Hace unos días, un ecuánime fiscal ha tenido la valentía de solicitar 42 meses de cárcel (o sea, tres años y medio) y más de 3.000 euros de multa para dos sindicalistas por romper una luna del restaurante McDonalds. El altercado ocurrió durante huelga general del 20 de junio de 2002. Es cierto que los […]
Hace unos días, un ecuánime fiscal ha tenido la valentía de solicitar 42 meses de cárcel (o sea, tres años y medio) y más de 3.000 euros de multa para dos sindicalistas por romper una luna del restaurante McDonalds. El altercado ocurrió durante huelga general del 20 de junio de 2002. Es cierto que los hechos no han sido probados, pero eso qué importa (o a quién le importa) si detrás de la denuncia está la multinacional estadounidense.
Por cierto, que 3.117 euros ya es dinero para pagar una luna rota, porque si eso es lo que vale un cristal según los dueños del restaurante, no quiero ni pensar por cuánto les podría haber salido la broma si llegan a romper la figurita del payaso Ronald McDonald.
En una concentración de apoyo a los denunciados, Javier López, dirigente de CC.OO., dijo que las penas solicitadas «pretenden ser un castigo ejemplar» con el objeto de «impedir el libre ejercicio del derecho a la huelga». Pero ¿qué libertad y qué derecho puede haber con un delegado del Gobierno como Francisco Javier Ansuátegui, que en aquellos días campaba por Madrid a sus anchas, imponiéndose a sangre y fuego?
Para el histórico líder sindical Marcelino Camacho parecen haber «vuelto los tiempos de Franco, volvemos a etapas anteriores de este país, volvemos al Tribunal de Orden Público».
No es que vuelvan Marcelino… Es más bien que nunca se habían ido. Ahí tenemos la Audiencia Nacional, y el Valle de los Caídos, y partidos políticos ilegales, y religión en los colegios…
Doce sindicalistas más, de Villalba y Leganés, se encuentran en la misma situación. ¡Qué panorama!