En la larga lista de triunfos que la prensa nacional se complace en evocar para estimular el orgullo nacional van mezclados Arturo Vidal, el consumo de gaseosas, la exportación de salmones y una seguidilla de rankings tan improbables como el de los «mejor y peor vestidos» de la parrillada del domingo. En materia de salmones […]
En la larga lista de triunfos que la prensa nacional se complace en evocar para estimular el orgullo nacional van mezclados Arturo Vidal, el consumo de gaseosas, la exportación de salmones y una seguidilla de rankings tan improbables como el de los «mejor y peor vestidos» de la parrillada del domingo.
En materia de salmones es una pena que nadie -aparte POLITIKA- se haga eco de las celebraciones en los mercados internacionales. Una de ellas quedó registrada en nuestros archivos, hela aquí:
«Bruselas 12/06/2017 – El Diario Oficial de la Unión Europea (DOUE) ha publicado un Reglamento de Ejecución por el que se suspende la autorización de etoxiquina como aditivo en piensos para todas las especies y categorías animales.»
La etoxiquina es un antioxidante derivado de las quinoleínas y es frecuentemente empleado en la industria alimentaria, como la de harina de pescado, para la conservación de alimentos y evitar que se pudran. Casi todas las harinas de pescado con que se alimenta a los salmónidos de cría reciben una dosis de este antioxidante de síntesis inventado por… Monsanto en los años 1950, y que recibe la romántica designación de E324.
Como consecuencia, cada vez que te comes una deliciosa ración de salmón ingieres 0,04 gramos de etoxiquina. Si la UE prohibió el uso del E324 fue porque los toxicólogos sospechan que es peligroso para el consumidor.
Ya en el año 2015 -explica Le Canard Enchaîné- un informe de la Autoridad Europea de Seguridad de los Alimentos (EFSA) reveló que algunos de sus componentes son genotóxicos y posiblemente mutágenos.
Genotóxico quiere decir que es dañino para el ADN. Una sustancia genotóxica puede unirse directamente al ADN o actuar indirectamente afectando las enzimas involucradas en la replicación del ADN y causando mutaciones que pueden desembocar en un cáncer.
Un mutágeno (en latín: «origen del cambio») es un agente físico, químico o biológico que altera o cambia la información genética (usualmente ADN) de un organismo y ello incrementa la frecuencia de mutaciones por encima del nivel natural.
No es precisamente lo que uno espera cuando pide un salmón a la plancha o un carpaccio de salmón en el restaurant de la esquina.
Los ingenuos imaginan que, visto que la AFSA prohibió el uso de la etoxiquina, ya nadie la usa. Craso error. El lobby de los productores de salmón y la Federación Europea de fabricantes de aditivos para la nutrición animal (FEFANA) salieron a defender el fantástico producto. Así pasaron más de dos años antes de que la Comisión Europea suspendiese la venta y el uso como aditivo alimentario de la etoxiquina, también llamada por el diminutivo EQ.
Aun así -precisa Le Canard Enchaîné- hasta el 31 de marzo de 2020 los peces de criadero podrán degustar harina de pescado aliñado con EQ: un centenar de adherentes de la FEFANA, entre los cuales multinacionales de la agroquímica como BASF, Cargill o DuPont, convencieron a la Comisión Europea que les diera algún tiempo para inventar un sustituto.
Los mismos defendieron con éxito otro componente químico, la cantaxantina, pigmento utilizado para darle a los peces el bello color que le conoces al salmón de fábrica. Lo que no te dicen es que, en altas dosis, la cantaxantina provoca lesiones irremediables de la retina.
Si los EEUU le fijaron un límite a los residuos de etoxiquina que pueden aparecer en el plato, la UE no estimó necesaria esa precaución.
Los fabricantes de salmones industriales -¿Chile entre ellos?- pueden seguir utilizando componentes químicos peligrosos para la salud humana sin que las autoridades locales reaccionen.
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