Un libro de flamante aparición proporciona una polifonía de organizaciones de base de diferentes países, con sendas articulaciones que enlazan el paisaje de las búsquedas actuales de la izquierda con la vida y el pensamiento de la gran revolucionaria.
Hernán Ouviña (editor)
La revolución es magnífica: Encuentros con Rosa Luxemburgo.
Buenos Aires. Fundación Rosa Luxemburgo-Milena Caserola, 2022.
297 páginas.
Este es un libro colectivo. No hay que confundirlo con una simple compilación de artículos de varios autores. Aquí hay un enlace entre diferentes agrupaciones militantes que reflexionan acerca de la relación entre sus prácticas respectivas y el pensamiento de Rosa Luxemburgo.
Vale decir que articulan las luchas, las realizaciones y las reflexiones compartidas con el pensamiento (y con la vida) de una mujer revolucionaria. En la mayoría de los casos, los escritos son firmados sólo por la organización. No hay promoción de figuras dirigentes sino destaque para lo construido y pensado en común.
Rosa Luxemburgo fue asesinada en Alemania hace más de 100 años. Más allá de la distancia temporal y espacial, dejó una estela de pensamiento y acción que es retomada hoy. La recuperan organizaciones, casi todas ellas del ámbito latinoamericano, que se desenvuelven en las a menudo penosas condiciones de los capitalismos periféricos de nuestro continente.
En muchos casos no se acude a los textos más recorridos de Rosa. Incluso se recurre a su correspondencia privada, a sus observaciones en torno a la naturaleza, la vida cotidiana, el rol de las mujeres. Es auspiciosa ese acercamiento a escritos que adquieren nueva luminosidad a la luz de problemas antes no percibidos o subestimados.
Se mencionan una y otra vez sus marcas de identidad: Mujer, judía, migrante, de doble nacionalidad. Y portadora desde sus inicios de la corriente radical del socialismo marxista, la que criticó con fuerza al reformismo y se opuso a la gran guerra europea desde una perspectiva revolucionaria.
Aparece una y otra vez, problematizado, el “espontaneísmo” de la fundadora del espartaquismo. Se discute la pertinencia del término a veces, en otros casos se lo toma como enlace con prevenciones justificadas y muy actuales hacia las organizaciones muy centralizadas y con resabios de “verticalismo”.
Puede leerse en el texto debido a la corriente argentina “Marabunta”: “El estalinismo buscó colocarla en ese lugar, aunque también quienes la recuperaron, tomaron esa imagen reducida que, como en un espejo, se contraponía a las derivas autoritarias con cierta ingenuidad. Es interesante, tal vez, pensar que no se trataba de esa dicotomía (partidismo/espontaneísmo), o al menos no de esa manera.”
Anida allí el reclamo de una renovada complejidad en el abordaje intelectual y político de R.L.
Esa línea de análisis se puede apreciar en la argumentación de un movimiento de mujeres campesinas de México: “Nuestra reflexión toma como punto de partida tres elementos centrales de su pensamiento: (1) la autonomía de las luchas sociales, (2) su mirada hacia la naturaleza, así como (3) su propia vida como mujer de la clase trabajadora, extranjera, luchadora del pueblo, intelectual orgánica, que rompió en muchos ámbitos con los patrones patriarcales de su tiempo.”
No es por casualidad que la primera sección de entre las que configuran el libro es la dedicada a “feminismos populares y despatriarcalización”. La interlocución femenina y feminista tiene preeminencia a lo largo de la obra, en la que las implicaciones de la posición como mujer de R.L aparecen a cada paso. La perspectiva de género se armoniza con los grandes temas de la crítica al capitalismo y de la acción política de izquierda de las últimas décadas.
Toda la perspectiva ambiental y del buen vivir y la mirada anticolonial y antirrepresiva, asimismo tienen sus secciones.
En ese campo vale la pena citar a un movimiento chileno por el agua y los territorios, que traza el vínculo de esas temáticas con la actual realización de la convención constitucional: “…seguir luchando por una asamblea plurinacional, feminista y socioambiental, y concibiendo la constituyente como un proceso de apertura y no de cierre, como señalara Rosa Luxemburgo en uno de sus textos sobre la asamblea constituyente: ‘En una palabra, la Constituyente no será el fin de la Revolución, sino la apertura de su segunda parte, la segunda fase de la Revolución.’”
Las luchas de los pueblos originarios y sus realizaciones en torno a la tierra y la naturaleza no tienen una sección propia, su presencia aparece una y otra vez en las diferentes partes del libro, y queda claro lo indispensable de su inclusión en el horizonte transformador.
Cuestiones tan fundamentales como la formación política, la cultura y la educación popular dan lugar asimismo a un conjunto de intervenciones. La formación de militantes conscientes y con iniciativa propia, no atados a liderazgos indiscutibles ni a padrinazgos interesados. En un eje de preocupaciones para la izquierda actual y así lo atestigua su tratamiento en esta obra.
Ese quehacer formativo se asienta también en el pensamiento luxemburguiano, como se afirmar en el capítulo escrito por una escuela militante de Colombia:
“Este principio de autonomía, que condujo la acción personal y política de Rosa al cuestionarse y cuestionar las formas instituidas puede considerarse parte constitutiva en la generación de conocimientos y saberes liberadores (…) al no validar los roles de o la intelectual en el pedestal, figura que se ha promovido por la educación bancaria…”
La revolucionaria alemana y Paulo Freire se entrelazan así para iluminar experiencias del presente con impulso hacia el porvenir.
Una evidencia más de que el ordenamiento de las secciones no responde para nada al azar es que la última parte se reinstale sobre el derrotero inicial de R.L. Se titula “Reforma y revolución: reinventar la política desde abajo para evitar la barbarie.”
De ese modo se da cierre al libro con el examen muy actual de la necesidad de otra forma de hacer política. De vindicar formas de democracia radical y directa que los sistemas políticos dominantes obturan. Y de la recuperación del espíritu de rebelión popular que sacude al continente. Como contrapeso a la barbarie capitalista que no sólo impone la desigualdad y la injusticia sino que amenaza al planeta.
Hay un elemento que se echa en falta en medio de esa tan saludable diversidad, que se despliega en razonamiento y en impulso vital puestos al servicio de la transformación social. Casi no hay presencia de organizaciones sindicales, de trabajadorxs encuadrados en la relación salarial tradicional. Sin duda no constituye una falencia del libro, sino una evidencia de algunos silencios y de ciertas distancias que habrá que acortar hasta el punto del indispensable entrelazamiento.
A Hernán Ouviña le corresponde ser un mediador entre los textos y los lectores. No se remite a reunir los escritos, sino que desarrolla una introducción general y un breve prefacio a cada una de las secciones en las que se divide el libro.
Él mismo educador popular y viajero a través de la geografía de los movimientos, y con un vasto itinerario en torno al pensamiento luxemburguiano, se aboca a guiar al lector por lo que a primera vista podría parecer un caleidoscopio difícil de interpretar.
Escribe Ouviña en la introducción: “Concebimos a este libro cual ‘cortazariano modelo para armar’, por lo que las puertas de entrada y salida y las posibilidades de ensamblaje son variadas“.
Abona esa intencionalidad el señalamiento de que son escritos en distintos registros “…algunos más vivenciales e intimistas, otros entre bullicios y de mate en mate, en barriadas, centros culturales, sembradíos, al compás de los acuerpamientos militantes, en asambleas, protestas callejeras y defensas del territorio, aunque los hay más teórico-analíticos.”
La lectura de estas páginas puede conducirnos con eficacia y amplitud de perspectivas tanto por las diferentes facetas de la perspectiva revolucionaria actual como a través de la riquísima multiplicidad de organizaciones y movimientos. A la vez que cultiva la convicción de que la respuesta a los desafíos del presente y del cercano porvenir es, como reza el título, magnífica.
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