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Entrevista a Luis Mesina, Secretario General de la Confederación de Sindicatos Bancarios

«Se necesitan dirigentes sindicales que estén siempre con la problemática real de los trabajadores»

Fuentes: Rebelión

Luis Mesina es Secretario General de la Confederación de Sindicatos Bancarios y Afines, que agrupa a más de 8 mil asociados de un universo de 40 mil trabajadores del área. Comenzó a trabajar en la banca a los 18 años, en el amanecer de los 80′ y ha sido dirigente sindical desde entonces. Mesina es […]

Luis Mesina es Secretario General de la Confederación de Sindicatos Bancarios y Afines, que agrupa a más de 8 mil asociados de un universo de 40 mil trabajadores del área. Comenzó a trabajar en la banca a los 18 años, en el amanecer de los 80′ y ha sido dirigente sindical desde entonces.

Mesina es polémico, convincente; salpica cifras para ilustrar sus posiciones, apresura análisis, abunda en críticas certeras y no oculta sus simpatías por el trotskysmo (de hecho, de sus líderes argentinos confiesa una importante influencia), y por pensadores como Heinz Dieterich, Paulo Freire y Carlos Marx.

Y también refleja una profunda humanidad y conocimiento en áreas que, lejos, escapan del mundo sindical. Además de sus estudios de comercio exterior, cuenta con diplomas en carreras pedagógicas y cientismo político. Su inquietud intelectual y su práctica coherente en un ámbito laboral tan estratégico en Chile como el asociado al sistema financiero, lo vuelve un actor importantísimo en el puzzle descoyuntado que es preciso reconstruir del sindicalismo chileno.

¿Cuál es el contexto sobre el que navega el sindicalismo de los trabajadores bancarios hacia la primera década del siglo XXI?

«Estamos enfrentados a nuevas controversias que todavía no ha superado el sindicalismo en Chile y que tienen que ver con la nueva organización y relaciones de producción del capital. Todavía sigue vigente el viejo problema de que en el sistema capitalista las fuerzas productivas no pueden desarrollarse, porque, justamente, lo que busca el capital es concentración y acumulación. Y en esta estrategia, su tendencia sostenida en los últimos años – que se comprueba mirando lo que pasa en la economía mundial- es la destrucción del hombre, en tanto sujeto que vende su fuerza de trabajo. Como consecuencia de eso, tenemos una precariedad de vida a escala planetaria. Casi 1.800 millones de persones no tienen capacidad de subsistir en un mundo que cada vez más exige que las personas sean sujetos crediticios, de consumo. En tanto uno no tiene empleo, no tiene ingreso, no puede ser un sujeto «pleno». Entonces, este sistema sustentado en esa estructura económica sólo ofrece una perspectiva tremendamente trágica.

Contradictoriamente, para mantener este modo de producción -que tiene que sostener crecientemente las utilidades del capital- exige una inversión fuerte en tecnología. Inversión que sólo pueden hacer los grandes grupos económicos, particularmente los que están en los sectores más dinámicos: telecomunicaciones, transportes, finanzas y el gran comercio; y que son también los que dan más empleo. Los núcleos manufactureros se concentran sólo en algunas partes del mundo. Así las cosas, nosotros estamos enfrentados a esta disyuntiva: un desarrollo de los sectores terciarios (servicios), los mono productores (que no demandan tanta calificación) -como las salmoneras, las forestales, áreas de la minería-, y, por otra parte, el sector financiero, que concentra gran mano de obra pagada en condiciones muy desiguales. Frente a este dilema, el sindicalismo siempre ha ido marchando a la saga de los acontecimientos. Y no ha sido capaz de comprender los actuales fenómenos por diversos motivos.»

¿En qué situación está el trabajador organizado frente al capital?

«El movimiento sindical chileno se estructuró a lo largo de 60 a 70 años sobre la dependencia de los partidos políticos, pero cuando ocurrió el golpe militar, los sindicatos quedaron un tanto huérfanos de la asistencia de los partidos (sobre todo, comunista y socialista). Y cuando volvió la «democracia» ya la economía se había transformado estructuralmente. A partir del 80′ cambió el sistema de seguridad social, se consolidó la desprotección del Estado a los derechos sociales; y hubo un reordenamiento de la normativa laboral, que hoy se basa más en concepciones «civilistas» que «laboristas»; es decir, que se sustenta más en la autonomía de la voluntad (idea de José Piñera, hermano del actual candidato presidencial derechista, Sebastián Piñera) que en las relaciones desiguales entre el trabajador y el patrón, cuyos derechos laborales la antigua legislación cautelaba. Entonces, cuando van desnaturalizándose esos principios, se permite que los trabajadores renuncien a sus derechos adquiridos como resultado de luchas históricas.»

EL EXPERIMENTO CHILENO MÁS ALLÁ DE LAS VIOLACIONES A LOS DERECHOS HUMANOS

¿Por qué se habla de las «transformaciones estructurales» que propicia el neocapitalismo?

«Chile es el mejor experimento en esa materia. Esto no ha ocurrido en el resto de América Latina, donde los procesos han sido más lentos, existe mayor resistencia, no hubo modificaciones estructurales como aquí. La brutalidad del golpe de Estado chileno, a diferencia de las arremetidas militaristas en otros países, no se expresa tanto en la mayor o menor represión (sólo en Argentina asesinaron a 30 mil personas), sino, justamente en las transformaciones estructurales sufridas. Aquí se impuso una nueva Constitución, un nuevo modelo económico, una nueva seguridad social; es decir, se realizó una refundación del Estado. Ahora todo está sujeto a las concepciones liberales y monetaristas. Así, los sindicatos desprovistos de los partidos tuvieron que «rascarse con sus propias uñas». Y cuando retornó la «democracia», los partidos obreros ya estaban en bancarrota. Más de la mitad del Partido Socialista ya apoyaba las tesis del nuevo capitalismo; y el Partido Comunista, yo creo, que no ha sido capaz de comprender los nuevos fenómenos, y se siguieron reproduciendo las viejas y fracasadas ideas del sindicalismo de empresa, cuando con el nuevo capitalismo fragmentado exageradamente en Chile, ya no se daba cuenta sindicalmente de las nuevas maneras en que se organizaba y se organiza el capital.»

EL PAPEL DE LA CONCIENCIA DE LOS TRABAJADORES

¿Cuáles son los detalles de esas transformaciones profundas?

«El eje no está ya puesto en la empresa textil, del cuero, la construcción de nuevo tipo. Hay sectores mucho más dinámicos de la economía, y particularmente en los últimos 20 años, en el mundo financiero.
Los trabajadores que se desempeñan en el sector de la banca, deberían ser quienes mayormente estén llamados a propiciar modificaciones en el sistema. Si se paran las finanzas en Chile, sin duda, se produce una hecatombe económica. Pero los trabajadores de nuestro sector todavía no tienen conciencia del peso específico que juegan en la economía. Este es uno de los sectores que genera más riqueza. Sin embargo, la debilidad de la conciencia tiene que ver con la enajenación, la alienación. Por las complejidades del modo en que el capital se organiza e invierte, el trabajador no logra dimensionar su aporte en el producto final. El cajero que atiende una acción financiera, que gestiona millones de pesos, no alcanza a conocer cuánto de su trabajo ofrece a la riqueza que el banco obtiene cada año. Cuando las trabajadoras bancarias abren cuentas corrientes a la fuerza al público, y por esa vía generan al banco gigantescos ingresos, su relación con el producto final es totalmente abstracta.»

¿Qué tipo de organización demanda este nuevo modo de explotación dominante en Chile?

«Estos fenómenos exigen un sindicalismo capaz de hacer frente a las nuevas dinámicas del capital financiero. Un trabajador bancario debería ganar mínimamente 1 millón de pesos (poco menos de 2 mil dólares mensuales). Si se plantea así a los trabajadores, ellos dicen «no, pero es que es mucha plata». Y lo dicen porque aún no se comprende que hay que participar en condiciones de igualdad frente a la riqueza que produce con su esfuerzo. ¡Sólo el Banco Santander obtiene 300 mil millones de pesos al año, limpios de remuneraciones e impuestos!

Estos hechos no existen en el debate de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), porque se reproduce la vieja política de los dirigentes antiguos, formados en otro período histórico, y que no alcanzaron a vislumbrar las transformaciones profundas que experimentó la economía y la sociedad.»

¿Cuáles son las condiciones distintas respecto del período anterior para la reproducción del capital?

«Hoy, las tradicionales instituciones del Estado se han modificado para bien del nuevo modelo económico. En Chile, por ejemplo, a mi modo de ver, el Parlamento ya no es un poder. El Tribunal Constitucional del Trabajo es mucho más relevante a la hora de justificar jurídicamente el sistema de dominación actual.»

LA BURGUESÍA MÁS INTELIGENTE DE LATINOAMÉRICA

¿Cómo caracterizas a la clase en el poder?

«La burguesía chilena es una de las más inteligentes del Continente. Aprendió mucho de la experiencia del gobierno de la Unidad Popular. Aprendió porque estuvo a punto de perderlo todo. Entonces, mediante sus mejores cuadros, organizó el Estado de modo tal que cada vez sea más difícil poner en riesgo sus intereses. Además, cuenta con un régimen político que es absolutamente funcional a sus intereses. Aquí existen una serie de instituciones y poderes fácticos establecidos para ahogar y silenciar a aquellas otras instituciones que emanan, al menos formalmente, de la soberanía popular, como el cuerpo legislativo.
La burguesía se encargó de dejar montado un régimen político muy fuerte, contando, como si fuera poco, con gobiernos que no tienen ninguna intención de modificar sustantivamente el modelo impuesto en la década de los 80′.

La burguesía chilena obtiene tasas de ganancia que no se ven en ninguna parte del mundo. De hecho, la rentabilidad de la banca chilena es la más alta del planeta. Y ha logrado arrebatar conquistas legendarias del movimiento obrero y popular.»

¿Qué tareas le corresponden al sindicalismo en la actual etapa?

«El desafío del sindicalismo nacional es gigantesco, y pasa por empinarse y entender que la lucha de los trabajadores es profundamente política. Pero para dar esa lucha política, hay que dar la pelea sindical para que la mayoría entienda que sólo a través de los sindicatos es imposible resolver todos los problemas que tiene como humanidad.

Uno de los enemigos principales para la toma de conciencia es la existencia de mediaciones ideológicas, como los medios de comunicación. Sólo reproducen ilusiones que reaseguran el control burgués de la sociedad.»

¿Hay un sector genuinamente crítico al interior de la Concertación de Partidos por la Democracia ?

«Al interior de la Concertación existen ciertas fricciones, producto de que algunos de sus miembros son permeables a la realidad en la cual desarrollan su actividad política. Pero estas concepciones minoritarias sólo se explican como producto de su particular «reserva moral». Toda esa gente que sustentó en el pasado posiciones ligadas a la construcción de una sociedad mucho más justa, donde el hombre estuviera al centro, tiene algún grado de contradicciones con el actual gobierno que en los hechos, no hace más que administrar un modelo empecinado en destruir las fuerzas productivas. Cuando los bancos hacen fuertes inversiones tecnológicas para sustituir a los trabajadores, lo hacen sobre la base de aumentar la jornada laboral. Por el contrario, las teorías socialistas siempre han considerado que el avance de las ciencias y la tecnología deben directamente beneficiar a la humanidad. Ahora deberíamos trabajar menos, pero bajo el actual sistema aumenta el desempleo, y los que tienen trabajo sufren la intensificación de la explotación. El modelo provoca cada vez mayores concentraciones. Ya se ven las fusiones entre el Citibank y el Banco de Chile, el Scotiabanck con el Banco del Desarrollo. Y los bancos pequeños no tienen ninguna posibilidad de sobrevivir, porque no pueden ofrecer los mismos productos financieros que las grandes compañías.»

¿El trabajo dignifica?

«En las actuales condiciones, el trabajo no dignifica. Para que lo hiciera tendría que ser grato para la persona, tener ambientes reconfortables, y el precio del salario debería ser justo. El trabajo hoy está sometido a formas cada vez más agraviantes. No existen normativas que protejan derechos esenciales. Una persona que renuncia a derechos consagrados en la norma y que no es capaz de defenderlos es un «pobre diablo».

En Chile, el empresariado ha encontrado un contingente importantísimo de sujetos que renuncia a su propia esencia humana. No se puede ser humano si otro sujeto viola los derechos fundamentales de los demás.»

UN PUNTO ESENCIAL: EL PROBLEMA DE LA DEUDA

Existen informes que hablan de que los chilenos gastan un 60 % de su sueldo en pagar deudas…

«Esta es la estrategia más importante del sistema financiero y del sistema económico en Chile. Ahora para ser ciudadano -o sea para ser reconocido por tus pares- hay que ser sujeto de crédito. Se es ciudadano en la medida en que se posees una tarjeta de crédito para pasearte «libremente» en un mall (centro comercial). De lo contrario tu rol vale nada; apareces en el sistema como un sujeto totalmente empadronado, con un prontuario comercial gigantesco. En el Chile del siglo XXI es mucho más grave tener malos antecedentes financieros que penales.

El sistema convierte a las personas en sujetos dependientes de las casas comerciales, de los bancos, etc. Entonces la empresa dice «pague», la persona responde que no puede, y allí viene la renegociación de la deuda con una tasa 100 veces más criminal. De esta manera, un muchacho que egresa de la universidad se da cuenta que tiene hipotecado 20 años de su vida. Por eso, el sistema no busca tu muerte, sino que le conviene mantener a la gente moribunda, estrangulada por los créditos.»

LAS DEMANDAS DEL SECTOR

¿Qué problemas atraviesa la banca y los trabajadores hoy?

«Las demandas de los trabajadores bancarios están centradas en el tema de la jornada laboral en la actualidad. Y ahora estamos empeñados en entrar al debate de la «bancarización» (extender a todos los sectores de la sociedad la posibilidad de acceder a los bienes y servicios que ofrece el sector), que es un tema puesto por arriba. Aquí nosotros estamos en contra de que la banca siga presionando a la autoridad política para que ponga fin a la tasa máxima convencional de interés. Si se cumple lo que pretende el empresariado, al pobre -que es de más riesgo- se le podrá cobrar un 50 % más sobre la tasa real; y al rico -que no requiere mucho crédito, y cuando lo necesita, lo pide en la banca internacional- se le cobrará un 3 %. Aquí nosotros proponemos una política de desarrollo para que los pequeños empresarios (que son los que dan trabajo a la mayoría) puedan desenvolverse.

Por otra parte, la banca ha dicho que necesita ofrecer este servicio al conjunto de la sociedad. Entonces, nosotros decimos que se abran cajeros automáticos en las comunas y ciudades populares del país: en Tocopilla, en Lota, en Cerro Navia, en La Pintana , y discuta con los pobladores cómo puede entregar una línea crediticia que les permita a los pobres ser «micro empresarios» -como aseguran desde arriba- con créditos razonables. Pero en la realidad, no abren sucursales en esas zonas porque en el fondo, les interesan otros sectores.

¿La banca busca extender la jornada laboral?

«Los empresarios afirman que para poder «bancarizar» necesitan extender la jornada laboral a los sábados y domingos, porque tienen competencia desleal con las empresas «retails» como Falabella, Ripley y París. En este punto, nosotros decimos que, en efecto, hay competencia desleal, pero lo que hay que hacer es normar con el Gobierno y el Parlamento para que todas las casas comerciales no abran los sábados y domingos. Ahí se acaba el problema. Pero, ¿cuál es el verdadero objetivo de la banca detrás de esta iniciativa? Nada más que capturar financieramente a quienes van a los malls; no a la población pobre de Chile.»

UNA BANCA AL SERVICIO DEL DESARROLLO NACIONAL

¿Cómo se imaginan un sistema financiero ajustado a la mayoría de los chilenos?

«Nosotros queremos una banca al servicio de Chile. Una banca ágil, que cobre tasas de interés accesibles para la gente; que se termine la usura en el país. La banca se justifica por que tiene el control del crédito. Y este lo tiene que garantizar el Estado.

Debe haber bancos de fomento en Chile. El Banco del Estado no puede competir con la banca privada con las mismas estrategias. Tiene que focalizarse en los sectores emergentes y viables; al sector agro-industrial, forestal, pequeños pirquineros. En fin, lugares de la economía que tienen potencialidades para competir con ventajas comparativas en el exterior. Hace 30 años que vengo escuchando el discurso de entrar ya a la segunda fase exportadora, que ya no vamos a explotar madera, ni pescado. Pero las grandes corporaciones continúan llevándose nuestros recursos naturales y los procesan afuera.

Y ya no es posible que, a través de las fusiones, en Chile queden menos de 20 bancos.»

LA CUT Y LA AUTONOMÍA DE LOS TRABAJADORES

Es famosa tu relación conflictiva con la dirección de la Central Unitaria de Trabajadores liderada por Arturo Martínez…

«Nosotros pertenecemos a la CUT , pero hemos sido críticos durante largos años a su quehacer porque ha carecido de autonomía para enfrentar el tema de los trabajadores. Cuando hay dependencia grosera de los partidos políticos, particularmente de Gobierno, una Central es prisionera y no es capaz de comprender los nuevos procesos de acumulación capitalista. Hace falta una CUT politizada, en el sentido de poder enfrentar los grandes desafíos que se desarrollan en el mundo del trabajo. Es decir, convertirse en un protagonista al momento de encarar los problemas de la educación, la salud, la previsión y las condiciones del empleo, sin ningún tipo de capitulación. Terminar ya de enredarse con las amenazas y ofertones del Gobierno, sino que determinar sus objetivos, en base a una discusión democrática, y plantearse un camino adecuado. Si uno de los objetivos centrales es la recuperación del sistema de seguridad social, fundado en principios solidarios, entonces hay que definir con urgencia las estrategias para alcanzar ese objetivo. Y tanto las mediaciones gubernamentales, como empresariales, pierden fuerza si los objetivos están claros para los trabajadores.»

¿Cómo explicas el problema de la falta de unidad de los trabajadores?

«Aquí es preciso hacerse una autocrítica para descubrir los errores que hemos cometido contra este objetivo. Hay que dejar de lado todas las diferencias absurdas y concentrarse en la unidad con las organizaciones «reales». Aquí existen confederaciones cuyo número de afiliados en el papel es mucho más grande que el nuestro, pero, en concreto sabemos que esto es falso, y esta falsedad se proyecta en la composición de la directiva propia CUT. Se necesitan dirigentes sindicales que estén permanentemente con la problemática real de los trabajadores. Estamos llenos de burócratas sindicales, que jamás han trabajado.»

¿Cuál sería un buen comienzo?

«Creo que hay que hacer una determinada declaración de principios, donde la autonomía no es un tema menor. Que quede explicitada la independencia política de los patrones, de los gobiernos de turno, de instituciones ajenas a los trabajadores.

Hay que recuperar la credibilidad de los sindicatos. Y esto creo que se logra compatibilizando la comprensión de los fenómenos políticos, sociales y económicos, con una práctica que vuelva imposible que los trabajadores se confundan. Hay que guardar un comportamiento ético y otro estético. Hay que ser y parecer.

Ha faltado también voluntad producto del cansancio. Aquí veo la urgencia de contar con nuevos cuadros y líderes sindicales.

Las condiciones objetivas están absolutamente claras, pero las subjetivas operan en sentido opuesto. Hay mucha enajenación y fragmentación en el mundo de la empresa, y está el problema de cómo llegamos al sector comercial, que, lejos, es el mayoritario en Chile. Si embargo, ya han comenzado ha surgir muchas expresiones sindicales en esta área.»

¿Sobre qué ejes piensas que se vertebrará la unidad necesaria de los trabajadores organizados?

«Yo pienso que el proceso de reorganización de los trabajadores no vendrá por el sector público, sino por el territorio privado de la economía, particularmente, de los servicios.

Hay que intentar escuchar más a la gente. Nosotros el 2007 logramos sumar a más de 4 mil asociados la Confederación. La manifestación y estado de ánimo de la gente, muchas veces supera con creces la voluntad y decisión de los propios dirigentes. Esto nos señala que la propia gente se dotará de nuevos dirigentes, y aquellos representantes sindicales que pretendan encontrar en el sindicalismo un lugar para llenarse de privilegios en los sectores dinámicos de la economía, van a salir «cascando». ¿Dónde van a perdurar los burócratas sindicales? En aquellos ámbitos de la economía asociados al sector público, y aquellos lugares productivos cuya tendencia anuncia su extinción. Por ejemplo, hoy la problemática de la educación privatizada (un 50 % del sistema) es más relevante que lo que ocurre en la enseñanza municipalizada.»

Algunos dirigentes sindicales plantean la idea de construir una Central Única…

«No estoy claro respecto de que el instrumento de los trabajadores hoy se sintetiza en la fórmula de una Central Única. Me parece, más bien, que esto es una remembranza. Los trabajadores precisamos de una organización única, pero no me parece que ella sea la actual CUT. Es cierto, necesitamos una gran multisindical, pero no creo que sea la CUT que conocemos, cuya filiación es pequeña y su composición hegemónica la tiene el sector público. Aquí existe hasta una traba generacional: los dirigentes principales de los soportes de la CUT tienen más de 60 años, y la fuerza de trabajo chilena debe estar alrededor de los 30 años. No es posible que tengamos dirigentes «abuelos» del movimiento sindical. Clotario Blest es sólo una excepción en la historia.»

¿Qué rol le asignas a los trabajadores en las transformaciones emancipadoras que demanda el actual modelo de explotación capitalista?

«El trabajador organizado debería ser uno de los actores sustantivos de cualquier proyecto de transformación del país. Un ciudadano informado, con deberes y derechos. Este es el ideal.
Nosotros intentamos en forma permanente instalar el nuevo debate, ante las nuevas generaciones de trabajadores. Aspectos que tienen que ver con ser personas «plenas», «integrales», y lejos de la discusión pequeña sobre un articulado legal en particular. Hay que instalar una práctica discursiva que logre instalar los nuevos conceptos. Y hay que construirla colectivamente.»

Luis, ¿quién está detrás de la ventanilla bancaria con quien habitualmente se relaciona la comunidad?

«Detrás de la ventanilla de los bancos hay un trabajador muy pobre. Ese que ve la gente cotidianamente, es uno de los trabajadores más pobres de la banca. Un trabajador cuyo salario oscila entre los $ 180 y $ 300 mil pesos (entre los 300 y 600 dólares, en un país donde la cuota mensual de cualquier carrera universitaria bordea los 350 dólares). Y es muy pobre en comparación con los demás trabajadores de ese mismo sistema financiero. Ese trabajador que se esconde tras una apariencia tremendamente pulcra y celosamente presentable, es el más castigado de la banca. Sin embargo, está muy bien provisto de posibilidades estratégicas para convertirse en una persona con derechos que le permitan tener una familia y proyectos de vida. Y de manera contradictoria, por sus manos pasan millones de pesos a diario. Ese sujeto, por la prepotencia del sistema empresarial, vive humillado permanentemente.»