Entrevista a Rosa Cobo, profesora de Sociología del Género y directora del centro de estudios Feministas de la Universidad de A Coruña, señala que «la consideración de las mujeres como propiedad está estrechamente relacionada con las estructuras patriarcales, capitalistas y raciales de nuestras sociedades».
Patriarcado, prostitución, desigualdad, negocio, capitalismo y explotación. Son los conceptos sobre los que Rosa Cobo Bedía (Cantabria, 1956) reflexiona y sobre los que ha publicado distintos materiales. Libros, ensayos, artículos en prensa y centenares de conferencias en los que señala la relación entre el sistema capitalista y la prostitución; del trato de las mujeres como mercancías.
Pregunta: ¿Existen datos sobre cuántas mujeres ejercen la prostitución de forma voluntaria?
Respuesta: La voluntariedad de las mujeres en prostitución es muy discutible. La mayoría de las mujeres que están en la industria del sexo son extranjeras. Y la mayoría de ellas están en situación irregular. Además, son mujeres con escasísimos recursos económicos y culturales, muchas de las cuales vienen de situaciones de pobreza extrema. Y otra parte significativa son objeto de trata. Con este punto de partida, hablar de voluntariedad es un sarcasmo. Están en la prostitución porque difícilmente pueden encontrar un espacio en el mercado de trabajo.
¿Regularizar la prostitución ayudaría a combatir la trata de mujeres?
No hay ninguna relación directa entre la regulación de la prostitución y la disminución de la trata. Al contrario, la regulación de la prostitución tiene como efecto el crecimiento de la industria del sexo; ese aumento exige mayo número de mujeres para satisfacer la demanda. En ese proceso, la trata aparece como un mecanismo fundamental de abastecimiento de mujeres para esa industria.
¿Cuál cree usted que sería el método más efectivo para combatir a las mafias?
La prohibición de la industria del sexo, la penalización de los puteros y proxenetas y políticas públicas de apoyo integral a las mujeres en prostitución. Sin negocio no hay beneficios y sin beneficios no hay prostitución. Lo que desde luego no hay que hacer es penalizar a las mujeres que están en esta industria.
Para aquellas que ejercen la prostitución por voluntad propia ¿Dónde está la frontera entre disponer del propio cuerpo y el convertirse en un objeto sexual?
No hay frontera. La sexualidad, y el cuerpo de las mujeres, es una mercancía en la industria del sexo. Son tratadas como objetos, como mercancías, tanto para la industria del sexo, como para los proxenetas y puteros. Las mujeres en prostitución son el centro del negocio que ocupa el tercer lugar en términos de beneficios a escala global de todas las economías ilegales. La prostitución es una industria que mueve miles de millones de euros anuales y que sirve para activar economías que no tienen tejido productivo. Las mujeres que migran a países con altas tasas de bienestar envían remesas de dinero a sus países de origen que de esa manera revierten en consumo interno.
¿Cómo influye el nivel de vida de una sociedad y el nivel de igualdad de la misma en las cifras de negocio de la prostitución?
Los altos niveles de bienestar en una sociedad no determinan el tamaño de la industria del sexo. Esta industria es fundamental para los procesos de acumulación capitalista y, además, es muy importante para las economías de algunos países con bajas tasas de pobreza porque la exportación de mujeres para la prostitución es la forma de engancharse a la economía global. Sin embargo, el bienestar de una sociedad reduce al mínimo el número de mujeres autóctonas que se dedican a la prostitución. Esa es la libre elección: cuando existen estados de bienestar, la prostitución autóctona casi desaparece.
Usted defiende que no hay consentimiento en la relación que se establece entre una mujer prostituida y un cliente. Me gustaría que explicara un poco esta tesis… ¿Cómo se concreta el consentimiento?
¿Qué consentimiento puede existir entre dos partes en la que una de ellas tiene una posición de poder y la otra de extrema precariedad? Cuando existe una desigualdad tan marcada no hay legitimidad en el contrato prostitucional. Puede haber mujeres que están en prostitución y que se autoperciben libres, pero eso no cambia la naturaleza del consentimiento. La cuestión es la prostitución como institución, que en sí misma es una fuente inagotable de explotación sexual y económica de las mujeres prostituidas.
En un sistema que no fuera el capitalista ¿Las mujeres podrían ser un objeto de consumo y una propiedad?
La consideración de las mujeres como propiedad, como mercancías y como objetos está estrechamente relacionada con las estructuras patriarcales, capitalistas y raciales de nuestras sociedades. En sociedades libres y sin desigualdades económicas, patriarcales y raciales muy marcadas las relaciones sexuales entre hombres y mujeres se pactarán libremente entre ambos sexos sin precio.
Fuente: https://www.eldiario.es/cv/Rosa-Cobo_0_691181959.html