Ingrid Galster viene rastreando desde años a la pareja Sartre-Simone de Beauvoir, no en balde su tesis doctoral de 1984 versó sobre «La recepción del teatro de Jean-Paul Sartre en el contexto políticocultural de la ocupación alemana de París» (Le Théâtre de Jean-Paus Sartre devant ses premiers critiques. T1: Les pièces créées sous l´Occupation allemande). […]
Ingrid Galster viene rastreando desde años a la pareja Sartre-Simone de Beauvoir, no en balde su tesis doctoral de 1984 versó sobre «La recepción del teatro de Jean-Paul Sartre en el contexto políticocultural de la ocupación alemana de París» (Le Théâtre de Jean-Paus Sartre devant ses premiers critiques. T1: Les pièces créées sous l´Occupation allemande). Luego ha publicado numerosos trabajos sobre la literatura y cultura francesa, entre ellos ocho libros más sobre Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir en editoriales parisinas (Sartre, Vichy et les intellectuels; La Naissance du «phénomène Sartre». Raisons d´un succès (1938-1945); Sartre devant la presse d´Occupation. Le Dossier critique des Mouches et Huis; Sartre et les juifs; Le Deuxième Sexe de Simone Beauvoir [Anthologie des premiers comptes rendus (1949-1951) comprenant l´enquête de F. Mauriac dans Le Figaro], es decir la antología de reseñas que aparecieron en 1949 sobre El Segundo Sexo y que a la vez muestran las razones del escándalo que suscitó el libro y el cambio de mentalidad, que se estaba produciendo en la sociedad francesa, además de las actas de un coloquio «Simone de Beauvoir. La Deuxième Sexe. La livre fondateur du féminisme moderne en situation» y por fin Beauvoir dans tous ses états, un libro que recoge numerosos estudios, entrevistas, artículos y debates.
Es decir que Ingrid Galster cuando habla de Sartre sabe de lo que habla.
El 20 de marzo de 2015 se publicó un artículo de la catedrática jubilada Ingrid Galster en la sección libros del periódico suizo «Neue Zürcher Zeitung» titulado «Sartre und der Nobelpreis (Sartre y el premio Nobel).
Como se sabe, las actas de la Academia sueca del premio Nobel se conservan 50 años bajo llave antes de abrirlas al público y a la investigación. Por lo que desde enero del 2015 se puede ojear ya la documentación de los debates, que en 1964 condujeron a la concesión del premio Nobel de Literatura a Jean-Paul Sartre. Sartre, escribe Ingrid Galster, como no hace mucho informaba el corresponsal en Estocolmo de Le Monde, se encontraba ya por primera vez entre los candidatos de la Academia en 1957, pero su filosofía, a juicio de los miembros de la Academía, no parecía lo suficientemente sólida y ponían en duda sus posibilidades de supervivencia. Además produjo extrañeza y escándalo su estudio sobre Jean Genet, el poeta, pero también ladrón y homosexual, por quien Sartre manifestaba gran admiración.
El premio se concedió a Albert Camus.
A Sartre le seguimos encontrando regularmente entre los candidatos. En 1962 su principal rival entre los franceseses es el dramaturgo Jean Anouilh. El secretario fijo de la Academia siente especial predilección por la obra de teatro «Becket ou l´Honneur de Dieu«. Se lee en las actas que Sartre sin duda ha escrito también obras impresionantes como «Huis clos», «La putain respectueuse» o «Les mains sales«, pero todo lo que en Sartre remite a Jean Genet resulta bastante insoportable.
El premio se concede a John Steinbeck.
Al año siguiente entre los ochenta candidatos de la Academia hay un gran número de franceses, entre otros de Gaulle, Malraux, Montherlant y también Sartre, cuyo caso, de nuevo a juicio de los miembros de la Academia, está necesitado de un «análisis profundo», serio.
El premio se concede al griego Giorgos Seferis.
De nuevo en 1964 en la lista de la Academia hay un nutrido grupo de representantes de lengua francesa, candidatos al premio Nobel de Literatura, entre ellos también Samuel Beckett que en parte escribió en francés. Se dice en las actas «que el negativismo desesperado» de Beckett va en contra de la esencia del premio y Eugène Ionesco sería demasiado unidimensional en su orientación estética. Sartre acababa de publicar su autobiografía «Les mots», «una sátira viva e inmisericorde en forma de recuerdos», a juicio de los miembros de la Academia, que añadía una nueva faceta a su ya voluminosa obra. Y se sigue diciendo ahora de Sartre: «Esta personalidad recia e independiente, admirada y combatida, se ha convertido en un factor del poder intelectual en Europa, si bien su influjo parece ir menguando en los últimos años». Se teme que la concesión del premio pudiera ser vista como reconocimiento de su filosofía, de ese «existencialismo algo discutible». Pero, a pesar de los pesares, al final se muestra como la mejor solución.
Como se sabe, Sartre rechazó el premio. Posteriormente dio a conocer que no quería dejarse atrapar por una institución conservadora. Y es aquí cuando surge la conjetura de la catedrática Ingrid Galster que se pregunta por el papel que en este contexto jugó la concesión del premio a Camus en 1957. Tras casi diez años largos de amistad Sartre y Camus se enemistaron cuando la colección de ensayos de Camus «L´Homme révolté» fue severamente criticada en la revista de Sartre «Les Temps modernes» y su contenido tildado con desdén como «moral de la Cruz Roja» (morale de Croix-Rouge). A lo largo de la disputa, divulgada en público, se mostró que Sartre no consideraba a Camus ni filosófica ni literariamente su igual. ¿Podía aceptar un premio que antes se había concedido a alguien que a su juicio no se encontraba a su altura?
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