La estigmatización y el linchamiento sin límites a que ha sido sometido Jesús Santrich por parte de la ultraderecha, incluidos delegado del Imperio y las fichas satelitales de traje verde, es comparable con el ultraje montado a Lula, en el Brasil; a Cristina Kichner, en Argentina; a Evo, en Bolivia; a Correa en Ecuador; y […]
La estigmatización y el linchamiento sin límites a que ha sido sometido Jesús Santrich por parte de la ultraderecha, incluidos delegado del Imperio y las fichas satelitales de traje verde, es comparable con el ultraje montado a Lula, en el Brasil; a Cristina Kichner, en Argentina; a Evo, en Bolivia; a Correa en Ecuador; y a Maduro y Cabello en Venezuela, estos últimos sometidos a un continuado ataque toxico sobre narcotráfico y Carteles mafiosos, en el marco de una estrategia para derribar el gobierno bolivariano de Venezuela e imponer una marioneta a la medida de las pretensiones monroistas del imperialismo gringo de Trump.
Se necesita la fuerza moral, la convicción ideológica, la certeza política y la reciedumbre humana de Santrich para soportar con dignidad y decoro la brutal embestida de los poderes oligárquicos que han enfilado todas las baterías para acallar y destruir esta voz prodigiosa que no se ha silenciado en su defensa de los contenidos de una paz democrática y con justicia social. Defensa que se dejó sentir desde el primer momento de la instalación de la Mesa de diálogos de La Habana entre el gobierno del señor Santos y las Farc.
Todos a una en el campo de la derecha, con inclusión de los colaboradores al interior de las Farc, encauzaron su disposición para silenciar esta expresión critica que observaba con agudeza desbalances, omisiones y precipitudes mortales como aquella que forzó unas zonas veredales y una entrega exprés de las armas al gusto de la cúpula militar contando con la comedida aquiescencia de CA. Lozada, empeñado con otros de su cuerda en una fatal rendición de la resistencia agraria.
Se necesitó la maledicencia y simpleza de la delegación oficialista para sugerir en Bogotá y delante del señor Santos la emanación de la disidencia desde la reflexión heterodoxa de Santrich y Márquez, la cual planteaba desde su alero incoherencias y laxitudes incompatibles con la plataforma fundacional de la resistencia agraria encarnada por el núcleo de combatientes marquetalianos.
Con tal infundio se desata la persecución a Santrich y se construyen, por los aparatos de inteligencia y policiales como la Dea (Cia incluida), toda suerte de maniobras y trampas para dar cacería al insurgente rebelde.
Fueron largos meses en los laboratorios de la provocación para tejer el escenario del engaño que cerrara con la acusación por narcotráfico y, obvio, con una extradición exprés para encadenar de por vida la honradez y transparencia revolucionaria del inconforme con un Acuerdo que no era más que la vulgar copia de los manuales de pacificación del Consejo de Seguridad de la ONU. Debía hacerle compañía a Trinidad en las mazmorras del imperio.
Las alarmas se prendieron con el Primer Congreso constitutivo del partido de las Farc. En ese evento y sus plenarias se hizo evidente la derrota de la camarilla empeñada en la claudicación frente al régimen neoliberal mediante la renuncia a los principios y a los consensos básicos de la resistencia revolucionaria.
Conocidas las votaciones en el Congreso, con amplio apoyo a Santrich y Márquez y su cerrada defensa del proyecto histórico socialista de las Farc para destruir el régimen antidemocrático del neoliberalismo oligárquico, se echaron a rodar toda suerte de acciones para estrangularlo.
La primera maniobra fue desconocer las votaciones mayoritarias de la plenaria conformada por 1120 delegados del Congreso. Timochenko, Losada, Granda, Alape y otros se las arreglaron para sumar delegaciones ausentes o ficticias con el fin de hacerse con la Presidencia y otros cargos estratégicos del nuevo partido. Los pasos siguientes encadenaron torpes acciones para estigmatizar y arrinconar a los rebeldes.
En ese cometido Gabriel Ángel, el escribiente de oficio de Timochenko, cumplió un papel nefasto, pues sus escritos en las Dos Orillas se enfilaron a mentir y a ridiculizar las banderas revolucionarias de la izquierda marxista y leninista de las Farc. Su narrativa de renegado no ahorro ni ahorra epítetos ni metáforas para embellecer las supuestas virtudes democráticas del régimen oligárquico imperante. Qué vergüenza de ex combatiente. Que alma de traidor la de este sujeto engolosinado con las migajas de los poderosos. Que pequeñez humana extraviada.
Todos esos escritos y las periódicas declaraciones de Timochenko y sus compinches fueron preparando el terreno para el ataque criminal contra Santrich.
Justificaron por lo demás el montaje judicial arguyendo que el perseguido debía demostrar su inocencia insinuando su culpa en el delito de narcotráfico tal como lo perfilo el expediente policial gringo.
Santrich fue acercado con picardía a la trampa y encarcelado cobardemente por el Fiscal y la Dea.
Fueron largos meses en la prisión de La Picota resistiendo dignamente el atropello. Los verdugos creyeron que Santrich era pan comido y su derrumbe moral inevitable. Se equivocaron completamente.
Al final se impuso la razón y el argumento fundamentado de su defensa jurídica. La Jep lo puso en libertad por falta de pruebas y, después de su corto regreso a los calabozos de la Fiscalía como producto de otra trampa, recupero la libertad y su puesto de combate en las cámaras legislativas por una decisión autónoma de la Corte Suprema de Justicia que tutelo sus derechos políticos.
Con su presencia en la Cámara de Representantes se ha pretendido otro montaje para lincharlo y excluirlo. Lo hacen, hágame el favor, los que en la víspera se derramaron en elogios y aplausos con el General Nicasio Martínez, a propósito de su ascenso, cuestionado por la prensa internacional, nacional y los organismos de derechos humanos como el responsable y director de una Brigada de asesinos de campesinos en la Guajira y el Cesar. Ahí si todo fue silencio de parte de algunos supuestos opositores (Asprilla, Muñoz, Gobertus) que hoy se rasgan hipócritamente las vestiduras porque Santrich haciendo uso de sus derechos hace presencia en el escenario legislativo. Qué vergüenza de tipos y de tipas. Que ruina humana amontonada, por fortuna pasajera.
Con los días la inteligencia de Santrich brillara por sus debates y sus agudas observaciones frente al gobierno, sus políticas y frente a tanto tránsfuga que hoy se retuerce para complacer la elite oligárquica que domina y explota el Estado y la sociedad colombiana.
Tengo la certeza que Santrich será hacia el futuro, por encima de toda adversidad, el máximo representante del Partido/Movimiento de los ex combatientes revolucionarios y de aquellos que aún resisten las lógicas de la dominación plutocrática. A quienes renegaron, el aire solo les alcanza para acomodarse con el régimen.
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