En el último tiempo los trabajadores, poco a poco, han desarrollado una presencia activa en los conflictos sociales, reflexionar sobre la realidad en la que se encuentran situados es un objetivo permanente de cualquier organización progresista que pretenda cambios de fondo en el país. Si embargo, el examen de las condiciones materiales y culturales posee […]
En el último tiempo los trabajadores, poco a poco, han desarrollado una presencia activa en los conflictos sociales, reflexionar sobre la realidad en la que se encuentran situados es un objetivo permanente de cualquier organización progresista que pretenda cambios de fondo en el país.
Si embargo, el examen de las condiciones materiales y culturales posee un mayor grado de efectividad, al añadir un nuevo elemento al debate ¿Qué tipo de dirigencia sindical es la que se tiene para asumir esos desafíos? La pregunta es provocadora y el resultado de éste reportaje es un llamado a la reflexión.
Un primer aspecto a tomar en consideración es el diagnóstico que tienen los diferentes actores del mundo sindical chileno.
Para Manuel Ahumada, Presidente de la Confederación de Trabajadores Gastronómicos «El sindicalismo chileno está llegando al final de una crisis que es de magnitud, porque no tiene identidad, no ha logrado establecer organizaciones poderosas que logren fortalecer su posición y menos ha logrado alianzas con otros sectores que pudieran posibilitar un crecimiento de la organización sindical – si uno se remitiera a cifras oficiales- la primera diferencia, según El Mercurio, cuya fuente es la propia CUT, que habla de 470.000 afiliados y datos que entrega Arturo Martínez, en un artículo de prensa habla de 800.000 afiliados, la diferencia no es menor, pero nosotros creemos que esos datos son más graves todavía, porque si a esas cifras le restas la administración pública, está disminuye como en 200.000 trabajadores y de la cantidad que te queda, tienes un enorme trabajo que hacer en separar la paja del trigo, porque todas las organizaciones, están abultadas en sus afiliaciones reales y lo hacen para responder al mecanismo de elecciones de la CUT, que es indirecta, eso muestra la profundidad de la crisis».
Para Diego Olivares, Presidente de la UNT, militante de la Democracia Cristiana y articulador de un tipo de sindicalismo, menos agresivo con el empresariado, la realidad del movimiento sindical se configura con las siguientes variantes: «El movimiento sindical sigue estando muy atomizado y de eso tienen responsabilidad los dirigentes sindicales, pero principalmente los partidos políticos, que ponen en el centro cuanto poder manejan a través del movimiento sindical. Eso tiene que ver con una constante histórica en Chile. Desde Recabarren, en adelante la ligazón entre dirigente sindical y partido ha sido muy fuerte. La diferencia es que en esos tiempos era al revés, la dirigencia sindical influía mucho en el partido para que hicieran una política más de acuerdo al movimiento sindical». (El presente del movimiento sindical chileno, Cristóbal Navarro)
Para José Ortiz, integrante del Comité Ejecutivo de la CUT y representante de la corriente clasista dentro de la organización «Los trabajadores chilenos han despertado, se han dado cuenta de que el esfuerzo de ellos no está siendo adecuadamente recompensado y ha comenzado a tomar conciencia que si no se organizan es difícil que puedan participar de la riqueza que están creando, empeorando su calidad de vida.
Por tanto, a lo que asistimos es a una explosión bastante grande de organización de los trabajadores en sindicatos, como nunca antes en los años de democracia, la situación es comparable a lo ocurrido en el año 91 o 92, a lo mejor estamos más allá. Otra cuestión es que no basta con pedir, es necesaria la organización y las acciones -cuestión que no estaba tan presente- la mecánica anterior, era más pasiva, en cambio ahora están conscientes que deben generar un impacto en los medios de comunicación, se trata de acciones con el objetivo de ser escuchados.
Desde el 2005 los trabajadores ya no se conforman con cualquier cosa y eso tiene que ver con el crecimiento del país, todos vemos los grandes edificios que se construyen, las grandes industrias, nuestros empresarios son cada día más ostentosos, los medios de comunicación hablan de nuestra riqueza en el cobre, las forestales a través de la celulosa, los salmoneros, la fruta, los pavos, los pollos, el vino etc. En ese contexto la pregunta de los trabajadores es ¿Cuándo nos toca a nosotros? Por tanto existe un aumento de las expectativas, los trabajadores ya no están aceptando aumentos que no estén por sobre el 10%. De hecho si uno analiza los petitorios de los trabajadores, siempre están pidiendo por sobre el 20% del sueldo. Asistimos entonces al fenómeno de aumento de expectativas de los trabajadores y con justa razón.
Ahora desde la expectativa de la CUT, creemos que existe un movimiento sindical maduro, capaz de articular el movimiento social con el fin de avanzar, en una alianza con sectores políticos, para generar una nueva mayoría que de a Chile, una serie de transformaciones.
O.C. ¿O sea ustedes creen que existen las condiciones para hacer de los trabajadores un actor social y político relevante?
J.O. Nosotros creemos que el movimiento sindical, tiene las condiciones para ser un actor social y político relevante, en las próximas elecciones el movimiento sindical tiene mucho que decir, en cuanto a quiénes van a gobernar Chile, en ese sentido el congreso de la CUT, es un salto adelante, entre las principales resoluciones del congreso están primero: Las reformas políticas, lo que está en juego es el sistema político, sino hay un cambio todo lo demás es cuento, porque en definitiva, lo que tenemos hoy día son dos conglomerados que hacen exactamente lo mismo, da lo mismo si es Pedro o Juan quien gobierne, va a ser lo mismo, algunos más populistas que otros, es necesaria entonces una nueva mayoría nacional, así como estamos vamos para atrás hay algunos que tienen mucho y demasiados que tienen muy poco y en ese camino es inevitable la confrontación.
La CUT en tela de juicio
La visión de Luís Messina, Secretario General de la confederación de sindicatos bancarios y afines, es en particular interesante por el referente ideológico que aporta al debate, el sostiene que: «Estamos enfrentados a nuevas controversias que todavía no ha superado el sindicalismo en Chile y que tienen que ver con la nueva organización y relaciones de producción del capital. Todavía sigue vigente el viejo problema de que en el sistema capitalista las fuerzas productivas no pueden desarrollarse, porque, justamente, lo que busca el capital es concentración y acumulación. Y en esta estrategia, su tendencia sostenida en los últimos años – que se comprueba mirando lo que pasa en la economía mundial- es la destrucción del hombre, en tanto sujeto que vende su fuerza de trabajo». (El pueblo de Chile, es una cartera de deudores, Página confederación de Sindicatos Bancarios, 3 de Octubre de 2007)
Messina, tiene una visión crítica del papel de la CUT, a su juicio la central de trabajadores se encuentra prisionera de los partidos de la concertación y no es capaz de comprender los nuevos procesos de acumulación capitalista -a su parecer- su despolitización, se expresa en la incapacidad que posee de hacerse cargo de los conflictos que afectan al mundo del trabajo.
Angélica Carvallo, Presidenta de la Confederación de Sindicatos de la Empresa Privada de Chile, CEPCH sostiene al hacer una evaluación de las políticas laborales en tiempos de la concertación que: « En un país donde la propiedad privada es sacra, y donde se tiene a un Estado y a un gobierno que defiende a ultranza los postulados centrales de la derecha política. Ello ha elevado los niveles de conflictividad social a través de los años». («Nos declaramos antitimperialistas y anticapitalistas», entrevista hecha por Andrés Figueroa)
En la misma entrevista, la dirigente sindical, se manifiesta crítica de la forma de conducción de la CUT, por sus cercanías económicas con el gobierno e incluso anuncia desde ya una acción de protesta, en el momento en que se produzca el discurso central del presidente Arturo Martínez, la CEPCH se retirará del acto, en un gesto de repudio a lo que llama «la corrupción sindical».
Para Víctor Quijada, Presidente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Asociación Chilena de Seguridad, uno de los temas relevantes que el movimiento sindical ha postergado «Es el de generar un espacio de información y educación, resultando impresentable no contar a lo menos con un medio de comunicación radial o escrito de circulación nacional, que informe con una mirada clasista, la realidad de los trabajadores, ese desafío lo asumió desde sus inicios Recabarren y el actual movimiento sindical chileno, lo olvida permanentemente, pretendiendo ocupar los espacios de la prensa oficial».
Uno de los liderazgos más exitosos del mundo sindical, en el último tiempo es sin lugar a dudas el de Cristián Cuevas, Presidente de la CTC, su discurso de la realidad de los trabajadores, se expresa muy bien en una entrevista hecha por la revista Punto Final donde afirma: «Hubo atomización y desarticulación del movimiento sindical bajo dictadura. Y los años 90 fueron una década perdida para el movimiento social y político, pero hoy emerge una nueva generación alentada por los movimientos transformadores que vemos en Venezuela, Bolivia y otros países. Creo que se abre una ventana que posibilita a los trabajadores recuperar el sentido de lucha que tuvieron en el siglo pasado. Esta nueva generación va a desplazar a quienes han actuado como diques de contención, a los dirigentes que han hecho del sindicalismo una cuestión meramente reivindicativa y descontextualizada de lo político y lo social». (Publicado en «Punto Final» Nº 644, 27 de julio, 2007).
En la revista Qué Pasa del 4 de agosto del 2007, un dirigente empresarial afirmó con preocupación « Cuevas impuso un modelo de negociación que no existía. Con ello agudizó el clima antiempresarial», afirma una figura cercana al Consejo Minero.
Se trata de un modelo de dirigente desconocido, por la oficialidad tanto del gobierno como de los empresarios, proveniente del mundo de los subcontratados, sin un lugar fijo de trabajo, con un liderazgo muy poderoso dentro de su sector, en general bien asesorado, cuando se trata de sentarse a negociar y dispuesto a usar distintos modos de presión, incluyendo la acción directa como se ha visto en estos días.
La lógica modernizadora
Los diferentes discursos que hoy identifican al sindicalismo chileno, tienen como punto de partida una realidad que en ningún caso es fácil de enfrentar, porque el escenario neoliberal -sin lugar a dudas- no es el más apto para desarrollar una propuesta sindical de gran escala, donde se ha impuesto en general, salvo contadas excepciones la lógica de los consensos y la negociación de los conflictos, ese es a mi juicio uno de los puntos relevantes de este tiempo. La función que cumplen las organizaciones sindicales y en este caso una multi-sindical como la CUT, porque al no constituirse discursiva y abiertamente en una organización de clase, pasa a transformarse en una entidad mediadora de conflictos y contenedora de las demandas de los propios trabajadores.
La lógica de modernización neo-liberal que cala hondo, también en los trabajadores, ha construido un sindicalismo de integración dócil al sistema, asignándole una función de concertación social entre el gobierno y los empresarios, generando con ello no sólo una crisis de representación de los sindicatos, sino un problema serio de identidad entre los propios trabajadores, confundiendo los sindicatos con otras formas de gestión y sumando a los dirigentes sindicales a una especie de «emprendedores» sociales dependientes de los dineros del estado o los aportes de la llamada responsabilidad social de las empresas.
La historia del sindicalismo chileno está llena de altos y bajos, pero en los momentos cruciales, siempre hubo hombres capaces de expresar desde la tribuna de los trabajadores, las necesidades del cuerpo social y político, así lo hizo Luís Emilio Recabarren, a principios de siglo pasado, Clotario Blest, así lo hicieron los trabajadores que acompañaron el proceso de la Unidad Popular y quienes levantaron su voz en la dictadura. Seguramente aparecerán nuevas voces que representen las necesidades de éste tiempo, buscarán aplacarlas, subyugarlas, cooptarlas, desacreditar sus discursos, los patrones finalmente, no son muy distintos, a pesar del transcurso del tiempo. Son los propios trabajadores, quienes están obligados a buscar nuevas formas de organización y presión para lograr los objetivos de una vida más digna.