Profundizar, extender, conjugar, ilustrar esta intuición, es el objetivo del grupo MANIFESTEMENT en su manifiesto del liberacionismo. Revolucionarios de ayer y de hoy: liberémosnos!(degageons).

Si los filósofos políticos deben por lo tanto – después del griego, el latín, el italiano, el francés, el alemán, el ruso, el chino y el inglés – dedicarse decididamente al árabe, el Mundial del liberacionismo se conjuga en revancha en todas las lenguas porque se trata de la figura (universal) del futbolista que hace el saque y que ha sido elegida como emblema del liberacionismo

Hemos comprendido, el Manifiesto del liberacionismo no tiene nada que ver con la «ausencia de gobierno» que reina en Bélgica desde hace cerca de un año: basta con interrogar a los «sin papeles» para asegurarnos de que «eso» gobierna todavía, que «eso» es un falso vacío.

http://www.manifestement.be/degagisme.htm