«Se bajaron de la moto y se resguardaron en la carretera, y ahí fue donde le dieron al niño». Efraín Silva Julicue, fue asesinado por una esquirla que le cayó en el pecho después de que explotó una granada que fue lanzada por el ejército colombiano, en las horas de la tarde del día 21 […]
«Se bajaron de la moto y se resguardaron en la carretera, y ahí fue donde le dieron al niño». Efraín Silva Julicue, fue asesinado por una esquirla que le cayó en el pecho después de que explotó una granada que fue lanzada por el ejército colombiano, en las horas de la tarde del día 21 de agosto del 2012 en la vereda El Venadillo que limita con el Resguardo de Huellas – Caloto.
Efraín Silva Julicue estaba estudiando en el Centro Educativo El Pedregal, sede Guasanó, estaba cursando el grado séptimo del bachillerato, tenía 15 años, él tenía dos hermanas y dos hermanos que viven en la vereda El Credo del Resguardo de Huellas – Caloto. La familia Silva Julicue, quedó con cuatro hijos que se sostienen de los cultivos del café, plátano y yuca, cuando no hay nada tienen que jornalear en verano pero cuando vuelve el invierno siguen el trabajo en la finca.
Efraín salió junto a su papá, para el Palo – Caloto en su moto, ellos iban a sacar unas fotocopias que requerían para los estudios de Efraín. «Nosotros íbamos para El Palo – Caloto, nos tocó que orillar la moto y tirarnos ahí, yo me alcance a cubrir en una trincherita, ahí tiraron una granada cerca de él y el hijo estaba más adentrico y le cayó una esquirla en su pecho, el hijo quedó herido y como el ejército venía subiendo y de pronto me lo quitaban yo me lo traje y acá acabo de morir», expresó con resignación Antonio Silva.
Hace un año, el día 16 de septiembre del 2011, fue asesinada Maryi Vanesa Coicué , por esquirlas de una bomba que fue lanzada por las milicias de las FARC. Ese día la comunidad del norte del Cauca exigió que no arremetan contra las niñas y los niños en este conflicto armado que han traído a nuestro territorio. Pero Maryi no ha sido la única, al contrario han caído más niños inocentes en esta guerra, ¡hasta cuándo! No queremos que nuestros niños, mayores, jóvenes y mujeres sigan siendo blancos de la guerra.
La vida de Efraín se apagó por una esquirla de una granada que fue lanzada por el ejército colombiano, don Antonio, su padre, se salvó de milagro, «el ejército comenzó a rafaguiar y a lanzar granadas porque vieron que nosotros nos recostamos en el barranco…fue del lado del ejército que cayó la granada porque estaban cerca de una casa y de esa dirección cayó la granada y la guerrilla estaba del otro lado… cuando mi hijo cayó, él estaba gateando, yo fui y lo arrastre en medio de las ráfagas de balas, me tocó traerlo por la orilla y nadie me ayudó, yo lo subí en la moto y lo traje más adelante, a la vereda El pajarito del resguardo de Huellas – Caloto, yo pensé que se iba a revivir», dijo muy dolido Antonio Silva .
Con todas estas muertes sólo queda claro que en Colombia, la guerra es una excusa para que continúe imponiéndose el «Modelo Colombia» – Plan Colombia. Una combinación específica de terror, propaganda y políticas (tratados al servicio del Libre Comercio). La razón de ser del Estado en Colombia es impulsar esta ‘liberación’ de territorios, riquezas, mercados, ahorros y trabajo para las transnacionales. Este «Modelo Colombia» es ahora la fórmula de usurpación que se aplica a otros países que ya se han puesto en la mira de los explotadores. Este modelo se ha extendido a países como México, Paraguay, Perú, Honduras, Guatemala, Bolivia, Ecuador, Brasil, Chile, Argentina. Siempre imponiéndose con el terror.
La resistencia indígena del Cauca sigue pero no podemos caer el juego de los discursos y promesas falsas del gobierno colombiano porque las políticas del capital se imponen año tras año y cada vez se agudiza más el monstruo del saqueo de las trasnacionales que quieren adueñarse de nuestros territorios, de nuestros planes de vida, de nuestros sueños y de la vida toda.
Debemos continuar con la lucha contra el modelo económico y contra todo lo que atente contra la vida. Al pedirle un mensaje en medio de esta guerra a don Antonio, padre de Efraín, su respuesta es un silencio de impotencia, un silencio de dolor y un silencio con lágrimas. Acompañamos a la familia Silva Julicue y a todas las familias víctimas del conflicto armado que vive el Cauca y Colombia.
Fuente: http://movimientos.org/enlacei/show_text.php3?key=21428