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Salvador Allende y el Che Guevara: iguales y diferentes

Fuentes: Crónica Digital

Florecieron en Cuba los framboyanes de fuego en todo su esplendor en el mes de junio. De origen malgache, este vistoso árbol, lo hemos hecho nuestro y llena parques, jardines y alamedas y fortalece con su presencia, la imagen y la belleza de nuestro entorno. De igual forma están en la historia y llegan en […]

Florecieron en Cuba los framboyanes de fuego en todo su esplendor en el mes de junio. De origen malgache, este vistoso árbol, lo hemos hecho nuestro y llena parques, jardines y alamedas y fortalece con su presencia, la imagen y la belleza de nuestro entorno.

De igual forma están en la historia y llegan en junio a llenar nuestros recuerdos e incentivar lo mejor de la espiritualidad de los revolucionarios cubanos, la imagen de dos grandes de Latinoamérica: Ernesto Guevara de la Serna y Salvador Allende Gossens.
¿Qué los hace iguales?

Ambos australes, médicos humanistas y revolucionarios de oratoria encendida, abrazaron la causa común de los pueblos de América: la búsqueda de la justicia social.
Nacidos ambos en el mes de junio fueron y son de esos latinoamericanos imprescindibles a la hora de los hornos donde solo se ha de ver la luz, como expresa José Martí.

Iguales en la ética y en la conducta ideológica, fueron creciendo junto a sus pueblos en el batallar diario, en sus luchas y pasiones desbordadas en tribunas, foros y trincheras.

Ambos con un final épico a manos de las circunstancias infelices de la historia, traiciones y abandonos a los principios por parte de hombres que a su tiempo juraron lealtad a sus líderes.

Quizás pudiera atribuirse ese final a las condiciones subjetivas que muchas veces determinan el curso de la historia, mas la causa común por la cual lucharon tiene total prevalencia hasta nuestros días.

¿Cómo se conocieron Allende y el Che?

Allende llegó a La Habana en fecha tan temprana como el 20 de enero de 1959. En las calles aún se vive la efervescencia de la victoria revolucionaria.

Narrado por el propio Allende, el encuentro entre estos dos patriotas los marcó para siempre. . «esa tarde yo recibí un llamado de Aleyda, a quien no conocía, no sabía quien era. Era la secretaria del Che, no estaba casada con el Che todavía, y me dijo: «El Comandante Guevara le va a mandar su automóvil y lo espera en el Cuartel de La Cabaña». Ahí llegué yo y ahí estaba el Che. Estaba tendido en un catre de campaña, en una pieza enorme donde recuerdo había un catre de bronce, pero el Che estaba tendido en el catre de campaña. Solamente con los pantalones y con el torso descubierto, y en ese momento tenía un fuerte ataque de asma. Estaba con el inhalador y yo espere que se le pasara; me senté en la cama, en la otra, entonces le dije: «Comandante», pero me dijo: «Mire, Allende, yo se perfectamente bien quien es usted. Yo le oí en la campaña presidencial del ’52 dos discursos: uno muy bueno y uno muy malo. Así es que conversemos con confianza, porque yo tengo una opinión clara de quien es usted». Después me dí cuenta de la calidad intelectual, el sentido humano, la visión continental y la concepción realista de la lucha de los pueblos que tenía el Che»

«… La primera vez que llegué a Cuba me conecté con el Che y desde ese instante tuve por el afecto, respeto, y creo, podría decirte que fui amigo del Che. Tengo aquí un retrato de él que tiene una dedicatoria, dice: «A Carmen Paz, Beatriz y María Isabel, con el cariño fraterno de la Revolución Cubana y el mío propio». Esto demuestra que conocía a mis hijas, que sabía que familiarmente le teníamos afecto, cariño, pero más que eso, quiero mostrar algo que tiene un valor inestimable para mí. Algo excepcional que guardo como un tesoro: La guerra de guerrillas. Este ejemplar estaba encima del escritorio del Che, debe haber sido el segundo o tercer ejemplar, porque me imagino que el primero se lo dio a Fidel. Y aquí tiene una dedicatoria que dice: «A Salvador Allende, que por otros medios trata de obtener lo mismo. Afectuosamente, Che».

Años después se volverían a encontrar en Uruguay: en Punta del Este y en el propio Montevideo donde ambos tendrían destacada participación en actividades políticas.

Es indudable que entre ambos se selló para siempre la amistad basada en el compromiso político y revolucionario nacido del mutuo reconocimiento.

Pasaron otros años y recibieron nuestros pueblos la ingrata noticia de la muerte del Che en Bolivia. Allende describe su impresión entonces: «La noticia de su asesinato me causó un pesar profundo. Compartí el dolor de miles y miles de mis compatriotas».
«Yo era presidente del Senado cuando llegaron aquí los guerrilleros que acompañaban al Che. Entonces yo estuve con ellos en Iquique y después volé a Pascua y Tahití con ellos. Ahí me firmaron Pombo y otros en este libro, La guerra de guerrillas, que yo llevaba, y ellos pusieron lo siguiente: «Compañero, en el libro que le obsequió el Che, queremos que queden estas palabras coma homenaje a él, de los que fuimos sus compañeros de la guerrilla boliviana».

¿Qué los hace diferentes?

Solo por la forma como encausaron sus luchas libertarias por la verdadera justicia, la genuina independencia y soberanía de sus pueblos de América.

A decir de Óscar Soto, médico y cercano colaborador del presidente Allende, en su libro «El ultimo día de Salvador Allende», este nunca fue partidario de la vía armada o de la ruptura o división de las Fuerzas Armadas para hacer avanzar su proyecto de transformación. Creía Allende en la posibilidad de que la institucionalidad chilena se podría modificar, en función de la votación y la consulta popular.

El Che, basado en su experiencia cubana y artífice como fue de la «Guerra de guerrillas», trazó su proyecto de lucha sustentado en la acción armada.

Al respecto Allende reflexionó entonces: «Yo creo, indiscutiblemente, que en la vida de Latinoamérica pocas veces, o quizás nunca, ha habido un hombre que haya demostrado mas consecuencia con sus ideas, más generosidad, mas desprendimiento.

«.el Che lo tenía todo, renunció a todo para hacer posible la lucha continental. Ahora, la respuesta del por que está en la propia dedicatoria del libro del Che: «Para Allende, que por otros caminos trata de obtener lo mismo». Había diferencias, indiscutiblemente, pero formales. En el fondo, las posiciones eran similares, iguales.»

Es difícil y casi osado pretender en pocas cuartillas ponderar la historia de dos grandes de Latinoamérica. Merecen ambos todo el tiempo de nuestras vidas para conocerles y honrarles. Son historia viva, ejemplo de derroteros para nuestros expectantes pueblos de América, mas, están juntos a nosotros, nos acompañan en nuestros sueños y esperanzas, porque ya la historia se cuenta con los maltratados y vilipendiados de América Latina como presagiara el Che; porque ya la historia la están haciendo definitivamente nuestros pueblos, como sentenciara Allende, porque ellos juntos «han echado a andar y su marcha de gigantes no se detendrá jamás».