Así lo declaró una mujer que, por cierto, no es cualquier mujer. Ni más ni menos que Doña Mónica Madariaga, la docta y sesuda ex ministra de Justicia de la Chile pinochetista que, aprovechando la vigencia que le diera el diario venezolano «Ultimas Noticias», arremetió contra la entonces candidata socialista a la presidencia chilena. «En […]
Así lo declaró una mujer que, por cierto, no es cualquier mujer. Ni más ni menos que Doña Mónica Madariaga, la docta y sesuda ex ministra de Justicia de la Chile pinochetista que, aprovechando la vigencia que le diera el diario venezolano «Ultimas Noticias», arremetió contra la entonces candidata socialista a la presidencia chilena.
«En Chile se necesitan cojones, aquello que (Bachelet) no tiene por ser mujer».
Horas más tarde, el pueblo chileno, acaso confundido, tal vez creyendo ver tan masculinos atributos en la figura de la mujer que aspiraba a llegar a La Moneda, decidió respaldarla en las urnas con sobrada generosidad y convertirla en la primera mujer (sin cojones) elegida presidenta del país andino.
A Bachelet, cuyo padre, militar, fue asesinado tras el golpe fascista por permanecer leal a la Constitución chilena y a su presidente constitucional Salvador Allende, y que fue detenida, encarcelada y torturada, al igual que su madre, durante el calvario que vivió Chile de 1973 a los 90, no sé si, tras su arrolladora victoria electoral, le han crecido los «aquellos» que le negara Doña Madariaga, los «aquellos» que, obviamente, si le colgaron a Pinochet por más que el propio dictador se negara después a aceptarlos huyéndole, primero a la soberana voluntad de su pueblo; después a las urnas que, al fin y al cabo, sus «aquellos», como su escaño en el Senado, también eran vitalicios; después huyó de los ingleses y huyó también de la cordura, amparándose en su senil demencia; más tarde, insistió en huir de la justicia cuando otros millonarios «aquellos» depositados en bancos lo confirmaron como un vulgar ladrón; y siguió empeñado en sus huídas, con todo y sus «aquellos» para no tener que responder por los numerosos cargos de secuestros, torturas y asesinatos.
A Dios gracias, y a la memoria también, en Chile parece que se han terminado los «aquellos», si exceptuamos la boca de Doña Madariaga, a la que espero vuelvan pronto a entrevistar para que dé su parecer sobre el sometimiento a la justicia y arresto, además del propio Pinochet, de su esposa e hijos por evasión de «aquellos»… digo, de impuestos, que a partir de ahora en Chile, esa es la esperanza, ya nadie vuelva a hacer las cosas por cojones o por ovarios, sino por razón y por derecho.
(koldocs@hotmail.com)