La industria forestal se inscribe, como la minería y la pesca, en una estrategia económica y comercial que fue diseñada e impulsada hace unos veinte años, la que no muestra señales de cambio sino que apunta hacia su con-solidación. Esta estrategia, basada en la extracción y exportación de recursos naturales, ha ido de la mano […]
La industria forestal se inscribe, como la minería y la pesca, en una estrategia económica y comercial que fue diseñada e impulsada hace unos veinte años, la que no muestra señales de cambio sino que apunta hacia su con-solidación. Esta estrategia, basada en la extracción y exportación de recursos naturales, ha ido de la mano con las políticas económicas y comerciales, cuyo elemento clave es la apertura arancelaria y la suscripción de acuerdos de libre comercio. La instalación de industrias en el segmento, y la apertura arancelaria, que apunta a la búsqueda de nuevos mercados externos, es el diseño económico y la estrategia comercial. Son dos caras de una misma moneda: un modelo productivo basado en la extracción y venta de materias primas y apertura y desregulación de mercados. Es una opción política constituirse en economía primaria, que suministra materias primas cuyos precios dependen de la oscilación de los mercados y los ciclos económicos. Todos aquellos bienes que contienen inteligencia y valor agregado, se importan. Un sencillo modelo que constituye la quintaesencia del neoliberalismo tercermundista. Estos sectores productivos de materias primas, de commodities, son la piedra angular de la economía chilena, en cuanto son también la expresión de una estrategia económica minuciosamente elaborada, la que ha tenido el apoyo explícito de los gobiernos tanto durante los años de la dictadura como a partir de los gobiernos democráticos. Así es el caso de la gran minería privada del cobre, la que desde comienzos de los años 80 del siglo pasado ha recibido exenciones tributarias, escándalo que sólo hace pocos años llevó a la discusión sobre la necesidad de aplicarles un royalty, tributo hoy vigente que no ha alterado sustancialmente las grandes garantías que el Estado chileno ofrece a este sector. Algo muy similar ha ocurrido y sigue sucediendo con las plantaciones forestales, las que han sido beneficiadas desde 1974 con un subsidio directo del Estado. En ambos casos los receptores de estas regalías no son pequeños propietarios, sino grandes conglomerados, tanto nacionales como extranjeros. Las enormes garantías que reciben estos sectores responden a una política previamente montada para favorecerlos. Una política, como se ha mencionado, que refuerza estas actividades de manera unilateral respecto a otras áreas de la producción, pero también, una política más amplia que se extiende hacia las estrategias comerciales, los tratados de libre comercio y la reducción de aranceles y otras barreras: una apertura de mercado realizada prácticamente a la medida de estos grandes conglomerados exportadores. Cada vez que se ha firmado un tratado de libre comercio los costos no los han pagado estas industrias, sino los más débiles. La pérdida de mercado y eventual quiebra de millares de pequeñas y medianas industrias de muy diversos sectores, en especial del rubro manufacturero, no es un efecto de la naturaleza de las cosas ni de la mala gestión o mala suerte, sino de políticas de comercio exterior bien pensadas, las que tienen como condición prioritaria abrir más mercados para la gran industria extractora de los recursos naturales. Así ha sido desde hace décadas y así es en el presente.
EXTRACCION Y EXPORTACION
Estamos hablando de grandes conglomerados ya sea de capital nacional o extranjero, lo que ha demostrado ser lo mismo, orientados básicamente a la exportación. En el caso del sector fo-restal, se trata de un área que tiene una participación del 3,5 por ciento en el producto nacional, que significa ser la segunda actividad económica más importante del país, sólo superada por la minería. Sus exportaciones sumaron en 2006 casi cuatro mil millones de dólares, aproximadamente el siete por ciento del total exportado. Si se suman los otros dos grandes sectores extractivos, la minería, la pesca y el área forestal suman exportaciones por unos 37 mil millones de dólares, lo que viene a ser aproximadamente el 61 por ciento del total. Un volumen que corresponde también en gran proporción, aproximadamente un 90 por ciento, a recursos naturales, materias primas o bienes de muy baja elaboración, lo que tiene incidencia tanto en el medioambiente como en la calidad de los empleos creados. Estas cifras permiten ubicar a estas áreas de la economía en la escala más primaria, la extractiva. Pero también están asociadas a un alto nivel de concentración del capital y orientadas en casi su totalidad a los mercados externos. Sucede en el sector forestal, en el minero y pesquero. Es lo que ha llevado a hablar del enclave minero, concepto que también le cabe al sector forestal, cuyos monocultivos para la producción de celulosa y de madera aserrada tienen un bajo impacto en el resto de las actividades económicas. El principal producto forestal es la celulosa, que se envía al exterior prácticamente en su totalidad. Las estadísticas del año pasado señalan que la industria exportó 755 millones de dólares en madera aserrada, pero casi 1.900 millones en celulosa. Proporcionalmente, la celulosa es el 50 por ciento del total exportado por esta industria. En cuanto al grado de elaboración, los productos prácticamente no la tienen, si no se considera el proceso industrial de la celulosa ni el cepillado o aserrado de la madera. Sólo un siete por ciento de todas las exportaciones de origen forestal tienen un mayor grado de elaboración, como los tableros, y apenas un tres por ciento corresponde a obras de carpintería. Según datos de la asociación empresarial Corma (Corporación de la Madera) para 2005 Chile es el quinto exportador de celulosa en el mundo, con ventas por 2,6 millones de toneladas de pulpa por un valor de 1.205 millones de dólares. Un estudio especializado sobre capacidad instalada para la producción de celulosa -citado por Corma- establece que Chile ocupa el lugar número siete en el mundo y que para finales de la década subirá al lugar cuarto, sólo superado por Canadá, Estados Unidos y Brasil. En cuanto a precios internacionales, esta industria vive momentos inmejorables. Aun cuando los volúmenes de exportación han bajado levemente, el precio del commodity se ha elevado a niveles históricos. El valor internacional de la tonelada de celulosa está en aproximadamente 730 dólares, precio que durante los últimos dos años ha aumentado en más de un veinte por ciento. El sensible aumento de los precios internacionales ha tenido un impacto notable en las ventas de la industria. Las dos grandes empresas chilenas, Celulosa Arauco y Constitución (Celco) y CMPC, han crecido entre un quince y un veinte por ciento, lo que las coloca entre las industrias que ha registrado mayores utilidades. Arauco, con ventas en 2006 cercanas a los 2.400 millones de dólares, se ha consolidado como la empresa forestal latinoamericana con mayores utilidades.
INCRUSTADAS EN MEDIO DE LA POBREZA
La estrategia económica chilena, atada a su estrategia exportadora, se basa en estos sectores, minero, pesquero y forestal, los que, dicen y repiten el sector privado y los oficiantes del modelo, son también la base del crecimiento del producto y el puntal del resto de los agentes económicos. Son también, dicen, grandes generadores de empleo, tanto directo como indirecto. Hay tres regiones con una directa re-la-ción entre el empleo y los sectores agrícolas y silvícolas. En la VII Región, aproximadamente el 35 por ciento de la fuerza de trabajo corresponde a esta actividad, la que baja al 16 por ciento en la VIII, y repunta al 29 por ciento en la IX. El sector forestal, informa la Asociación Chilena de Seguridad, emplea a casi sesenta mil trabajadores. De ellos, unos 18 mil laboran en los bosques y unos 25 mil en los aserraderos. Si consideramos que la actividad forestal está localizada en las regiones VII y, principalmente, VIII y IX, éstas, sin embargo, no han conseguido salir de la condición de pobreza, pese a las bajas cifras de desempleo regionales. Según las estadísticas de Mideplán, el 15,3 por ciento de los hogares chilenos está bajo la línea de pobreza, proporción que se eleva de manera sensible en estas tres regiones. La tasa de hogares pobres en la VII Región corresponde al 19,7 por ciento del total, cifra que sube al 23,3 por ciento en la VIII y al 24,6 por ciento en la IX, la más alta del país. La industria forestal se nutre del bosque nativo y de las plantaciones forestales, que son básicamente monocultivos de pino y eucalipto. Existen 7,6 millones de hectáreas que corresponden a bosques productivos de especies nativas, en tanto 1,5 millones de hectáreas están cubiertas por plantaciones artificiales, en las que el pino radiata es la especie más relevante, con más del 80 por ciento del total. Según cita en un documento el economista Marcel Claude, en la VII y VIII regiones, las plantaciones forestales equivalen al 52 y 53 por ciento del total de la superficie poblada con bosques naturales nativos. «Caso emblemático -dice- es la VIII Región, que tiene el 26 por ciento de la superficie regional cubierta por plantaciones». Las plantaciones están concentradas en pocas manos, lo que explica, en parte, el bajo impacto de esta actividad en las posibilidades de prosperidad de la población de la zona. Claude señala que en la VIII Región, que cuenta con una de las mayores áreas de cultivos, aproximadamente un 70 por ciento del total de la superficie plantada está en manos de seis empresas forestales. En relación con las exportaciones forestales, dice, «la información para 2001 da cuenta que sólo tres empresas concentraban el 48 por ciento del total de los retornos por exportaciones, y que los principales grupos económicos exportadores de este sector, Celulosa Arauco y Papelera (CMPC), aumentó su participación en las exportaciones totales. El grupo Celulosa Arauco, de Angelini, incrementó su participación desde un 30,5 por ciento en 1990 a un 38,7 en 2001, y la CMPC, del grupo Matte, desde un 22,9 por ciento al 24,3 en el mismo período. De esta manera, ambos grupos controlaban en el año 2001 el 63 por ciento de todas las exportaciones forestales». Este proceso se ha mantenido de manera creciente. Durante el primer bimestre del año en curso, según datos de Odepa (Oficina de Estudios y Políticas Agrarias), las exportaciones de celulosa alcanzaron 357 millones de dólares, cifra un 97 por ciento más alta que la de 2006 durante el mismo período. Celulosa Arauco y Constitución (Celco), de Angelini, tuvo entre enero y marzo ganancias por 164 millones de dólares, cifra que es un 47 por ciento mayor a la del mismo período de 2006. Los consorcios de Angelini y Matte se ubican entre las principales sociedades anónimas chilenas, por resultados económicos, al primer trimestre de 2007: Celarauco en el cuarto lugar -sólo superado por mineras y las empresas Copec, también de Angelini-, en tanto las empresas CMPC en el lugar doce. La estrategia económica, productiva y comercial diseñada hacia comienzos del los 70 y mantenida durante estas décadas, muestra sus efectos como un regreso a los tiempos más primitivos del capitalismo. El sur de Chile, los trabajadores de estas zonas de extrema pobreza, han pasado durante las últimas generaciones a la recolección: minera, pesquera y forestal. No ha variado ni la relación con el trabajo ni sus condiciones de vida. El capitalismo posmoderno, en su fase más alta y planetaria, se incrusta en estas zonas de extrema pobreza para hacer uso de la mano de obra barata y, por extensión alimentar, que es mantener y conservar, esa pobreza. Una estrategia que permite empresas de las más rentables de toda la región, como se ha visto en el caso de las forestales. Chile es así un paraíso para los negocios con recursos naturales. Esta estrategia económica neoliberal en su versión más bestial y tercermundista es también la responsable de un proceso de clara involución social, mediante el deterioro, en poco más de una década, de la distribución de la riqueza. Bajo este diseño económico, que ha permitido mantener durante toda la década pasada altos índices de crecimiento económico y durante lo que llevamos de siglo XXI ingentes ganancias para la gran empresa, se ha creado también la mayor brecha de la historia reciente entre ricos y pobres. Un fenómeno que no sólo es la causa de la muerte a manos de Carabineros del joven trabajador forestal Rodrigo Cisternas, sino es la fuente de nuestro creciente deterioro social.