Cuanto hagamos por conocer y difundir en profundidad la vida y obra del Presidente Salvador Allende, lo que fue su historia y la historia de su época y lo que, a pesar de la derecha y el imperialismo norteamericano, se pudo construir durante los Mil días del Gobierno de la Unidad Popular, así como su […]
Cuanto hagamos por conocer y difundir en profundidad la vida y obra del Presidente Salvador Allende, lo que fue su historia y la historia de su época y lo que, a pesar de la derecha y el imperialismo norteamericano, se pudo construir durante los Mil días del Gobierno de la Unidad Popular, así como su proyección hasta nuestros días y hacia el futuro, será siempre necesario e indispensable en la perspectiva de recuperar la cultura democrática que en su tiempo fue orgullo del pueblo de Chile y situó a nuestro país de modo ejemplar y destacado entre las naciones latinoamericanas.
Es que estamos contra el tiempo. Y contra las circunstancias actuales. Porque los largos años de la dictadura militar impusieron una cultura antagónica, la cultura del miedo, del autoritarismo, de la mediocridad, del apoliticismo, del desprestigio del Estado y de la política, la cultura del consumismo y de la absoluta falta de solidaridad entre las personas. Y esta cultura no ha desaparecido durante estos años que han corrido de una transición, en cuyo origen de transición negociada entre la propia dictadura con un sector de las fuerzas políticas que se le oponían, se encuentra precisamente la razón de esta sinrazón. Es lo que hace posible la subsistencia oscurantista
En el Chile de hoy se puede hablar tranquilamente de Pinochet, de su régimen, de todo, menos de Allende y de la Unidad Popular. Salvo por cierto entre las fuerzas progresistas, democráticas y revolucionarias, entre la gente de izquierda y las organizaciones sociales, políticas y sindicales del pueblo.
Pero para el aparato oficial, para los políticos del sistema y para casi todos los medios de comunicación, la ley es el silencio, ocultar el pasado democrático. Ignorarlo todo. No vaya a ser que los jóvenes se contagien.
Es como si nunca hubiera existido un Presidente leal a su pueblo o un Gobierno realmente popular, a los que sólo se les menciona a veces por sus errores, supuestos o reales.
Pero ni una palabra sobre el medio litro de leche diario para cada niña o niño chileno, ni una palabra sobre la nacionalización del Cobre, el Salitre y el Carbón, nada sobre la estatización de la banca y el comercio exterior, la redistribución del ingreso nacional a favor de los trabajadores, la gratuidad de la educación y la salud, la reforma agraria, en fin las conquistas de la clase obrera y los estudiantes y los millones de libros de la literatura chilena y universal, a un mínimo precio, con los que en esos años la Editorial del Estado, «Quimantú», alimentó el espíritu de nuestro pueblo. Libros que, como tantos otros, en bibliotecas y casas particulares, fueron quemados por militares ignorantes que hasta destruyeron libros sobre el Cubismo, creyendo que se trataba de propaganda a favor de la Cuba revolucionaria.
Esa situación, que Volodia Teitelboim llamó en su tiempo como «el apagón cultural», no ha cambiado del todo. La infinita debilidad de los gobiernos democráticos frente a los poderes fácticos, que siguen gobernando, la mantención de un modelo económico y de una forma de hacer política y el papel de los medios de información impiden el retorno pleno a la claridad del día.
Dicho de un modo general – y cada vez las excepciones honrosas son menos – en las altas esferas del oficialismo y de la Derecha los que roncan son personajes mediocres u oportunistas y muchas veces una mezcla de ambas singularidades.
Son los que impusieron teorías reaccionarias como «la política de los consensos» o de «justicia en la medida de lo posible». Todo a medias, todo a lo «gatopardo», todo tranzado con la Derecha.
Entre tanto las fuerzas y sectores auténticamente democráticos y avanzados, cualesquiera sea su trinchera, incluso muchos que han sido o son todavía parte de la coalición gobernante, pero que están contra la economía de mercado y reclaman la recuperación del papel rector del Estado para que chilenas y chilenos vuelvan a tener acceso gratuito a la educación y a la salud, al trabajo bien remunerado, a la vivienda digna y a una cultura amplia, no logran todavía los niveles de unidad de acción ni orgánica como para levantarse como alternativa real a los que someten a Chile a la vergüenzas de nuestros días.
En ese contexto, recuperar el legado de Allende y del Allendismo, examinar con los ojos de este siglo la experiencia vivida en ese asalto al cielo que fue la Unidad Popular, es parte de lo que se debe hacer para elevar la conciencia del pueblo, para reeducar a las masas en la perspectiva del cambio social y para recuperar la mística de ayer para los combates de hoy.
Salvador Allende, a diferencia de la inmensa mayoría de los políticos afectos al sistema de hoy, fue ejemplo de consecuencia con sus ideas y principios, de dignidad y ética personales y de lealtad al pueblo como lo demostró al precio de su propia vida.
Y es entonces cuando junto a otros esfuerzos, pocos todavía, aparece este libro que nos llega de España de la mano de su autor, este joven amigo y compañero, el historiador valenciano Mario Amorós, demostrando de paso que la experiencia de Allende y la Unidad Popular no importa sólo a los chilenos o a los latinoamericanos sino que fue un proceso no sólo respetado y admirado en todo el mundo, sino del que es posible extraer en pleno siglo XXI conclusiones válidas para intelectuales y trabajadores de todos los confines de la tierra. Algo que de seguro nunca se dirá ni en «El Mercurio» ni en La Moneda.
«Compañero Presidente. Salvador Allende, una vida por la Democracia y el Socialismo» es un libro riguroso, serio, que hay que leer y estudiar. Mario Amorós describe paso a paso la trayectoria de Salvador Allende y el lector descubre en el relato de esa trayectoria como se va perfilando el líder, su personalidad fuerte, su oratoria natural y encendida, hasta el producto final de su pensamiento maduro y lúcido de los años 70. Su convencimiento de la posibilidad de la revolución democrática como paso necesario de cara a un futuro socialista, vinculada estrechamente a la formación de correlaciones de fuerza necesarias en cada fase.
Nada de eso surgió de la nada.
El trabajo de Mario permite entender el proceso de estructuración de la personalidad y el pensamiento de Allende y del desarrollo de la conciencia política y social del pueblo, narrando con estricta fidelidad los acontecimientos de esa época en que los cambios estructurales en la sociedad chilena estaban puestos a la orden del día.
Se explica aquí el aporte de Allende, desde los años 30 en la lucha contra las tendencias derechistas o populistas que se dieron al interior del movimiento popular y de su propio partido, así como, posteriormente, su firmeza en defensa de la fidelidad al Programa de la Unidad Popular contra las tentaciones ultraizquierdistas que, durante su gobierno, pretendían rebasarlo sin atender a las condiciones objetivas imperantes en la situación política.
El libro recuerda las diferencias que alguna vez se dieron entre Allende y la dirección de su Partido, al punto que en su proclamación como candidato al interior de esa organización fueron más los votos de abstención que los de quienes le apoyaban. Pero se recuerda igualmente el apoyo que él siempre tuvo de la base partidista y a su vez la fidelidad y respeto de Allende a la disciplina partidaria; sin perjuicio que en alguna ocasión la sobrepasara cuando estaba convencido de la justeza de sus posiciones.
Se evoca asimismo las diferencias y las coincidencias del Presidente con el Partido Comunista, especialmente respecto de la Internacional Comunista y sus relaciones con la URSS ; su lealtad cuando los comunistas fueron perseguidos y su acuerdo respecto de cuestiones estratégicas fundamentales.
El libro nos evoca al Allende internacionalista, solidario con la heroica lucha antiimperialista del pueblo vietnamita y su defensa irrestricta de la Revolución Cubana, su amistad con Fidel y el Ché y su papel en defensa de los guerrilleros tras la muerte de Ernesto Guevara.
Especial cuidado se advierte en el tratamiento del tema relativo a la relación con las Fuerzas Armadas, la naturaleza y esencia de estas instituciones que han estado históricamente al servicio de la gran burguesía y el capital extranjero, las erradas concepciones de la izquierda y del propio Allende a su respecto y la ausencia de una política integral hacia el poder militar, este «vacío histórico» que todavía no ha sido plenamente reparado.
Lo que resulta más grave en un país cuyo gobierno convive y acepta a unos mandos de las Fuerzas Armadas que siguen protegiendo a los violadores de los derechos humanos, un gobierno que entre sollozos de sus autoridades, se permite llamar «general del pueblo» a un jefe policial bajo cuyo mando se asesinó impunemente a trabajadores, mapuches y estudiantes.
Este libro narra con sobriedad y estricto apego a la historia lo que fue en especial el último año del Gobierno de la Unidad Popular. Los capítulos de «Crisis en la Unidad Popular» y el de «La traición» detallan cada paso de los actores políticos de ese tiempo, de cómo se fue imponiendo la política trazada desde la Casa Blanca y el Pentágono con el concurso de la CIA, la cadena de periódicos de «El Mercurio», las autoridades del canal 13 de la época, encaminada a destruir el Gobierno del Presidente Allende. Un gobierno que en las elecciones de marzo del mismo año 1973 había logrado una importante victoria en las elecciones parlamentarias. En efecto, en esos comicios, los partidos de la Unidad Popular eligieron diputados y senadores incluso en zonas que jamás se había logrado. El mérito no fue de los candidatos sino de la situación que existía, de los beneficios históricos alcanzados por la clase obrera y los campesinos cuyas condiciones de vida habían cambiado radicalmente.
Las victorias electorales de la Unidad Popular fueron producto exclusivo de la política de cambios llevada a cabo ; en las regiones del sur fue la reforma agraria, la organización del campesinado y el apoyo material a la producción de campesinos y agricultores del Gobierno de Allende.
Y sin embargo pocos meses después de los éxitos electorales, la traición lograba imponerse. El largo trabajo de la sedición, iniciado la misma noche de la victoria popular del 4 de septiembre del 70 dió sus frutos y desde entonces destrucción y sangre.
Desde entonces la muerte, la tortura, los detenidos desaparecidos, el exilio, en fin la destrucción de las conquistas del pueblo, el atropello a los derechos humanos, el desprestigio internacional de Chile.
Sin embargo, los años han pasado y mientras la figura de los generales y almirantes traidores se pierde en el recuerdo, muchos de ellos en prisión o al menos procesados, la figura de Salvador Allende se alza gigante en el mundo. Menos en Chile.
Mario Amorós ha dedicado años de su vida a estudiar el proceso chileno, éste no es su único libro sobre la materia y seguramente no será el último. Ha publicado valiosos textos sobre el tema de los Derechos Humanos y el terror impuesto por la dictadura militar, así como sobre el heroico sacerdote Antonio Llidó. Sabe sobre nuestra historia reciente más que cualesquiera de nosotros y su trabajo científico es a la vez que un aporte cultural, una expresión de la solidaridad internacional.
Mario Amorós sabe también que el discurso político de Allende tanto como su obra material y su concepción de la democracia y la lucha de clases, de los marcos institucionales, de la relación entre el Estado y el pueblo, de la integración latinoamericana y de la solidaridad internacional, son vigentes y necesarios en estos días de globalización manejada por un reducido grupo de transnacionales que amenazan las condiciones de vida de millones de millones de seres humanos y hasta la existencia misma del planeta.
Compartir su amistad y esta noche con él es un agrado y un honor.
Gracias Mario.
– Cubierta, índice y capítulo introductorio de Compañero Presidente. Salvador Allende, una vida por la democracia y el socialismo (PUV. Valencia, 2008. 376 págs.): http://www.rebelion.org/docs/66078.pdf