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Roque Dalton: vuelta de tuerca

Fuentes: La Jornada

Si los asesinos del poeta salvadoreño Roque Dalton (10 de mayo de 1975) hubiesen sido hombres «de izquierda», el suicidio o el monasterio eran su destino. Pero en el libro autobiográfico Crónica entre los espejos (2003), Eduardo Sancho (ex comandante Fermán Cienfuegos) dice que el crimen fue un «error», exculpando a quien dio la orden […]

Si los asesinos del poeta salvadoreño Roque Dalton (10 de mayo de 1975) hubiesen sido hombres «de izquierda», el suicidio o el monasterio eran su destino. Pero en el libro autobiográfico Crónica entre los espejos (2003), Eduardo Sancho (ex comandante Fermán Cienfuegos) dice que el crimen fue un «error», exculpando a quien dio la orden de fusilamiento: Joaquín Villalobos.

En una entrevista concedida en mayo de 2003, el periodista Juan José Dalton, hijo de Roque, dice: «… ¿qué clase de gente es ésa?; ¿qué les ha pasado?; ¿qué ética se mueve en El Salvador?… aquí se hace un homenaje al que mandó matar a monseñor Romero, se le rinde tributo a quienes asesinaron a los jesuitas y se mantiene en la impunidad a los que mataron al poeta más destacado de este país».

Ambas situaciones responden a un drama que puede ser desdoblado: primero, que la derecha de la izquierda (la hay) asesinó a una piedra angular de la poesía latinoamericana y, segundo, que la izquierda de la derecha (de moda) no rinde homenaje a hombres como Roque Dalton.
Entre los aspectos más desquiciantes de la izquierda figura la idea de que el hábito hace al monje. La anarquista Fanny Kaplan intentó matar a Lenin en 1918. Años después, Stalin adoptó una política de derecha que pasó por izquierda. Incluyendo a los renegados, la dirección sandinista fue corrupta. ¿El pueblo de Sandino también?

«¡Cuídate, España, de tu propia España!/ ¡Cuídate de la hoz sin el martillo, cuídate del martillo sin la hoz!» Así murió Roque Dalton, disidente por izquierda del partido comunista salvadoreño, autor de un notable ensayo sobre César Vallejo (1963) y muerto por no cuidarse de «los leales ciento por ciento» (Vallejo, España, aparta de mí este cáliz, XIV). Desatinos del subdesarrollo político que tuvo elocuencia impar con el «apoyo crítico» del partido comunista argentino al régimen genocida de los militares (1976-83).

Ante conductas que la izquierda revolucionaria suele calificar de «errores», la derecha saca partido. A Villalobos, por ejemplo, lo premia con becas, consultorías, tribuna y espacio en medios de comunicación. Tampoco falta el aderezo literario de los izquierdistas «modernos». Profilácticamente («yo, que estuve ahí») preguntan qué es izquierda, qué es derecha. Si hay talento, el imperio y las editoriales de la corona española, agradecidos. Si no, da igual.

Los puentes entre la non-fiction-novel y la realidad son fantásticos. En la novela póstuma Pobrecito poeta que era yo (1986), Roque cuenta que en 1965 recibió en San Salvador varias visitas de un agente gringo de la CIA: «… de inmediato se notaba que ese hombre había tomado posesión de mi suerte y destino y desde su primera aparición trató de subrayarme esta impresión».

El agente le dice que puede meterlo preso. «Tú sabes cómo son los militares. Yo he venido a darte una salida conveniente y útil para todos.» Mostrándole su pasaporte, que Roque había perdido en La Habana, el agente le mostró la capacidad y alcance de la CIA. «Tú puedes ayudarnos a evitar la violencia comunista… Tú decides vivir como un escritor, como un estudioso, no como un delincuente… Si te niegas nosotros le haremos saber a tu partido, por medio de la gente que tenemos dentro, que toda esta información nos la diste tú… No vas a quedar como un héroe, sino como un traidor.»

La firmeza ideológica hizo que Roque se negase a semejante propuesta. Pero le contó la historia a un amigo íntimo. Diez años después, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) asesinó al poeta y hasta hoy no existe un informe serio de los hechos.

«Pragmático», Sancho ha sugerido que «por salud mental» hay que ir olvidándose de quién mató a Dalton. Por su lado, Villalobos ha brindado distintas versiones, aunque observando que la CIA no tenía tal penetración en el ERP.

El 1º de febrero de 1992, al iniciarse el cese de fuego en El Salvador, primera de la ceremonias ante la sociedad del martirizado país centroamericano, Joaquín Villalobos habló en nombre del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN):
«Los salvadoreños somos excepcionales y hemos pasado bien la más dura prueba de nuestra historia. Dalton, en su Poema de amor, describe muy bien a los salvadoreños como ‘los hacelotodo, los comelotodo, los vendelotodo’. Lancémonos a trabajar por el futuro para dejar de ‘ser los tristes más tristes del mundo’ y comenzar a vivir con felicidad la paz.»

En 1998, el converso declaró: «Consolidarme profesionalmente en función de mi familia, ése es mi objetivo fundamental». («Un guerrillero en Oxford», El País, 13/12/98). Antes había prestado servicios de contrainsurgencia en Chiapas y hoy asesora a los paramilitares del narcopresidente colombiano Alvaro Uribe, a más de escribir a menudo contra Cuba y Venezuela.

El estilo de vida que el agente de la CIA ofreció a Roque Dalton es el que hoy ostenta su asesino. En cambio, el espíritu del poeta, liberado ya de su cuerpo arrojado a los perros y los buitres, impregna de conciencia y guía con sus letras la dignidad del pueblo salvadoreño.