El doctor en filosofía, Roberto Vargas, analizó en entrevista con El Mostrador los distintos escenarios políticos que surgieron después del buen resultado que obtuvo el Frente Amplio en las últimas elecciones presidenciales, despejando, de paso, la duda si acaso el 20% del electorado que logró convocar Sánchez es un voto fundamentalmente ideológico. «No es 100% […]
El doctor en filosofía, Roberto Vargas, analizó en entrevista con El Mostrador los distintos escenarios políticos que surgieron después del buen resultado que obtuvo el Frente Amplio en las últimas elecciones presidenciales, despejando, de paso, la duda si acaso el 20% del electorado que logró convocar Sánchez es un voto fundamentalmente ideológico.
«No es 100% ideológico. Incorpora un voto de castigo hacia los proyectos progresistas que han defraudado a la ciudadanía, sobre todo en aquellos casos donde se ha descubierto casos de financiamiento irregular de la política.», comenta el frenteamplista.
¿Te sorprendió el resultado del Frente Amplio en las elecciones del pasado domingo?
-Nos sorprendimos bastante, puesto que las encuestas buscaron y lograron construir un relato: Piñera se llevaría la mayoría de los votos con un 44% y un poco más, mientras que Sánchez no alcanzaría los dos dígitos. En gran parte lo lograron, impregnaron la previa electoral de un pesimismo para la nueva fuerza emergente desde la izquierda. Las encuestas electorales muchas veces, si bien tienen como objetivo ser un termómetro, tomarle, sentirle el pulso a la ciudadanía, ser una suerte de fotografía de la realidad, muchas veces buscan intencionar una situación, producir un estado ideal de cosas, cuestión que quedó en completa evidencia con el resultado de la CEP. No obstante el estado real de cosas, a saber, que el Frente Amplio estuvo muy cerca de alcanzar y sobrepasar a Guiller, lo cual no fue previsto por la encuesta del empresariado. Podría ser considerado un error de metodología, no obstante no sólo queda en evidencia que hay una desprovista manera de «hacer ciencia de los números», además, es posible aventurar que hay una perversa manera de construir realidad. Es decir, lo resultados de las encuestas no solo buscaban ofrecer una interpretación, además buscaron producir una subjetividad de derrota en la propia izquierda. Construyeron un espectáculo. Efectivamente, estas encuestas influyeron en la percepción ciudadana y también, en algunos casos, en la percepción que tenía el propio Frente Amplio respecto de su propio pronóstico. Sin embargo, en algunos territorios del mismo, se asumió que era posible dar vuelta ese resultado, es decir, incrementar la votación de Sánchez, o de plano, que las encuestas estaban infladas para favorecer a Piñera. Yo escuché mucho eso entre bases frenteamplistas que trabajaron en la campaña.
–Sin las encuestas, ¿Beatriz Sánchez habría logrado pasar a segunda vuelta?
-Beatriz Sánchez, en su discurso, al final de la jornada electoral, proyectó esa idea. Nos queda la incertidumbre a todos los que formamos parte del proyecto frenteamplista que, en una situación donde se hubiera informado el estado real de cosas, probablemente seríamos nosotros los que pasamos al balotaje.
– Nuestro asesor editorial, Mirko Macari, habló acerca de cómo el resultado del Frente Amplio en estas elecciones ponía fin al discurso de la retroexcavadora…
-El resultado de las elecciones inaugura formalmente el nacimiento del Frente Amplio, en tanto que re-configura la geografía política nacional, abriendo un nuevo espacio para la izquierda crítica del neoliberalismo y del mundo político que la ha sostenido. Antes de las elecciones, el Frente Amplio era solo una coalición electoral con una clara intención de construir desde el territorio y desde el mundo sectorial. Ahora tiene todas las potencialidades para ser una fuerza político-social, y no una mera suma de fuerzas políticas. Y esto porque el resultado del FA significa que, efectivamente, existe una ciudadanía disconforme y/o crítica que cuestiona una sociedad centrada en la integración social vía mercado, y busca reafirmar el sentido de lo público, y por tanto, no teme a los cambios profundos.
El Frente Amplio ocupa el lugar rechazado por la Nueva Mayoría, esto es, un proyecto con una agenda centrada en re-ordenar la vida en común a partir de una sociedad basada en principios de justicia, solidaridad y dignidad. Por otra parte, cabe recordar que, tradicionalmente, el centro político de las ideas, incluso gobernando la Nueva Mayoría y/o Concertación, como quieras llamarle, pues no son realmente distintos, lo tuvo y lo ha tenido la derecha, cuando por ejemplo, en agenda política coloca como centro los ejes del crecimiento y la delincuencia, y el centro queda subordinado a éstos desde el retorno a la democracia.
-La izquierda se fragmentó, pero no se debilitó estructuralmente…
– Efectivamente, entre Sánchez, MEO, Navarro y Artés suman un poco más de un 26% de los votos, concentrando la apuesta frenteamplista el 20% de la izquierda nacional; si bien se fragmenta la izquierda existe una fuerte concentración de votos en la apuesta impugnadora del Frente Amplio. Podríamos agregar que en general, el reordenamiento de las fuerzas políticas que sufre actualmente el sistema de partido se expresa en un sistema multipolar con una distancia ideológica amplia, el caso de Artes y Kast, por ejemplo, son la expresión más nítida de aquello. Y en especial, en esta pasada electoral la irrupción del Frente Amplio, atrajo una masa votante importante de la NM, provocando un viraje hacia a la izquierda. Cuestión que nos indica, entre otras cosas, que el padrón electoral no creció, como podría superficialmente haberse interpretado, más bien se movió. Es decir, aquellos que antes creían que un proyecto de centro izquierda, hoy ven reflejados sus anhelos de cambio en esta tercera fuerza emergente. No obstante el FA no puede considerarse dueño de sus votos.
-¿No es acaso un mejor escenario para el FA si gana Piñera? Así tendrían la posibilidad de ser -quizás- una oposición más nítida.
– La premisa clave es que el Frente Amplio será oposición los próximos cuatro años independiente de la fuerza política ganadora en 2da vuelta. Es cierto que es más nítida una oposición a Piñera que a Guillier, no obstante es importante destacar grosso modo que el proyecto del FA se distancia tanto del proyecto de Piñera como el del expresado en la candidatura de Guillier. Visto desde una perspectiva económica, tanto a nivel nacional como a nivel internacional, hay una crisis importante que atender respecto de cómo reactivar el crecimiento económico y una de las respuestas ensayadas a nivel internacional se corresponde con las políticas de austeridad fiscal y desregulación propias del neoliberalismo más duro. Podríamos decir que en el caso de Piñera sus políticas económicas se moverán entre la contención o regresión neoliberal ortodoxa. Una posición mixta entre un (neo) keynesianismo y neoliberalismo, podría clasificar una posición novomayorista mientras que el Frente Amplio podría ubicarse (o más bien me gustaría ubicarlo) como un gobierno de izquierda capaz de mejorar el empleo y la desigualdad social por medio de un Estado fuerte con fuertes límites al mercado como regulador de la vida social. En este sentido, el FA se diferencia con nitidez respecto de los otros dos proyectos.
-Pero Guillier al ser consultado sobre si se debe terminar con las AFP, respondió que «a un largo plazo, sí», lo cual se acercaría muchísimo a uno de los planteamientos claves del Frente Amplio.
– Exacto. Para conquistar al electorado del FA el programa de la NM está obligado a seducir por medio de una propuesta programática progresista. No obstante los límites de su propio proyecto y coalición, no permiten una credibilidad absoluta respecto de una apuesta de este estilo.
–Bernardo Larraín Matte criticó la supuesta «sobreinterpretación» del malestar de la ciudadanía por parte del conglomerado que lideró Beatriz Sánchez. ¿Qué opinión tiene sobre eso?
– No se trata de una sobreinterpretación. Se trata del relato que ha dado origen al proyecto frente amplista. Conflictos sociales estructurales como los asociados al mundo estudiantil, de la vivienda, mapuche, ambiental y regional, especialmente, las movilizaciones en Arica, Calama, Copiapó, Huasco, Freirina, Chiloé, Magallanes, Aysén, Caimanes, entre otras. No obstante sus diferencias geográficas y territoriales estos conflictos tienen un eje común, a saber, la incapacidad de las instituciones del Estado para procesar el malestar social. Por otra parte, los diversos casos de corrupción, evidencian los límites de la democracia representativa y la mala salud democrática. Todos estos aspectos pero también las tendencias globales asociadas a la precarización de la vida social y del empleo son la base del malestar social de la ciudadanía.
-¿Qué logró el Frente Amplio en el campo de la subjetividad social?
– Ampliar los límites de lo discutible cuestionando dos pilares centrales del consenso político neoliberal. Por un lado, al cuestionar el Estado subsidiario (expresión del despojo de los derechos sociales y políticos) y por otro, al cuestionar la democracia restringida (expresión de la despolitización y neutralización de la conflictividad social). El FA logró proyectar una idea, la necesaria idea de conectar la política con el mundo social, aunque no estamos en un momento donde se haya evidenciado el momento culmine de ese encuentro, no obstante el FA proyecta ese vínculo, por ejemplo, a través del programa participativo, el llamado Programa de Muchos, pero además ensayando formas de hacer política que supone ir abriendo nuevos espacios que combinen participación con representación. También es significativo el lugar que asigna al territorio como un lugar central y no auxiliar para la articulación político-social. El territorio como aquel lugar donde se expresa la vida social en general, donde se conectan lo urbano y lo ambiental, los servicios públicos locales, los lugares de encuentro y sociabilidad, etc. Si además el FA logra conectar cómo se expresan de manera convergente las contradicciones del capital, y por tanto también las contradicciones de clase, ampliará la comprensión de la articulación social y política como no reductible a una lucha sectorial, sino a una articulación coherente en base a los problemas que el capitalismo genera en sus múltiples dimensiones a nivel de la vida cotidiana.
-Ese 20% que logró concitar Sánchez, ¿es una adhesión ideológica?
– No es 100% ideológico. Incorpora un voto de castigo hacia los proyectos progresistas que han defraudado a la ciudadanía, sobre todo en aquellos casos donde se ha descubierto casos de financiamiento irregular de la política.
-¿Por qué los votantes de La Florida, Maipú y Puente Alto (los nuevos grupos medios que más cambios han experimentado en su trayectoria vital) apoyaron a Beatriz Sánchez, considerando que, según la tesis de Carlos Peña, los nuevos grupos medios deben su bienestar material al rápido proceso de modernización, el cual el FA critica con vehemencia?
Ningún proceso de modernización es neutral. En este caso, la modernización a la que se refiere Peña, es la modernización capitalista globalizada que conocemos como neoliberalismo. Es decir, ha sido una modernización que no ha promovido la integración de comunidades nacionales a través del Estado y la promoción de derechos sociales, sino que ha buscado integrar a individuos aislados a la lógica de producción global mediante el consumo. Esta integración, que transformó los derechos y toda nuestra vida en una mercancía a la que podemos acceder fácilmente a través del endeudamiento debido a la condición estructural de precarización laboral de nuestro país ha generado su propia némesis: un profundo malestar subjetivo. El malestar de la inestabilidad laboral, de la competencia extrema, de la privatización de los derechos, de la inseguridad ciudadana, del vivir con miedos. Son precisamente esos grupos, quienes se introducen por la fuerza a la modernización neoliberal, los que efectivamente hoy tienen televisores, computadores, internet, autos, acceso a establecimientos educacionales y de salud, los que experimentan hoy los reveses de esa modernización forzosa: miedo, soledad, inestabilidad, incertidumbre. Son ellos, los que ven en el FA, una posibilidad de vivir de maneras distintas, de relacionarse con el entorno de manera diferente, de tener más seguridad, de sentirse más acompañados.
-Patricia Politzer dijo que en el escenario actual, mantenerse neutral o manifestar un apoyo simbólico y débil al candidato de la Nueva Mayoría, significa -les guste o no- colaborar con el triunfo de Sebastián Piñera. ¿Estás de acuerdo?
-Eso no correcto. Esa lógica de chantaje solo nos puede recordar el periodo transicional. Hoy, experimentamos un reordenamiento de las fuerzas políticas, que se inscribe en un proceso más profundo de reestructuración del sistema de partidos en Chile. Lo que el Frente Amplio ha construido no es una fuerza electoral de un 5%, sino que un proyecto país nuevo, que es viable y debe profundizarse. Un proyecto diferente al de la Derecha, y la NM: es la búsqueda por construir una sociedad de derechos sociales que limiten la hegemonía del mercado como administrador de bienes. Es un proyecto que dice claramente: no queremos que el mercado regule nuestras previsiones, nuestros trabajos, nuestra educación y nuestra salud. El que hoy debe definir su rumbo no es el Frente Amplio sino la NM. Guillier es expresión de esta disyuntiva: quienes estén de acuerdo que el futuro de Chile pasa por más mercado tienen sus confianzas depositadas en Piñera; por el contrario, quienes creen en la constitución de una sociedad de derechos depositaron su confianza en el FA. Es Guillier el que debe incorporar el programa del FA, depurarse de los casos de corrupción y narcotráfico y del rol conservador de la DC. Esa es la única manera de conquistar el voto frenteamplista, pero no puede esperar que los dirigentes del FA salgan a comunicar un apoyo, eso es imposible. La votación que permitió sacar un 20% a Sánchez se puede dirigir a la NM mientras ellos transformen su programa.
-¿Cómo interpretas la incorporación de Provoste al comando de Guillier?
– Buscan acercamientos y vínculos con el FA a partir de personalidades políticas progresistas, pero aquí no se trata exclusivamente de rostros, se trata de ejes programáticos.
-Te quiero citar una editorial de El Mercurio: «Finalmente, todo indica que la segunda vuelta electoral será un virtual plebiscito sobre el enorme progreso obrado por Chile en los últimos 30 años, reivindicado por Piñera y mirado con reticencia por Guillier, ahora jugado en un esquema de fuerzas políticas en que irrumpe un frente de izquierda radicalizado y resuelto a no errar en su camino al poder». ¿Estás de acuerdo?
– Efectivamente hay mucho en juego en esta elección. Lo que suceda en la 2da vuelta es incierto, un panorama abierto y por supuesto altamente competitivo. Piñera y Guiller no son lo mismo, no obstante para darle tal simbolismo a la elección se requiere por parte del comando de Guiller incorporar un programa de transformaciones centrado en una sociedad de derechos. Para el FA el llamado progreso y desarrollo capitalista en Chile ha ido acompañado de un inexorable costo social traducido como malestar. La crítica insuficiente al capitalismo neoliberal por parte de la NM, e inclusive sus muchas veces complacencia con el modelo, dio origen al proyecto frente amplista. De esta manera, a mi parecer, es la posición del FA la que expresa la posición antagónica de la derecha.
-¿Cuán coordinadamente podrá actuar el Frente Amplio en el Congreso, considerando la diversidad de fuerzas que habitan ahí?
– Efectivamente, las fuerzas que componen el FA se caracterizan por su diversidad ideológica y política. Será un desafío para el FA construir y mantener una agenda común que permita homogéneamente cuestionar las políticas neoliberales. De la misma manera, será un desafío avanzar en los acuerdos correspondientes acerca de lo que puede ser para Chile una sociedad posneoliberal.
¿Qué significar para el alma del FA dar un apoyo explícito a Guillier?
– El Frente Amplio no puede entregar un apoyo explícito a Guillier, si lo hace se diluye. El Frente Amplio en esta coyuntura dará forma y delimitación a su propio proyecto. Si entrega un apoyo explícito a Guillier, no queda completamente claro cuál es su diferencia respecto de la NM. Hoy el FA debe delimitarse respecto de lo que es y de lo que no es. De esta manera, la pelota está en la NM, el FA ya planteó su proyecto, su programa. La NM deberá buscar formas de convocar al votante del FA, y para ello no es suficiente el «antipiñerismo», porque no se trata solo de negación, sino de afirmación, de integración de un programa de transformaciones. La clave no está en el FA, que ya presentó sus cartas programáticas. Es la NM la que tendrá que definir si incorpora un programa de transformación o se queda en las reformas parciales.
-¿Qué tanto daño puede producir a Guillier la espera que ha hecho el FA para dar o no apoyo?
– El miércoles 29 de noviembre el FA tendrá su definición, es decir casi dos semanas antes del balotaje. A mi modo de ver es más bien apresurado. El FA debe darse los tiempos pertinentes para discutir social y políticamente sin presiones ni chantajes de la NM.
-¿Qué es lo que te parece más interesante del fenómeno del Frente Amplio después de las elecciones?
– La capacidad de convocatoria, de ir de menos a más. La capacidad de conjugar y articular la expresión política de la lucha social, así como la posibilidad de basificar la política. Es todo un desafío, pero los lugares donde el FA tiene territorios constituidos ha demostrado que se puede trabajar activamente y convocar a la ciudadanía sobre la base de un proyecto de transformaciones profundas en un horizonte posneoliberal.