Recomiendo:
0

Paradigma histórico

Sapiens y Paz holística como Utopía

Fuentes: Rebelión

Esbozo de reseña de Homo sapiens visto como especie histórica La paleoantropología y la arqueología histórica señalan a África como lugar de aparición del Homo sapiens sapiens desde hace aproximadamente 250 mil años. Las expansiones de estas poblaciones africanas se fechan entre hace 130 y 60 mil, la zona de origen de estas migraciones del […]

Esbozo de reseña de Homo sapiens visto como especie histórica

La paleoantropología y la arqueología histórica señalan a África como lugar de aparición del Homo sapiens sapiens desde hace aproximadamente 250 mil años. Las expansiones de estas poblaciones africanas se fechan entre hace 130 y 60 mil, la zona de origen de estas migraciones del periodo geológico llamado Pleistoceno superior fue el nordeste de África por el Nilo, abarcando desde Cirenaica hasta el Cuerno de África. Desde allí se expandieron a Medio Oriente, Europa, África del Sur, Sudeste asiático, Extremo oriente, Indonesia, América y Australia (60 a 20-15 mil años). Así desde finales del Pleistoceno y lo que va transcurrido  desde hace 10,000 años del Holoceno (con su transformación en lo que algunos autores llaman Antropoceno, o mejor Capitaloceno, desde hace unos 400 años), nuestra propia especie a través de su praxis ha sido relativamente exitosa podemos decir que relativamente, en general y hasta ahora en ajustarse/transformar a los diferentes medios ambientes en todo el planeta como resultado del desarrollo de su sociocultura, especialmente acelerada por los avances técnicos, afianzados y extendidos después por la ciencia y la tecnología «modernas».

Durante 99 por ciento del tiempo de la existencia humana, por el que la mitad del total de la población humana ha vivido;  la caza, la recolección y la pesca, han constituido los principales tipos de subsistencia; en esta economía de apropiación y extracción, los grupos humanos se desenvolvieron con astucia y suficiente conocimiento ecológico, aunque con fuertes dificultades de sobrevivencia. Con la revolución agropecuaria, la capacidad de producir alimentos permitió aumentar su control ecosistémico y desarrollar en mayor medida sus fuerzas productivas y sus relaciones sociales de producción y de reproducción. Generando, a partir de ello y con ello, una ampliación de sus capacidades y necesidades y construyendo diversos asentamientos y  procesos  urbano-civilizatorios bajo lógicas conflictivas. Es decir, con elementos (auto)contradictorios, como son: situaciones de escasez, dirempciones (divisiones), segregaciones, jeraquización, centralización, estratificación, confrontaciones inter e intra clasistas, decadencias, mortandades, matanzas, genocidios y etnocidios, etc., pero multiplicando sus potencialidades demográficas, ecotecnológicas y socioculturales. Centrada esta dialéctica de desenvolvimiento civilizacional (como lo recalcaron las corrientes antropológicas del evolucionismo y del neoevolucionismo termodinámico) en el uso, extracción y acumulación de diferentes formas de energía. A pesar de la diversidad sociocultural que ha sido amplia pero tendiente en los últimos tiempos a su disminución en cuanto a lo étnico, nuestra especie ha permanecido como una unidad biopsicosocial dentro del planeta.

En estos momentos de su historia como especie peculiar -de al menos 250,000 años-, a través de la ingeniería genética, el animal humano se está convirtiendo cada vez más en capaz de dirigir el desarrollo bioecológico más allá de sí mismo (y de su dinámica cultural, como lo indica la transformación genotípica y fenotípica de especies de animales y plantas no diseñados por la naturaleza). Esta tecnociencia muestra potencialidades inusitadas, sin embargo también riesgos y peligros insospechados, sobre todo porque está en manos de empresas y élites que, en su gran mayoría, están dirigidas por la lógica del lucro o la ideología del cientificismo a ultranza. La mayor parte de los tecnocientíficos que tienen la vanguardia en estas investigaciones carecen de conciencia ecológica y humanista crítica; y creen que el rediseño genético y molecular de las especies puede ser científica y tecnológicamente importante como conquista y control sobre la naturaleza. Sin embargo, bajo la ideología manipuladora que subyace en los círculos de expertos y enmarcada por la prospección de las trasnacionales, la bioética de sus comportamientos deja mucho que desear;   así, dichas ingenierías que modifican las propiedades originales de los seres vivos y contaminan el medio ambiente, se han convertido en una peligrosa amenaza para la sobrevivencia de la especie y del planeta. No obstante, desde el presente el paradigma histórico sapiens puede visualizarse de manera positiva, es decir, con cierto optimismo antropológico, lo que nos posibilita posicionarnos desde una perspectiva esperanzadora  y de utopía de paz integral: con nosotros mismos y con la naturaleza y sus riquezas orgánicas e inorgánicas. Un posicionamiento pacifista no sólo en los sentidos de: a) oposición a la guerra y a cualquier forma de violencia y b) de entendimientos, tratados y buenas relaciones entre los grupos sociales y los estados-nación (http://html.rincondelvago.com/pacifismo.html).Sino una perspectiva de pax que logre el equilibrio, la estabilidad, la tranquilidad, la serenidad  y la armonía definitiva a y en todas las partes de la unidad universal, natural-social: el individuo, la especie, la sociedad y la naturaleza.

A continuación de manera sintética enlisto positivamente algunos aspectos socioantropológicos e históricos importantes que caracterizan a los sapiens sapiens; es decir, que como especie y como sociedades de la especie ha producido, desarrollado e innovado.

Entre muchísimos otros factores, aspectos, sucesos, eventos y procesos, destaco los siguientes:

1)El profundísimo proceso antropohistórico de formación de la humanidad que va de los antepasados de los pánidos y los homínidos  (podemos decir,  de los que iniciaron de la superfamilia hominoidea), a la humanidad, pasando por el llamado proceso de hominización-sapientización; dicho proceso comenzó aproximadamente hace 10 millones de años y desde entonces han pasado aproximadamente 500,000 generaciones de seres que han recorrido los clados que llevaron hasta el homo sapiens arcaico y al homo sapiens moderno. A través de esa millonaria Odisea la humanidad en su diversidad y unidad se formó a sí misma, se hizo práxica, se diferenció de la naturaleza, construyó un lenguaje articulado, creó el campo de la cultura, generó contradicciones y luchas, pero también edificó un patrimonio de riquezas y desafíos.

2)Nuestra especie aparte de su dimorfismo sexual es politípica y diversa: física, genética y culturalmente diferimos o variamos individual y socioculturalmente. También es auritópica: esto es, generalizadora y generalista, integra todas las especies y los ecosistemas con los que co-evoluciona, metaboliza y convive.

3)La estrategia de pautar los nacimientos de los hijos y por ende los partos de las mujeres (constituida sobre la tendencia dialéctica de que las mujeres proyectan una disposición erótico-sexual continua) a menos de 5 años (promedio de 2,5 años) ante los partos «prematuros» humanos en relación al de otros primates; además el cuidado de la gestación, el nacimiento y la crianza de los hijos (conocimientos codificados y transmitidos socioculturalmente) por parte del grupo de mujeres y hombres; llevó sexo-genéricamente a la especie humana a la potenciación de su atracción física, al crecimiento demográfico, al aumento de la longevidad y a la constitución de grupos muy cohesivos (Turbón, 2006: 167-187) basados en la cooperación, la solidaridad, el parentesco y el amor-amistad como núcleos de esa cohesión.

4)La prohibición del incesto y la exogamia como forma de alianza social; a su vez ésta enriquece el código genético y los lazos de intervinculación e intercambio, desarrollándose el ámbito de la diversidad de las reglas sociales-culturales (históricamente determinadas).

5)La conducta humana de compartir-repartir  (altruismo  y ética intragrupal) los constituyentes domésticos, fundamentalmente los recursos vitales como el agua, la comida y el techo; asimismo el transporte y el acarreo de alimentos y otros recursos, son una de las conductas que mayores consecuencias ha tenido para afianzar su supervivencia en los momentos críticos del nacimiento de la especie.

6)Uso y modificación metabólica del medio (natural y sociocultural) a través de diversas formas, niveles y revoluciones de desarrollo económico y tecnohistórico de culturas u organizaciones socioculturales.

7)Uso y confección de utensilios, instrumentos y artefactos para producir otros (modos), multiplicidad de procesos productivos, bienes, objetos, herramientas, máquinas, etc., crecimiento inusitado de la tecnología.

8)Capacidad comunicativa insuperable en el mundo en el que nos movemos. A diferencia de lo que se ha podido constatar en el resto del mundo animal, los humanos son capaces de usar su lenguaje para registrar hechos pasados, para pronosticar hechos del futuro, para trasmitir dichos hechos de generación en generación; pueden hacer discursos sobre objetos y acontecimientos no visibles, pueden hacer poesía y mitología y comunicar ideas sobre el lenguaje mismo. Es decir, desarrollo de la capacidad de procesar informaciones y comunicarlas transmitirlas y recrearlas. Según Patricia Acosta la realización de todas estas actividades y capacidades no habría sido posible sin un avanzado desarrollo de las habilidades motoras finas y del razonamiento abstracto (2009: 10 y 41).

9) Enriquecimiento grandioso de las formas semiótico-culturales: lenguajes: mensajes, símbolos, códigos, conocimientos, informaciones, iconos, rituales, mitos, creencias, imaginarios, cosmovisiones, estéticas y artes.

10) Multiplicación grandiosa de la población y del desarrollo civilizacional, ocupación extensiva de todo el planeta: la humana sapiens es la única especie que puede salir esporádicamente fuera de él y regresar (viajes de exploración y conquista espacial cosmonáutica).

11) A pesar de las grandes dificultades ecológicas y las graves crisis medioambientales del pancapitalismo macglobalizador, nuestra especie es la que más respuestas inteligentes1 o creativas (hasta hora) ha dado a las situaciones de estrés ambiental. Sin embargo, ahora esa creatividad está en duda y como humanos conscientes «sapiens» tenemos que recrearla.

12) Gracilidad y juvenilización corporal-conductual y elasticidad del comportamiento humano o ductibilidad paradigmática de conducta flexible en oposición a la conducta estereotipada y anquilosada, es decir demasiado adaptada y constreñida genética y ecosistémicamente, de otras especies (incluso de primates tan cercanos como los australopitecus, los pitencantropus y los otros homos, como el cercanísimo neanderthalensis. (Tapia, L. Pinotti y E. Icasate, 1998, 263-328).

13)Desarrollo y complejización enorme del juego, la cocina, la diversión, la política (Adame, 2001), la guerra, la lucha de clases, las representaciones, las artes, la religión, el deporte, las simulaciones, la producción, distribución y consumo de productos,  los medios de transporte, la comunicación y los viajes, la territorialización y las estructuraciones socio y geopolíticas.

14) La transformación ecológica del planeta y su atmósfera, el desarrollo de las enfermedades y las epidemias, y en respuesta ellas aparición de nuevas inmunologías y comportamientos demográficos; asimismo de los sistemas preventivos, sanitarios y médicos (Adame, 2000).

15) Transformación sociocultural y geográfica de los lugares, terrenos y territorios de hábitat humanos. Desarrollo y diversificación de las ciudades y los urbanismos como espacios de expresión de las sociedades civilizadas y modernas. Urbes, megaurbes, redes urbanas internacionales, mundiales y glocales: circuitos de conexiones y expansiones reales y virtuales.

16) Es efectivamente la única especie con tendencias verdaderamente cósmicas que incluso puede llegar a poblar hábitats de otros planetas. Pero también existe el peligro de su auto-extinción y la destrucción de la Tierra-Gaia-Gea.

17) Puede generar especies poshumanas y un mundo poshumano e inhumano, pero tiene la posibilidad hoy más que nunca de humanizarse plenamente y reconstruir evolutiva e históricamente su especie en unidad con el planeta, con sus ciclos geofísicos y las demás especies vivas: ética integral de la convivencia y del reconocimiento geo-bio-antropológico. Lo que implicaría el inicio de una nueva etapa o era de humanización profunda y radical (pues la raíz natural-cultural del humano es el humano mismo), el comienzo de la verdadera historia humana: el logro de una paz holística y duradera

Dialéctica histórico-antropológica y posicionamiento utópico para la Paz holística

Como acabamos de repasar con el esbozo anterior, la dialéctica del desarrollo histórico-antropológico ha devenido, en un progreso contradictorio de las sociedades humanas, lleno de evoluciones e involuciones: retardamientos, retrocesos, estancamientos, retroalimentaciones positivas y negativas, aceleramientos, revoluciones y potenciaciones.

Cabe recordar que la sociedad del capital no ha sido (no es) la única contradictoria, empero sí la más contradictoria cuantitativa y cualitativamente en términos de su riqueza y su miseria histórico-socio-cultural (Bartra, 2009). Es igualmente la que ha llevado a un nivel de extremo las enajenaciones y las tensiones con la dialéctica de la naturaleza y, también, los conflictos, las explotaciones y las opresiones entre los propios sujetos humanos a nivel de las relaciones interpersonales, sexogenéricas y las relaciones sociales de producción (lucha de clases) y de intercambios entre sociedades y agrupaciones (guerras).

Por todo eso es que bajo esta sociedad  se posibilita y se necesita la aplicación dialéctica tricotómica (tesis-antítesis-síntesis) de la superación (metatesis o anadialéctica, Dussel, 1996:189) de las contradicciones históricas y presentes, y por lo tanto en la misma dimensión adquiere más vigencia en esta coyuntura de crisis y caos ecosocial un posicionamiento o una «ventana-horizonte» (como han dicho Hugo Zemelman y Guillermo Almeyra respectivamente). Es decir no un posicionamiento determinista y menos fatalista, sino utópico práxico y si se quiere (como dice Bernardo Batiz, 2010:10 y 11) constructivista y «más optimista que los optimistas decepcionados»,  porque está fundamentado en la doble labor de «imaginar las metas» y «pasar a construir con la labor cotidiana».

Pero esta «ventana-horizonte» orientadora -reinsisto- tiene que ser necesariamente de carácter revolucionario, fundado en una utopía militante y esperanzadora que se enfrente y supere a las distopías que se han vuelto no sólo irresponsables, antiecológicas y antihumanas, sino que ya se ubican como posthumanas -como las tecnofascistas- y  pro apocalípticas fatalistas, o a favor del fin de la humanidad y del mundo.

Dicho posicionamiento-ventana-horizonte tiene que adquirir por supuesto los ingredientes ecologistas de una utopía también ecológica, armónica, pacifista radical. Mejor dicho, una utopía radicalmente humana: pues el cuerpo y el universo del humano son la Naturaleza. Y la Naturaleza se concientiza, humaniza, y se universaliza en el paradigma humano.

Recuperar, apropiarse de esa utopía ecológica-humanista-pacifista significa y consiste en abrir horizontes y ventanas para lograr la paz plena y permanente:

El esfuerzo consiste simplemente en no dejarse aplastar por lo inexorable. Pero que tampoco soñar signifique evadirse de la obligación de que la historia se construye todos los días y por todos los hombres. De ahí que la utopía sea la ventana por donde vemos volar el tiempo que nos espera. Si este es el desafío nunca terminaremos de ver todo lo que se puede mirar por esa ventana. Pero hay que colocarse ante ella. Para eso hay que necesitar hacerlo. Lo que pretendemos es querer hacerlo. Y que todos lo quieran. Por eso, es una empresa inacabada (Zemelman, 2003: 20).

Es decir es una empresa y un horizonte abierto:

La utopía, en efecto, es como el horizonte, porque no es algo acabado, sino un objetivo lejano que da sentido y dirección a los pasos del caminante. Pero éste avanza según se lo permitan sus piernas y por los caminos, trazados ya por otros o que él esboza a campo traviesa, que no están en los libros ni tienen que ser iguales para todos. Cada uno, por otra parte, según su altura y la agudeza de su visión, ve ese horizonte de modo distinto y actúa de modo diferente. Por eso la utopía no desarrolla la pereza mental sino, por el contrario la creatividad y la discusión.
La utopía como ventana y como horizonte hoy más que nunca y con mayor fuerza, para enfrentar los peligros de las biotecnologías, el caos climático y el apocalipsis, tiene que ser un objetivo ya no lejano sino cercano, digamos que inmediato, actual y práxico. Pues -como ha dicho el ecologista Riechmann- no tenemos derecho a la desesperación, a la desesperanza y a tirar la toalla, esto es para todos no sólo -como dice él- para los privilegiados del «Norte». 

El ecologista J. Riechmann cuenta que el físico Leo Szilard escribió en los años 60 que la probabilidad de que la humanidad no sobreviviese era de 85% y sólo el 15% que lograse sobrevivir, pero que él iba a hacer todo lo posible por aprovechar ese margen que aún quedaba.  En la cinta de ciencia ficción llamada The day the earth stoood still (El día que la tierra se detuvo, Twentieth Century Fox, 2008) el alienígena Klaatu (Keanu Reeves) llega a la Tierra para salvarla de la destructora especie humana, dice que los humanos «Amenazan al mundo como se amenazan entre ellos», y que el problema no es la tecnología sino «la falta de interés de los humanos por cambiar». Ante esta declaración el biólogo altruista Karl Thomas responde que «En momentos como este la gente está dispuesta a cambiar, sólo al borde del precipicio cambiamos y este es nuestro momento, no nos lo niegue». Y en la realidad actual parece que estamos efectivamente al borde del precipicio, es el momento, nuestro momento crítico, nuestro momento clave y llave.

Según Riechmann a la mitad del primer decenio del siglo XXI, «todo indica que nuestras posibilidades se ha reducido aún más: quizá sean 95 por ciento contra 5 por ciento, o 98 por ciento contra 2 por ciento», pero aunque sólo existiese un 1% de probabilidad tenemos que seguir oponiéndonos al cataclismo. Él sugiere realizar transformaciones de tres tipos: una interior de actitudes, responsabilidades y valores, de abandonar la pasividad, otra personal de compromiso de cambiar el modo de vida y una tercera de transformación de nuestras relaciones sociales para optar por la acción organizada colectiva que luche por la justicia, la solidaridad, la democracia, la emancipación y el respecto por la naturaleza.

Nuevo arcoiris de la tríada sapiens para la paz universal humana

Nuestro posicionamiento radica en ubicarnos desde una historicidad que necesaria y suficientemente implica una reconciliación y un reestablecimiento ecológico con el metabolismo cósmico y planetario de la naturaleza. Y, por tanto, también una reconciliación histórica y social con la geo-eco-diversidad (formas materiales, energéticas y de vida) y con nosotros mismos (bio-psico-socio-diversidad) como especie sapiens sapiens, como personas, identidades, culturas y como seres naturales. En suma: ser humano/individuo integral omnigenérico (Trujano, 2007:66-98).

Nuestra especie humana tiene que cumplir su ser, en efecto, su ser genérico doblemente sapiens: masculino y femenino,  racional y sensible, mental y corporal, pensante y soñadora, activa y pasiva, pasional y artística. Digo «tiene que cumplir su ser» en el sentido de realización histórico-evolutiva: sapientización/humanización concretizada en la producción global de su historia práxicamente: auto-construida, devenida por sus actividades materiales y simbólicas. Y en el mismo sentido: historia en un nuevo devenir: el de la paz permanente basada en la reconciliación integral con la geo-eco-diversidad y con la unidad y diversidad humana. Retomando y parafraseando a Edgar Morin una paz bio-antropológica.

Desde la utopía proyectada y realizada se puede superar la ubris desmesurada y depredadora que bajo el capital adquiere dimensiones cuasi-apocalípticas. Se pueden y se tienen que superar los aspectos demens violentos, desorbitantes, destructivos y negativos, recuperándolos en positivo, dialéctica y activamente;  canalizándolos, elevándolos enérgicamente hacia el amor pleno y con respeto y responsabilidad total como especie planetario-cósmica. Es decir, como especie particular-genérica-onmigenérica que reconoce, recupera y reconstruye humanamente, natural-social-cultural y universalmente su entorno físico-químico-biológico-ecólogico-histórico, a nivel local-mundial y cósmico. Este es el meollo del logro de la paz permanente en el paradigma histórico del homo sapiens.

Ese respeto y responsabilidad total y ese amor pleno desplegados en términos políticos, epistemológicos, antropológicos sensibles y éticos hacia la diversidad pacífica múltiple y unitaria: física, geográfica, biológica y sociocultural. Desplegando con esto el imperativo ético ontológico de vigilar, cuidar, proteger, respetar y amar nuestro entorno, nuestro oikos glocal. O como lo dice Fidel Molina siguiendo la antropología ecológica dialéctica de Miguel Alvarado: «La sostenibilidad no puede ser únicamente ‘natural o ecológica’, sino que tenemos que hablar de una sostenibilidad ‘social’, ‘humana’, ‘global’. La sostenibilidad como concepto global que articula lo natural y lo cultural (social)» (Molina, 2007: 10 y 11).
No sólo en un nuevo pacto o contrato de armonización pacífica con la naturaleza y la ecología sino un nuevo pacto/contrato histórico holístico-total consigo misma como homo triplemente sapiens (tríada sapiencial): 1) Individuo natural-sociocultural. 2) Sociedad natural-sociocultural. 3) Especie natural-sociocultural. Tripleta unitaria en la dialéctica positiva, armónica y pacífica de un nuevo devenir: el reino de la libertad, el reino de la libertades compartidas, intersolidarias y autogestionadas local y globalmente. El reino de la paz, de la pacificación universal humana.

Un nuevo capítulo de enriquecimiento permanente del homo sapiens sapiens sapiens,  un nuevo y espeso arcoiris de conquista plenamente humanizada de la historia humana y de la naturaleza planetaria y universal.

Referencias Bibliográficas:

-Acosta Patricia: El Homo loquens o la emergencia de la locuacidad», en  Cuadernos de Lingüística 2 de Diario de Campo, mayo/junio de 2009, pp.10 y 41.
-Adame Miguel Ángel: Política y poder en la posrevolución mexicana. Editorial Itaca, México, D.F., 2001.
-Adame Miguel Ángel: La Conquista de América bajo la mundialización epidémica. Editorial Taller Abierto, México, 2000.
-Almeyra Guillermo: «En defensa de la utopía», periódico La Jornada, 12 de diciembre de 2004, p. 16.
-Batiz Bernardo: «La decepción de los optimistas», en La Jornada Semanal, Núm. 823, 12 de diciembre de 2010, pp. 10 y 11.
-Bartra Armando: «La Gran crisis/II», La Jornada, 11 de abril de 2009.
-Dussel Enrique. Filosofía de la liberación, Editorial nueva América,  Bogotá, 1996.
-Molina Fidel: Cuatro ensayos de antropología cultural: entre las metáforas y las identidades, edicions de la Unicersitat de Lleida, espai/temps 51, Catalunya, 2007.
-Morin Edgar: El Paradigma perdido, ensayo de bioantropología, Edit. Kairós-Riechmann Riechmann Jorge: Un mundo vulnerable, ensayos sobre ecología, ética y tecnociencia, Los libros de la Catarata, Madrid, 2005.
-Tapia A., L. Pinotti L. y E. Icasate: «El proceso de hominización, aspectos biológicos y culturales». En  Mirtha Lischetti (Coord.) Antropología; Eudeba, Buenos Aires, 1998.pp. 263-328.
-Trujano María Magdalena: Mas allá de la humanidad moderna, UAM Azcapotzalco, México, 2007.
-Turbón Daniel: Evolución humana, editorial Ariel, Barcelona, 2006.
-Zemelman Hugo: Los horizontes de la razón II, historia y necesidad de utopía, Anthropos, Barcelona, segunda edición, 2003.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.