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Se incendian frailejones, santuarios ecológicos y la Amazonia corre más riesgos ¡De llorar!

Fuentes: Rebelión

Es apocalíptico lo que estamos presenciando hoy con la alteración de las temperaturas, el fenómeno del niño en todo su furor, el estrés hídrico (119 municipios sin agua) y el incendio de amplias zonas forestales, de frailejones, santuarios ecológicos y amplias áreas de la Amazonia, donde el bosque se vuelve ceniza en un abrir y cerrar de ojos.

Entrado el domingo 28 de enero se han registrado por la Unidad de Gestión del Riesgo UGNR, 326 incendios forestales, de los cuales 28 están activos con impacto en diversos departamentos.

A hoy, El Niño ha dejado consecuencias en 240 municipios a nivel nacional, con 19.782 hectáreas afectadas.

En la lúcida y consistente advertencia mundial del presidente Gustavo Petro, proyectado como uno de los referentes centrales de la movilización global por la defensa de la naturaleza, el calentamiento global y sus terribles consecuencias ya está acá entre nosotros, provocando la destrucción y la muerte entre toda la naturaleza. Petro lo ha dicho de todas las maneras, advirtiendo la inminencia de un colapso de la madre tierra, convocando a todos los sectores para hacer frente de manera mancomunada a esta tragedia, pero la mezquindad es tal que la ultraderecha neoliberal que ha impulsado el desarrollo capitalista a ultranza con sus nefastas consecuencias sobre el medio ambiente ahora quiere hacerlo culpable hasta del fenómeno del Niño; la gran prensa está dedicada también a incendiar el país a su manera para pescar en rio revuelto y facilitar el golpismo del sedicioso Fiscal Barbosa.

El planeta Tierra cada vez más se escapa de nuestras manos ante la fuerza de los fenómenos ambientales que, con el gigantesco aumento de las temperaturas, acortan la vida y prenden la alerta roja en todo sentido.

Un informe reciente de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) señala que, en los últimos treinta años, las temperaturas han aumentado un promedio de 0,2 °C por década. ¡Esa es la tasa más elevada de la que se tiene constancia! Lo estamos percibiendo con todos los sentidos.

Como no habitamos en los glaciares, no asumimos y nos importa un bledo que el deshielo exista. Igual no preocupa el aumento permanente del nivel del mar, ni el calentamiento de los océanos, ni aquello que nos afecte de manera directa.

Las entidades ambientales han indicado que el 61 por ciento del territorio está en alerta máxima por las quemas. Es decir, 686 municipios están bajo el acecho del fuego, aunque son 998 poblaciones las que están advertidas sobre los estragos que podrían ocurrir.

Estamos presenciando duras escenas en las que la naturaleza se incinera, y no estamos haciendo prácticamente nada por frenar la calamidad; por el contrario, estamos haciendo lo necesario para que la catástrofe continúe mientras seguimos tirando gases con efecto invernadero a la atmósfera, pensando en que esta podrá con todo.    

Colombia pierde su mayor tesoro, el páramo y las selvas mueren devoradas por el fuego de los incendios. Es la vida de la naturaleza que se está apagando.

Las cosas se van a complicar en los próximos días y semanas con el alza de las temperaturas en la costa pacífica y en la selva amazónica.

Entretanto, el estrago de la ebullición en alza se ensaña en ecosistemas y biomas estratégicos como la cuenca del rio Bita en el Vichada, los frailejones del Páramo de Berlín, el Parque Natural el Tuparro del Vichada, las faldas de la Sierra Nevada de Santa Marta, los cerros orientales de Bogotá, la selva amazónica y el cerro de la Corneta en el Cauca.

Un cementerio de frailejones en Berlín

La cosa es tan grave que ya las llamas acabaron con 450.000 metros cuadrados que estaban repletos de frailejones en el Páramo de San Turban, la planta esencial para el ciclo del agua. Hoy ese territorio es un campo santo de matas grises que causa dolor y llanto. Pasarán más de 60 años para que los frailejones quemados recuperen alturas de dos metros.

Río Bita y Tuparro bajo fuego

En el departamento del Vichada, en el municipio de Cumaribo, arde el Parque natural el Tuparro; en los últimos 10 días se han consumido casi 9.000 hectáreas que han estado en llamas. No cesa el fuego por lo amplio del territorio.

En la cuenca del rio Bita, que nace en el municipio de primavera, un alucinante santuario ecológico con protección mundial por su maravillosa biodiversidad, los incendios se han tragado más de 11.000 hectáreas.

La catástrofe ambiental se riega por toda Colombia y se siente en la calidad del aire deteriorado en Bogotá, en la voz de autoridades indígenas clamando ayuda aérea para contener el fuego en Páez, Cauca, en las lágrimas de los ambientalistas que han recogido los restos de centenares de frailejones quemados en Santander, en el dolor de cientos de miles de animales silvestres calcinados por las llamas, en el deterioro de reservas naturales completas y en los ojos de campesinos santandereanos que perdieron sus casas.

Es hora de la unidad nacional por la naturaleza como lo ha pedido el presidente Petro; no es la hora de la insidia y la mala fe de la ultraderecha golpista y sus venenosos y embusteros medios de comunicación.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.