Es ilustrativo el artículo titulado Informalidad Laboral, escrito por Rolf Lüders en el diario La Tercera de ayer 9 de agosto. Con una claridad brutal, este economista neoliberal y ortodoxo de primera plana, señala que es un error concentrar en el empleo la discusión sobre la disminución del tiempo de la jornada laboral. Según este […]
Es ilustrativo el artículo titulado Informalidad Laboral, escrito por Rolf Lüders en el diario La Tercera de ayer 9 de agosto. Con una claridad brutal, este economista neoliberal y ortodoxo de primera plana, señala que es un error concentrar en el empleo la discusión sobre la disminución del tiempo de la jornada laboral. Según este ex ministro de la Dictadura, el foco del debate debe ser puesto sobre los costos que acarreará el aumento del mercado informal y la reducción de los ingresos de los trabajadores de este sector.
Así, advierte sobre la necesidad de modelar el mercado laboral en dos secciones, una lo constituiría el mercado formal, en el que se respeta la legislación laboral, mientras que la otra sería el mercado informal, aproximadamente dos millones de trabajadores, en donde no imperan las leyes del trabajo y las remuneraciones son más bajas. Para Lüders, aprobar una jornada laboral de 40 horas, sin medidas que aumenten simultáneamente la productividad, significará una reducción del empleo en el mercado formal y, por lo tanto, un traspaso de fuerza de trabajo al mercado informal, aumentando su magnitud y en el que, además, se reducirán los salarios. Muy «preocupado» por las injustas consecuencias de la eventual rebaja de la jornada laboral, el personero de la Derecha económica señala que el aumento de la informalidad producirá externalidades negativas como mayores lagunas previsionales, una superior evasión tributaria y distorsiones en el otorgamiento de beneficios de los programas sociales.
Clarísimo, el artículo más que un análisis o una columna de opinión, es una amenaza que da cuenta hacia dónde el bloque financiero empresarial dirigirá sus dardos: despedirán a los trabajadores formales utilizando el artículo 161 del Código del Trabajo y los recontratarán en términos informales, ahorrándose costes con la reducción de salarios y la evasión de los beneficios sociales. Lo máximo en que podrían tranzar sería la participación en un proceso gradual que les permita asegurar la productividad, o sea, sus ganancias. Rolf Lüders se esmeró en escribir un artículo claro, casi pedagógico, pero que demuestra fríamente hacia dónde se dirige la clase empresarial y cómo afectará a la clase asalariada, dándonos la razón en que la clave de toda reforma laboral será burlada por los patrones utilizando la potestad que le entrega la normativa laboral para despedir trabajadores y trabajadoras «invocando como causal las necesidades de la empresa».
Ante ello, si bien el gobierno y los empresarios tratan de imponer el esquema reducción de jornada laboral más flexibilidad y productividad, el planteamiento de las y los trabajadores debe ser: reducción de la jornada laboral con mayor estabilidad y protección. De lo contrario, la actual correlación de fuerzas permitirá a los patrones, una vez más, lograr que una demanda justa sea tergiversada y aquello que estaba destinado a favorecer a las y los asalariados, termine transformándose en un elemento que consolide la sobre explotación de la fuerza de trabajo.
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