El congresista demócrata James Patrick “Jim” McGovern (1959), miembro de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, afirmó el pasado domingo 20 de octubre en su cuenta en X, que la actual política de su país contribuyó directamente a los problemas energéticos de Cuba.
El representante McGovern ratifica la dicho por el ministro cubano de Energía y Minas Vicente de la O Levy al comparecer ante la prensa nacional y extranjera: O Levy explicó que caída total del sistema el pasado viernes se produjo por el debilitamiento del sistema eléctrico nacional. Veníamos dando apagones de muchas horas – superiores a los 1000mw, más del 40% de la generación del país-, sobre todo por la falta de combustible. Había 900 Megavatios (Mw), que estaban fuera en la generación móvil distribuida por no tener combustible. Solo estaban generando las termoeléctrica y la Empresa Energas. Y en estas circunstancias la salida de la central Antonio Guiteras en Matanzas precipitó el colapso de la red nacional.
No se trata de un gobierno despreocupado, inepto o “falto de gobernabilidad”. El bloqueo genocida es el culpable. El nuestro es un gobierno que trabaja y hace funcionar un Estado al límite de los imprescindibles, y muchas veces con menos. Muy costoso es frente a tales estrecheces el más mínimo error de manipulación tecnológica, de decisión directiva o política.
Tenemos una planta industrial envejecida, con necesidad de mantenimientos profundos y nuevas inversiones. Existen las estrategias y los planes. Recordemos que con cifras que no han podido ser refutadas, nuestro canciller Bruno Rodríguez Parrilla denunció que los 250 millones de dólares que nos cuesta el mantenimiento anual del Sistema Electroenergético Nacional, equivalen a los daños en 18 días de bloqueo.
Y McGovern fue al centro y fundamento del problema: denunció la política perversa del gobierno de su país (el férreo bloqueo económico, comercial y financiero) que sanciona a los barcos que transportan petróleo a Cuba, y a la vez privan a la nación caribeña de los ingresos de divisas que necesita para importar combustibles y repuestos.
“Con grandes sectores de la isla aún sin electricidad y un huracán a punto de azotar el país -escribió el congresista-, ahora es el momento de que Estados Unidos ofrezca asistencia humanitaria para ayudar a Cuba”.
Subrayó McGovern que la asistencia permitiría “restaurar la red eléctrica y lidiar con la escasez de alimentos y medicamentos que está empobreciendo al pueblo cubano y provocando una migración sin precedentes a los Estados Unidos”.
McGoven es miembro del Partido Demócrata y representa al segundo distrito congresional de Massachusetts desde 1997. Es el copresidente de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara. Conocido como una voz líder para combatir el hambre y la inseguridad alimentaria tanto en los Estados Unidos como en todo el mundo. Fue el arquitecto clave de la McGovern-Dole International Food for Education and Child Nutrition Program. Hacia América Latina ha tenido una postura de promoción de la paz y la colaboración. Criticó el Plan Colombia, y sus enemigos políticos lo llegaron acusar de estar vinculado a la guerrilla revolucionaria de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
El representante por Massachusetts ha sido por años uno de los miembros del Congreso más activos en la lucha por el cambio de la política genocida contra Cuba. En 2002, McGovern se unió al Grupo de Trabajo del Congreso sobre Cuba, que abogó por reducir las restricciones a los viajes y el envío de alimentos. Estuvo en los esfuerzos de normalización de las relaciones diplomáticas, que iniciaron un giro positivo con el Gobierno del presidente Barak Obama. Acompañó McGovern a este presidente en su viaje a Cuba en marzo del 2016. También se unió en el 2019 al secretario de Estado de la administración Obama, John Kerry, para estar en La Habana en el acto de reabrir la embajada de Estados Unidos.
En la oportunidad de su estancia como parte de la comitiva de Obama, McGovern declaró: que los estadounidenses habían estado preparados durante mucho tiempo para un enfoque del siglo XXI hacia Cuba y con nuestras dos naciones trabajando juntas: “Podemos crear nuevas oportunidades para las empresas estadounidenses, aumentar los viajes y el intercambio, y apoyar los esfuerzos en Cuba para avanzar en las reformas democráticas, y promover los derechos humanos”.
Dentro de los grupos de poder del imperio han estado en mayoría, los que nos quieren destruir por la fuerza brutal de las armas, la muerte por bombas, el terrorismo, el hambre y los estallidos sociales ciber dirigidos. El predominio de los fascistas tipo Donald Trump resulta una verdad inobjetable. Pero también están los que no optan por la guerra y la represión, los que aspiran a lograr por vías pacíficas los propósitos imperiales de mantener la hegemonía de los Estados Unidos en la región latinoamericana y caribeña, y revertir hacia el capitalismo la Revolución Cubana, con estrategias de socios interesados en el crecimiento económico y la estabilidad política, incrementos en la colaboración, asistencias “humanitarias” y enfoques de relaciones “pueblo a pueblo”.
La Revolución Cubana siempre ha estado abierta al reto de una relación normal y fluida con los Estrados Unidos. Este es un propósito con razones históricas.
La necesidad de discutir con el imperio naciente sobre una relación de iguales, ocupó al Héroe Nacional José Martí Pérez (1853-1895) en la Norteamérica de fines del siglo XIX. Y fue a Washington en 1891, como cónsul de la República de Uruguay, con el propósito de participar en la Comisión Monetaria Internacional, uno de los primeros convites pensados por los estrategas de la geopolítica yanqui para encadenar a Nuestra América.
El principio y desde tal, la política de coexistencia pacífica de los bolcheviques -que con la Revolución de Octubre y la creación de la URSS iniciaron el cambio de época en 1917-22-, fue un aporte de Vladimir Ilich Lenin (1870-1924), a la teoría y la práctica de las relaciones internacionales. Si no se logró fue, primero, por el cerco y la invasión contra el joven estado proletario y campesino. Derrotados los imperialistas optaron por la política de boicot y bloqueo; apoyaron entonces el rearme y la militarización fascista de la Alemania nazi y la alentaron contra la URSS, para terminar en confrontación mundial. Recién pactado el fin de la Segunda Guerra Mundial, atemorizados por el triunfo de la URSS y el nacimiento del campo socialista, estadounidenses y británicos apelaron al furor anticomunista de Guerra Fría.
La política la hacen los hombres, y no todo es de interés cartesiano, también entre nuestros adversarios ideológicos, los hay con sentimientos positivos y honestidades, personas que, frente a la histeria fascista y la criminalidad genocida, protagonizan hechos de valor humanista a reconocer.
Mientras los voceros del gobierno estadounidense mienten sobre los impactos terribles del bloqueo, cuando nadie en el Washington gubernamental, se ha ocupado en estos días de manifestar declaración alguna sobre la actual situación de emergencia que vive el pueblo cubano, la postura del representante Jim McGovern resulta honorable. Y me permito agradecer las citadas declaraciones del señor representante, junto con sus gestiones de paz, fin del bloqueo, asistencia y colaboración.
A estimular la virtud nos enseñó Martí. A promover la vergüenza de las personas nos llamó muchas veces el martiano Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz (1926-2016). No todo es individualismo, egoísmo y enajenación de burbuja burguesa, drogas y violencias múltiples. Y de gente con virtudes y vergüenza también está hecho el pueblo vecino, nos lo dicen la memoria y la historia.
No quedaron satisfechos los patriotas norteños que pelearon por la emancipación de los esclavos en la llamada Guerra de Secesión (1861-1865), y un precioso contingente de aquellos héroes, vino hasta la Isla para ponerse a la orden del presidente de la República de Cuba en Armas, el Padre de la Patria Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo (1819-1874). La brigada médica internacionalista de médicos y profesionales de la salud especializados en situaciones de desastres, lleva el nombre de uno de aquellos mambises estadounidenses: el joven Henry Reeve (1850-1876).
Reciente en la memoria y en la historia, ya en este siglo, marcan las cualidades hermosas que anidan en el tejido social del pueblo de los Estados Unidos, los movimientos por el regreso del niño Elián Gonzales Brotons secuestrado por la mafia cubano americana en noviembre de 1999, y el rescate de las mazmorras del imperio de los cinco patriotas antiterroristas cubanos, batalla de justicia y dignidad que se extendió durante 15 años (1998-2014).
Ni qué hablar de nuestros más entrañables camaradas y amigos en la vecina nación, los que llevan seis décadas de lucha contra el bloqueo y el terrorismo, en entrega y solidaridad infinitas.
Memoria y razones históricas sustentan las realidades presentes. Si de la política genocida del imperio estadounidense se trata, los pueblos de nuestras dos naciones, la mayoría de la nutrida migración cubana en el país del Norte, reclaman el fin del bloqueo y el terrorismo de Estado, y se pronuncian por la coexistencia pacífica, la colaboración cultural y científica, los intercambios económicos justos y soberanos, y las relaciones normales entre los estadounidenses y los hijos de la Mayor de las Antillas. Queremos el fin de las tensiones. Y vivir de amores y cariños entre las familias cubanas extendidas de una y otra costa.