El complejo y contradictorio proceso histórico de la Guerra y la Paz en Colombia, desde hace más de 200 años, es decir desde su inicio como Estado Nación integrado en el mercado mundial capitalista, ha sido un largo proceso de despojo capitalista violento sobre las clases explotadas y subordinadas
El Estado colombiano, y su poderoso oligopolio mediático estructura fundamental del Bloque de Poder Contrainsurgente ( la ignorancia es la fuerza, Orwell, 1984) durante todo el tiempo de duración de la guerra contrainsurgente (los últimos 70 años), ha creado la realidad virtual y aparente de que Insurgencia/ Contrainsurgencia es una antinomia real u objetiva sólo superable con la desaparición de la insurgencia, y de ahí, la famosa consigna militar colombiana de que “la victoria es la paz”. Adaptación también de la consiga de 1a “Telepantalla de 1984” de Orwell, de “la guerra es la paz”, con la cual el Bloque de Poder Bipartidista, post-plebiscitario, conformado en 1962 en Colombia con el jefe falangista Laureano Gómez y bajo el auspicio protector del virrey estadounidense Alberto Lleras Camargo, pudo, con el nombre de Frente Nacional, dar carta libre al Capital transnacional para desarrollar a su antojo la guerra de acumulación por despojo en Colombia que hoy se pretende iniciar su conclusión definitiva.
Algunos comentaristas y politólogos autodenominados de “izquierda progresista”, convirtieron dicha antinomia artificial en una “contradicción dialéctica” objetiva, para reforzaron la idea hegemónica (dominante) con un ejemplo idealista traído de los cabellos: algo así como si se acaba la Burguesía se acabará necesariamente el Proletariado (Marx dixit). Y por ende , la “lucha de clases” objetivo máximo de cualquier socialdemocracia que se respete.
Pero la realidad objetiva es muy otra: La contrainsurgencia es una doctrina y una aberrante y cruel práctica imperialista y neocolonial, implementada en sus guerras de despojo para aplastar, dominar y especialmente depredar Pueblos y Naciones de la periferia capitalista, ampliar la riqueza capitalista y el mercado en el mundo conocido. En Colombia para ESTO, se construyó políticamente el Bloque de Poder Contrainsurgente ( BPCi ) en comento, cuyo eje central sobre el cual giran las demás ruedas dentadas de dicha construcción, como se ha repetido hasta el hartazgo, es la Embajada de los EEUU en Bogotá.
Es decir que dicha “coalición estructural” tiene un pie en el Gobierno de los EEUU y otro en territorio colombiano. Tal como lo ha demostrado el pico de la ofensiva contrainsurgente desarrollada por el Plan Colombia ( iniciado en 1997 y continuado hasta la actualidad ) por los gobiernos de Pastrana, Uribe, Santos y Duque; veinticinco 25 años del más cruel sufrimiento y despojo brutal ( 8 millones de despojados, más de un millón de muertos, 100 mil desaparecidos) sufrido por Pueblo alguno, bajo el piadoso nombre de WAR DRUGS. Mientras que la insurgencia colombiana no tiene una estructura nacional-internacional de tales características. Pequeña-Gran diferencia, aunque no la única, que desbarata la teoría progresista de la contradicción objetiva entre Insurgencia/ Contrainsurgencia.
El acuerdo de paz del 2016 entre el Estado y las Farc que todos celebramos como un rayo de esperanza y optimismo, más pronto de lo esperado se convirtió en una perfidia y engaño programado, que con la ayuda de los jefes de esa Insurgencia y los infiltrados, se convirtió la más estruendosa derrota político-militar de que se tenga noticia en el mundo. Se conocían derrotas a organizaciones insurgentes, varias. Pero no de la sordidez, tamaño y alcances de la destrucción en el postconflicto con las Farc. A la trampa de Santos-De la Calle-Jaramillo, para eliminar cualquier pretensión insurgente de modificar así fuera en un renglón la sacrosanta Constitución de Colombia, se le agregó no solo el objetivo “contrainsurgente oficial” de hacer trizas ese maldito papel, de incumplir lo pactado, sino el más cínico objetivo de liquidar uno a uno, tiro-a-tiro, la mayor cantidad posible de guerrilleros desmovilizados, así como de humillar, apabullar y aterrorizar a quienes habían pactado la desmovilización, Tal como lo ha venido a confirmar “oficialmente” el valiente y sincero actual Canciller de Colombia Dr Álvaro Leiva (1), algo que si bien era sabido y denunciado en su momento, es trascendental reconocerlo en estos momentos :
Los jefes guerrilleros como Santrich e Iván Marquez, fueron entrampados por el Estado para obligarlos a continuar en la lucha armada y así poderlos asesinar con todo el Poder del Estado contrainsurgente asistido plenamente desde sus bases militares por los EEUU.
Hoy se afirma que “la Lucha Armada Insurgente ha dejado de existir en Colombia o está en proceso de liquidación”. Sería un ideal. Algo que todo el Pueblo colombiano incluidos los insurgentes alzados han pedido y siguen pidiendo desde hace 70 años. Pero la experiencia (que no entra por cabeza ajena) muestra que todo el complejo y contradictorio proceso histórico de la Guerra y la Paz en Colombia, desde hace más de 200 años, es decir desde su inicio como Estado Nación integrado en el mercado mundial capitalista, ha sido un largo proceso de despojo capitalista violento sobre las clases explotadas y subordinadas, transcurrido a lo largo de ciclos cortos de Paz y largos de Guerra, inseparables y, que muy posiblemente actualmente estemos entrando en otro ciclo (ritual) de Paz que anuncia una nueva era. No hay duda que es bastante bien intencionado y concebido por el nuevo gobierno del Pacto Histórico para acabar de una vez por todas la violencia política en nuestro sufrido país, y al cual todos los insurgentes, sin excepción, deben acogerse.
Pero (siempre hay un pero) se debe analizar detenidamente la realidad objetiva de esta nueva etapa política, analizando las repercusiones y consecuencias que puedan tener los nichos de los jugosos mercados trasnacionales para la Guerra (planteados a en mi anterior columna de opinión: mercado de armas, mercado de cocaína, mercado de los contratos de la tecnología de la seguridad con el Estado y, el mercado de la tierra), teniendo en cuenta tres consideraciones:
1- Que la lucha de clases seguirá en Colombia como en resto del planeta moviendo cada realidad nacional. Y que si bien los Contrainsurgentes han tenido una derrota electoral transitoria que los privó del gobierno, no por eso el Bloque de Poder que los cohesiona se ha desestructurado o desintegrado. Muy por el contrario, hay un proceso de recomposición y de búsqueda de nuevos dirigentes incluso más extremistas, agresivos y fanáticos que el propio Uribe Vélez a quien tildan de “Mamerto”, quienes aspiran a continuar con la tecnología política que les ha dado tantas ganancias y que ha consistido, simplemente, en invertir durante siglos la famosa sentencia del mariscal von Clauzewitz adaptándola a la Historia de Colombia: “La Política es la continuación de la Guerra por otros medios”
2- Que siguiendo a Gramsci, en Colombia ha sido derrotada irremediablemente la “Guerra de Movimientos” desarrollada por las insurgencias; dados una serie de factores, entre los cuales hay que considerar la inmensa superioridad tecnológica y asistencia de la OTAN brindada al Bloque de Poder Contrainsurgente (BPCi). Se hace pues necesario, iniciar un debate serio y profundo dentro de las clases explotadas y subordinadas para reivindicar y poner por delante la propuesta Gramsciana de la Guerra de Posiciones o trincheras que implica un largo proceso acumulativo y una revitalización y organización para el largo plazo, de lo acumulado por la potente Movilización Social.
3- La hipótesis contrainsurgente de la Mexicanización del conflicto colombiano, planteada por la conocida periodista del diario oficial EL Tiempo, Maria Isabel Rueda, en su columna (2) “El galimatías de la Paz Total” del 07 de agosto 2022 (a la cual no se le ha puesto la debida atención) que al comentar la política del actual gobierno del Pacto Histórico, dice lo siguiente:
…. “Muy atrás han quedado conceptos tan simples como que el interés de un grupo guerrillero radicaba en tomarse el poder por las armas. Antes de que Fidel Castro falleciera, reconoció que esta vía era una quimera. Entonces, la aparición de docenas de clanes criminales menos interesados en tomarse el poder que en enriquecerse con el narcotráfico fue borrando la tenue raya que separa a la delincuencia política de la común; y lo que terminó sucediendo es que mientras los narcos contaminaron a las guerrillas con el narcotráfico, las guerrillas a los narcos con intereses políticos, abriéndoles un espacio en el conflicto armado que evidentemente hoy ocupan.
Es por eso factible que, en medio de esta amalgama, todos estos grupos de narcoguerrillos se puedan sentar con el nuevo gobierno a discutir una negociación. Con el Eln y las disidencias, el camino que viene ya lo recorrieron las Farc, y probablemente volverá a ser muy parecido: mucha injerencia cubana y de los enviados del Papa a Colombia. Pero como las disidencias de las Farc rechazaron las ofertas que el gobierno Santos les hizo en La Habana, el panorama indica que la vara de premios necesariamente tendrá que ser más alta. Habrá que mejorársela con más plata, más curules; y de extradición, ni hablar” ( 2) ……
Estamos pues entrando en Colombia en otra época, y es imprescindible dentro de la euforia y las esperanzas producidas por el triunfo electoral del Pacto Histórico, guardar siempre la distancia a la hora de analizar la realidad, así nos tilden de aguafiestas o aves de mal agüero.
Notas:
- https://noticias.canal1.com.co/nacional/fue-entrampado-y-asesinado-canciller-alvaro-leyva-sobre-la-muerte-de-jesus-santrich/
- https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/maria-isabel-rueda/columna-de-maria-isabel-rueda-el-galimatias-de-la-paz-total-692983
Fuente imagen Internet: Foto twitter: @CancilleriaCol
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.